No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió
Por Carlos Alberto Montaner
3 de febrero de 2018
Donald Trump se equivoca cuando declara que su intención es hacer grande otra vez a Estados Unidos (Make America great again). ¿Cuándo el país ha estado mejor y su sociedad ha sido más confortable? ¿Cuándo las Fuerzas Armadas han sido más temidas y poderosas, dotadas de un presupuesto anual de 600,000 millones de dólares, una suma mayor que la de todos los enemigos combinados? Si alguien lo sabe, es urgente que nos saque de duda.
En los años 30 fue la Gran Depresión causada por el desplome de la Bolsa. En los 40 ocurrió la Segunda Guerra, inmediatamente seguida por la Guerra Fría y la caída de China en las manos comunistas. En los apacibles 50, acunados en los brazos tranquilizantes de Eisenhower, tras Corea y sus docenas de miles de norteamericanos muertos, comenzaron los sobresaltos en el Medio Oriente y las ominosas prácticas nacionales para enfrentar un posible ataque nuclear soviético.
Los años 60 fueron los de las revueltas raciales, los de Vietnam y sus mentiras. En los 70 implosionó Nixon y al final de la década, en época de Carter, los intereses bancarios ascendieron al 20%, la economía sufría de stagflation, y parecía que el periodo de la democracia llegaba a su fin arrollada por el colectivismo soviético. Poco después, sin embargo, llegó Mijail Gorbachov, enterró a la URSS y el comunismo quedó rezagado a dos manicomios sin importancia real, pero con capacidad de hacer ruido: Cuba y Norcorea. (En China y Vietnam hoy existe otro género de dictaduras alejado de las supersticiones marxistas).
En Estados Unidos las personas han aumentado su promedio de vida, como sucede en casi todo el mundo, arrastradas, en gran medida, por los descubrimientos médicos del país; las viviendas son mayores y están dotadas de toda clase de electrodomésticos (incluidas las de los grupos sociales más pobres); los alimentos, incluida la comida chatarra, abunda tanto y son tan baratos, que el gran problema del país no es el hambre, sino la obesidad y el aumento progresivo de la diabetes.
Los pobres –aproximadamente el 15% de la población—lo son porque una familia de 4 personas recibe “sólo” unos $24,000 dólares anuales, más cupones de alimentos y otras ayudas no monetarias. Todos –pobres, clases medias y ricos- tienen acceso a electricidad, internet, agua potable, vestimentas, teléfonos celulares, transporte, escuelas, universidades estatales o privadas que otorgan becas a los mejores y préstamos a casi todos, protección policíaca, sistemas judiciales razonablemente eficientes y oportunidades de trabajar y abrirse paso.
Es verdad que en Estados Unidos hay problemas, pero eso ha sucedido siempre. Se trata de una sociedad libre, compleja y plural de 325 millones de habitantes, de los cuales más de 42 son afroamericanos y más de 57 son hispanos, cuyos representantes mantienen el orden con una discutida y discutible estrategia punitiva por la que aproximadamente existen tres millones de personas encarceladas.
También es cierto que la calidad de los estudiantes decrece mientras aumenta el costo de las matrículas, pero el país posee los 25 centros universitarios o de investigación mejores del planeta. Simultáneamente, no existe un seguro de salud universal, las medicinas son carísimas y las drogas malignas provocan estragos mortales (nunca mejor dicho). Dato este último –las drogas– vinculado a que en algunas ciudades hay zonas de violencia extrema con altísimos índices de homicidio. No obstante, Estados Unidos sigue siendo un sitio fundamentalmente libre y lleno de oportunidades.
(Presidente Donald J. Trump. Las imágenes y comentarios fueron añadidos por el Bloguista de Baracutey Cubano))
Eso explica que millones de seres humanos intenten establecerse en el país. No hay mejor índice de la calidad relativa de una sociedad que el número de los inmigrantes. Estados Unidos es un imán porque el sueño americano está vivo. Como lo fue Venezuela hasta la llegada del chavismo. Como lo fue Cuba hasta que Castro liquidó la ilusión de que se podía prosperar con el esfuerzo propio. Como lo fue Argentina hasta que el peronismo arruinó a esa gran nación con su mensaje populista entreverado de fascismo. El saldo migratorio de esos tres países les fue muy favorable hasta que la estupidez y la barbarie ideológicas destruyeron el aparato productivo y pulverizaron la convivencia.
Es cierto que existen sitios en los que en algunos aspectos se vive mejor que en Estados Unidos (media Europa, incluida España, acaso en Israel o Japón, porque la calidad de vida no depende solamente de cuestiones materiales), pero tal vez en ninguno los inmigrantes pueden desenvolverse como en USA, donde en las últimas elecciones dos senadores, hijos de inmigrantes, aspiraban a la presidencia, Ted Cruz y Marco Rubio, mientras la historia de los recién llegados o sus descendientes que triunfan se repite una y otra vez como un mantra permanente.
En el siglo XV el poeta Jorge Manrique, conmovido por la muerte de su padre Rodrigo, escribió un gran poema con un verso melancólcamente equivocado: “cualquier[a]tiempo pasado fue mejor”. No es verdad. Aquellas sociedades, como la estadounidense, en las que existe continuidad institucional, pese a las contramarchas y las malas coyunturas, logran prosperar de manera constante convirtiéndose en entidades realmente progresistas, un adjetivo que suelen usurpar los países y los partidos que menos progresan.
Probablemente esa búsqueda obsesiva de una mítica época dorada que Trump repite en sus discursos tiene que ver con una característica de la personalidad conservadora. Los conservadores tienden a ser pesimistas. Invariablemente ven la copa medio vacía y se asustan cuando perciben a una sociedad étnicamente diferente, más tolerante en materia sexual o religiosa, en la que las normas de comportamiento, desde la música estridente y grosera hasta los tatuajes, son muy diferentes a las que ellos aprendieron en una niñez segura de hogares blancos y cristianos.
Los conservadores asocian el perfil de la sociedad a su propia biografía. Antes eran jóvenes y bellos. Hoy son viejos, arrugados y feos. Antes, creen, era mejor. No es verdad. Era distinto. Otro poeta, cantautor, Joaquín Sabina, lo ha dicho en una canción muy popular: “no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió http://www.elblogdemontaner.com/no-hay-nostalgia-peor-que-anorar-lo-que-nunca-jamas-sucedio/# ”. Es lo que le ocurre a Donald Trump.
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Julian Perez
3 February 2018
Cierto es que Estados Unidos es hoy en día una nación poderosa y que ha lidereado una revolución científico-técnica como nunca antes había sido vista en la historia.
Pero ese éxito se debe a una base teórica, también sin precedentes, que fue establecida hace 250 años. Si la base se resquebraja, el edificio puede desmoronarse.
Y en opinión de muchos, entre los que me incluyo, la base se está resquebrajando. Desde principios del Siglo XX surgió el movimiento progresivista, que postulaba que la constitución y la carta de derechos eran obsoletas porque los tiempos habían cambiado y que era hora de establecer una nueva carta de derechos (lo dijo así FDR en un discurso, así que las intenciones son explícitas)
En consecuencia, surgieron una serie de ¨derechos¨ y el gobierno comenzó a tomarse atribuciones inimaginables y a dictar como las personas debían vivir. Tómese, por ejemplo, la ley seca, una de las ¨buenas intenciones¨ de los progresivistas. Que habían metido la pata fue tan obvio en ese caso que terminaron por derogarla en otra enmienda (la única enmienda que ha sido anulada por otra) Pero no
se dan por vencido. Hoy en día tratan de imponer que la gente coma alimentos ¨saludables¨ mediante impuestos y regulaciones.
(El chequeo y balance de las tres ramas del gobierno para que una no se imponga sobre las otras)
El resultado es un gobierno macrocefálico que se mete en todo. Y, lo que es peor, ya no son los congresistas los que redactan las leyes. Son las agencias gubernamentales, una colección de burócratas no elegidos que reunen en dichas agencias los tres poderes: el legislativo, el ejecutivo y el judicial.
Los fundadores consideraban que un gobierno débil pondría en peligro las libertades (los derechos básicos, no los inventados) al no ser capaz de defenderlos, pero un gobierno demasiado fuerte devendría en tiranía. Y a eso es a lo que estamos asistiendo.
De todas las cosas que hace el presidente Trump hay dos que van en la dirección correcta: la eliminación de regulaciones y la nominación de jueces que no lleven el poder judicial más allá de sus límites. Hay más
Pero también hay peligros en la exacerbación de la figura del presidente. A Trump la prensa lo odia y sus seguidores lo idolatran. Ambos extremos son malos.
Así que América necesita recuperar quizás no grandeza, pero sí los principios que la condujeron a esa grandeza. De lo contrario, puede perderla.
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Efrain Montero
3 February 2018
Estimado don Julian. Con matices estoy de acuerdo con sus reflexiones. Apuntaré que no tendríamos este debate si el 90% de la prensa de Estados Unidos no estuviese al servicio de la agenda de la izquierda, la que muchos de ellos, lo digo claramente, odia a Estados Unidos como los marxistas leninista de Europa o América Latina. La izquierda considera a Estados Unidos ilegítimo, racista, demasiado rico, gordo, etcétera.
El presidente Obama se embarcó en pedir disculpas en sus viajes. Obama mostraba vergüenza por el país que lo honró haciéndolo su presidente.
Esta lista es del Hereditage Fundation:
1. Disculpa a Francia y Europa (“América ha demostrado arrogancia”)
2. Disculpas al mundo musulmán (“No hemos sido perfectos”)
3. Disculpas al mundo musulmán (“No hemos sido perfectos”)
4. Disculpa en la Cumbre de líderes mundiales del G-20 (“Algunas restauraciones de la posición de Estados Unidos en el mundo”)
5. Disculpa por la guerra contra el terror (“Salimos del curso”)
6. Disculpa por Guantánamo en Francia (“sacrificar tus valores”)
7. Disculpa ante el Parlamento turco (“Nuestros propios períodos más oscuros en nuestra historia”)
8. Disculpa por la política de EE. UU. Hacia las Américas (“Estados Unidos no ha perseguido y mantenido el compromiso con nuestros vecinos”)
9. Disculpa por los errores de la CIA (“Posiblemente hemos cometido algunos errores”)
10. Disculpa por Guantánamo en Washington (“Un grito de concentración para nuestros enemigos”)
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Julian Perez
3 February 2018
Amigo Efrain
Sí, sé lo de la gira de disculpas de Obama pero, para mí, lo peor de todo fue cuando le preguntaron si creía en la excepcionalidad americana dijo que sí, como los franceses creían en la francesa, los alemanes en la alemana, etc. Un presidente que no sepa en qué consiste la excepcionalidad americana es algo deplorable.
Reconozco que en las últimas elecciones me vi ante un dilema porque no me gustaba ninguno de los dos candidatos. Me veía eligiendo entre dos males y la cuestión no era determinar cual era el mejor, sino cual era el menos malo. Mi candidato en las primarias era Ted Cruz, aunque en la Florida, donde resido, voté por Rubio, porque era el que tenía posibilidades reales en Florida.
Como personas, tanto Hillary cono Trump tenían grandes fisuras en su carácter. No me parecía exacto que Hillary fuera una continuación de Obama, dado lo visto en la administración de su esposo y me parecía que se estaba situando más a la izquierda de lo que estaba en realidad porque tenía que convencer a los partidarios de Sanders.
Pero tampoco Hillary era Bill: Hillary (al igual que Obama) era discípula de Saul Alinsky. No así Bill.
(Donald Trump y Hillary Clinton en uno de los debates por la Presidencia de los EE.UU.)
Pero Trump también producía recelos, y no solamente por su carácter. Podia decir cualquier cosa en su campaña pero tradicionalmente él y su familia habían sido liberales (aún hoy tiene como asesores a su hija y a su yerno, un par de liberales irredentos) y el cambio era muy brusco. Podía ser un lobo en piel de oveja. Había, sin embargo, un elemento decisivo: las nominaciones al Supremo (no solamente una: Kennedy y Ginsburg en cualquier momento se retiran). Los presidentes pasan y los miembros del supremo se quedan.
En la práctica, gracias a Dios, mis temores resultaron infundados. No en cuanto a personalidad: Trump tiene los problemas que ya le había visto, pero en cuanto a resultados se está comportando como cualquier conservador podría soñar (y yo diría que hasta mejor). Yo era casi un conservador nevertrumper. Ya no. Si los hechos no le hacen a uno modificar sus opiniones, uno es tonto.
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Efrain Montero
3 February 2018
Estimado Julian.
Admito que no tengo en pedestales a ningún político. Me preocupan los profesionales de la política, los Clinton por ejemplo, los que, de deber un millón al salir Bill de la Casa Blanca, hoy tiene un patrimonio de 140 millones con la fórmula de uno de ellos de gobernador, presidente, senador o en el cabinet. Admito que por haber nacido en Sudamérica, luego de ver el resultado de las fórmulas liberticidas y de gobierno intervenido en la economía y la vida de todos que aplicaron por allá, me es casi imposible votar por candidatos del partido demócrata.
Trump es atípico a quien es mejor juzgarlo por lo que hace, no por su estilo desafiante. Hay que juzgarlo por lo que hace. Para mí el juez Neil M. Gorsuch y el Tax Cuts and Jobs Act, que baja a 21% (de 35%) el “corporate tax rate” son logros.
Me alegra que su visión del presidente evolucione. Admito que la mía siguió un proceso parecido.
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Julian Perez
3 February 2018
>>Admito que no tengo en pedestales a ningún político
Yo tampoco, pero voto porque creo en la República y, al igual que los fundadores, considero que el gobierno es un mal necesario y que es deber de los ciudadanos tratar de elegir los mejores representantes. Así funciona.
En el pasado ha habido Demócratas satisfactorios, como Truman. Kennedy era muchísimo mejor de los que tenemos hoy. (Reconociendo que Bill Clinton era un mujeriego y un descarado, pero al menos supo llevar la economía bastante biem, con la ayuda
del
Contrato por América de Newt. Obama, cuando tuvo el congreso en contra, no hizo lo que Clinton y, en vez de llegar a un consenso, gobernó por decreto)
(El republicano Newt Gingrich cuando era el líder de la mayoría de la Cámara de Representantes de los EE.UU (Speaker of the House). Él fue la persona que realmente llevó a la administración de Bill Clinton fuera exitosa economicamente)
Los Republicanos han hecho crecer el gobierno también, así que no están libres de culpa. El primer progresivista fue Teddy Roosevelt, un Republicano, aunque el primero que hizo real daño fue Woodrow Wilson.
La conclusión es que, aunque los Demócratas han dado un lamentable giro a la izquierda, hay que estar al tanto de las personas y a veces abstraerse un poco de los partidos.
2 Comments:
Pedro Pablo, con todo respeto, le sugiero que deje de prestarle atención y espacio a Montaner, que sencillamente no se lo merece. En el mejor de los casos, se trata de “una de cal y otra de arena,” algo que yo por lo menos no soporto (otro ejemplo de lo mismo, aunque más burdo y pedestre, es la Fabiola Santiago del Miami Herald). El tipo quiere ser europeo, no cubano, o definitivamente no uno de “esa gente” en la usanza de Vil Clinton (y la nieta de Montaner, hija de Jorge Ramos, formó parte de la campaña para elegir co-presidentes a Hillary y Vil Clinton). O sea, la cosa no puede estar mucho más clara. Por supuesto es una pena, pero hay que tratar la realidad tal y como es.
Estimado Realpolitik
Nos guste o no lo que escribe Carlos Alberto Montaner lo leen muchas personas por lo que en su momento fue Montaner.
Tengo la opinión que dejar sin prestarle atención a Montaner equivale a dejar de hablar de Fi quien fue Fidel Castro: muchos lo leeran y no tendrá una contrapartida a sus palabras, escritos, etc. Me parece que ¨dejarlo por la libre¨sin ninguna contraparte sería dejarle el camino totalmente abierto y sin cobrarle peaje...
Gracias por ser un asiduo lector de Baracutey Cubano
Pedro Pablo
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