Feito y Cabezón. Nicolás Águila sobre una gran ferretería de la ciudad de La Habana
Tomado de https://www.facebook.com/
Feito y Cabezón
Por Nicolás Águila
20 de junio de 2016
Siempre me hizo gracia el nombre de aquella famosa ferretería, Feito y Cabezón, situada en la calle Reina, creo que esquina con Lealtad, en La Habana. Ese nombre tan sugestivo lo hacía a uno imaginarse que el antiguo dueño del negocio no sería un adonis, pero era por lo menos simpático. Un tipo con tal sentido del humor que era capaz de reírse de ser feo con la agravante de macrocefalia.
Eso me creía yo hasta que un día me enteré de que no se trataba de un solo dueño. En realidad eran dos socios: uno apellidado Cabezón y el otro apellidado Feito. Este último apellido es bastante usual en Asturias y se pronuncia 'fei-to', aunque en Cuba, claro, todo el mundo decía Feíto, con el acento en la i, por lo que parecía más un apodo que un apellido.
La última vez que visité la ferretería habanera, hará más de treinta años, me pareció muy grande. Diría que inmensa. Supongo que fuera porque los estantes estaban casi completamente vacíos y eso agigantaba las dimensiones. O así lo veo a la distancia y con el paso del tiempo. Sin embargo, tenían el cable eléctrico que andaba buscando. Lo revisé y noté que había más de un metro de cable pelado. "Son los ratones que se comen el revestimiento", me explicó el ferretero sonriente, al tiempo que me reponía la mercancía estropeada. Era un señor bastante amable para ser dependiente del Mincín. Se notaba que era un empleado de los de antes.Todo hay que decirlo.
Ese día, mira tú por dónde, comprendí de manera empírica el origen de dos dichos cubanos usados en el habla coloquial para referirse a una mala racha económica: (1) "estarse comiendo un cable" y (2) "pasar más hambre que un ratón de ferretería". Gracias, Feito y Cabezón, por alumbrarme con el cable pelado.
**************
Tomado de http://www.cubanet.org/
Feíto, cabezón y billetudo
Por Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
25 de junio, 2001
LA HABANA, junio - Quién no recuerda la famosa ferretería situada en la esquina de Reina y Lealtad. Se necesitaba una tuerca, vaya a Feíto y Cabezón; se necesitaba una bisagra, Vaya a Feíto y Cabezón; se necesitaba un tornillo tirafondo, vaya a Feíto y Cabezón. Con dos centavos se solucionaba cualquier necesidad, sólo había que ir a Feíto y Cabezón.
En Morón la ferretería se llamaba URBIETA y era igual. Se podía comprar desde un serrucho hasta pita para pescar. Era orgullo de cualquier ferretería vender hasta "guayabitos" de cuerda. Si usted tenía un salidero en el grifo del lavadero no era por falta de zapatillas, si usted tenía una tabla desclavada no era por falta de puntillas.
Con el arribo del socialismo se perdieron, como muchas cosas, las ferreterías. La gente durante largos años se las ingenió robándose el meruco del baño en su centro de trabajo, llevándose los bombillos de los portales ajenos, desprendiendo pestillos de las puertas de su empresa, recolectando chirimbolos ferrosos en los derrumbes que se hacían cada vez más presentes. Era imposible comprar un martillo, una escofina, un atornillador. Las pinturas desaparecieron y las casas parecían fantasmas desteñidos que sólo engalanaban sus fachadas cuando a algún pueblo, comunidad, ciudad, le tocaba la suerte de ser la sede por las celebraciones del 26 de julio. Se perdió el hábito de arreglar una persiana, componer una puerta, sustituir un cristal de las ventanas. No había forma de que la casa no se nos viniera encima.
Pero como bien dice el refrán, no hay mal que dure cien años, aunque nos estamos acercando peligrosamente, y las cosas han ido cambiando. Con la aparición del neoliberalismo socialista cubano han aparecido también algunas ferreterías. En dólares, claro, ¿qué esperaba usted? Y, por lo menos uno tiene la esperanza de conseguir, sin tener que tifitiársela, una regadera para la ducha, caso de que tenga agua en el barrio.
En la misma Feíto y Cabezón, que por supuesto ya no se llama así, ni me fijé qué nombre le pusieron, salí de ella más disparado que un cohete, los precios le ponen a cualquiera pólvora en los pies, usted puede comprar cualquier cosa. Hay baldosas, herramientas, utensilios, cacerolas, barnices, pegamentos, inodoros, fregaderos, rodapiés, pinturas, alfombras... cuanto se ha inventado. Para mirar, que es lo que hace el pueblo cubano, no tiene parangón; pero para comprar, agárrese bien los bolsillos.
Una taza de baño oscila entre los 360 y los 570 ¡dólares! No saque cuentas en pesitos que es lo que le pagan al cubano. Aquí Washington es quien provee. Si no tienes "fulas" es mejor que no comas para que no tengas que hacer lo otro. Del resto de los precios para qué contar. Una baldosa, 96 centavos de dólares, ¿cuánto te costaría un piso, vaya, de apartamento pequeño? Yo por lo menos le propuse a uno de los dependientes que sugiriera a sus jefes rebautizaran la ferretería y esta vez la nombraran FEITO, CABEZON Y BILLETUDO.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home