lunes, julio 09, 2018

Esteban Fernández: COITOS DEL CRIMINAL Y CRÍMENES COMETIDOS CONTRA COMEBOLAS

COITOS DEL CRIMINAL Y CRÍMENES COMETIDOS CONTRA COMEBOLAS

 
Por Esteban Fernández
9 de julio de 2018

¿Qué pasó en enero de 1959? Que miles y miles de cubanos se desbordaron en apoyo incondicional de quien creyeron un dios y un héroe y resultó ser el más mezquino de los hombres.

Eso trajo millones de consecuencias dañinas para la nación. Les voy a contar un par prácticamente desconocidas por millones de compatriotas.

Creo innecesario decir que Fidel Castro Ruz      -quien siempre fue un engreído- aceptó completamente y se creyó a pies juntilla el endiosamiento. Confundió eso de “Esta es tu casa Fidel” con “Este es tu culo, Fidel”

Él consideró –y se lanzó a conseguirlo- que se le podía abalanzar a toda mujer fidelista que le gustara.

Daba lo mismo si era la esposa de un comandante, de un capitán, de un ministro, la mujer de un dignatario extranjero o de un escritor famoso.

Llega al extremo de, a lo descarado, gustarle la viuda -tras despedir su duelo-  de un “mártir” oficial del Ejército Rebelde, y lanzarle a sus perros de presa a camelársela.

Porque él nunca se dignaba a fajarle a nadie, para eso tenía a sus cúmbilas de cachanchanes y guardaespaldas que se lanzaban a informarle a la mujer: “El comandante está muy dolido con la muerte de su valiente esposo, desea entrevistarse con usted en el cuarto del Habana Libre”.

Si determinada dama se negaba o quería dar un escándalo, o comenzaba a pregonar que “el comandante era un mal palo” -algo que todas coincidieron en decir- se les aparecían Camilo o Ramirito para asustarlas u ofrecerles un par de miles de pesos cubanos o un puestecito en un ministerio. Sólo le  decian: “Tú cállate que te conviene”.

Personalmente me enteré de un teniente de las milicias que estuvo ocho meses preso en “El Príncipe” porque Fidel se encarnó en su novia.

Cuando a través del país -y eso yo lo pude palpar de cerca- una mujer recibía varios cestos llenos de manjares y vinos importados, ya los pícaros sabían que era el comienzo que terminaría en el lecho apestoso del comandante en jefe.

Y otra tontería funesta fue producida por la ingenuidad de los guatacas que se creyeron que Fidel Castro de verdad era un tipo accesible y fácil de sonarle un abrazo.

En realidad -ya desde la Sierra- el monstruo estuvo rodeado de una guardia pretoriana (asesinos, judocas, campeones de tiro) que le partían el carapacho al ingenuo que le partiera de sopetón para encima. Si tenían buenas o malas intenciones les importaba un bledo.

Así es que el arrodillarse ante un miserable caudillo trajo como consecuencias la destrucción de país pero también muchos cabrones, tarrudos, mujeres voluntaria o prácticamente obligadas al coito, y simpatizantes barridos por las ráfagas de las ametralladoras AK47 tratando de lamerle las botas al genocida.
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Nota del Blogguista

Muy buen artículo de Camilo Loret de Mola donde muestra realmente lo que ha sido el feudo y ¨el derecho de pernada¨ en la finca del sátrapa.
El hombre nuevo que se decía construir, ha sido una de las hipocresías más grande de la tiranía.

Ellas tienen el atenuante de la inmadurez con su recién estrenada juventud y la admiración hacia aquellos supuestos héroes y salvadores de la Patria; ellos ....

Conocí muy ligeramente a dos de esas Reinas o Estrellas del Carnaval Habanero, una era de Guanabacoa y estudió Licenciatura en Química cuando yo estudiaba Matemática a finales de los 60s y principios de los 70s, cuando ella fue elegida estaba en el Pre de Guanabacoa ; la otra vivía a la entrada de Mantilla y fue de las últimas que hubo.

Me parece, no estoy seguro, que la protesta fue con la elección de la pobre y desgraciada Georgette, estudiante universitaria de la CUJAE, si mal no recuerdo.En su sepelio fue la única vez que hablé con El Caballero de París, ya queme hizo ciertas preguntas al ver el entierro.
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Tomado de http://www.penultimosdias.com

Reinas

Por Camilo Loret de Mola





Para las más bellas había opciones añadidas. La posibilidad de convertirse en estrella prometía un futuro luminoso en una época en que todo sucedía una vez al año. Con entusiasmo, las hermosas criollitas se sometían cada verano al escrutinio de un jurado improvisado para seleccionar a las ninfas que presidirían los carnavales habaneros.Eran arropadas con maxifaldas y mitones calurosos, sentadas como tontas en una carroza de brillos y falsos espejos, remolcadas por un tractor soviético que mal disimulaba su rojo chillón entre estrellas y lunas de papier mache. Las ganadoras desfilaban por el malecón de la ciudad, lanzando serpentinas tan lejos como podían, como si con cada esfuerzo se desprendieran de las libretas de racionamiento, los apagones y las guaguas.



A diferencia del Grupo de Apoyo del Comandante en Jefe o la difícil escuela del MINFAR, la selección de las bellas del carnaval era una cantera de cuadros, un vivero humano o servicio de de asistencia para los más altos niveles de la Revolución donde la capacidad de trabajo o la vinculación a las actividades políticas no ejercía influencia alguna.

Por supuesto, la aventura no terminaba luego de figurar cada noche después del Alacrán. El verdadero escenario comenzaba cuando las divas descendían de la carroza. Era entonces que se iniciaba el jugueteo profesional, la puja, la subasta revolucionaria por las hembras.Como mercancías de lujo, las elegidas serían disputadas entre los generales y doctores del momento. Estos segundos espectáculos nunca fueron televisados, ni tuvieron lugar a la vista de palcos, tribunas y borrachos. A puertas cerradas, lejos de “afrokanes” o guaracheros, los panzones y las valkirias discutían contratos prenupciales antes de someterse a la cabalgata final. De tales concilios se desprendieron matrimonios famosos, amantes históricas y hasta algún que otro crimen pasional.



Al populacho sólo se le permitía disfrutar del paseo triunfal de cada noche y de los bretes de la selección inicial. En esa época en la que toda actividad social había sido sustituida por consignas y mártires, poder seguir por unos momentos la pasarela, los desfiles y las preselecciones de las aspirantes era como un escape nocturno al mundo de Oz.

El duelo de belleza se dirimía en el coliseo de la Ciudad Deportiva, la televisión y la radio reportando en vivo y ventas de tiquetes para cajitas y bebidas: audiencia garantizada y cautiva. Muchas veces la favorita era descalificada por razones que nunca quedaban claras. Como en aquella oportunidad en que ganó una muchacha con el corte de pelo estilo “medieval” y el sugestivo apellido Tirado, mientras el auditorio prefería a una hermosa trigueña con el número 14. Todos los presentes, las más de dos mil personas que habían aplaudido como autómatas hasta ese momento, de repente corearon hasta el cansancio el dígito de la despojada. Los métodos de edición y postproducción de la época no permitían modular la trasmisión y el evento llegó sin censura a todas las casa como un ejemplo de indisciplina social, con una reina que recibía la corona entre rechiflas y unos luceros asustados por el tremendo alboroto. La animadora que cubrió el show nunca pudo superar los improperios que le dedicaron y hasta el día de su muerte la sola mención del número 14 en su presencia provocaba una tensión evidente y una retahíla de justificaciones tardías. Al final, la reina rechiflada y la aspirante descalificada tuvieron su merecido consuelo en los brazos de sendos generales.



En la otra selección, la que se hacía a puertas cerradas, también se respetaban niveles y escalafones. El alcalde de la Habana, con algo de beduino a cuestas, y el Presidente de la FEU, una especie de leprocornio alcohólico, servían de pastores del rebaño de lujo, y mantenían informado al sátiro mayor de la calidad de la manada de ese año y mientras preparaban a las damas para el encuentro trascendental, jugaban a confesores y cómplices entre los senos de las aspirantes al trono.

Agrupadas en uno de los hoteles de lujo que quedaban y siempre simulando sorpresa, las aspirantes finalistas eran sometidas al examen del nuevo dueño, quien llegaba palpando nalgas y sopesando bocas para luego dictar preferencias y orden de consumo. Los esfuerzos por ocupar los primeros puestos de la lista se hacían evidentes durante el corto encuentro inicial: sobreactuaciones, miradas lánguidas y excesiva atención a cada chiste o comentario inocuo del dictador. También se valía algún empujón o un codazo oportuno a la rival cercana: olvidar un poco la compostura podía ayudar a montarte en el carro de la suerte. Las no favorecidas quedaban a disposición de las rondas de consuelo.

La crème de la crème era invitada al cumpleaños más importante del país, como si se tratara de una especie de regalo de los organizadores. De allí a terminar simulando gozo entre las sábanas del poder y compartiendo su desnudez ante las miradas de los escoltas, sólo había un paso. Algunas no sobrevivieron al juego, como la hermosa de nombre francés, que atribulada por su romance oportuno, cruzó la calle ensimismada, coincidiendo con un temible Berliet, camión francés que obligó al ministro de gobierno a aparentar en velatorios como si se tratara de un amante real.

El espectáculo terminó por desaparecer, pero no el deporte de los nuevos príncipes, sátiros verdeolivo en busca permanente de las ninfas de turno.

Hoy, divorciadas o con maridos venidos a menos, repasando por última vez el paquete de fotos manchadas, releyendo cada recorte de prensa o pedazo de papel que lanzarán definitivamente al fuego de las vanidades, aquellas reinas de una noche comprenden que también fueron víctimas, manipuladas y abandonadas justo con la aparición de sus primeras arrugas o el ensanchamiento de la cintura, juguetes del retozo de los poderosos. Mujeres comunes que en su belleza creyeron encontrar un atajo a la felicidad y hoy sobreviven sus miserias mientras extrañan a los nietos en el exilio.

Camilo Loret de Mola
Miami
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Algunos comentarios dejados en Penúltimos Días

farandula // Aug 23, 2009 at 2:25 am

La Tirado con Alejandro Ronda, el general de los pichos duros que traiciono a Abrantes y lo chivateo con Raul
La del numeral 14 con el Gallego Franco, viceministro de orden interior que se fue con la causa 2 del 89.
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19 vicky // Aug 23, 2009 at 10:08 am

Pues no me parece que el tema sea de peso, en aquel entonces muchos querian estar muy cerca del poder. A lo mejor enredados en el medio se creyo que la actuacion era lo mejor, puede ser que como a muchos, al final cayeron en desilucion total…
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20 thelma // Aug 23, 2009 at 8:06 pm

Georgette no se si asi se escribia. a Mabel…. cuantas…..
Por cierto el otro dia vi a Rebellon ni lo conocia de lo avejentado que esta y enfermo.
No por eso siento pena.
T
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hija // Aug 25, 2009 at 8:42 pm
Mi madre fue estrella y nunca tuvo fotos de esas, no fueron todas