miércoles, febrero 15, 2017

Rolando Cartaya: 50 años de Tlatelolco: tras pedir golpe nuclear, Fidel Castro tildó de "locura" desnuclearizar a América Latina

Tomado de http://www.martinoticias.com

50 años de Tlatelolco: tras pedir golpe nuclear, Fidel Castro tildó de "locura" desnuclearizar a América Latina

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Los misiles soviéticos emplazados en 1962 en la isla pusieron de acuerdo a los gobiernos latinoamericanos para negociar la desnuclearización del área. Fidel Castro consideró el histórico y ejemplar Tratado de Tlatelolco "una locura".
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Por Rolando Cartaya
Febrero 14, 2017

Estados Unidos saludó este martes el cincuentenario del Tratado de Tlatelolco, un acuerdo regional espoleado por la crisis de los misiles soviéticos en Cuba que estableció una zona libre de armas nucleares en América Latina y el Caribe, y abrió el camino para otras zonas similares en el mundo.

“Agradecemos la sabiduría de sus redactores de hace cincuenta años y nos dedicamos a trabajar unidos para seguir adelante con su propósito”(de limitar los riesgos de una guerra nuclear y afianzar la no proliferación nuclear regional), señaló una nota del Departamento de Estado https://www.state.gov/r/pa/prs/ps/2017/02/267585.htm .

Aunque la primera propuesta para crear una zona desnuclearizada en América Latina y el Caribe fue presentada por Costa Rica en 1958, el catalizador para que se hiciera realidad dentro del sistema interamericano fue la crisis de los misiles soviéticos de alcance medio emplazados en Cuba y descubiertos por Washington en octubre de 1962.

Este suceso, que tuvo al mundo al borde de la aniquilación, llevó a Brasil a plantear ante el Primer Comité de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) un proyecto de resolución que luego apoyaron Bolivia, Chile y Ecuador para crear en la región una zona libre de armas nucleares, mediante un compromiso de no fabricarlas, recibirlas, almacenarlas ni ensayarlas.

El documento no fue finalmente sometido a votación entonces debido a su amplio alcance, al incluir a otras zonas como Africa entre las prioridades de desnuclearización, pero allanó el camino para las negociaciones de Tlatelolco.

El impulso final lo dieron desde 1963 el presidente de México, Adolfo López Mateos, y el diplomático mexicano Alfonso García Robles, quien recibió en 1982 el Premio Nobel de la Paz en buena medida debido a su labor en relación con el tratado.

La redacción del texto fue encomendada a la Comisión Preparatoria para la Desnuclearización de América Latina (COPREDAL), y el 14 de febrero de 1967 fueron suscritos por 14 países de la región en Tlatelolco, Ciudad de México, los dos protocolos y un convenio del acuerdo. Posteriormente se adhirieron otros estados de la región hasta sumar 33.

Reticencia cubana

Cuba tardó hasta 1995 para refrendar el Tratado de Tlatelolco. Fidel Castro indicó que lo firmaba porque así lo aconsejaban las relaciones de La Habana con América Latina, pero aun entonces lo consideró “una locura”, ya que Estados Unidos, según él, podía seguir “fabricando todas las bombas atómicas que le dé la gana” (Durante la crisis de octubre de 1962 Castro había instado al dirigente soviético Nikita Jruschov a asestar el primer golpe nuclear a EE.UU.).

(Fidel Castro se opuso a la retirada de los misiles soviéticos de Cuba acordada por Kennedy y Jruschov)

El gobernante cubano condicionó no obstante la permanencia de Cuba en el Tratado a que los demás países signatarios analizaran la situación de la base estadounidense en la Bahía de Guantánamo, por donde aseguró transitaban buques con armas nucleares. El Tratado no prohibió el transporte, por parte de Estados Unidos, de armas nucleares en tránsito, en aviones o barcos por la zona.

La nota emitida hoy por la cancillería estadounidense acerca de Tlatelolco recuerda que “Estados Unidos hace parte de ambos Protocolos del Tratado. Como tal, Estados Unidos se ha comprometido a no utilizar ni amenazar con utilizar armas nucleares contra otros firmantes del Tratado ni a contribuir al incumplimiento de las obligaciones impuestas por el Tratado, ni a realizar pruebas, fabricar, almacenar o desplegar armas nucleares en territorios estadounidenses dentro de los límites territoriales de la zona”
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Política exterior castrista: contubernio y conveniencia.

Por Pablo Alfoso.
05-03-2006
El nuevo Herald.


El National Security Archives (NSA), acaba de divulgar en su página de internent un voluminoso informe que documenta 18 años de 'guerra sucia', con cientos de asesinatos políticos en el México gobernado por el PRI, en las décadas de los 60, 70 y 80 el cual debe estar creando serias inquietudes en el seno de la dictadura castrista.
El documento de varios centenares de páginas, es el resultado de cuatro años de trabajo por parte de 27 investigadores de la oficina del Dr.Ignacio Carrillo Prieto, Fiscal Especial, una entidad promovida por el presidente Vicente Fox en el 2004 para investigar crímenes en contra de los derechos humanos.

'Este es un informe sin precedentes elaborado por el gobierno mexicano para esclarecer algunas situaciones desarrolladas durante esas décadas', explica una nota de prensa del NSA, organismo independiente adscrito a la Universidad Georgetown en Washington.

La 'inquietud' de La Habana se explica por la política exterior de silencios, conveniencias y contubernios que mantuvo la dictadura castrista con los gobiernos priístas de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), Luis Echeverría Alvarez (1970-1976) y José López Portillo (1976-1982), acusados en ese informe de crimenes de genocidio y lesa humanidad.

(Jóvenes detenidos durante la matanza de la Plaza de Tlatelolco; precedente mejicano de la matanza china de la Plaza de Tiananmenn en 1989 )

 'Durante esos sexenio, cientos de ciudadanos mexicanos -tanto civiles inocentes como militantes armados- fueron asesinados o `desaparecidos' por fuerzas militares y de seguridad. Miles más fueron torturados, ilegalmente detenidos, o sujetos a hostigamientos y vigilancia por parte de las autoridades', subraya el NSA.

 Fue en ese mismo período en el cual el dictador Fidel Castro auspició en América Latina, el desarrollo de grupos armados y movimientos subversivos de tendencia izquierdista, mientras que mantuvo un total respaldo a los gobiernos del PRI, silenciando la existencia de grupos y organizaciones izquierdistas mexicanos, de un amplio espectro político, que trataban de liquidar el poder autoritario del PRI.

 Era la época en que La Habana acusaba a la dictadura del general chileno Augusto Pinochet en todos los foros internacionales, pero guardaba un silencio cómplice contra quienes, por ejemplo, ejecutaron en 1968 la matanza de casi 300 estudiantes mexicanos en la Plaza de la Tres Culturas, (Tlatelolco). Castro tenía un fuerte respaldo de aquellos gobiernos mexicanos y a cambio del mismo, mantuvo a México fuera de su estrategia de subversión continental, utilizando al país azteca como plataforma de operaciones de inteligencia.

 Toda una política de doble moral, que le viró la espalda al movimiento izquierdista mexicano, mientras se presentaba en el resto de Latinoamérica como el padrino de la revolución continental. 'El combate que el Estado [mexicano] emprendió en contra de estos grupos nacionales -que se organizaron en los movimientos estudiantiles, y en la insurgencia popular- se salió del marco legal e incurrió en crímenes de lesa humanidad que culminaron en masacres, desapariciones forzadas, tortura sistemática, crímenes de guerra y genocidio- al intentar destruir a este sector de la sociedad al que consideró ideológicamente su enemigo', asegura el informe en su capítulo de Introducción.

 La actitud de la dictadura castrista frente a estos hechos es imposible de ocultar. Un rápido vistazo a los archivos del diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, deja al descubierto los estrechos lazos de Castro con aquellos gobernantes mexicanos. En mayo de 1979, el dictador cubano fue recibido con todos los honores en ciudad México por el entonces presidente, José López Portillo, quien reiteró ``la amistad mexicano-cubana'. Dentro de ese contexto, Castro le otorgó la Orden Nacional José Martí, máximo galardón del Estado cubano, al presidente de México Luis Echeverría Véliz, según se puede leer en la edición de Granma del 18 de agosto de 1975. A cambio de la condecoración, Echeverría exigió el consabido levantamiento del embargo etadounidense a Cuba, firmó acuerdos comerciales en La Habana, se inaguró en ciudad México un 'centro cultural' cubano y otros intercambios por el estilo.

 En realidad estas 'conveniencias políticas' del castrismo no deben sorpredernos. Si usted lo duda preguntéle a las fuerzas democráticas argentinas, por ejemplo, que mascullan todavía su frustración contra el silencio cómplice que mantuvo la dictadura cubana, con los gobiernos militares argentinos, a cambio de jugosos convenios comerciales y de los intereses geopolíticos de la desaparecida Unión Soviética

Nota del Bloggista.

Recuerdo que a finales de la década de los años 60s 0 en los inicios de la década de los 70s, siendo yo estudiante universitario, la tiranía cubana le dió una amplia cobertura a la muerte de 5 estudiantes de la Universidad de Kent en Estados Unidos que protestaban en una manifestación en contra de la guerra en Vietnam, si mal no recuerdo. Yo me enteré de la matanza de la plaza de Tlatelolco en los años ochentas cuando un colega que viajó a Méjico, a presentar algunos de nuestros trabajos científicos, me contó al regreso lo que había oido y leido. En http://www.uce.es/DEVERDAD/ARCHIVO_2002/01_02/DV01_02_12mejico.html se lee:

REPORTAJE CENTRAL

Enero 2002
Méjico, 1968: Matanza en la Plaza de las Tres Culturas (Tlatelolco)
Méjico, 2 de octubre de 1968. Diez días antes del inicio de los Juegos Olímpicos, el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz liquida a sangre y fuego la revuelta estudiantil, entre 300 y 500 jóvenes mueren masacrados por disparos del Ejército en la Plaza de Tlatelolco, también conocida como Plaza de las Tres Culturas. Más de 6.000 son detenidos. 
Durante los últimos 33 años, los diferentes gobiernos del PRI mantuvieron la tesis oficial de que fueron los estudiantes quienes iniciaron los tiroteos con francotiradores colocados en los edificios de la plaza. Esa versión fue rebatida por muchos de los protagonistas e investigadores, los testimonios hablaban de lo contrario: de agentes provocadores infiltrados, de gente vestida de civil con guante blanco en la mano izquierda que iniciaron el fuego indiscriminado. 
(Los individuos que tienen un guante blanco en su mano izquierda eran miembros de un temido cuerpo represivo especial de la Policía mejicana ) 
Las fotografías, proporcionadas por un informante anónimo a la corresponsal en Madrid de la Revista mejicana «Proceso», constituyen una prueba inédita e irrefutable de lo que era un secreto a voces: la matanza de Tlateloco fue un sangriento crimen de Estado. Muestran por primera vez las caras de los verdugos, y la acción de los hombres del guante blanco del Batallón Olimpia (siempre negada por el gobierno) así como la perfecta coordinación de éstos con el Ejército. Según el informante, las fotos fueron tomadas por un fotógrafo del gobierno lo cual pone de manifiesto la convicción de total impunidad con que actuaron los verdugos que dejan ser retratados; pero también demuestran que en los archivos oficiales del Estado mejicano debe existir la documentación más que suficiente para conocer las responsabilidades y hacer justicia.
Una vez más, la lucha contra la impunidad en un país hispano puede contribuir no sólo a saldar la deuda pendiente con las víctimas y juzgar a los responsables de los crímenes de Estado; sino a destapar las tramas de la sangrienta represión que en Iberoamérica acaba siempre concluyendo en algún despacho oficial de los EEUU.
Fotos inéditas de la represión
( Se ven alguans fotos de golpeados y torturados)
Testimonio de la familia de una de las víctimas:Romper el silencio
Diana Rivera es hermana de una de las víctimas de Tlatelolco, su hermano Guillermo (Chomy) era un adolescente de 15 años en el momento de ser abatido y muerto por tres impactos de bala. Asistió al mitin de Tlatelolco sin pertenecer a ninguna organización. 
Ella también se dirigía hacia allí: «Sin embargo, ya no pudimos entrar a la plaza. Los soldados habían bloqueado la zona y nosotros nos quedamos atrás de los tanques. Unos jóvenes que huían nos dijeron: ÔEstán matando a todo mundoÕ. No había necesidad de que nos lo dijeran; nosotros escuchábamos los disparos y olíamos la pólvora.
Pensamos en ese momento que la represión era más selectiva, que sólo se disparaba contra los dirigentes. No imaginábamos que el tiroteo fuera contra el grueso del mitin». Su hermano cayó herido de muerte tras los primeros disparos, supieron que lo habían trasladado a un hospital militar y que allí falleció, persiguieron a la ambulancia que transportaba el cadáver: «Aquella persecución fue una pesadilla, no sabíamos adónde llevaban el cuerpo.
Seguimos a la ambulancia que entró finalmente al edificio del Servicio Médico Forense. Allí vi una de las cosas más espantosas de mi vida: las planchas eran insuficientes, por lo que estaban repletas de cadáveres amontonados, unos encima de otros. Había cuerpos de niños, de niñas, de mujeres embarazadas... Habría algunos 200 cadáveres de gente masacrada. La misma escena cuya foto vi después publicada en la revista ¿Por qué?, que dirigía Mario Menéndez. Esa foto yo la viví. Yo vi esa escena»
Una mentira a cambio del cadáver «Los familiares de las víctimas estábamos apiñados en el vestíbulo del Médico Forense, en la puerta había muchos soldados y policías. Era difícil encontrar un espacio para sentarse. Familias completas llorando; hombres, mujeres, niños. Ahí, en el Médico Forense, nos dijeron que solamente podíamos sacar el cadáver de mi hermano si testimoniábamos, en el acta de defunción, que había muerto por otra causa. Teníamos que elegir: decir una mentira para poder llevarnos el cuerpo, o bien, quedarnos sin él por insistir en la verdad.