lunes, junio 27, 2016

Miriam Celaya desde Cuba: La Paz que esperan los cubanos

Nota del Bloguista de Baracutey Cubano


Tengo la opinión que quizás esa supuesta paz con las FARC (hay otras fuerzas beligerenates) quizás sea un primer paso a una dictadura en Colombia  de actuales miembros de ese grupo narcoterrorista.

Me pregunto:
¿ Las  FARC entregaran las cuentas y el dinero del narcotráfico, secuestros, asaltos, etc.? ¿ Los miembros de las FARC que se conviertan en políticos elegidos democraticamente combatiran el narcotráfico?  ¿ Las FARC entregaran TODAS las armas, las rutas y los contactos del narcotráfico? 

ALGO MUY POCO CONOCIDO: En 1958 el régimen de Fulgencio Batista  trató de buscarle una solución pacífica y política  a la violencia en contra de su régimen, pues Fidel Castro, Raúl Castro y otros cómplices no querían poder político, sino TODO EL PODER  y por toda su vida; esa es la cruda verdad  manifestada mediante hechos en estos más de 57 años de dictadura totalitaria Castrista. Se adjunta un fragmento de un artículo de mi autoria que aborda ese episodio casi desconocido.

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La Paz que esperan los cubanos

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Al menos por esta vez el absurdo romance del mundo civilizado con el castrismo ha tenido un buen resultado al abrir una puerta a la paz para los colombianos
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Por  Miriam Celaya 
Junio 24, 2016

LA HABANA, Cuba.- Tras la firma del acuerdo de cese definitivo del fuego y desarme de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), alcanzado este jueves, 23 de junio de 2016, en La Habana, quedó abierto el camino para el avance de un proceso de paz duradero en ese país suramericano tras más de medio siglo de conflicto armado.

Queda por delante aún otro período de conversaciones y la firma del documento final —anunciada para el 20 de julio próximo, en Colombia—, que marcará el inicio de la reconciliación nacional, de un proceso de justicia y reparación para las víctimas del conflicto, y de castigo para los responsables de tantos crímenes violentos cometidos contra la población colombiana.

De “histórico” ha sido calificada la rúbrica de cese definitivo del fuego y de la entrega de armas por las FARC, bajo la supervisión de representantes del Consejo de Seguridad de la ONU, toda vez que significa el fin de las hostilidades y la consagración del diálogo como vía para dirimir las diferencias entre todas las fuerzas políticas de Colombia.

“Esta fecha marca el fin de las FARC… como cuerpo armado”, señaló el Presidente Juan Manuel Santos en su acertado discurso de cierre de la ceremonia, en el que reconoció al ejército colombiano y a la policía nacional, que hicieron posible la paz para su país. No obstante, en lo que constituyó una lección de respeto a la democracia, Santos –quien se declaró adversario tenaz de la guerrilla– prometió defender el derecho de sus miembros a constituirse en un partido y participar en la vida política del país, pese a no comulgar con su ideología.

Para muchos de los que hemos seguido con atención el controvertido proceso de diálogo entre el gobierno colombiano y las FARC, los acuerdos firmados en esta jornada consolidan el optimismo y la esperanza para los colombianos que apuestan por la paz. Es, por tanto, motivo de regocijo para quienes preferimos el camino del diálogo político por sobre la confrontación y la beligerancia.

Sin embargo, el momento resulta oportuno para insistir en ciertas incongruencias significativas que quedaron solapadas bajo el tapete de la mesa de negociaciones, lejos de las sonrisas y los apretones de manos de los ex enemigos. Cuestiones, digo, que no atañen directamente al asunto gobierno-FARC colombiano, pero sí tienen que ver con la paz, con la democracia y con la necesidad de proyectar un ambiente de diálogo y acuerdos también para los cubanos.

La primera de las incongruencias es que el escenario elegido para las conversaciones de paz haya sido precisamente la capital del país que tanto apoyó y sostuvo a esa guerrilla que sembró de muerte y terror a Colombia a lo largo de décadas.

La segunda, es que el General Raúl Castro, quien era —ni más ni menos— el flamante Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba en los tiempos de mayor sustento del gobierno cubano a la guerrilla, sea hoy el muy celebrado “garante” del diálogo entre las partes beligerantes.

La tercera y más escandalosa incoherencia es que, sin el menor asomo de rubor, ese mismo fiador del proceso de paz colombiano que ahora recibe todos los reconocimientos y palmadas de aprobación por parte de gobiernos democráticamente electos y de los organismos internacionales, se presente posando como paladín de la democracia y haciendo loas a la necesidad del diálogo como vehículo para dirimir las diferencias, mientras aplasta con la represión y la cárcel toda manifestación de disenso dentro de la Isla.

No sé qué resulta más surrealista, si la falsedad de semejante avalador de la paz y el diálogo o la hipocresía de quienes aúpan su labor como garante de la solución de un conflicto externo a este co-responsable de la más larga dictadura del mundo occidental, demostradamente incapaz de dialogar o buscar una solución pacífica al conflicto que vive su propia nación.

Durante la parte final de la ceremonia, cuando fiadores y partes implicadas hicieron sus discursos, el representante de las FARC se refirió al conflicto colombiano como “el más largo de este hemisferio”.

Eso es inexacto. En realidad el conflicto más largo de este hemisferio no ha sido precisamente ningún conflicto armado, sino el que ha mantenido la cúpula castrista con el pueblo cubano. Baste recordar unos pocos ejemplos de cómo el gobierno ha fomentado una guerra de odios y segregación entre cubanos a través de la política, ha legitimado el despojo de las propiedades, ha dictado la exclusión de los emigrados, ha estimulado las guerras extranjeras en las que han sido enrolados los cubanos, ha suprimido de los derechos ciudadanos, ha ordenado los asesinatos impunes contra inocentes (el remolcador 13 de marzo, el caso más brutal), la represión a todo disenso, el terror psicológico, el adoctrinamiento ideológico, la demonización de la disidencia y otras mil formas de conflicto nacional donde las armas siempre han estado en las manos del Poder y las víctimas las ha puesto el pueblo.

Sin dudas, la de ayer fue una jornada de celebraciones. Más allá de las hipocresías de ocasión habrá que reconocer que al menos por esta vez el absurdo romance del mundo civilizado con el castrismo ha tenido un buen resultado al abrir una puerta a la paz para los colombianos. Medio siglo de conflicto armado en Colombia parece estar tocando a su fin. Al nuestro, sin embargo, le queda todavía un largo camino por recorrer… Y lo más lamentable es que aún no se vislumbran siquiera los posibles garantes.
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La mentira histórica como soporte del Castrismo


(Fragmento del artículo homónimo publicado originalmente en la Revista de la Fundación Hispano Cubana, madrid, España)

Por Pedro Pablo Arencibia Cardoso

Según se lee en el libro oficialista En el último año de aquella República, del autor Ramiro J. Abreu ( ex oficial del MININT y funcionario del Departamento América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba en los años ochenta del pasado siglo XX, años en que fue publicado dicho libro en Cuba), Batista hizo ciertos cambios en su gabinete, compulsado por ciertas fuerzas políticas nacionales y extranjeras y hasta por el propio Nuncio, Monseñor Luigi Centoz, que conllevó a una nueva imagen de su régimen y a una posible solución no violenta a la situación política del país. Leemos en sus páginas 81 y 82: 
 
¨… Ya, desde antes, permitió la reestructuración de los partidos políticos de ´oposición´, restableció ´la libertad de prensa ´ y las garantías constitucionales´, y el 10 de marzo dio el indulto a 40 personas. Con el mismo propósito, Batista se deshizo de su Premier, Jorge García Montes, y nombró en ese cargo a su Embajador en Estados Unidos, Emilio Núñez Portuondo, De esta forma, dio paso al llamado gabinete de la concordia, con el cual procuró tener una apariencia de Gobierno flexible con ribetes liberales …¨
En ese libro también se lee, en sus páginas 99 y 100, que Batista en marzo de 1958 le propuso al Movimiento 26 de Julio que participara como un partido político en las próximas elecciones junto a los otros partidos. Fidel Castro se negó alegando que esa proposición era una trampa de Batista. Los que hemos padecido la tiranía Castrista este medio siglo, sabemos que la verdadera razón de la negativa de Fidel Castro era que no quería Poder, sino todo el Poder. En varios países de Latinoamérica han gobernado, y gobiernan hoy, individuos que fueron líderes de la lucha armada en países donde se llevaron a cabo diferentes Procesos de Paz cuando en ellos mandaban regímenes más autoritarios y represivos que el de Fulgencio Batista en Cuba.
¨Para estar a tono con este clima político, el Episcopado hizo un llamamiento público a la paz y a la concordia; esta gestión determinó de inmediato, la constitución de una Comisión de Concordia Nacional, integrada por distintas personalidades de la época: la encabezó el ex coronel de la Guerra de Independencia Cosme de la Torriente; los ex vicepresidentes de la república, doctores Raúl de Cárdenas y Gustavo Cuervo Rubio; y los también doctores José Manuel Cortina y Ricardo Núñez Portuondo; Víctor Pedroso, presidente de la Asociación Nacional de Bancos; y un representante del Episcopado, Reverendo Pastor González, secundados a su vez por la élite de los hacendados, banqueros y comerciantes. En síntesis esta comisión procuró lograr un arreglo entre Fidel y Batista, mediante el cual el Ejército Rebelde depondría las armas, se liberarían a los presos políticos, se permitiría el regreso de los exiliados, se restablecerían las garantías constitucionales y se efectuarían elecciones libres con la participación del Movimiento 26 de Julio como un Partido político tradicional más. Es evidente el carácter maniobrero y de completo servicio al régimen que tenía esa gestión de paz. El Comandante Fidel Castro denunció el 9 de marzo de 1958, en carta pública, los objetivos de esa comisión, con la cual terminó la corta vida de la misma.¨
Para evitar que esas elecciones programadas para el 1 de junio de 1958 se efectuaran, el Movimiento 26 de Julio, incrementó sus sabotajes y asesinatos a los que el régimen batistiano respondió con sangrientas represalias; esta situación trajo como consecuencia la suspensión en marzo de 1958 de las garantías Constitucionales y el aplazamiento de las elecciones. Las indicaciones para ese incremento de las acciones subversivas y violentas por parte del M-26-7 están dadas por Fidel Castro en su Manifiesto del Movimiento 26 de Julio Al Pueblo, del 12 de marzo de 1958, el cual también está firmado por Faustino Pérez.
En el Manifiesto del Movimiento 26 de Julio Al Pueblo, del 12 de marzo de 1958 se prohibían los viajes de cualquier tipo en la provincia de Oriente desde el 1 de abril, y se advirtió de que los rebeldes abrirían fuego sin advertencia previa a cualquier vehículo que violara esa disposición. Asimismo, se decretó que todos los pagos al gobierno debían de cesar, y que quien hiciera los pagos al gobierno, incluido los impuestos o tasas, sería considerado un traidor antipatriota y culpable de un acto contrarrevolucionario. A los que trabajaran en el gobierno en los puestos administrativos o en los tribunales se les ordenó a renunciar a sus ocupaciones o cargos. A los militares se les advirtió que serían juzgados como criminales, a menos que desertaran o se unieran al Ejército Rebelde. El manifiesto (el cual puede leerse íntegramente en idioma inglés AQUÍ) terminaba pidiendo que la gente diera su apoyo a la campaña de exterminar a todos aquellos que sirvieran a la tiranía con las armas, declarando que a partir del 5 de abril comenzaría una guerra total y que tendrían la necesidad de aniquilarlos a donde quiera que estuvieran, como los peores enemigos de la libertad y la felicidad.
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ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS

En Cubanet
Rantes S. • hace 2 días

Excelente y valiente artículo de la Sra.Celaya. El camino de la Paz en Colombia está lleno de paradojas; al elegir a Cuba como mediador han escogido el engaño, la imposición y el cinismo personalizado en el castrismo, como garante de una paz que ellos entienden como una guerra a perpetuidad hasta alcanzar el obsoleto postulado marxista de la dictadura del proletariado. Un consenso que ha durado tres años, no es más que una estrategia para ganar tiempo de las FARC, y alimentar el sofisma revolucionario cubano ante el mundo. Nada más y nada menos que el mediador ha sido el castrismo: parcializado, guerrerista y justificador del terrorismo, que siempre ha predicado la paz haciendo la guerra dondequiera que ha podido y la principal de todas es contra su propio pueblo por diferentes medios. Las constantes paradojas del castrismo dejarían sin aliento al mismísimo Oscar Wilde.