miércoles, enero 04, 2017

Rodolfo Romero, pasajero ocasional de la Historia. El Dr. Eloy A. González sobre el terrorismo sandinista en Nicaragua

Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Estuve en Tarará en el curso 1964-1965 y algunos becarios  decían que la entonces Clínica  para Becarios de esa Ciudad Escolar ¨Ciro Redondo, dirigida entonces por Berta Serguera (hermana del ya difunto ¨Papito¨ Serguera)  había sido la casa de descanso del Che Guevara cuando  estuvo enfermo a principios del triunfo de la Revolución en 1959; esa casa-clínica   quedaba cerca de  la carrertera que lleva a la playa El Mégano pero mucho más cercana a la Vía Blanca; no quedaba en la calle Cobre. 

La casa de Fidel Castro (la que usó después de mudarse del hotel Havana Hilton, fue la casa de Salvador Díaz-Versón,  periodista y uno de los jefes de la policía judicial o de la policía secreta.

En libros de testimonios que se publican en Cuba se habla abiertamente de la presencia de los nicaraguenses  Tomás Borge y de Carlos  Fonseca Amador  combatiendo en el Escambray a los patriotas cubanos que se oponían a la naciente tiranía Castrista.
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Tomado de http://ww.wcubaencuentro.com

Rodolfo Romero, pasajero ocasional de la Historia

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CUBAENCUENTRO continúa este nuevo año con la sección cuyo tema central es lo que se podría catalogar de “memorias de la revolución”
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 Fidel Castro junto a un grupo de combatientes sandinistas.

Por Eloy A. González
Fort Worth
03/01/2017

Romero, así le nombré desde el momento en que me fue presentado una tarde de verano del 1987 en Granada Nicaragua, se convirtió en ese personaje que, considerando sus experiencias, llegó a ser más que un pasajero de la Historia. El pasajero fortuito que estuvo en cada estación por donde pasaban los eventos que se le avecinaron a su vida.

Cuando lo conocí estaba sentado en una estrecha y desordenada oficina en un lugar muy cerca del Hotel Granada y próximo al lago Cocibolca. Administraba la empresa de transporte fluvial que trasportaba pasajeros y en ocasiones mercaderías a través del lago, sobre todo desde el sureño poblado de San Carlos hasta Granada.

El hombre que conocí no parecía nada más que eso, un hombre común dado a una tarea que no requería de mucha dedicación. Pero por sobre todo era el hombre que usted no puede imaginarse como conspirador, terrorista, guerrillero o político protagónico. Parece que había andado en la Historia como puede andar un borracho en una celebración donde no ha sido invitado.

Siempre amable, Romero accedía gustoso a facilitarnos algunas de las embarcaciones con que él contaba para que paseáramos por las isletas próximas a Granada. Un día nos facilitó el yate Elvis, el mejor de su reducida flota; la embarcación estaba amarrada en el puerto El Diamante a unas 10 millas de Granada. El administrador de la Brigada Médica Cubana en Granada, Romero y Yo hicimos el primer viaje para conocer la tripulación. Días antes desde la embajada cubana en Managua nos informaron que el embajador en funciones pasearía por las isletas. Ya próximo al embarcadero, cuando el auto corría con dificultad por aquel terraplén, Romero que siempre se mostraba reservado me tocó por el hombro y me dijo:

—Doctor, ¿ve aquel potrero allí?

—¿Potrero?, le dije como preguntando, pues lo que veía era un espacio lleno de piedras y carente de pastos.

—En ese lugar fusilamos a cerca de 400 somocistas, cuando triunfo la Revolución. Nos detuvimos (fusilando) cuando recibimos una llamada de Tomas Borge donde nos ordenaba que paráramos.

No hablamos más, eran tiempos aquellos donde lo mejor era no hablar mucho. Aquel hombre callado y de modales educados a pesar de ser un hombre de pueblo, me refería sin más ni más, de su participación en una orgía de sangre muy similar a la que se desató después del triunfo de la revolución cubana, pero esta vez en tierras de Nicaragua. Andaban rápido, no había allí ni Tribunales Populares, ni juicios sumarísimos; a diferencias de la experiencia temprana de eliminación que había visto en La Cabaña, en Cuba.

En noviembre del1987 visitó a Granada el comandante Armando Acosta Cordero, entonces Coordinador Nacional de los Comité de Defensa de la Revolución. Sentado en el patio interior de la casona que ocupaba la Brigada Médica Cubana, me dijo:

—Hay una persona conocida que quisiera encontrar, dicen que vive aquí en Granada, su nombre es Rodolfo Romero.

—Lo conozco, le dije. ¿Quiere verlo ahora?

—Sí, sería mejor, no tenemos mucho tiempo.

Media hora después Romero y Armando Acosta estaban enfrascados en una amena charla, siendo como eran viejos amigos. Acosta Cordero me explicó que Rodolfo Romero había vivido con ellos en La Cabaña durante un año.

La cita de Romero con la Historia según el mismo me contó, comienza cuando se encontraba en Guatemala durante el Gobierno de Jacobo Arberz y fue testigo de los hechos que provocaron el derrocamiento de éste en el año de 1954. En esos días convulsos alguien le dio la orden de llevar un fusil con sus correspondientes proyectiles a una persona que por aquel entonces estaba de paso en Ciudad de Guatemala y se alojaba en un garaje. Lo hizo tal y como se lo ordenaron. ¿Quién se lo ordenó? No me dijo; pero sí me dijo quién fue el receptor del fusil: el argentino Ernesto Guevara de la Serna. Dudo que el Che le diera el uso requerido al fusil.

—¿Sabes disparar la carabina? —le preguntó Romero— No, no sé cómo usarla —respondió el Che.

Según tengo entendido cuando se produjo la invasión apoyada por EEUU, el Che pasó rápidamente a El Salvador. Tal vez ahí fue donde comenzó las relaciones entre Romero y el Che y más tarde estando de por medio Armando Acosta y los sandinistas: Carlos Fonseca Amador y Tomas Borge.

Estos se encuentran de nuevo en Tarará donde el Che fue a descansar después de haber contraído una neumonía, en la casa al final de la calle Cobre donde por coincidencia estuve en el año de 1966. En esa casa se reunieron lo que se ha dado en llamar el Grupo de los conspiradores de Tarará, formado por la cúpula de Ejército Rebelde que aún no controlaba todo el poder y algunos extranjeros. Esto ocurre a finales de enero de 1959 y cuando el Che se recupera las conversaciones se trasladan a otra casa en Cojimar.

Todo parece indicar que este grupo no tenía solo la intención de establecer el control total del poder en Cuba, sino que desde entonces se mostraba lo que sería la vocación injerencista del régimen. Fue allí donde se reunieron con el Che, los conspiradores nicaragüenses: Tomas Borge, Carlos Fonseca Amador y nuestro deslustrado, Rodolfo Romero. De allí seguro salió la idea de crear una fuerza de tarea formada por nicaragüense y cubanos que más tarde fue masacrada en El Chaparral, Honduras, en el mes de junio de eses mismo año de 1959.

En El Chaparral, fuerzas combinadas de Honduras y Nicaragua neutralizaron un grupo guerrillero que se autodenominaba Columna “Rigoberto López Peña”. Trece combatientes guerrilleros murieron, entre ellos dos cubanos: Onelio Hernández y Marcelo Fernández quienes fueron honrados en un monumento construido cerca del antiguo Hospital de Granada, Nicaragua e inaugurado en 1987. Romero me aseguró que había en la columna otros cubanos, dos de los cuales fueron heridos, pero no fueron capturados[i]. Romero fue uno de los combatientes nicaragüenses en aquel grupo. Nunca me aclaró como salió de la balacera ileso.

Todo parece indicar que Romero, como el sandinista Tomar Borge y otros nicaragüenses, participaron en la lucha contra los grupos irregulares anticomunistas en El Escambray en la zona central de Cuba. De este periodo de tiempo Romero nunca llegó a decirme cómo fue su experiencia revolucionaria al participar en la lucha en El Escambray y su estadía bastante prolongada en La Habana de donde surge, sin dudas, su amistad con Armando Acosta Cordero.

Nunca más supe de Romero. Antes de salir de Nicaragua en 1988 éste me pidió que intercediera para que una de sus hijas se atendiera en La Habana porque estaba enferma y requería de atención especializada; mis gestiones no prosperaron. Días después cuando le vi le recomendé que llamara a La Habana y hablara con su amigo Armando Acosta, porque la Misión Médica Cubana en Managua no había autorizado el viaje de su hija; supongo que lo hizo. Nunca más lo vi ni he oído de él.

Romero como muchos, son de esos que se cruzan en el camino de la Historia, o más bien se hacen pasajeros eventuales de ella.

[i] “Éste es el oficial que yo más quiero en el Estado Mayor. Se llama Onelio Hernández. Él te cuidará cuando tú duermas. Lo hago responsable de tu vida. Este otro es Marcelo Fernández, que me ha funcionado como Jefe de Comunicaciones”, dijo el Che a Somarriba. Ambos, Onelio y Marcelo murieron en El Chaparral.

© cubaencuentro.com

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Fidel Castro pidió armas atómicas a la URRS en 1981

por JUAN O. TAMAYO El Nuevo HeraldLunes 19 de Septiembre 2005

Diecinueve años después de que la crisis de los cohetes rusos en Cuba casi diera lugar a una guerra nuclear, Fidel Castro le pidió a la Unión Soviética que emplazara de nuevo armas atómicas en su isla, según dice un libro recién publicado y basado en informes de la agencia de inteligencia moscovita KGB.

El libro, basado en documentos revelados por el archivista Vasili Mitrojin de la KGB cuando desertó en 1992, hace otras alegaciones asombrosas cuando describe las operaciones de la KGB en el Tercer Mundo en los años 60 y 70.

• Los documentos de la KGB mencionan pagos hechos y propuestos a Salvador Allende, de Chile, por un total de $420,000 antes y después de sus elecciones como presidente en 1970.
• José ''Pepe'' Figueres de Costa Rica, recibió $300,000 de la KGB para su campaña presidencial en 1970 y $10,000 después.

Carlos Fonseca, fundador del Frente de Liberación Nacional Sandinista, era un ''agente de la KGB de mucha confianza'', que usaba el nombre código de GIDROLOG.

• El nicaragüense Manuel Andara y Ubeda era un agente de la KGB que dirigió a un grupo de sandinistas a fines de los 60 encargados por Moscú de monitorear la frontera de Estados Unidos con México en busca de posibles objetivos para los equipos de sabotaje de la KGB.

• La KGB ''entrenó y financió'' a los sandinistas que tomaron el Palacio Nacional de Managua y docenas de rehenes en 1978. Un alto oficial de la KGB recibía información en vísperas de las operaciones, dirigidas por Edén Pastora, conocido también como ``Comandante Cero''.

No se pudo contactar a Pastora para escuchar sus comentarios, aunque el libro no se refiere a él como agente de la KGB. Todos los agentes identificados por sus nombres en el libro están muertos ya.

Mitrojin y el respetado historiador británico Christopher Andrew colaboraron primero en un libro publicado en 1999 sobre operaciones de la KGB contra Estados Unidos y Europa, ahora considerado por los expertos el libro definitivo sobre ese tema.

El nuevo libro que han sacado, The World Was Going Our Way: The KGB and the Battle for the Third World (El Mundo marchaba con nosotros: La KGB y la Batalla por el Tercer Mundo) abarca las operaciones de la KGB en Latinoamérica, el Oriente Medio, Asia y Africa, el Tercer Mundo que Moscú creyó podría dominar después de que Castro adoptó el comunismo y se convirtió en un faro para las izquierdas de todo el mundo.

La revelación más asombrosa sobre Cuba es que Castro, preocupado porque el presidente Ronald Reagan podría tratar de atacarlo en 1981, instó a un alto general del ejército soviético que estaba de visita en La Habana a rechazar el emplazamiento de cohetes estadounidenses en Europa.

''Castro planteó la extraordinaria proposición de que si se efectuaba el despliegue de cohetes, Moscú debía reconsiderar seriamente el restablecimiento de las bases de cohetes nucleares en Cuba, desmanteladas en la crisis de octubre de 19 años antes'', dice la información, que no incluye la reacción del general soviético ni da más detalles.

''El Castro de siempre. Tomar la iniciativa, estar a la ofensiva y sorprender al enemigo, aunque claro que los soviéticos nunca iban a considerar eso'', dice Brian Latell, un analista de asuntos cubanos retirado de la CIA.

Pero Latell añade que no es una sorpresa oír esto, ya que Raúl Castro ha dicho públicamente que a principios de los años 80 Moscú le dijo a La Habana que no protegería a Cuba en Caso de hostilidades con EEUU.

Los archivos de Mitrojin muestran que la KGB prácticamente no brindó respaldo a Castro antes de que sus guerrillas tomaran al poder en Cuba en 1959. Pero sólo tres meses después, le dieron a Cuba el nombre codificado de AVANPOST (cabeza de puente) y cimentaron mejores relaciones con La Habana que las que tenían los diplomáticos soviéticos destacados allí.

Incluso entonces, la KGB no dejó de espiar. Además de su presencia oficial en La Habana, operaba una rama secreta para espiar en Cuba que solamente en 1974 envió 269 informes a Moscú, según informa el libro.

Otros informes de la KGB dicen que Raúl Castro, que estaba de viaje comprando armas en Checoslovaquia, ``duerme con las botas puestas y exige los servicios de prostitutas rubias''.

El libro describe a Allende como ''en todo sentido el más importante de los contactos confidenciales de la KGB en Sudamérica'' porque era un marxista electo democráticamente y aliado de Castro. Según el léxico de la KGB, un contacto confidencial es más bien como una fuente amistosa, no un agente.

Pero el libro añade que expediente de Allende en la KGB dice que la agencia mantenía ''contacto sistemático'' con él desde 1961. Un informe dice que ``él manifestó su deseo de cooperar confidencialmente . . . ya que se consideraba amigo de la Unión Soviética''.

El libro dice que mientras el gobierno de Nixon y la CIA trabajaban con diligencia para impedir su elección en 1970, y para quitarlo del gobierno después, la KGB trabajaba duro por mantenerlo en el poder.

Mitrojin y Andrew dicen también que mientras fue presidente, Allende le ofreció a un oficial de la KGB enviarle ayudantes suyos de confianza en la región para informarle sobre temas que le interesaran a Moscú. Allende murió en el golpe de estado en que lo derrocaron en 1973.

Sólo unas 130 páginas de las 677 que tiene el libro se dedican a Latinoamérica, desde contactos inocentes de la KGB con otros gobernantes latinoamericanos hasta envíos ya conocidos de armamentos soviéticos a las guerrillas salvadoreñas.

En cuanto a Pepe Figueres, de Costa Rica, el libro dice que después de que lo eligieron se reunía con regularidad con el jefe de la KGB en San José y no con el embajador soviético. Figueres también accedió a hacer un trato relacionado con un periódico que tenía.

Un informe de la KGB de 1974 enviado al presidente Leonid Brezhnev, decía: ``En vista de que Figueres ha acordado publicar materiales beneficiosos para la KGB, se le han dado $10,000 (U.S.) disfrazados como compras de acciones en su periódico''.

Aunque el libro no dice explícitamente si Allende o Figueres sabían que esos dineros venía de la KGB, Andrew alega en un mensaje electrónico al Herald que por supuesto que lo sabían.

''Allende sabía mucho antes de asumir la presidencia, y Figueres por lo menos desde 1970 que estaban tratando con oficiales de la KGB y no con alguien que pudiera pensarse eran diplomáticos o periodistas soviéticos'', dice Andrew en su comunicación.

Y continúa: ``El oficial de la KGB que trataba con Allende, Svyatoslav Kuznetsov, reportó en Moscú que Allende reaccionó positivamente a sus sugerencias de reorganizar la inteligencia chilena y establecer vínculos con la KGB. Figueres tomó complejas precauciones para preservar el carácter secreto de sus reuniones regulares con el agente en residencia de la KGB''.