martes, octubre 16, 2018

Esteban Fernández: A CABALLO REGALADO

A CABALLO REGALADO


Por Esteban Fernández
13 de octubre de 2018

Una de las palabras más bien recibidas en todos los idiomas es la palabra “gratis”. En Inglés es “Free”. Cuando preguntamos “¿Cuánto cuesta eso?” y nos responden: “Es gratis, llévatelo”, inmediatamente esbozamos una sonrisa de agradecimiento. Brincos de alegría damos.

Pero inmediatamente pasamos ipso facto de la euforia inicial que nos produce el “Free” a considerar que lo que nos regalan debe ser tremenda mierda.

Vamos a suponer: llegamos a una peletería, vemos tres pares de zapatos que nos gustan, unos Florsheim   que valen 150 dólares, otros que valen 75 dólares, y el empleado nos dice: “Chico, esos son gratis, te los regalo, llévatelos”. Inmediatamente pensamos que lo regalados son recia basura, vaya ni de piel son.

Recuerdo lo bravo que yo me ponía cuando alguien se refería al Semanario 20 de Mayo como un “periodiquito”. Y el director Abel Pérez filosóficamente me explicaba: “Eso es porque los regalamos”. Aquí en California los iniciadores de dar gratis los periódicos fueron Filiberto Rivero, Renán Romero y Daniel San Román.

Y la gente se acostumbró a recibirlos gratis y llamar “periodiquitos” a La Prensa de los Ángeles, América Libre, La Voz Libre y 20 de Mayo.

Junto a Antonio Rotella (y me puede servir de testigo) repartíamos el 20 de Mayo.  Semanalmente en la puerta del Camagüey Marquet en Culver City nos esperaban tres ancianas, Rotella se refería a ellas diciendo “¡Mira, Estebita, ahí está tu fan club esperándote!”

Me trataban como si yo fuera un artista de cine, y colmaban de elogios mis escritos. Un día, en broma, les dije: “Señoras, de ahora en lo adelante vamos a cobrar 25 centavos por cada ejemplar del 20 de Mayo”.

Pa’qué fue aquello, tremenda braveza que cogieron mis viejas “admiradoras”, les dio un yeyo, casi me insultaban, y jamás volví a verlas esperándome en la puerta del Camagüey Marquet.

¿Saben dónde tuve más problemas como encargado de la tienda de cambios de cheques en Canoga Park? Regalando cosas. Mi mayor fallo fue hacer favores.

Me parecía absurdo que después que el cliente pagara cinco dólares por cambiar un cheque encima de eso cóbrale 25 centavos por un rollo de “quarters”, y no les cobraba. ¿Qué pasaba?  Que el día off mío llegaba ese cliente y le formaba tremendo escándalo a la infeliz cajera que cumpliendo con su deber le cobraba 25 centavos.


Otra tontería mía fue no cobrarles por nada a los tres o cuatro clientes cubanos que tenía. Vaya, por el mero hecho de ser cubanos. La única que me salió buena y tranquila fue Tania Estrada. Pero, imagínense ustedes el berrinche que formaban mis compatriotas cuando yo no estaba allí y las muchachas de todas las nacionalidades les cobraban como era su deber.

Riéndose mis compañeros de trabajo me decían “Menos mal que este changarro no está en Miami, porque allí tú lo harías quebrar no cobrándoles a miles de  tus compatriotas”.

Y el colmo fue cuando mi Toyota estaba cancaneando y mi hija Sandra me dijo: “Papi, yo me voy a comprar un carro nuevo, quédate con mi VW Jetta del 2005, te lo regalo”. Mi respuesta inmediata fue decir: “Ay, Sandy, debe estar todo destartalado ese carro”. Pobrecita, estoicamente no me dijo nada, y tuve que tragarme mis palabras cuando el auto resultó estar en magníficas condiciones.


Por lo tanto, siempre hay que tener presente la frase: “A caballo regalado no se le mira el colmillo”.