jueves, octubre 18, 2018

Alfredo M. Cepero: YA SE ACERCA LA HORA DE CUBA


YA SE ACERCA LA HORA DE CUBA

Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
Sígame en: http://twitter.com/@AlfredoCepero

"A cada cerdo le llega su San Martín".

Al igual que una proporción considerable de los compatriotas de mi generación llevo casi seis décadas trabajando por la caída de la grotesca tiranía de los bastardos y apátridas nacidos en Biran. Luego, anunciar que ya se acerca la hora de nuestra victoria podría hacerme objeto de la duda de los incrédulos y de la burla de los miserables que, contra toda realidad, afirman que el horrible proyecto ha sido todo un éxito. Afortunadamente, no escribo para complacer a nadie ni me inhiben las opiniones ajenas. Cuando se trata de Cuba y de su futuro me guían únicamente su felicidad y la búsqueda de la verdad según la percibo. Y, en este mes de octubre de 2018, mi percepción de la verdad me indica que el edificio de la tiranía se derrumba y que los puntales externos que han prolongado su existencia están carcomidos por el comején de la ineficiencia, de la opresión y de la injusticia. Toda la América despierta y Cuba ya está cerca de despertar de su larga y alucinante pesadilla.

Pero, después de este párrafo optimista, hasta los lectores que concuerdan con mi opinión deben de estar pidiendo que la justifique. Por lo tanto, comparto con ustedes las razones en las que baso mis afirmaciones. Comienzo por los Estados Unidos, quienes, para bien o para mal, han sido los que han desempeñado el mayor papel en nuestro drama nacional. Y, como hablar del pasado sería un proyecto demasiado largo, me concentraré en los actuales acontecimientos bajo el gobierno del Presidente Trump.

Hace un par de semanas, el embajador estadounidense ante la Organización de Estados Americanos, Carlos Trujillo, declaró a América TV que Estados Unidos dará el mismo tratamiento a Cuba, Venezuela y Nicaragua, y no se reunirá con los gobernantes de estos países mientras sigan violando los derechos humanos y erosionando la democracia. Acto seguido, apuntó: "Son los mismos sistemas, la misma ideología, los mismos personajes". Indicó asimismo que Washington seguirá la misma línea en su política hacia Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Por su parte, el jefe de Trujillo, Secretario de Estado, Mike Pompeo, declaró que los Estados Unidos están preparando una "serie de acciones" en los próximos días para aumentar la presión sobre el Gobierno del dictador venezolano, Nicolás Maduro. Y, en una entrevista con la cadena Fox News, manifestó: "Verán en los próximos días una serie de acciones que seguirán aumentando el nivel de presión contra los dirigentes venezolanos, quienes trabajan directamente en contra del mejor interés del pueblo venezolano". Lo importante de estas declaraciones es que, cualquiera ligeramente familiarizado con la diplomacia y con la política internacional, sabe que estos dos funcionarios no harían declaraciones tan drásticas sin el permiso de su jefe.

De ahí la importancia de las palabras del Presidente Trump ante las Naciones Unidas. En un discurso donde Trump ignoró las delicadezas diplomáticas, pidió ayuda internacional para "restaurar la democracia en Venezuela" y criticó a los patrocinadores cubanos que han llevado dicho país a la ruina. Acto seguido, agregó: "Actualmente somos testigos de una tragedia humana sin precedentes en Venezuela. Más de dos millones de personas han huido de la angustia infligida por el régimen socialista de Maduro y sus patrocinadores cubanos".

A quienes me argumenten que esas promesas las hemos escuchado de políticos anteriores y que las palabras se las lleva el viento les recuerdo que Donald Trump no es un político tradicional y que los vientos apacibles y retóricos de Barack Obama se han convertido en vientos huracanados y pragmáticos bajo Donald Trump. Digo con absoluta certeza que Trump no se parece a ninguno de sus predecesores en la Casa Blanca. Es un capitalista exitoso y convencido que, tal como afirmó ante la ONU, detesta el sistema comunista. Allí dijo: "Virtualmente en todos los lugares donde el socialismo o el comunismo se han ensayado, han producido sufrimiento, corrupción y ruina".

En este sentido, Donald Trump comparte en gran medida la filosofía política de Ronald Reagan donde el anticomunismo era prevalente y abierto. Pero en nada se parece a él en estrategia, táctica o temperamento. La estrategia de Reagan era a largo plazo, su táctica era la de la persuasión y su temperamento estaba matizado por la ecuanimidad. Donald Trump anda de prisa, lo mismo utiliza la persuasión que la intimidación y despliega un temperamento explosivo que pone a la defensiva a sus enemigos. Aprieta el gatillo sin dar aviso y sin pedir permiso. Eso es lo que tiene temblando a los tiranos de Cuba y esperanzados a quienes luchamos contra ellos.

El panorama al sur del continente es igualmente ominoso para la mafia senil que cambia de cara para seguir usurpando el poder. Un joven que, a diferencia del títere Díaz Canel, de verdad manda en su país porque fue elegido democráticamente por sus conciudadanos, denunció a los dinosaurios de Cuba. Durante su reciente visita a Nueva York con motivo de las asambleas plenarias de la ONU, el Presidente de Colombia, Iván Duque, declaró: "Creo que la gran expectativa que tiene mi generación, que la gente de América Latina tiene hoy, es que podemos eliminar cualquier forma de dictadura en el hemisferio en los próximos años". Y, para no dejar dudas, afirmó: "Eso envuelve también a Cuba".

Las expresiones categóricas de Duque son confirmadas por las corrientes de democracia que recorren el sur del continente. Los bastiones de la izquierda que le dieron cobertura a La Habana en organismos internacionales como la OEA han caído bajo el peso de su corrupción y de su ineficiencia en los últimos tres años. La inclinación del péndulo hacia la derecha ha sido drástica y ha sido rápida. Por la borda se han ido los aliados del castrismo en Ecuador, Argentina, Chile, Colombia y Brasil. Ni Lenin Moreno, ni Mauricio Macri, ni Sebastián Piñera, ni Iván Duque quieren ser identificados con los opresores del pueblo cubano.

Hasta países caracterizados por su antagonismo hacia Washington y su alianza con La Habana han cambiado el tono y la dirección de su política internacional. En Brasil, Lula está preso por mentiroso y por ladrón mientras su discípula Dilma Rousseff no fue capaz siquiera de ganar su postulación al senado por su estado nativo de Minas Gerais. Al otro lado del espectro ideológico, el conservador y nacionalista Jair Bolsonaro cuenta con altas probabilidades (58 % Bolsonaro frente a 42% de Haddad) de alzarse con la presidencia de Brasil en la segunda vuelta electoral del 28 de octubre. En uno de sus discurso de campaña, Bolsonaro la emprendió contra la izquierda internacionalista diciendo: "Nosotros somos un pueblo orgulloso de nuestros colores y no queremos importar ideologías que destruyan nuestra identidad".

Y para no quedarse fuera del juego, hasta el vociferante Manuel López Obrador se inclina a poner a un lado su izquierda y entablar un diálogo de cooperación con Donald Trump. El nuevo presidente mexicano podría darle una sorpresa a los analistas políticos y, como Trump, resultar más un pragmático que un ideólogo. Con esta movida demuestra que su interés podría ser promover los intereses nacionales de México antes que hacer causa común con una tiranía en acelerado proceso de extinción. Muy mala noticia para La Habana.

Raúl Castro, quien sigue mandando en Cuba, ya no tiene aliados que encubran los asesinatos de su régimen de oprobio y le garanticen acceso a la comunidad internacional. Tiene incondicionales desprestigiados como Nicolás Maduro, Daniel Ortega y Evo Morales que ya nadie escucha y la mayoría del mundo condena. Este eje del mal tiene los días contados. Y, junto a ellos, la larga noche de odio, sangre, dolor y miseria de la tiranía castrista irá a parar al basurero pestilente de la historia negra de América.

10-16-18