martes, septiembre 19, 2017

Jorge Hernández Fonseca: EL FRACASO DEL CASTRO-SOCIALISMO

EL FRACASO DEL CASTRO-SOCIALISMO

Por Jorge Hernández Fonseca
18 de Septiembre de 2017

La dinámica de la sociedad humana es extremadamente complicada. Las relaciones dentro de la familia --núcleo básico de la sociedad-- se sabe también lo complejo que resultan. Pero la sociedad progresa y se ha desarrollado a lo largo del devenir histórico en ese lento camino trillado por el hombre hasta nuestros días. Sin embargo, carecemos del conocimiento suficiente para tener el dominio de la compleja dinámica social, de manera que algunos experimentos en este campo han resultado un verdadero fracaso. Tal es el caso del castrismo socio-marxista.

Cuando una sociedad es sometida a guiarse solamente por los designios de un grupo reducido de personas, por talentosas y bien intencionadas que estas sean, la sociedad desperdicia su capacidad implícita en los talentos individuales de cada célula fuera del grupo dirigente, de cada ser actuante y capaz --individualmente-- de ofrecer soluciones, actuar positivamente y resolver problemas. Si una sociedad no cuenta con el talento encerrado en todos y cada uno de sus miembros, simplemente viola la regla más elemental del progreso en sociedad: el talento de un grupo social es la suma de todos los talentos individuales y no la del grupo dirigente solamente.

Ante la actual situación de penuria en que el ciclón Irma ha dejado a los cubanos de la isla, ¿Cómo es posible imaginar –como imagina la dictadura cubana-- que un solo hombre, Raúl Castro, va a resolver el problema que tiene que ser resuelto por 11 millones de personas, por 3 millones de familias, por 500 mil empresas emprendedoras que nada tengan que ver con el estado? No se trata de culpar a los cubanos “de no querer trabajar” --como ahora dicen en los corrillos los dirigentes del partido comunista cubano-- se trata de que oficial y legalmente, cada uno de esos cubanos debe ser liberado para emprender, trabajar y ayudar a resolver los problemas de su sociedad. Sin libertad emprendedora nunca habrá solución nacional.

En una sociedad libre, si el estado decide que los recursos disponibles los va a dedicar al sector del turismo extranjero, debe haber libertad para que el resto de los ciudadanos tenga la posibilidad de resolver los serios problemas que tiene y que nada tienen que ver con el turismo, sino con las necesidades más elementales de sus miembros. Para ello hay que dar libertad económica irrestricta, de manera que los emprendedores, atomizados por miles en toda sociedad, creen las empresas de producir comida, de comercializar productos, de reparar casas, de transportar personas, de hacer proyectos y un largo etcétera, que nada tiene que ver con el estado y sus prioridades, siempre asociadas a intereses políticos y gubernamentales.

Si un ciclón ha devastado la isla, ¿Cómo el estado no va a permitir que los cubanos se organicen para solucionar los problemas de producción, comercialización y servicio que resuelvan los problemas que el estado no resuelve? La sociedad humana no funciona como un ejército. En las batallas hay que guiarse por una única orden, en la sociedad no; cada célula social ha de especializarse en resolver el problema que ella entienda como prioritario sin intervención de estado y que sea el resto de los miembros de la sociedad quien premie, o castigue, la elección emprendedora de cada cual, según ésta se considere necesaria o no.

Ningún estado le dijo a Edison que inventara la lámpara eléctrica, le orientó a Bill Gates que desarrollara programas de computación, le pidió a Tesla que inventara la corriente alterna, a Flemim que descubriera la penicilina. Sólo la libertad emprendedora de que disfrutaban estas personas posibilitó los aportes que hicieron, sobre los cuales el estado carece de jurisdicción.

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