jueves, enero 18, 2018

Marlene Azor Hernández: Cuba: la deshonestidad intelectual y la represión política (IV).. Embrutecer y reprimir son las palabras de orden del Partido Comunista de Cuba (PCC)


Cuba: la deshonestidad intelectual y la represión política (IV)

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Embrutecer y reprimir son las palabras de orden del PCC
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Por Marlene Azor Hernández
Ciudad de México
17/01/2018

En los artículos anteriores he analizado siete represiones epistemológicas del discurso oficial cubano que producen el embrutecimiento inducido en la población y amordazan las Ciencias Sociales en Cuba. La complicidad de variados deshonestos intelectuales cubanos ha hecho posible mantener hasta hoy, estos férreos controles contra la libertad de expresión, información y pensamiento en el país, por parte del Partido único.

Los futuros “experimentos” de “democracia” en América Latina, a los cuales nos convoca el intelectual cubano Pablo Guadarrama González[1], deben estar fundamentados en el aprendizaje de la experiencia cubana y venezolana, —algo que el autor no hace[2]—, y por lo tanto su convocatoria conduce al abismo de la dictadura, la pobreza endémica, el embrutecimiento ciudadano y al subdesarrollo inducido por responsabilidad de las élites políticas y militares de esas naciones. Desresponsabilizar a las élites nacionales de las políticas públicas y de los mecanismos de represión y de control social es una deshonestidad intelectual y una “ignorancia” fundamental de la izquierda latinoamericana anticapitalista y de los intelectuales cubanos y venezolanos que ocultan la realidad de sus países siguiendo la imposición del Partido Comunista de Cuba. Esto no es hacer ni filosofía ni política “humanista” sino manipular, embrutecer, desinformar, para luego arrancar los derechos civiles y políticos a los pueblos, y someterlos con algunas migajas temporales de beneficio social. El estado cubano no ha logrado mantener con calidad, los sistemas de salud y educación, deporte y cultura en el país y los de Venezuela están en absoluta bancarrota por incompetencia institucional, económica y política.

Otro aprendizaje de estos dos procesos es que no por convertir en estatales la mayoría de las empresas, incluyendo las empresas bajo control militar, controlar estatalmente y de manera directa todos los mecanismos económicos, y eliminar la propiedad privada nacional y cooperativa, se supera las condiciones de enajenación y explotación del capitalismo periférico, al contrario, son en el “socialismo” peores, por la pérdida de derechos ciudadanos económicos, laborales, culturales, civiles y políticos que luego no se recuperan. Esta verdad histórica no se discute ni se permite discutir en Cuba. Tampoco veo un pensamiento de izquierda que aterrice en la economía “el día después” de la revolución a la que aspira, ni las instituciones que pretende mantener, las que pretende crear y las que aspira a eliminar. Esta ausencia es al menos, una grave irresponsabilidad política que sólo ofrece el abismo a los pueblos latinoamericanos, árabes, africanos y asiáticos que pretendan una “orientación socialista” como fue el caso de numerosos países africanos luego de la descolonización en los años 60s. Los resultados históricos de estas experiencias tienen que ser tenidas en cuenta.

Octava represión epistemológica: el determinismo histórico, cultural y hasta geopolítico para justificar la dictadura de partido único y el subdesarrollo endémico

Dice el intelectual cubano Elier Ramírez Cañedo:

“Cuba no sería otra Suecia, ni Dinamarca —como de forma idílica expresan algunos autores, desconociendo incluso los males que hoy también aquejan a esos países, sus modelos de comparación estarían en El Salvador, Honduras o República Dominicana, si es que aspirara a algún lugar dentro del sistema mundo del capitalismo. Solo el socialismo, como se ha demostrado en estos ya casi 60 años de Revolución, constituye garantía de nuestra independencia y soberanía”.[3]

Este es un ejemplo del determinismo cultural, histórico y geopolítico para imponer, por orientaciones del partido, la imposibilidad del desarrollo económico y social sin el partido único, que es a la vez la “Revolución” y el “socialismo” los tres juntos y revueltos por imposición del PCC. Ramírez no explica los supuestos problemas de Suecia y Dinamarca, muy prósperos, con probidad pública, transparencia, consenso pluripartidista, elecciones democráticas, generosos sistemas de seguridad social y los más altos índices de desarrollo humano. Sin embargo, la imposición es que estamos condenados a ser de los más pobres. Según el autor, el capitalismo mundial no nos permitiría desarrollarnos. ¿?.

Conozco perfectamente la teoría marxista occidental y me doy cuenta que eso de culpar al capitalismo mundial de todos los males nacionales y desresponsabilizar las élites nacionales fue uno de los errores graves de este marxismo: privilegiando el triunfo simultáneo de la revolución en los países más desarrollados, siguiendo a Marx, se quedaron “ante las puertas de las revoluciones”: no desarrollaron otros aspectos mucho más acuciantes sobre el estudio de la institucionalidad poscapitalista, sobre la economía poscapitalista, sobre la movilidad social en el “socialismo”, sobre las políticas públicas inclusivas en todos los ámbitos sociales, sobre cómo controlar el poder de decisión de las nuevas élites, sobre la política de impuestos poscapitalista, sobre los contrapesos imprescindibles en la gestión de la justicia, las leyes, y las decisiones políticas, sobre los derechos humanos ciudadanos, sobre los derechos de la mujer, las discriminaciones raciales y étnicas, la homofobia, y sobre todo, no hablaron de la responsabilidad de las élites políticas nacionales en el subdesarrollo, la pobreza, la corrupción, la carrera armamentista, la represión poscapitalista y la dictadura de partido único.[4]

El problema está en que la mordaza a la academia y la represión del PCC —como también lo hizo el PCUS, y el resto de los partidos comunistas de Europa del este—, han impedido que la academia cubana estudie estos temas, sí desarrollados por el pensamiento liberal y republicano. El marxismo occidental no se ha difundido en Cuba[5] y el liberalismo y el republicanismo se enseñan “congelados” en el siglo XIX —el siglo XX no existe salvo a partir de 1979— en clave negativa, sobre algunos aspectos y en algunas carreras universitarias puntuales. El capitalismo desde el discurso oficial y académico es sólo neoliberalismo y neocolonialismo, lo cual demuestra ignorancia intencional, y los Estados de bienestar, supuestamente, ya no existen para estos intelectuales cómplices de la represión.

Para sustentar doblemente su desiderátum de pobreza y marginalidad, Ramírez reseña la opinión de un corresponsal de Granma en la URSS en los momentos del derrumbe con la misma visión del PCC: no fue la nomenclatura comunista estatal y partidaria, y los servicios de seguridad soviéticos los que se apropiaron de la propiedad estatal comprada con centavos, se convirtieron en millonarios y mafias de poder e impusieron una política “salvaje” de precios al consumo de la población al día siguiente. Fue el capitalismo mundial y Gorbachov quienes implantaron el capitalismo salvaje y sin derechos en Rusia. El estado de pobreza endémica y muy bajos salarios, los desvencijados servicios de salud y educación, el precario consumo de alimentos, la ausencia de autonomía ciudadana económica y política, la represión contra la población, la corrupción y la ausencia de democracia, todo ocurrió 24 horas después del derrumbe y no en los 70 años anteriores: los nuevos millonarios y sus mafias asociadas que se apropiaron del poder, “cayeron del planeta Marte” o ¿eran extranjeros? Putin, el autócrata y corrupto millonario, parece que heredó su patrimonio de la “abuelita” y no era un cuadro de la KGB.

Este enfoque intencionalmente desinformado en el que hay dos “chivos expiatorios” Gorbachov y el capitalismo mundial, pero sobre todo la socialdemocracia europea como el “veneno” de la “contrarrevolución”[6], demuestra no sólo incompetencia analítica sino una profunda deshonestidad intelectual. Para estos intelectuales “el veneno de la socialdemocracia europea” es por ser vitrina de consumo, y no mencionan las cualidades institucionales democráticas, la transparencia institucional, probidad pública, leyes, defensa de los derechos humanos, respeto de los derechos civiles, políticas económicas y sociales avanzadas y consistentes, elecciones democráticas plurales que cumplen los requisitos de libertad y transparencia. La capacidad de estos cancerberos ideológicos, como Elier Ramírez y Pedro Prada se reduce a desinformar, embrutecer y reprimir.

Aprendizaje de la experiencia cubana y venezolana. No hay referentes conceptuales, teóricos, económicos, institucionales, ideológicos y políticos para el día después de la toma del poder en el pensamiento de la izquierda anticapitalista mundial, por lo tanto, el día después se llena con la dictadura de partido único, y la incompetencia para gestionar una sociedad de bienestar en el entendido que todo pensamiento liberal es “capitalismo” y hay que borrarlo del planeta.

Con esta mendicidad de pensamiento y propuesta, llegan al poder las dictaduras brutas de izquierda como la cubana y la venezolana, con un funcionariado partidario y estatal represivo, analfabeto funcional de la gestión pública, corrupto, que mantiene el subdesarrollo y la pobreza endémica, sin salida.

En próximos artículos continúo las represiones epistemológicas del discurso oficial cubano y su impacto en la opinión pública y las Ciencias Sociales cubanas.

[1] Pablo Guadarrama González en su libro “Democracia y Derechos Humanos: visión humanista desde América Latina. Editorial Taurus, Bogotá, 2016

[2] Describir el Poder popular cubano como una forma de “democracia” a pie de página y de forma idílica es una bochornosa deshonestidad intelectual. Ver libro citado de Guadarrama, tomo 2, p. 89 pie de página 201. En Cuba, todos los ciudadanos saben que no existe ni democracia popular ni soberanía popular, solo compulsión y represión sistemática del PCC, de sus organizaciones de masas y de la seguridad del estado.

[3] En el manual “Sin confusión: o socialismo o capitalismo” prólogo de M. H. Lagarde, se reparte en la Universidad Central de las Villas en la actualidad. p 21. Según este manual y el discurso oficial cubano el socialismo, la revolución y el partido único es lo mismo y todo esto es así porque Martí creó un sólo partido para la guerra de independencia ¿? Manipulación histórica y revoltijo vulgar para imponer un partido único.

[4] El marxismo leninismo soviético, impuesto en Cuba y dominante en los documentos de hoy del PCC, no es un cuerpo conceptual y teórico analítico sino la propaganda de un partido en el poder: el PCUS y ahora el PCC y me imagino que también en los manuales de Corea del Norte sobre la idea Juche.

[5] Debo reconocer que varios marxistas europeos, latinoamericanos y liberales han hecho una contribución notable a la crítica a las sociedades poscapitalistas como la de Rusia y la China desde la década de los años sesenta y setenta del siglo pasado, pero estas críticas están prohibidas en Cuba. Reseña de estas críticas en mi tesis de doctorado censurada en la Habana en 1996 y 1997. Capítulo 1.

[6] En el Manual Sin Confusión: o socialismo o capitalismo, prólogo de M. H. Lagarde, p. 21.

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