BAHÍA DE COCHINOS Lo Que No Dijo el Informe del Inspector de la CIA (Parte II). Néstor Carbonell Cortina sobre la invasión de la Brigada de Asalto 2506 a Bahía de Cochinos para derrocar a la tiranía castro comunista en Cuba
Las tempranas relaciones políticas, militares, de Inteligencia y Contrainteligencia con la Unión Soviética y otros países en el marco de la mal llamada Guerra Fría, las invasiones Castristas que partieron tempranamente de Cuba (desde marzo-abril de 1959, a Panamá, Nicaragua, Santo Domingo, Haití, etc.) y otras acciones subversivas no escapaban a los órganos de Inteligencia de los EE.UU., los cuales tenían informado al Presidente Dwight D. Eisenhower, el cual el 17 de marzo de 1960 aprobó el documento titulado “Un programa de acción encubierta contra el régimen de Castro”,con el objetivo de derrocar a la amenaza que se establecía a 90 millas de las costas de EE.UU. pese a que su gobierno de manera extraordinariamente rápida había reconocido la llegada al poder del nuevo régimen en Cuba.
No obstante, lo verificable, hasta ahora, es lo siguiente, lo cual se extrajo del ensayo Razones de Angola IX, de César Reynel:
¨La inteligencia checa, que desde 1948 era incapaz de tomar una sola decisión sin consultar con Moscú, pidió asesoramiento de los soviéticos y recibió respuesta a través de la decisión del Presidium de Comité Central que hoy puede ser consultada en el Archivo del Presidente de la Federación Rusa (Extracto del Protocolo 198, reunión del Presídium de diciembre 27, 1958, folio 3, lista 65, Fichero 871). En esa resolución (que ya está desclasificada y es pública), el PCUS aprobó “la intención de los amigos checos de ayudar al movimiento de liberación en Cuba”, y dio instrucciones precisas de no dejar ningún rastro escrito diciendo que la armas eran para Cuba, que verificaran exhaustivamente la seriedad de las intenciones de la compañía (léase contacto), y que no enviaran ningún arma que pudiera ser rastreada como perteneciente al bloque soviético.
Fueron muchas las adversidades de los dirigentes cubanos del exilio que constituyeron el Frente Revolucionario Democrático (FRD) en mayo de 1960. Sin recursos propios para enfrentarse al régimen de Castro, fortificado en alarmante crescendo por el bloque soviético, los líderes del FRD recabaron una alianza abierta con Washington, pero sólo obtuvieron un arreglo oculto con la CIA. Solicitaron un empréstito para operar con autonomía y dignidad, pero sólo recibieron mesadas para luchar con restricciones por la libertad.
Impaciencia del Presidente
El 17 de febrero de 1960, aun antes de aprobar el programa encubierto antes referido, el Presidente Eisenhower se mostró partidario de tomar acciones más enérgicas, y hasta drásticas, en el caso de Cuba. La palabra drástica incluyó iniciativas fallidas para inutilizar o eliminar a Castro antes del desembarco. Esto se desprende de los comentarios sibilinos de Eisenhower al cuestionar algunas propuestas ineficaces y plantear la necesidad de "identificar agentes (assets) para cosas de todo tipo (across the board), y hasta para cosas que pudieran ser drásticas." (FRUS VI, 789).
En la junta que Eisenhower celebró con sus asesores el 18 de agosto de 1960, Allen Dulles rindió un informe detallado sobre la implementación del programa de acción encubierta contra Castro. Habló de los esfuerzos para unificar a la oposición cubana en el exilio, de las transmisiones radiales a Cuba, y del entrenamiento en la zona del Canal de Panamá, que iba a ser trasladado a Guatemala y ampliado para acomodar a 500 reclutas.
En el curso de la discusión, se planteó la necesidad de tener una fuerza de reserva, que pudiese incluir oficiales y soldados norteamericanos. Este punto quedó pendiente, pero se consideró extender el marco de la operación más allá de infiltraciones y guerrillas, y tomar, con el apoyo de la aviación, Isla de Pinos u otra pequeña isla como base trampolín.
Al final de la exposición, Eisenhower afirmó que "estaba dispuesto a seguir adelante si el Estado Mayor Conjunto, los Departamentos de Estado y Defensa, y la CIA consideraban que había buenas posibilidades de éxito. A él no le importaba mucho el costo [financiero]; es más, dijo que defendería este tipo de acción frente a cualquiera que viniese, y que si tuviera la seguridad de liberar a los cubanos de este demonio (incubus), bien poco sería el precio que habría que pagar." (FRUS, VI, 1057-1060)
De Guerra de Guerrillas a Guerra Convencional
En la sesión del Consejo de Seguridad nacional de fecha 20 de octubre de 1960, Allen Dulles informó que la ayuda militar del bloque soviético a Cuba continuaba; que habían llegado tres embarques y que un cuarto estaba en camino. Asimismo, indicó que pilotos cubanos estaban siendo entrenados en Checoslovaquia. Se estimaba que Cuba recibiría dos escuadrones de MIGs a principios de 1961.
Reunidos con sus asesores el 29 de noviembre, Eisenhower consideró necesario designar a alguien que coordinara e impulsara, al más alto nivel, los planes con respecto a Cuba. (Para desempeñar esta función fueron seleccionados posteriormente Whiting Willauer por el Departamento de Estado y Tracy Barnes por la CIA). Por otra parte, el Presidente preguntó "si en vez de 500 reclutas entrenándose, no debíamos tener por lo menos 2000." Aunque no consideraba factible en esos momentos el entrenamiento en territorio norteamericano ni la constitución de un gobierno cubano en el exilio, Eisenhower afirmó que "debíamos estar preparados para tomar más riesgos y ser más agresivos." (FRUS, VI, 1126-1131)
El plan paramilitar escalonado de infiltración se precipita y transforma en desembarco o invasión con apoyo aéreo por dos razones fundamentales. Primero, porque el tiempo conspiraba en contra de la liberación, ya que le permitía a Castro, con la ayuda militar creciente del bloque soviético, fortalecer su aparato de defensa y represión. Y segundo, porque los grupos de insurrectos en las montañas, carentes de apoyo adecuado del exterior, estaban siendo exterminados por las fuerzas del régimen. Esto se debió, en parte, a las condiciones precarias en que se efectuaban los embarques desde Guatemala - condiciones impuestas por la CIA para ocultar el apoyo norteamericano.
Considerando estos hechos, el Grupo Especial se reunió el 8 de diciembre de 1960 para discutir un "nuevo concepto," que consistía en una expedición armada a Cuba de unos 600 a 750 exiliados, precedida de ataques aéreos que continuarían después del desembarco. Esta operación anfibia, que incluiría la infiltración de núcleos guerrilleros, no fue aprobada formalmente, pero la CIA recibió señales inequívocas de seguir adelante. (FRUS, VI, 1175)
Cambio de Poderes
Kennedy ganó las elecciones presidenciales en noviembre de 1960, y a las pocas semanas Allen Dulles y Bissell lo pusieron al corriente de los planes paramilitares contra Castro. Durante el período de transición, el Presidente Eisenhower se vió forzado a romper relaciones con el régimen cubano. Según Bissell, en la junta que se celebró en la Casa Blanca el 3 de enero de 1961, Eisenhower estaba dispuesto a ir más allá de la ruptura diplomática... "con una buena excusa" proporcionada por Castro. Se habló hasta de "fabricar" una provocación, escenificando un ataque a Guantánamo. No se llegó a ninguna conclusión sobre este particular, pero se discutió el aumento de la fuerza invasora a 1500 reclutas, por lo menos. (Bissell, Reflections of a Cold Warrior, 161)
Por su parte, Whiting Willauer, como coordinador general de la operación, recomendó complementar la brigada de exiliados cubanos con un contingente de 5,000 a 10,000 reclutas latinoamericanos. Asimismo, señaló que era aconsejable utilizar jets desde bases aéreas de E.U. para proteger a los vulnerables bombarderos B-26 de la brigada. (Taylor, Operation Zapata, 15, 100).
Dos días antes de la inauguración del Presidente Kennedy, Willauer, en su carta al Subsecretario de Estado, Livingston Merchant, indicó que era imperativo resolver estos puntos: uso de bases aéreas en territorio norteamericano; reconocimiento de un gobierno provisional cubano; garantía a dicho gobierno de apoyo militar abierto (overt) de los Estados Unidos. Iba por buen camino Willauer al plantear estas cuestiones, y acaso con su insistencia en garantizar a toda costa el éxito de la operación hubiese podido evitar el trágico desenlace. Desgraciadamente, no fue escuchado y cesó en sus funciones al asumir Kennedy la presidencia.
El Plan Trinidad
Con anterioridad a la presentación de este plan, Kennedy les pidió a los Jefes del Estado Mayor Conjunto que lo evaluaran. Estos emitieron su informe el 3 de febrero de 1961, señalando graves deficiencias, tales como falta de apoyo logístico adecuado en caso de resistencia durante el desembarco. A pesar de sus reservas, los jerarcas del Pentágono concluyeron que el plan tenía bastante buenas probabilidades (fair chance) de éxito final.
El 11 de marzo, los directores de la CIA le presentaron al Presidente el llamado Plan Trinidad, así como otras opciones menos viables. El plan recomendado consistía en el desembarco de la fuerza expedicionaria por Trinidad (puerto de Casilda), con apoyo aéreo simultáneo, a fin de capturar una cabeza de playa e instalar un gobierno cubano provisional que pudiese ser reconocido y apoyado en un plano logístico. En caso de que este asalto no estimulase las esperadas sediciones o revueltas contra Castro, la brigada podría internarse en las montañas del Escambray y operar como guerrillas. (FRUS, X, 143)
Kennedy rechazó este plan por considerarlo demasiado ruidoso y obvio en cuanto a la participación de E.U., y pidió que le sometieran en unos pocos días otro plan más discreto. Cabe señalar que el objetivo de la "negación plausible" o "no atribución" de ayuda norteamericana era imposible de alcanzar dada la magnitud de la empresa y la publicidad que ya habían recibido los campamentos en Guatemala. De modo que por mantener políticamente una ficción, se le fue restando efectividad militar a la operación.
Operación Zapata (Bahía de Cochinos)
Siguiendo las instrucciones presidenciales, la CIA y el Pentágono se dieron a la tarea de elaborar, en cuatro días, otro plan menos espectacular que tuviese la apariencia de una infiltración, y no de una invasión. De las diversas alternativas que le presentaron a Kennedy el 15 de marzo, la que le recomendaron fue la Operación Zapata (Bahía de Cochinos), por estar ubicada en una zona resguardada (con pocas vías de acceso) y por disponer de un aeropuerto apropiado para aviones B-26. A fin de complacer a Kennedy, se acordó que el desembarco fuese de noche (proeza sólo lograda una vez en la segunda guerra mundial), y se aceptó que no hubiese cobertura aérea hasta que los aviones de la brigada pudiesen operar desde el aeropuerto cercano a Bahía de Cochinos. (Esta insólita condición fue modificada posteriormente, previéndose ataques aéreos a objetivos militares en D-2 y en D-D.) Asimismo, se planeó, para despistar, otro desembarco de menor escala al norte de Oriente, dos días antes de la invasión.
Como plan de contingencia, por si fracasase la operación, los estrategas contemplaron la posibilidad de que la brigada operase en la Ciénaga de Zapata por ser ésta, según ellos, zona propicia y tradicional de guerra de guerrillas. Esto es falso, ya que el Generalísimo Máximo Gómez, en la guerra de independencia, siempre esquivó esta área cenagosa por considerarla una trampa militar. Sería injusto condenar a los estrategas norteamericanos por desconocer la historia, más sería irresponsable exonerarlos por ignorar la geografía.
La CIA y el Pentágono reiteraron que preferían el Plan Trinidad, pero no se opusieron a la Operación Zapata, aun con las limitaciones impuestas por Kennedy. Es más, consideraron que ésta también tenía buenas probabilidades de éxito. El Presidente, por su parte, pidió que se siguiera trabajando en la Operación Zapata, disminuyendo aun más su "ruido", pero se reservó el derecho de cancelarla. (FRUS, X, 145-159)
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