martes, octubre 15, 2019

¿Por qué Díaz-Canel no es más que un administrador?. Roberto Álvarez Quiñones muestra una anatomía del poder castrista, con su jerarquía superior y su jerarquía subordinada.


Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Después del golpe del 10 de marzo de 1952 se llevaron a cabo elecciones en 1954. Batista y algunos de sus cercanos colaboradores querían convocar a elecciones lo antes posible para mostrar sus intenciones democráticas; otros de sus cercanos colaboradores le aconsejaban a Batista que esperara a que la Oposición política le pidiera convocar a elecciones. Batista se inclinó por la primera variante y convocó a elecciones para noviembre de 195A; la oposición al ver que se acercaban las elecciones y no tenían posibilidad de ganar se fue al retraimiento; Ramón Grau San Martín fue el último al irse al retraimiento dos días antes de las elecciones donde no tenía ninguna posibilidad de ganar segun  Manuel Márquez-Sterling que es el historiador de la fuente (2) que veremos en el siguiente fragmento extraido de Wikipedia. Manuel Márquez-Sterling  está muy lejos de haber sido, o ser, un simpatizante de Batista, al ser el hijo de Carlos Márquez Sterling el oponente más fuerte que tenía el candidato oficialist a Andrés Rivero Agüero en las elecciones del 3 de noviembre de 1958 y haber sido un crítico y opositor político a Batista .

Los resultados de esas elecciones de 1954 fueron:
Tomado de http://es.wikipedia.org

Elecciones presidenciales de Cuba de 1954

Las elecciones presidenciales de Cuba de 1954 se llevaron a cabo el 1 de noviembre de ese año (1). Fulgencio Batista fue elegido presidente de la República para el período 1955-1959.
A lo largo de 1954 hubo algunos intentos de sabotaje al proceso electoral, incluyendo un complot organizado por el ex presidente Carlos Prío Socarrás y su ex Secretario de Educación. Durante la campaña electoral, Ramón Grau mostraba una importante intención de votos, pero no la suficiente para triunfar (2).
Los abstencionistas, que en general apoyaban a Prio, los Ortodoxos y los Comunistas boicoteaban los actos de Grau, irrumpiendo en los mismos con consignas revolucionarias. Los actos de Batista, por el contrario, se desarrollaban sin disturbios (2).
El ex presidente Grau, sospechando que Batista cometería fraude, renunció a su candidatura dos días antes de los comicios. Batista fue entonces elegido presidente sin oposición. La participación se redujo a un 52,6% frente al 79,5% de las elecciones de 1948 (3).

(1)Aquel 30 de septiembre de 1954 Juventud Rebelde, 29 de noviembre de 2009.
(2) Cuba 1952-1959: The True Story of Castro's Rise to Power . Manuel Márquez-Sterling. Páginas 56-57. ISBN 978-0-615-31856-1
(3) Cuba: order and revolution. Jorge I. Domínguez. Página 124. ISBN 0-674-17925-0
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En el libro ¡25448, No! Roberto Martín Pérez, de Rafael Cerrato Salas
se lee
"Batista anunció elecciones para noviembre de 1954. Se presentaron a estos comicios Batista y Grau San Martín, quien se retiró en el último momento consciente de su derrota, alegando sus partidarios habían sido aterrorizados. Batista fue elegido presidente con el 45, 1 % de los votos. Grau recibió sólo el 6, 8 %. A partir de este momento quedaba restablecida la constitución de 1940."


Este bloguista tiene la opinión que fue un gran error de Batista postularse en esas elecciones celebradas el 1 de noviembre de 1954.

En enero de 1958 Fulgencio Batista había restaurado después de un breve tiempo, las garantías Constitucionales en el país pese a la actividad subversiva existente. Según se lee en el libro oficialista En el último año de aquella República del autor Ramiro J. Abreu (un exoficial del MININT y funcionario entonces del Departamento América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba en esos años ochenta en que fue publicado dicho libro en Cuba y prologado por Carlos Rafael Rodríguez, entonces miembro del Buró Político del PCC), Batista hizo ciertos cambios en su gabinete, compulsado por ciertas fuerzas políticas nacionales y extranjeras y hasta por el propio Nuncio, Monseñor Centoz, que conllevara a una nueva imagen del régimen y a una solución no violenta a la situación política del país. En ese libro se lee que Batista en marzo de 1958 le propuso al Movimiento 26 de Julio que participara como un partido político en las próximas elecciones del 1 de junio de 1958 junto a los otros partidos. Fidel Castro se negó alegando que esa proposición era una trampa de Batista. Los que hemos padecido la tiranía Castrista este medio siglo, sabemos que la verdadera razón de la negativa de Fidel era que no quería Poder, sino todo el Poder y de manera vitalicia.

Para sabotear  las elecciones generales programadas para el 1 de junio de 1958  Fidel Castro y Faustino Pérez  dan  públicamente indicaciones terroristas para abortar la celebración de dichas elecciones.  Las indicaciones para ese incremento de las acciones por parte del M-26-7 están dadas por Fidel Castro en su Manifiesto del Movimiento 26 de Julio Al Pueblo, del 12 de marzo de 1958, el cual también está firmado por Faustino Pérez. Dicho manifiesto tenía un carácter indudablemente TERRORISTA. Fidel Castro en dicho manifiesto plantea, según Carlos Márquez Sterling en http://cuba1952-1959.blogspot.com : que todas las fuerzas obreras y estudiantiles de la isla fueran a una huelga general, que sería apoyada militarmente por el Ejército Rebelde. Este manifiesto prohibia los viajes de cualquier tipo en la provincia de Oriente desde el 1 de abril, y anunció que los rebeldes abrirían fuego sin advertencia previa a cualquier vehículo que violara esa disposición. Asimismo, decretó que todos los pagos al gobierno debían de cesar, y que quien hiciera los pagos al gobierno, incluido los impuestos o tasas, sería considerado un traidor antipatriota y culpable de un acto contrarrevolucionario. A los que que trabajaran en el gobierno en los puestos administrativos o en los tribunales se les ordenó a renunciar. A los militares se les advirtió que serían juzgados como criminales, a menos que desertaran o se unieran al Ejército Rebelde. El manifiesto terminaba pidiendo que la gente diera su apoyo a la campaña de exterminiar a todos aquellos que sirvieran a la tiranía con las armas, declarando que a partir del 5 de abril comenzaría una guerra total y que tendrían la necesidad de aniquilarlos a donde quiera que estuvieran, como los peores enemigos de la libertad y la felicidad. Las elecciones de 1 de  junio de 1958 se suspendieron por el clima de terror e inestabilidad que provocaron las fuerzas antibatistianas,

En las fraudulentas elecciones del 3 de noviembre de  1958, el terror por las amenazas y las acciones del Movimiento 26 de Julio también  fue  un factor que contribuyó grandemente a ese fraude  pues el M-26-7, que  ya estaba  bajo control total de Fidel Castro Ruz después del fracaso de la Huelga de Abril,  había expresado llevar a cabo para las elecciones lo mismo que se había anunciado primeramente para el anuncio de elecciones el 1 de junio de 1958 y que conllevaron a que se suspendieran en esa fecha. Muchos de los votantes ante las amenazas de sabotajes, explosiones, revueltas, tiroteos y el ¨ajusticiamiento ¨de aquellos que votaran, dieron sus cédulas electorales a otras personas conocidas como ¨sargentos políticos ¨; los ¨sargentos políticos¨ simpatizantes del régimen de Batista no tuvieron grandes dificultades para usar esas cédulas.  Para darnos cuenta  del horror que sentía Fidel Castro a una salida electoral de la situación cubana  recordemos que DURANTE DÉCADAS   el haber votado en esas elecciones de 1958 inhabilitaba de manera automática  para ser militante del Partido Comunista de Cuba.  


En las elecciones del 3 de noviembre de 1958, el voto fue obligatorio;  los candidatos presidenciales y vicepresidenciales  fueron los siguientes:

• Andrés Rivero Agüero y Gastón Godoy y Loret de Mola por la Coalición Progresista Nacional que estaba  conformada por los partidos: Partido Acción Progresista, Partido Liberal, Partido Demócrata y Partido Unión Radical.
• Ramón Grau San Martín y Antonio Lancís Sánchez fueron los postulados por el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico).
• Carlos Márquez Sterling y Rodolfo Méndez Peñate lo fueron por el Partido del Pueblo Libre.
• Alberto Salas Amaro y Miguel Ángel Céspedes por el Partido de Unión Cubana.
Observación: El Partido Nacionalista Revolucionario no constituyó su Asamblea Nacional y por tanto, no tuvo reconocimiento. En algunos municipios hizo postulaciones.

La reacción de la flamante tiranía  fue  abolir todos los partidos políticos en la que se incluyó  a los partidos políticos opuestos a la coalición oficialista  encabezada por  Andrés Rivero Agüero, quien era una persona honesta y que  hubiera sido también una buena figura política para llevar a cabo una transición.



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¿Por qué Díaz-Canel no es más que un administrador?

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Una anatomía del poder castrista, con su jerarquía superior y su jerarquía subordinada.
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Por Roberto Álvarez Quiñones
Los Ángeles
14 octubre 2019

El  "paripé" de restablecer el cargo de presidente de la República de Cuba solo sirvió para evidenciar el inmovilismo (ya de índole criminal) de la gerontocracia militar que manda en el país, cuando más se requiere de cambios para paliar al menos la grave crisis económica que padece. También mostró el anacronismo del modelo estalinista, ya a punto de finalizar la segunda década del siglo XXI.

Miguel Díaz-Canel, un hombre gris, inepto para dirigir gobierno alguno pero muy obediente —que es lo que cuenta aquí— se convirtió en la nueva versión de Manuel Urrutia  y de Osvaldo Dorticós, los otros dos presidentes de mentiritas de la República desde 1959 sin el apellido dinástico de Castro.

Ello hizo recordar que en Cuba no hay elecciones democráticas desde 1948. O sea, que los cubanos no eligen a sus gobernantes desde hace 71 años, cuando se realizaron los últimos comicios y resultó vencedor Carlos Prío Socarrás, quien obtuvo 905.200 votos, contra los 608.000 que logró su principal contendiente, Ricardo Núñez Portuondo.

No hay en la Isla un presidente de la República civil, con poder real de jefe de Estado y Gobierno desde que en febrero de 1959 Fidel Castro le dio un golpe de Estado "invisible" a Urrutia.


Al entrar en La Habana el 8 de enero de 1959 Castro I declaró que no le interesaba el poder y no aspiraba a ningún cargo público. Pero solo se aguantó por 37 días. El 13 de febrero de 1959  sustituyó la Constitución de 1940 por una Ley Fundamental redactada por él mismo —con la ayuda de Dorticós— y  convirtió el cargo de primer ministro en jefe de Gobierno por encima del presidente de la República.

Tres días después Fidel asumió como primer ministro. Urrutia devino figura protocolar y mediática, sin poder real. En julio de 1959  el comandante lo obligó a renunciar por anticomunista, y nombró a Dorticós, igualmente sin poder alguno.

Anatomía del castrismo: jerarquía superior y subordinada

El mundo y los propios cubanos conocen muy poco cómo funciona el poder político real en la Isla. La Constitución establece que el Partido Comunista (PCC) "es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado".  Eso no es cierto. La máxima instancia de poder es un grupo de militares que de hecho conforman una Junta Militar encabezada por Raúl Castro.

Cuba está a años luz de la democracia moderna que se afinca en la independencia de los tres poderes públicos (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), algo que retomando a Platón y Aristóteles formuló el barón de Montesquieu hace 271 años (El espíritu de las leyes, 1748).

En la Isla no hay tres poderes sino solo dos, que agrupan un menjunje institucional que cual hidra mitológica tiene al menos 10 cabezas, controladas por un solo hombre que gobierna auxiliado por la Junta Militar ya mencionada.

Esos dos grandes poderes constituyen lo que bien podrían llamarse jerarquía superior y jerarquía subordinada. La primera incluye, por orden de fuerza real, al dictador, la Junta Militar, el Buró Político del PCC y el Comité Central del PCC con su Secretariado.

La subordinada la conforman el presidente de la República, el Consejo de Estado, el primer ministro (aún por nombrar) y el Consejo de Ministros, y la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP). Vale aclarar que el tirano también controla al Poder Judicial, como los reyes y emperadores en la antigüedad.

La crème de la crème castrista

Luego de Castro II, con más poder personal que el Rey Sol Luis XIV de Francia ("L’Etat, c’est moi" , "El Estado soy yo") está la Junta Militar, la crème de la crème del régimen, integrada por los comandantes históricos Ramiro Valdés y Machado Ventura, los generales Leopoldo Cintras Frías, ministro de las FAR;  Alvaro López Miera, viceministro primero de las FAR y jefe del Estado Mayor; Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, zar de las empresas militares; y Julio Cesar Gandarilla, ministro del Interior.

También la conforman los generales de tres estrellas Ramón Espinosa y Joaquín Quintas Solá, viceministros de las FAR; el hijo del dictador, coronel Alejandro Castro Espín; así como los jefes de los tres ejércitos (Occidente, Centro y Oriente) y dos o tres generales más cuyos nombres pueden variar según su cercanía con el dictador, y uno de los cuales ahora es Leonardo Andollo. La Junta Militar no tiene corporeidad física, no existe formalmente, trabaja tras bambalinas.

En el Buró Político del PCC, actualmente con 17 miembros, solo cuentan los seis militares (Castro II, Machado, Ramiro, Cintras Frías, Espinosa y López Miera). Ellos deciden, los otros 11 miembros escuchan, opinan si los dejan, y aprueban lo que deciden los militares.

El Comité Central del PCC, con unos 140 miembros, aprueba  todo lo decidido "arriba". Su misión es controlar el Gobierno y toda la sociedad con mano de hierro mediante un aparato burocrático multifacético. Sus jefes de departamento y de sección dirigen a los ministros, al Consejo de Estado, la ANPP, los organismos centrales, los medios de comunicación, la cultura, la enseñanza, las organizaciones de masas, y las instancias de PCC en todos los niveles. La política exterior no se traza en el MINREX, sino en el Departamento de Relaciones Internacionales del Comité Central.

El Secretariado, con nueve miembros, es la cúpula del aparato burocrático del PCC. Su función es burocrática, auxilia al Comité Central en la aplicación de las resoluciones y acuerdos del congreso.

La nomenclatura sometida

El presidente de la República, Díaz-Canel, ya se sabe que no lo es de verdad, sino solo en materia protocolar y burocrática. Debe rendir cuentas al Consejo de Estado y a la ANPP. Representa al Estado y le da nivel mediático a las reuniones a las que vaya.

Por cierto, como ahora el presidente del Consejo de Estado, Esteban Lazo, es también el presidente de la ANPP, resulta que Lazo se rinde cuenta a sí mismo, y de hecho goza de más independencia y poder formal que Díaz-Canel.

El Consejo de Estado, con 21 miembros, ejecuta los acuerdos de la ANPP entre una y otra reunión. Y se mezcla en tareas burocráticas.

El primer ministro, que será nombrado próximamente, será nuevamente quien se encargará del día a día burocrático del Gobierno, pero sin poder decidir nada importante. El Consejo de Ministros en la práctica tiene funciones  administrativas. Es dirigido realmente por el Comité Central del PCC. Y en la Asamblea Nacional del Poder Popular sus 605  "diputados" escuchan, levantan la mano y aprueban por unanimidad lo ya cocinado "arriba".

De Díaz-Canel es fundamental aclarar que no integra la Junta Militar. De ahí su condición de solo administrador de la burocracia estatal, sin verdadero poder ejecutivo, ni político-militar. Y eso pese a que la Constitución establece que el presidente de la República es el jefe supremo de las fuerzas armadas. ¿Se cree eso Díaz-Canel? ¿Le puede él insinuar siquiera al general Castro que no es el máximo jefe militar y "número uno" de Cuba, sino él, Díaz-Canel?

Por lo demás, lo ocurrido el 10 de octubre pasado fue resultado directo de la nueva Constitución, que es realmente el testamento que ha dejado Raúl Castro para atar las manos de sus sucesores y evitar que surja un Gorbachov que haga cambios violatorios del legado de Fidel Castro de "construir" el feudalismo en Cuba.

Castro II simplemente hizo una repartición de los principales cargos públicos del país para evitar que nadie, salvo él mismo, pueda concentrar mucho poder en sus manos. Ni siquiera el próximo primer secretario del PCC en 2021, que ya el general anunció será también Díaz-Canel.

Porque el menor de los Castro seguirá siendo el jefe de jefes hasta que la muerte lo separe del jamón y lo trasladen a su mausoleo en Sierra Cristal, Oriente.
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Carlos Márquez Sterling y las elecciones de 1958

Por Uva de Aragón

(Fragmento del ensayo Fusilamientos de la reputación: la política republicana. Carlos Márquez Sterling y las elecciones de 1958, por Uva de Aragón)



Publicidad del Partido del Pueblo Libre y de su candidato Carlos Márquez Sterling en el proceso electoral de 1958. El pie de foto original dice: «¿Quién conspira contra la felicidad de los cubanos, los que afirman de antemano que van a dar la brava, o los que llaman al pueblo para evitar que den esa brava?... » «No aceptes la brava de antemano; obliga al Gobierno a dar la brava si es que se atreve a darla nuevamente. ¿Cómo lo obligas? Pues teniendo tu cédula y concurriendo a votar…» Carlos Márquez Sterling.

Carlos Márquez Sterling fue el principal candidato presidencial de la oposición contra el candidato oficialista, Andrés Rivero Agüero. Uno de sus lemas de campaña fue «Ni con botas ni con balas, con votos». Ofreció una amnistía general a los revolucionarios, garantías para que depusieran las armas y se organizaran políticamente, y convocar a elecciones generales en dos años, no cuatro como estaba previsto en la Constitución que durara su mandato de ganar en las urnas. No aspiraría en dichos comicios. Buscaba facilitar un gobierno de transición.[1] Muchos fueron los «mensajes» que recibiera de los revolucionarios y de Castro personalmente durante la campaña política. Me limito a narrar dos. El primero fue el intento de apuñalearlo, el 2 de febrero de 1955, durante la irrupción en los salones de la Artística Gallega de miembros del 26 de Julio cuando se celebraba la Asamblea del Partido de Pueblo Libre y la proclamación de su candidatura a los comicios. [2] El otro ejemplo es el mensaje que Castro envía a Márquez Sterling de que se retire de los comicios, apoye la Revolución y él lo nombrará Presidente cuando triunfe. Márquez Sterling le contesta que así no desea llegar a la Presidencia, y que Castro lo que debe hacer es recomendarle a la ciudadanía que vote en vez de amenazarla.[3]

El argumento esgrimido contra las elecciones es que le «hacían el juego a Batista». O sea, que ayudarían a legitimar la dictadura. Márquez Sterling aseguraba, por el contrario, que un fraude no se produciría con una votación en masa y en caso de haberlo en tales circunstancias, confirmaría la falta de buena voluntad del régimen y surgirían «diez Sierras Maestras». Su fe en que Batista respetaría las urnas no era infundada. Se basaba, en primer lugar, en conversaciones con el entonces primer ministro Jorge García Montes, durante las cuales el alto funcionario se comprometió, en nombre de Batista, a que se acataría el resultado de las urnas, mientras que Márquez Sterling daba su palabra de que el Partido del Pueblo Libre no conspiraría contra el gobierno. Existía también el precedente de que Batista había llevado a cabo unas elecciones honestas en 1944 y transferido la presidencia a Ramón Grau San Martín, del Partido Auténtico. La lógica, además, hacía pensar que Batista comprendería la imposibilidad de mantenerse en el poder a la fuerza, y que aceptar la derrota de su partido en los comicios le ofrecía una salida sin sangre al país.

Sin embargo, como había predicho Márquez Sterling, la participación en los comicios se vio menguada por el acoso violento, lo cual facilitó el fraude electoral y la guerra civil cobró mayor auge tras el fracaso electoral.


Márquez Sterling fue detenido el 4 de enero de 1959 y aunque le permitieron regresar a su hogar al día siguiente, sufrió presidio domiciliario hasta marzo de ese año. Sus cuentas bancarias y su bufete de abogado fueron confiscados. Simultáneamente empezó a rumorarse que se preparaban unas pruebas falsas en su contra para enjuiciarlo y separarlo de su cargo universitario. A principios de junio el periódico Combate publicó una reproducción de 3 cheques emitidos por el gobierno de Batista de $50,000 cada uno pagaderos a las siglas CMS. No se mostraba ninguna firma al dorso que indicara si los cheques habían sido cobrados ni por quien. El periódico aseguraba, sin embargo, que representaban el pago a Carlos Márquez Sterling por haber participado en las elecciones. Un mes después, el 13 de julio de 1959, Márquez Sterling se asiló en la Embajada de Venezuela y se marchó del país. Murió en Miami a los 92 años de edad en 1991.

Estos cheques que no aparecen como cobrados y no llevan el nombre de Márquez Sterling, como es de rigor, sino sus iniciales, son la única pretendida prueba que el régimen ha ofrecido en 50 años sobre el soborno que supuestamente recibió para prestarse a la farsa electoral. Sin embargo, esta información aparece en los Archivos Nacionales de Cuba y en libros tan recientes como uno publicado en el 2008, en donde la cantidad se aumenta a $250,000, pero sin evidencia alguna de quien era realmente el destinatario de los famosos cheques ni de que hayan sido cobrados por persona alguna.[4] No sólo no se han producido jamás comprobantes ni indicios de ninguna transacción monetaria entre el gobierno de Batista y Márquez Sterling, que en el exilio vivió de su trabajó hasta los 80 años y murió pobre.

[1] Ver artículo de primera plana de Márquez Sterling en Diario La Marina, La Habana, 9 de agosto de 1958
[2] Márquez Sterling, Carlos. Historia de Cuba. Desde Colón hasta Castro. Nueva York: Las Americas Publishing Company, 1963, 416-417.
[3] Idem, 434
[4] Jiménez, Guillermo. Los propietarios de Cuba 1958. La Habana: Instituto del Libro Cubano, Tercera Edición, 2008., 503. Márquez Sterling no aparece como propietario, pues en 1956 había vendido su única propiedad, una casa en el reparto la Víbora, y se había ido a residir a la de su segunda esposa, Uva Hernández-Catá, viuda de Aragón. La referencia aparece en una entrada sobre su consuegro Antonio Sánchez Vaillant, dueño de un comercio de autos.