Ataques auditivos a diplomáticos: gran problema para el castrismo. Pedro Campos desde Cuba: El problema se complica aún más, porque la figura que está al frente de la coordinación de los servicios especiales cubanos, de los aparatos de espionaje y contraespionaje, es el hijo del presidente Raúl Castro, Alejandro Castro Espín
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El problema se complica aún más, porque la figura que está al frente de la coordinación de los servicios especiales cubanos, de los aparatos de espionaje y contraespionaje, es el hijo del presidente Raúl Castro, Alejandro Castro Espín
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Por Pedro Campos
La Habana
26/08/2017
El Gobierno de Estados Unidos ha sido preciso en que se trató de una acción deliberada y en su exigencia sobre el esclarecimiento de los hechos. Al mismo tiempo, ha estado dando espacio y tiempo a los mandantes cubanos para que brinden una respuesta clara al fenómeno. Se habla incluso de colaboración del FBI con la Seguridad cubana para definir lo ocurrido.
Nadie puede esperar que, ante semejante ataque, Washington se quede con los brazos cruzados.
Si fueran los servicios especiales cubanos, los causantes, las relaciones entre ambos países caerían en picada, con consecuencias indefinidas; pero la aceptación de la colaboración del FBI in situ sugiere que el Gobierno cubano no se siente responsable directo. Si fueron servicios especiales de Estados aliados de Cuba, la situación sería otra, pero también muy complicada, pues el Gobierno cubano tiene que garantizar la seguridad del cuerpo diplomático, de acuerdo con la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas.
En tal caso Cuba tendría que tomar medidas severas contra tal aliado, para tratar de quedar lo mejor posible con EEUU y la comunidad internacional que estará muy atenta a la reacción cubana.
Por regla general, cualquier estudio de las relaciones internacionales indica que los cuerpos diplomáticos y los servicios especiales se respetan entre ellos, por la sencilla razón de que todos saben que están expuestos a reciprocidad.
Los que puedan haber incurrido en este desatino van tener que pagar un alto costo en sus relaciones internacionales.
Pues una cosa es la actividad aceptada, aunque no reconocida, de espionaje y contraespionaje que todos los Estados practican y otra, muy distinta, el causar daño físico a un diplomático o funcionario de un servicio de inteligencia extranjero.
El problema se complica en el caso de Cuba porque la figura que está al frente de la coordinación de los servicios especiales cubanos, de los aparatos de espionaje y contraespionaje, es el hijo del presidente Raúl Castro, Alejandro Castro, quien ha sido además el encargado de firmar acuerdos de seguridad con Rusia y la persona que, al mismo tiempo, estuvo encabezando las negociones secretas con el Gobierno de Barack Obama para el restablecimiento de relaciones diplomáticas.
Asumiendo, en la opción más benigna para Cuba, que el daño a los diplomáticos estadounidenses y canadienses, fuese causado por un tercer país, actuando con desconocimiento de los órganos de seguridad de Cuba, esta y especialmente Alejandro Castro, quedarían en una posición muy frágil por su incapacidad para proteger a los diplomáticos extranjeros.
En cualquier país del mundo, algo semejante, por acción u omisión, le costaría el cargo a unos cuentos altos funcionarios. Pero en este caso, que involucra al hijo del mandante mayor, habría que ver hasta dónde llegan las renuncias y despidos si es que las hay.
De no haber sancionados, el mismísimo Presidente quedaría involucrado y responsabilizado ante los ojos de toda la comunidad internacional, que no podría aceptar semejante actuación contra diplomáticos de otros países. En lo sucesivo los funcionarios cubanos podrían ser víctimas de violaciones de la Convención de Viena
En cualquier caso, de no encontrarse una explicación plausible, el hecho puede terminar en una crisis diplomática no solo entre Cuba y EEUU, sino también entre Cuba y el país agresor, entre EEUU y ese otro país y entre Cuba y los aliados internacionales de EEUU.
La Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas en su Artículo 29 expresa: “La persona del agente diplomático es inviolable. No puede ser objeto de ninguna forma de detención o arresto. El Estado receptor le tratará con el debido respeto y adoptará todas las medidas adecuadas para impedir cualquier atentado contra su persona, su libertad o su dignidad”.
El tema está en desarrollo. Su sensibilidad para las relaciones internacionales no solo entre EEUU y Cuba, sino por sus consecuencias para el resto de la comunidad diplomática internacional, obliga a un esclarecimiento total y a medidas concretas contra el país causante de los daños.
© cubaencuentro.com
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