Esteban Fernández : LOS PROSÉLITOS: PIJAMA, PRISIÓN Y PAREDÓN
Por Esteban Fernández
12 de septiembre de 2016
Comprensible completamente es que en una guerra fratricida se trate de eliminar a los enemigos, lo inaudito es el desparramo de camaradas, de aliados, de fervientes partidarios, de incondicionales y de fieles servidores que este grandísimo hijo de la mala leche del gallego Ángel ha producido en la Isla de Cuba.
Entonces tenemos que partir de la base de que Fidel Castro no fue amigo ni de la madre que lo parió y no tiene consideraciones ni con su sombra, y queda comprobado que el haber sido parte de su círculo íntimo- los discípulos del diablo- jamás ha sido una carta de triunfo en la nación cubana. Con la excepción del homosexual Alfredo Guevara -amigo de él “de atrás”-que lo mantuvo ahí hasta el final.
El primer cubano que yo consideré ser “amigo” de Fidel Castro -por sus intercambios de cartas llamándose mutuamente de esta forma- fue mi estimado y respetado Luis Conte Agüero. A la primera crítica pública le echó a las turbas para arriba, lo acorraló y obligó a meterse en una Embajada. Ese fue el preciso instante en que yo pensé “El tipo este no es amigo de nadie.
Sin lugar a dudas el mayor misterio fue el de su supuestamente íntimo amigo Rafael del Pino Siero quien estuvo a su lado durante el Bogotazo y el ocho de agosto del año 1977 apareció ahorcado en su celda de Combinado del Este. La lista de personas allegadas a él durante su mandato que fueron eliminadas sin haberles sido infieles -y sin haberles hecho daño alguno- se pudiera hacer una enciclopedia con sus nombres. La “amistad” con Fidel Castro es la mejor papeleta para caer en desgracia. Si hubo un momento en que Ernesto Guevara creyó ser su “compañero de armas” murió sintiéndose completamente traicionado por él. Algo muy parecido debió haber sufrido Camilo Cienfuegos con anterioridad.
Ninguno de los echados injustamente en el latón de la basura ha recibido una explicación pública ni válida de parte del amo del motivo exacto por lo cual los enviaba al ostracismo y al “plan pijama”. ¡Hasta Fidelito cogió su ramalazo de plan pijama! Lo único que el tirano necesitaba hacer era cortarles el contacto con él. Con 10 palabras terminaba la relación: “¡Al comemierda ese no lo quiero más cerca de mí!” Y sanseacabó el asunto. Y, como buen racista que siempre ha sido, cuando se trataba de un negro fiel se deshacía de él quejándose de su peste a sudor:”¡Quítenme al niche apestoso ese de mi guardia personal, que se vaya a cuidar a Almeida!” gritaba.
Díganme ¿cuál es el amigote de Fidel Castro que tiene las puertas abiertas y acceso total a Punto Cero para ir a jugar dominó con él cada vez que le da la gana? Los pocos invitados son dignatarios extranjeros, un par de Papas y el drogadicto Maradona.
La sorpresa de todos los caídos en desgracia siempre ha sido de gigantescas proporciones, porque no existía el más leve vestigio de traición, ni de discrepancia con el Comandante en Jefe. Es algo así como la mujer que el marido la engaña 20 veces, al final se va con otra y ella sigue perdidamente enamorada de él, eternamente.
Porque toda esta caterva de “siquitrillados”- irónicamente utilizando una palabreja inventada por ellos- siguen adorando al macho. Dondequiera que se encuentren, en sus casas, en sus oficinitas de quinta categoría, tienen puestas en las paredes fotos de ellos junto a su idolatrado Máximo Líder.
En las fincas donde han sido enviados a limpiar moñingos de caballos y cagarrutas de chivos, en cualquier esquina, en un bar de mala muerte, en las reuniones familiares se las pasan haciendo cuentos y contando anécdotas sobre sus pasadas relaciones con Fidel Castro. Hoy en día no pueden pasar ni a 10 cuadras del Bunker de Jaimanitas pero enseñan periódicos viejos donde estaban cerca de Fidel en las regatas de Varadero.
Y la caña se les puso a tres trozos tras la grave enfermedad del tirano y su consiguiente retiro, porque si algo -durante toda su vida- odiaba y envidiaba Raúl Castro Ruz es a todo aquel que le ha hecho coro a su hermano. Desde Birán, desde la Universidad, desde el Moncada, desde la Sierra, desde el poder.
Hubo algunos que envalentonados por su supuesta cercanía al dictador le hicieron 20 desaires a Raúl. Y toda esa gente ha ido “abajo y de un solo tajo”. Raúl le ha echado salfumán a todas las ladillas que por la razón que sea Fidel Castro insólitamente no había eliminado de sus testículos.
Por un motivo que yo desconozco, a última hora -antes de caer en estado de coma- Fidel Castro se había rodeado de un montón de muchachos jóvenes y trepadores como Felipe Pérez Roque, Roberto Robaina, Carlos Lage, Carlos Balenciaga, Otto Rivero, Hassan Pérez. Y con estos fue que inicialmente Raúl se ensañó. A cajas destempladas sacó del poder a una caterva de “corre ve y diles”, conocidos como “los talibanes”, que su decrépito hermano había insólitamente aupado cuando ya se encontraba turulato. El último en caer decapitado fue el general Humberto Omar Francis y sustituido por el troglodita nieto de Raúl, el tristemente célebre “Cangrejo”.
Carlos Aldana, el general Arnaldo Ochoa, los jimaguas Patricio y Tony de la Guardia Font, los generales José Abrantes, Pascual Martínez Gil, Germán Barreiro, Rogelio y Enrique Acevedo pagaron muy caro el monumental error de considerarse socios fuertes del dictador, y al final de la jornada no existe un solo personaje encumbrado que pueda decir “Yo estoy aquí gracias a mi gran amistad con Fidel Castro Ruz” porque antes de termina la última palabra va directamente a combatir una plaga de jejenes en la ciénaga más lejana de la Capital.
Ni inclusive a los hijos de tirano les dan un puesto de mando dentro de la nomenclatura gobernante. Los lazos familiares con la bestia solo les sirven para vivir como parásitos y chulampines, sin una sola gota de poder.
Hoy en día todo se puede resumir en pocas palabras: En Cuba no manda la gente de la Sierra Maestra sino los ancianos de la Sierra Cristal. La mejor carta de triunfo no es haber sido cachanchán de Fidel sino compinche de Raúl. Y lo que les cuento no es nada nuevo, hasta el gato en Cuba sabe que lo único más peligroso que ser enemigo de Fidel Castro es haber sido su “amigo”
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