Militares en los negocios: mal asunto. Luis Cino Álvarez desde Cuba: La supervivencia del castrismo parece estar cada vez más en manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
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La supervivencia del castrismo parece estar cada vez más en manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
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Por Luis Cino Álvarez
Mayo 30, 2016
LA HABANA, Cuba.- La supervivencia del castrismo parece estar cada vez más en manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Y no solo por los generales que dirigen algunos de los ministerios más importantes sino también por los generales-empresarios del Grupo de Administración Empresarial S.A (GAESA).
GAESA, cuyo director general con poder ejecutivo es el coronel Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, padre de un nieto de Raúl Castro, factura más de mil millones de dólares anualmente. Posee centrales azucareros, las TRD (Tiendas de Recaudación de Divisas) Caribe y Gaviota que imponen gravámenes abusivos a los precios de sus mercancías, los Almacenes Universales S.A., granjas agrícolas, acerías, la industria de la informática y las telecomunicaciones, zonas francas, etc. Y por si fuese poco, al poseer la mayoría de las capacidades hoteleras y las marinas, es quien rige el turismo, una de las principales fuentes de ingreso de divisas al país.
Algunos préstamos tomados del capitalismo han funcionado con éxito en las empresas de las FAR.
A inicios de 1985, luego del naufragio del Sistema de Dirección y Planificación de la Economía, copiado del modelo soviético, las FAR implementaron el Sistema de Perfeccionamiento Empresarial, a modo de prueba en la empresa “Ernesto Guevara”, de Manicaragua, Villa Clara, la mayor instalación de la Unión de Industrias Militares.
El experimento era supervisado por el general Casas Regueiro, que mantenía regularmente informado al respecto al entonces Ministro de las FAR, el general Raúl Castro.
Dos años después, la experiencia se extendió a las industrias militares de todo el país.
El Sistema de Perfeccionamiento Empresarial (SPE), que fue calificado por Raúl Castro como “el cambio más trascendente y profundo de la economía”, copiaba formas de organización y administración capitalistas: corporaciones, sociedades anónimas, contratos de administración y asociaciones con empresas extranjeras.
El SPE permitió al ejército cubano capear los peores años del Período Especial. Si no se implantó a escala nacional fue por temor a sus consecuencias, que hubieran sido peores que las de una terapia de choque.
En 1994, Fidel Castro, presionado por el deterioro de la situación, aceptó que un grupo de empresas del Ministerio de la Industria Básica entrara de forma experimental en el SPE. Luego se incorporaron 100 empresas más.
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