Populismo y demagogia en Baracoa. Eugenio Yáñez sobre el comportamiento de la dictadura totalitaria de los Castro tras el paso por Cuba del ciclón Matthew en octubre de 2016
Tomado de http://www.diariodecuba.com
Populismo y demagogia en Baracoa
Miami
11 de Octubre de 2016
Cuba es posiblemente el único país en el mundo en el que sus habitantes, después de quedarse sin viviendas, muebles, equipos eléctricos, vestuario, medicinas, alimentos y agua, por los destrozos de un gigantesco huracán, se sienten "felices" porque el cacique los visita. No esperanzados, reconfortados, ni ilusionados, sino "felices".
Al menos eso dice el Granma, órgano propagandístico del Partido Comunista de Cuba (PCC). Tras visitar Raúl Castro la ciudad de Baracoa, catastróficamente destruida por el huracán Matthew, se hizo pública la "Decisión del Gobierno Revolucionario", cualquier cosa que eso signifique, de que el presupuesto estatal financiaría el 50% de los costos de los materiales para reconstruir o reparar las viviendas destruidas total o parcialmente.
Pero a los precios que el Gobierno vende los materiales de construcción, aun rebajándolos al 50%, seguirá recaudando sumas leoninas por productos de dudosa calidad. ¿Financia el régimen a los cubanos, o los cubanos financian al "Gobierno revolucionario" hace más de medio siglo?
Quienes no puedan pagar al contado los materiales (serían muchísimos baracoenses) podrán recibir créditos a bajo interés para adquirirlos, pero el inconveniente persiste. Con los salarios de miseria que paga ese "Gobierno revolucionario", ¿cuánto tiempo necesitarán los damnificados para pagar los créditos, aunque no hubiera intereses?
Quienes ni siquiera puedan aspirar a créditos deberán solicitar bonificaciones o subsidios totales o parciales con cargo al presupuesto del Estado. Lo cual no garantiza que se les otorgarán, pero al menos podrán entretenerse un tiempo con esa ilusión.
Supuestamente, lo que se ha diseñado para las poblaciones dañadas en la provincia de Guantánamo se basa en las experiencias de Santiago de Cuba tras el paso del huracán Sandy en 2012. Lo que no dice la prensa castrista, pero todos saben, es que todavía quedan viviendas sin reparar en aquella ciudad y con sus habitantes malviviendo en albergues, y que la corrupción, desvío de recursos, robos y chantajes campean por sus respetos tras cuatro años de demagogia y paternalismo estatal sin que se resuelvan realmente los problemas más acuciantes de los damnificados.
Allá quienes piensen que en situaciones de catástrofes existen condiciones para sublevaciones populares espontáneas. El castrismo sabe perfectamente que es todo lo contrario: quienes lo han perdido todo no piensan en rebelarse, sino en sobrevivir; y saben que el Gobierno es la única opción de recibir ayuda en primera instancia, aunque sea poca y mala. No van a arriesgarse a perder más aún por incorporarse a una aventura borrosa y difusa con final impreciso y abierto.
Por eso el populismo no descansa. Raúl Castro salió a recorrer Baracoa en una "maratónica jornada de amor y confianza en la Revolución", como dijo Granma en cursi titular. Cuando ya la Seguridad del Estado había tomado las medidas necesarias para que no ocurrieran imprevistos, y los escoltas le rodeaban no tan discretamente.
Entonces aparecieron los infaltables. Mientras grupos (¿de militantes?) gritaban vivas a los hermanos Castro y la revolución, alguien exclamó al general: "Estamos felices de tenerlo aquí con nosotros". De nuevo, no es que estuvieran esperanzados, reconfortados, o ilusionados, sino felices. Peculiar concepto de la felicidad.
Pero Raúl Castro dejó entrever cosas no tan optimistas: una obra vital para la ciudad, el puente de casi 300 metros sobre el río Toa, que comunica Baracoa con Holguín, colapsó. En ese mismo lugar señaló: "Habrá que restaurar todas estas heridas". Pero para que nadie se hiciera ilusiones, recalcó: "va a tardar un poco". Algo así como hacerlo sin prisa pero sin pausa. Una vecina le señaló que "la revolución no nos va a desamparar jamás", y Raúl Castro respondió: "nunca". Pero de hecho ya están desamparados.
Sin embargo, en algo sí se diferenció de Fidel Castro: cuando alguien del pueblo le gritó "gracias por su visita", Raúl Castro respondió: "No, gracias a ustedes, por su resistencia". Aunque esa respuesta solamente fuera pura cortesía y protocolo, el Castro mayor nunca hubiera hablado así, pues se considera por encima de todo y de todos, convencido de que habría que darle las gracias a él por haberse dignado a "bajar al nivel del pueblo".
Curiosamente, Raúl Castro está demostrando algo poco a poco. Siempre fue considerado un simple segundón a la sombra del hermano mayor, intelectualmente mediocre y poco carismático. Pero no lo ha hecho peor que Fidel Castro (siempre sería muy difícil hacerlo peor que el Comandante). Ni ha destruido el país con la saña y persistencia con que lo hiciera Castro I. Y ha logrado cosas que aquel, a pesar de su fama de estadista brillante y persona inteligente, nunca consiguió.
No es para felicitar a Raúl Castro por su obra, ni por su complicidad con el hermano mayor. Pero habría que reconocerle que está sabiendo manejar populismo y demagogia casi tan bien como su hermano y, en ocasiones, mejor.
1 Comments:
Noten que el "general" de cuatro estrellas que ni remotamente ha ganado una se puso su disfraz de militar para visitar a los damnificados. O sea, farsante incorregible hasta la sepultura. Santocielo, el bochorno.
Publicar un comentario
<< Home