miércoles, abril 18, 2018

Raúl Castro, desde las sombras del poder. Pablo Alfonso con una retrospectiva sobre Raúl Castro

 Raúl Castro, desde las sombras del poder

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Cuando en agosto 2006 asumió provisionalmente el poder por la enfermedad de Fidel, todavía Raúl era un signo de interrogación abierta, incluso para algunos de sus más allegados.
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Tiranos  Raúl Castro y Fidel Castro. Foto añadida por el bloguista de Baracutey Cubano. En el artículo original hay múltiples fotos.


Por Pablo Alfonso
Abril 16, 2018

Raúl Castro siempre le sirvió a su hermano Fidel, como un seguro de vida. Durante los 25 meses que duró la guerrilla y el casi medio siglo que ejerció el poder, Fidel Castro, vendió la imagen de un Raúl implacable.

“Si me matan, después de mí vendrá Raúl que es peor”, solía advertir con frecuencia Fidel en los primeros años de la revolución cada vez que se refería a los supuestos atentados contra su vida.

A la larga Fidel se murió de viejo y mantuvo el poder mucho más tiempo que ningún otro líder de cualquier país, con excepción de la reina Isabel II de Inglaterra.

¿Quién es el octogenario Raúl Castro que ahora abandona formalmente el cargo de Presidente de los Consejos de Estado y Ministros de Cuba? Para arrojar un poco de luz a esa pregunta es preciso volver la vista atrás para desde ahí mirar a nuestros días.

Los vínculos de Raúl Castro con el comunismo internacional fueron decisivos a la hora de enrumbar la revolución cubana hacia la Unión Soviética, en estrecha alianza con Ernesto Che Guevara, a quien incorporó en México al movimiento fidelista.

Su fama de enfant terrible venía precedida de sus días como jefe guerrillero del Segundo Frente Oriental, que fundó en marzo de 1958.

Tan solo tres meses después, organizó por su cuenta el secuestro de 29 infantes de marina de Estados Unidos, cuando regresaban desde la ciudad de Guantánamo a la Basa Naval y de otros 19 civiles estadounidenses y un canadiense, empleados de la planta de níquel de Moa.

El propósito: Cubrirse con estos rehenes de los bombardeos que realizaba en la zona la Fuerza Aérea del dictador Fulgencio Batista y denunciar que los aviones cubanos se abastecían de bombas y combustible en las instalaciones de la Basa Naval estadounidense.

La audaz acción tomó por sorpresa a Fidel Castro, quien ignorante de lo que sucedía no supo como responder en los primeros momentos a los cuestionamientos que le hacía la prensa y las autoridades estadounidenses, como relata Carlos Franqui en su Diario de la Revolución Cubana, un libro que recoge día por día los pormenores de la insurrección rebelde.

Con aquél secuestro, que a la postre resultó un éxito estratégico, Raúl Castro se anticipó a los mismos métodos puestos en práctica, años después, por las narco guerrillas colombianas.

Cuando el 1 de enero asumió el mando como jefe militar de la provincia de Oriente, Raúl ordenó de inmediato el fusilamiento de decenas de ex miembros de las fuerzas militares de Batista, acusados de torturadores y en juicios sumarísimos, expeditos, de apenas horas.

La madrugada del 12 de enero de 1959, fueron fusilados 72 condenados por órdenes directas de Raúl Castro, en el Campo de Tiro de Santiago de Cuba.

La prensa nacional reportó el acontecimiento. “Un baño de sangre”, calificó la prensa estadounidense a los fusilamientos aplicados por la llamada justicia revolucionaria.

La revista LIFE testigo gráfico de la época en Cuba publicó decenas de fotos sobre esos procesos y varias del joven comandante Raúl Castro.

Entonces tenía 27 años de edad y hoy está próximo a cumplir 87. En aquel enero de 1959, usaba un fino bigote en su rostro imberbe, y el pelo recogido en una atípica cola de caballo, le daba un aire diferente al resto de los barbudos, percibidos por la mayoría de los cubanos como dioses redentores que bajaron de las montañas.

En el poder revolucionario

Durante 47 años Raúl fue Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, ejerciendo el poder desde las sombras como el número Dos del régimen.

“Yo lo conocí en esa capacidad. Era cruel y despiadado. Fidel puede haber concebido el terror que ha mantenido a Cuba en el comunismo pero Raúl ha sido el carnicero. Ha asesinado y aterrorizado a miles de cubanos, y no me cabe ninguna duda de que lucharía ferozmente para preservar sus poderes.

De otra manera, tarde o temprano, Raúl tendría que responder por sus crímenes, y no lo conozco como suicida”, ha dicho el general de tres estrellas Ion Mihai Pacepa, considerado como el desertor de más alto rango del bloque comunista de la década de 1970 y que prestó sus servicios a la CIA en Estados Unidos.

Cuando desertó en julio de 1978 Pacepa era un general de la Securitatea Statului rumana, mantenía el cargo de asesor del presidente de Rumania Nicolae Ceauşescu y se desempeñaba como el jefe del servicio de inteligencia extranjera y secretario de Estado en el Ministerio del Interior rumano.

“Mi contrapartida de inteligencia en aquellos días: Sergio del Valle, que era elmás cercano compañero de Raúl en una relación que se remontaba los primerosdías en la Sierra Maestra, lo llamaba “Raúl el Terrible” en una alusión – medio en serio, medio en broma – al primer ruso que se coronó zar¨, aseguró Pacepa.

En su libro Después de Fidel, Brian Latell, ex analista de la CIA, utilizó el mismo calificativo, señalando que "para poder conservar el poder por un largo período, tendría que cambiar esa imagen de 'Raúl el terrible' que Fidel le impuso con su consentimiento.

Como ministro de las Fuerzas Armadas implementó en 1965 las tristemente célebres Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) que concentraron a trabajos forzados a homosexuales, creyentes, y cualquier persona considerada un antisocial por el régimen.

En esa misma capacidad ordenó el 24 de febrero de 1996 a los Migs de la Fuerza Aérea, el derribo en aguas internacionales de las dos avionetas de Hermanos al Rescate, que provocó la muerte a sus cuatro tripulantes.

Raúl Castro es el mismo dirigente del Partido Comunista que aplastó a los académicos cubanos, llamados aperturistas, agrupados en el Centro de Estudios de América (CEA ) en la década del 90, a quienes acusó de “diversionismo ideológico”.

“Y la lección debe servir, además, para que en nuestros medios de difusión no aparezcan artífices o portavoces de ideas y conceptos ajenos a los que preconiza y defiende la Revolución. Cada uno de los colectivos en la prensa escrita, la radio y la televisión, en todas las cuales hay motivo de orgullo y prestigio para nuestro pueblo, deben en lo adelante examinar todo a la luz del momento histórico y de estas orientaciones. Esto es responsabilidad ante todo de quienes lo dirigen, además de los órganos del Partido y de la UJC y de sus militantes”. (Fragmento informe presentado por Raúl Castro al Buró Político, publicado en Granma, 27 marzo 1996).

El CEA pertenecía al Partido Comunista, estaba protegido por Manuel Piñeiro, alias Barba Roja, quien fuera jefe de los servicios de inteligencia para la subversión castrista en el hemisferio.

Es el mismo General de Ejército, que al frente de las Fuerzas Armadas, organizó la trama de narcotráfico y corrupción que culminó con el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa, el Coronel Tony La Guardia, y otros dos oficiales del Ejército y el Ministerio del Interior.

Durante los 19 meses de gobierno provisional tras la grave crisis de salud de Fidel, comenzó a formar una imagen de firme partidario de la polémica y el cambio, para suplantar la del general enérgico y duro juez que mantuvo por decenios.

Tras la renuncia definitiva de Fidel a sus cargos ejecutivos (19 de febrero de 2008), la Asamblea Nacional del Poder Popular nombró a Raúl presidente de la República el 25 de febrero, siguiendo lo establecido por la Constitución promulgada en 1976.

En el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), en abril de 2011, fue designado Primer Secretario del Comité Central del Partido, culminando así su trayectoria de número Dos que se inició en octubre de 1965 al crearse el Comité Central.

“En lo que a mí respecta, asumo mi última tarea, con la firme convicción y compromiso de honor de que el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba tiene como misión principal y sentido de su vida: defender, preservar y proseguir perfeccionando el Socialismo y no permitir jamás el regreso del régimen capitalista…"A mí no me eligieron Presidente para restaurar el capitalismo en Cuba ni para entregar la Revolución. Fui elegido para defender, mantener y continuar perfeccionando el Socialismo, no para destruirlo", afirmó.

En su papel de cancerbero revolucionario, Raúl protagonizó su caso más audaz y sonado un año después de estrenarse oficialmente como Presidente del Consejo de Estado.

Si la evidencia histórica indicaba que en su posición de número Dos a Raúl no le gustaban los números Tres; las destituciones fulminantes del vicepresidente Carlos Lage Dávila y del canciller Felipe Pérez Roque, demostraron que como número Uno, tampoco quería tener de segundos a dirigentes jóvenes con fama de sucesores.

En el mismo "complot" cayó también, sin anuncio oficial, Fernando Remírez de Estenoz-Barciela jefe del Departamento de Relaciones Internacionales del Partido, amigo de Lage desde sus días universitarios.

"La miel del poder (...) despertó en ellos ambiciones que los condujeron a un papel indigno.El enemigo externo se llenó de ilusiones con ellos", afirmó entonces Fidel en una de sus Reflexiones, sin ofrecer mayores detalles.

Aunque al principio las destituciones de los benjamines fidelistas se mantuvieron en el oscuro espacio de las especulaciones, sus causas se develaron más tarde con los mismos componentes detectivescos que, décadas atrás, sustentaron el proceso de narcotráfico que culminó en 1989 con el fusilamiento del general Ochoa, el coronel La Guardia, el mayor Amado Padrón y el capitán Jorge Martínez; la caída en 1992 del ideólogo Carlos Aldana, por “graves errores” y del canciller Roberto Robaina en 1999 por “deslealtad”.

Todo un documental de seis horas, con grabaciones secretas de video y audio, fue presentado por Raúl al Buró Político y otros selectos dirigentes del Partido.

La caída de Lage y Pérez Roque se anunció en medio de una docena de movimientos, reemplazos y fusiones de ministerios, que conformaron una amplia reestructuración del Gobierno.

Tres renombrados dirigentes políticos del Partido, miembros del Buró Político y del Gobierno, pasaron al ostracismo político sin mayores detalles: Jorge Luis Sierra Cruz, ministro del Transporte y vicepresidente del gobierno, Yadira García Vera, ministra de la Industria Básica y Pedro Sáez Montejo, Primer Secretrario del PCC en la provincia Habana.

Raúl Castro encubierto de reformista


El ascenso de Raúl a la cúspide del Gobierno y el Partido coincidió con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca en enero de 2009. Ese nuevo escenario político en Estados Unidos y Cuba, propició un prolongado y secreto diálogo entre ambos gobiernos, alentado por el Vaticano, que condujo a la normalización de sus relaciones el 17 de diciembre de 2014.

Consciente de su falta de carisma y simpatía popular, las primeras medidas de Raúl al frente del gobierno, fueron encaminadas a ganar ese respaldo, satisfaciendo viejas demandas de la población. Nunca fueron el producto de una voluntad política de cambio o apertura democrática.

En la hora de su partida hay quienes ven al general presidente como un “actualizador pragmático” del fidelismo y otros como un octogenario desilusionado, que prefiere morir sin riesgos en la seguridad del poder.

La puesta en marcha de esas medidas más flexibles se interpretaron erróneamente por la mayoría de los analistas, quienes las asociaron al inicio de cambios más democráticos en el régimen y la apertura hacia una economía de mercado, que por supuesto, nunca se produjo.

Entre esas medidas cabe señalar:
  •     Libre acceso de los cubanos a los hoteles e instalaciones turísticas.
  •     Compra y uso de teléfonos celulares y computadoras.
  •     Entrega en usufructo a particulares de miles de hectáreas agrícolas ociosas.
  •     Aumento del cuentrapropismo.
  •     Autorización de cooperativas privadas en el sector de los servicios.
  •     Mercados agropecuarios regidos por la oferta y la demanda.
  •     Compra venta de casas y autos particulares.
  •     Apertura controlada de acceso al Internet.
  •     Reforma migratoria que eliminó el permiso de salida y autorizó a los cubanos a permanecer fuera de la isla hasta por dos años, sin perder su residencia.
A pesar del aumento del trabajo por cuenta propia el Estado controla todavía casi el 90% de la economía y emplea a más del 80% de los trabajadores, a los que paga en promedio unos 20 dólares mensuales.

El legado más significativo que deja la llamada “actualización” impulsada por Raúl Castro es el poder que ejercen las Fuerzas Armadas en la economía y la política del país.

Cualquiera que sea el rumbo que tome el país en los meses por venir los militares tendrán un papel predominante en esa dirección.

Además de la presencia que han tenido desde el principio en el PCC y en el Gobierno, los militares controlan la economía nacional, a través del Grupo de Administración Empresarial S.A (GAESA) de las Fuerzas Armadas.

Su presidente, el general de división, Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, ex yerno de Raúl, es el empresaro más poderoso del país y toma sus decisiones desde las sombras, fuera de las luces de la prensa.

Constituido como un grupo de empresas militares a principios de la década del 80, bajo el manto del Ministerio de las Fuerzas Armadas, GAESA es hoy el mayor conglomerado empresarial de Cuba.

Con la asunción de Raúl al poder en 2008, GAESA absorbió las operaciones de la corporación CIMEX, que por más de tres décadas había sido terreno privado de Fidel Castro.

El pasado mes de enero GAESA absorbió también al grupo empresarial Habaguanex que controlaba toda la actividad hotelera y turística de La Habana, bajo la dirección de la Oficina del Historiador, coto privado de Eusebio Leal.

El conglomerado militar controla ahora más del 85% del comercio minorista en dólares, 60 empresas y media docena de corporaciones que abarcan desde el turismo hasta el sector biotecnológico, incluyendo la Zona Especial de Desarrollo del Mariel.

Dos estilos, un mismo poder

Por lo demás las diferencias de los hermanos Castro en el manejo del poder han sido sólo de forma, y no de fondo, ni de contenido.

“Fidel Castro siempre estuvo en busca de los titulares de la prensa mundial. Esa fue una constante en su quehacer político, en su vida personal, y Raúl Castro es una personalidad totalmente opuesta”, ha dicho Alcibiades Hidalgo, quien fuera su secretario personal y ex miembro del Buró Político del PCC.

En una reciente entrevista a T13Semanal de Chile, Hidalgo opinó que Raúl tuvo una larga escuela a la sombra del hermano “y luego ha gobernado el país durante una década, más de 10 años en el poder, lo que no es poco, tiempo que ha estado usurpando un poder que en definitiva heredó de su propio hermano”.

“Son dos estilos completamente diferentes. Raúl ha evitado el hecho de que Cuba sea la alabardera de todas las causas antinorteamericanas en el planeta y contribuyó a recomponer las relaciones con Estados Unidos, aprovechando la bonanza del período de Obama y ahora está allí esperando tranquilamente que llegue el fin de sus días y también el fin de esa generación que usurpó el poder en Cuba durante tanto tiempo y tratando de hacer lo mejor posible para su familia, no para el país”, añadió Hidalgo quien reside en Miami desde que escapó de Cuba en 2002.

Una visión más lisonjera, es la del Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal, quien aseguró que “Raúl es de una sensibilidad casi desconocida”.

En la presentación del libro Raúl Castro y Nuestra América. 86 discursos, intervenciones y declaraciones compilado por Abel Enrique González, el historiador de la ciudad contó que cuando Raúl "llevó las cenizas de su esposa, Vilma Espín, al cementerio, las depositó en el lugar del reposo final y besó la caja, entonces él le advirtió: a partir de ahora usted será menos temido y más amado”.

Una afirmación atrevida, aunque con ribetes de poesía, a la espera del veredicto popular, que llegará el día en que los cubanos puedan expresar libremente sus opiniones.

Por lo pronto vale decir, con un lenguaje menos poético, que si Fidel Castro le dejó a sus herederos políticos una papa caliente, Raúl le deja a los suyos la misma papa…pero hecha puré.

Al castrismo se le acabó el tiempo de las actualizaciones y las reformas. Ya no hay fuentes externas que subsidien el descalabro económico del sistema, ni planes salvadores para reconstruir su quiebra institucional.

El país está en ruinas y ya es tarde para vender nuevas esperanzas.