Es un blog diario digital conformado con los artículos, opiniones, ensayos, etc. del Catedrático universitario Lic. Pedro Pablo Arencibia Cardoso sobre diferentes temáticas de la problemática cubana, actual e histórica, así como por noticias y artículos de otros autores que se consideran de gran interés para profundizar en la realidad cubana.
Creo recordar que esos trajes de vinyl estaban hechos con una lona traida de Canadá para un carro descapotable o ¨convertible¨ y que Elenita Tablada tuvo algo que ver con conseguir la lona para hacer esos trajes ¨afocantes¨. Los Memes hacían furor en aquel entonces en la adolescentes y jóvenes de aquella época; en particular en el Preuniversitario de El Vedado.
Aunque muchos cuartetos vocales como Las D'Aida, Los Rivero o Los Rufino dejaron huella en nuestro pentagrama, pocos trascendieron tanto como Los Meme, y ninguno desapareció de la escena musical cubana en tan insólitas circunstancias como las que rodearon el final de ese cuarteto antológico.
Las voces de Farah María, Miguel Ángel Piña, Héctor Téllez y Meme Solís, que junto a Los Zafiros fueron el icono musical de la generación de los 60s, fueron silenciadas por el sinsentido comunista, que enarboló entonces un motivo realmente estúpido para condenarlos al silencio: violar la estética de la revolución.
Dice Armando que los jóvenes de entonces, para los que Jean Paul Sartre reclamó: "Fidel, no sacrifiques esta generación", aún suspiraban por las canciones de la época convulsa que les tocó vivir. La historia de Los Meme y su fanaticada resumen la inútil prisa por construir el hombre nuevo, la represión y el desencanto de la última revolución. Porque la de Cuba es historia de revoluciones -dice Armando- Y de música.
"En 1872, el General Calixto García atacó la ciudad de Holguín y decomisó los instrumentos de la banda municipal, porque sus integrantes en medio del tiroteo, no dejaban de tocar. Y en 1957, cuando los marineros de Cienfuegos se levantaban en armas, Santa Clara esperaba el show "Cuba Canta y Baila", con Olga Guillot y Fernando Albuerne, para inaugurar el teatro Cloris", dice López. Y se pregunta;.
¿Qué sería la historia de Cuba sin la anécdota? ¿Cómo entender a Cuba sin sus músicos?
He sabido yo que La Guillot se apareció en Santa Clara un día antes del show y su pianista, Bobby Collazo, aún no llegaba. Entonces el avispado empresario inventaría un concierto improvisado: Saldría a buscar al muchachito de Mayajigua, que estudiaba piano con Rita Chapú y se sabía todas las canciones de la Reina del Bolero.
(Armando López)
Sigue contando Armando López que entonces en Santa Clara ponían bombas como macetas con flores. El Instituto de Segunda Enseñanza era un polvorín y había ruido de fusiles, pero los camiones con altoparlantes anunciaban un concierto "sin igual" y el pueblo, (el mismo que escuchaba Radio Rebelde) colmó el teatro de la ciudad. Esa noche, José Manuel Solís, el hijo de Lolo y Balbina, con 14 años y un smoking alquilado, escuchó sus primeros aplausos, se sintió artista y se creyó estrella.
Olga Guillot, que le sabía un mundo al negocio, le pasó el brazo por encima y le susurró, maternal como era ella: "oye bien, niño; eres muy buen pianista, pero aquí nadie va a venir a buscarte, tienes que irte para La Habana". Y allá se fue José Manuel, a La Lisa, a la peluquería de una prima, donde en las noches le armaban un pimpampúm mientras buscaba trabajo de pianista en los garitos de la gran urbe. Porque La Habana, con más de mil clubes con música en vivo, se desentendía de revoluciones.
El 9 de abril de 1958, la huelga general no lograba paralizar la capital. Dicen que por esos días Sarita Montiel llenaba el teatro Blanquita y Nat King Cole desbordaba Tropicana. Frank Domínguez despertaba raras pasiones en La Gruta; José Antonio Méndez el ídolo de México, cantaba y bebía en el Saint John's. Los night clubs del Vedado querían estrellas. Para un recién llegado no era fácil convertirse en una de ellas. Estaba cara la plaza para un desconocido principiante.
Armando López recuerda que sería Fernando Albuerne quien pegaría a José Manuel en las noches habaneras. "Ponle una nota a mi pianista —le diría a un periodista— para que se empiece a conocer". Pero fue Gaspar Pumarejo, el fundador de la televisión en Cuba, el que protestó alegando que José Manuel no era un nombre artístico ni se iba con él a ninguna parte. Y como una hermanita suya le llamaba Meme, Pumarejo lo volvió a bautizar con ese nombre raro que haría historia: "¡Meme, ese será tu nombre!".
El rebautizado llegaría al popular Club 21 del Vedado de la mano del dueño, Raúl González Jerez. Pocas semanas después acompañaba a Elena Burke en el Casino del Habana Hilton y Guillermo Álvarez Guedes, que en su sello Gema, les grabaría el antológico LP La Burke canta. Fue su primer disco y su primera gran decepción: En la carátula sólo aparecía la foto de Elena. Meme no existía.
El 31 de diciembre de 1958, la consigna revolucionaria era 03C (cero club, cero cine, cero cabaret), pero no dio el resultado esperado. La indolente capital del espectáculo despedía el año y Meme descargaba en el Seven Eleven del Hilton con la Señora Sentimiento, cuando Batista escapó en tres DC4, y el populacho se despachó canibaleando los casinos. Máquinas tragamonedas, mesas de póker, ruleta y bacará arderían en las calles. La debacle.
El casino del Hilton se salvó en tablitas, pero dos meses más tarde cerraría por decreto, aunque ante la protesta de sus trabajadores, lo volverían a abrir. El juego era vicio en Cuba desde el siglo XVIII, pero para Agapito era una inmunda lacra capitalista a erradicar. Carlos Puebla cantaba ya en La Bodeguita del Medio, “Llegó el comandante y mandó a parar”. La Habana ya no era verde, sino roja.
Los cabarets permanecerían abiertos, la Freddy estallaba su vozarrón incomparable en el Cabaret del Capri, y Meme Solís acompañaba al Cuarteto D'Aida, entonces formado por Moraima, Omara, Aideé y Leonora en el Club 21, porque Aida Diestro estuvo un año con un brazo enyesado. Mientras tanto explotaba el barco La Coubre y nacía la pavorosa consigna "Patria o Muerte". Se avecinaba tormenta en el mundo de la canción ligera.
Lo que tenía de cantante Moraima Secada, curtida voz solista de Las D'Aida, también lo tenía de difícil de carácter. Rompió con Aida Diestro a golpe de escándalo, como solo ella sabía hacerlo, y le cayó encima a Meme con la cantaleta de que formara un cuarteto “para ella”. Al proyecto se sumarían Ernesto Marín y Wilfredo Riquelme. Nacían Los Meme, un cuarteto vocal que adoptaría la línea de los cuartetos de feeling, como Los Modernistas, pero con más fuerza interpretativa. Sí señor, Los Meme existieron gracias a la insistencia de Moraima Secada.
Vendrían los éxitos en el Amadeo Roldán, la televisión, las giras nacionales. El primer álbum de Los Meme, donde una Moraima electrizante conjuraba: "Como alivio que rompa las cadenas...". Raúl Acosta sustituiría a Riquelme, Bobby Jiménez a Marín. Los Meme serían durante dos años la atracción del show "Caperucita se divierte", en el cabaret del Capri, junto a una Juana Bacallao que al final se comía al lobo. Delirante.
El Capri era el lugar lúdico obligado de La Habana de mediados de los 60s. Una Habana donde Sans Souci y Montmartre ya habían sido convertidos en almacenes, donde las vitrolas, las cervezas y los boleros desaparecían de las esquinas a ojos vista. Una Habana donde surgía el movimiento de aficionados como “promesas” y los viejos artistas profesionales eran considerados “herencia del pasado”. Una Habana sin Celia Cruz ni La Guillot, nacidas de la vieja Corte Suprema del Arte, pero también sin Freddy y sin La Lupe, consagradas después de 1959. Una Habana donde se instalaban cañones en el malecón, donde se cavaban trincheras para una guerra imaginaria. Ya Sartre lo había advertido: "Si los Estados Unidos no existieran, la Revolución Cubana los inventaría".
“Rock” era una mala palabra, Luis Bravo había huido y Los Beatles estaban prohibidos. ¿Los Meme? Todavía no, porque interpretaban boleros. Moraima cantaba agitando las manos, saltando, estremeciéndose y estremeciendo. Podía beberse a cuncún una botella entera de ron, pero era espectacular en escena. Y difícil, porque a conflictiva no le ganaba nadie.
Y en Cienfuegos llegó la previsible ruptura. Meme se enfada por una salida intempestiva de Moraima y ella adorna con penes y testículos otro de sus escándalos sin parangón. Regresa a La Habana en avión. Meme y los otros dos se van en guagua. Problemón.
¿Cómo sustituir a la insustituible Mora? Farah María era una modelo del cuerpo de baile del Capri que no cantaba, pero era entonada y afinaba decentemente. Meme la citó para ensayar horas y horas, renovó el repertorio del grupo transitando del feeling a la balada pop y cambió la armonía vocal. Cada uno se movería por su lado y haría una voz distinta, una imagen novedosa y atrevida para un país en revolución. La modernidad musical.
Debutaron en el Canal 6 y en ese mismo programa estaba Moraima, mujer temible y temida en su rencor, que les niega el saludo y los mira mal. Farah está aterrada ante su presencia. Pero cuando el cuarteto canta Lamento Gitano de María Greever, Moraima muestra su talla incomparable de profesional y artista única; se acerca a los cuatro cantantes y les dice: "Suenan mejor que cuando yo estaba, porque parece que usted, profesor, -Meme baja la cabeza apenado-, tiene más tiempo para ensayar".
Ahí empezó a triunfar el cuarteto con Farah. Los periódicos dijeron que Otro Amanecer iba a ser la canción del año. ¡Y lo fue! Pero Bobby Jiménez se va del cuarteto y entonces Meme encuentra en Santiago a un jovencito llamado Miguel Ángel Piña, la soñada tercera voz. Corría 1965, y Los Meme graban su segundo álbum con versiones de temas extranjeros: El torrente, Sans toi, que se agota el mismo día que sale a la venta. Se desbordan sus conciertos en el salón de la Comunidad Hebrea.
Los Meme son ídolos, son los Beatles de la revolución. Pero en los cabarets de La Habana hay miedo. Los militares cargan con los faranduleros para las UMAP en Camagüey. Meme y su cuarteto son mimados por el régimen, porque que las hijas de los comandantes los adoran. Por eso consiguen sacar a muchos bailarines y músicos homosexuales de esos siniestros campos de trabajo forzado.
En 1966, Héctor Téllez, que venía del trío Voces de Oro, sustituye a Raúl. La imagen del cuarteto es una ventana angosta y mínima al mundo pop, pero una ventana al fin. Cantan explosivas baladas de Meme y Carol Quintana y graban un segundo álbum: Ahora traigo mi voz, Llegó la felicidad, Te olvidé, que se revende en bolsa negra o se cambia por un saco de malangas. La libreta de abastecimiento apretaba y la revolución también. En las cárceles hay miles de presos políticos. Ellos también escuchan a Meme.
Los puristas de la moral revolucionaria arremeten contra la televisión. Los hombres no podían cantar con el pelo tan largo, el cinturón tan ancho, ni los pantalones tan acampanados. Adiós camisas de brillos, cadenas y bisuterías varias; ese no era el hombre del socialismo. La nómina de los que no podían aparecer ante las cámaras estaba a la puerta de cada estudio y Los Meme pronto integrarían esa lista negra.
Ninguno de los cuatro “Memes” eran milicianos ni cederistas, pero eran "extravagantes", un delito estético penado por las leyes revolucionarias. Y entonces se presentan en el estelar de televisión “Desfile de la Alegría” vistiendo unos afocantes trajes de vinyl negro y unos suéters de franjas metálicas. Y entonces llega el paroxismo: En un acting nunca visto en Cuba en un show televisivo, los cuatro cantantes se quitan sus chaquetas de cuero y las arrojan al público, como hacía Raphael en España. El respetable ruge de gozo, pero el cuarteto había firmado su sentencia de muerte. El Chino Diéguez, director del programa, es suspendido de sus funciones y hundido en el más cruel de los olvidos.
Durante un tiempo Los Meme siguieron presentándose en cabarets. Meme fue el Príncipe de Cenicienta en el show del Internacional de Varadero. El dueño del Olimpia de París, que había visto al cuarteto llenarle el Teatro García Lorca a Josephine Baker, quiere llevárselos con él. Pero no les autorizaron la gira. Sólo los incondicionales al “proceso” podían montarse en un avión.
Dos años después, la ofensiva revolucionaria (1968) clausuró los cabarets e implantó la Ley Seca. Daba grima ver a los músicos vagando como zombies por La Habana, Moraima y Elena buscando un trago en los bares de barrio, el Chino de los Zafiros cantando en solitario por una miserable botella de Coronilla adulterada… qué tristeza. Cuando meses después los garitos de ocio nocturno habanero volvieron a abrir sus puertas, La Habana era un cadáver sobrio y el diario Juventud Rebelde vendía la canción protesta como el ideal estético del hombre nuevo.
En diciembre de 1969, José Manuel Solís quemó sus naves y presentó su salida del país. Farah María, Héctor Téllez y Miguel Ángel fueron obligados a leer declaraciones en la radio y la televisión donde repudiaban la traición de su director. Por su lealtad, el Consejo Nacional de Cultura impulsaría la carrera de los tres como solistas. Farah ganaría oro en el Festival de Sopot, aunque en Italia, se le conocería en lo adelante como "la bella cubana que dejó la voz en La Habana".
Meme fue silenciado durante 20 largos años, como si nunca hubiera existido, y además, se le negó la salida de la Isla. Desesperado, se acogió a la ciudadanía española de su padre y en 1987, el presidente Felipe González logró sacarlo de la Isla con una veintena de presos políticos. La prensa en Madrid había creado expectación con su llegada. Radio Martí trasmitiría para Cuba El show de Meme Solís.
Meme se reencontraría con su generación, en septiembre de 1988, en el Dade County Auditorium de Miami. Entre banderas cubanas y lágrimas, su fanaticada de entonces, tiñendo canas, corearía una por una todas las baladas que marcaron su tiempo. La magia de la música los devolvería a su juventud sacrificada, a su Isla en la memoria.
Desde entonces, cada año, el reencuentro se extiende. Meme invita a su concierto a los intérpretes de la generación que lo precedió: Olga Guillot, Blanca Rosa Gil; a sus contemporáneos: Martha Estrada, Luisa María Güel, Georgia Gálvez; a los que surgieron después: Maggie Carlés, Annia Linares, Mirtha Medina, Malena Burke, Albita Rodríguez, Xiomara Laugart. Cuatro generaciones de artistas cubanos han tomado el camino del exilio.
Muchos años después de repudiar a Meme, Farah María, Héctor Téllez y Miguel Ángel Piña le pidieron perdón a su director. Meme entendió las tristes circunstancias. ¿Acaso en nombre de la pureza revolucionaria los hijos no denunciaron a sus padres? Pero las inquisiciones pasan. La vida no la para nadie.
"Puesto que era necesaria una revolución —escribió Sartre alguna vez—, las circunstancias designaron a la juventud para hacerla. Sólo la juventud tenía suficiente pureza para llevarla a cabo".
Habría que preguntarse –cuestiona mi dilecto amigo Armando- si valió la pena tanta pureza. Yo me pregunto (retórico) si valió la pena tanto socialismo.
No tienen que contestar.
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(De la reseña de Armando López para Vintage Cuba)
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En la foto identifico de pie y de izquierda a derecha a Farah maría, Héctor Téllez con su esposo Héctor Téllez, Meme Solís, a Miguel Ángel Piña y a la bella Walquiria y al bailarín y coreógrafo Pablo Morales
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Libro de Pedro Pablo Arencibia: Paradigmas Psicopedagogicos y caminos de la Investigacion Matematica en la Ensenanza de la Matematica Universitaria y Media
OPINIÓN SOBRE EL LIBRO:
Lo he ojeado, aqui y alla; es conmovedor. humano. Tardare en leerlo de tapa a tapa. Comprendo que es holistico, lo que me parece admirable, meritorio, politica, experiencia humana, Matematicas, Ciencias, y tambien ¨very scholar. Una combinacion unica. Gracias. B.M.
“Marco Rubio a Donald Trump: Te diré lo que es un buen acuerdo: que Cuba sea libre
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Licenciado en Matemática Pura en la Universidad de La Habana (UH) y Catedrático universitario con 24 años de experiencia en la docencia universitaria cubana; posee la Categoría Docente Principal de Profesor Titular universitario. Fue expulsado el 29 de enero de 1997 del Instituto Superior Pedagógico de Pinar del Río ( universidad de perfil formativo o pedagógico) por motivos políticos. Activo colaborador desde su fundación de la revista VITRAL y del Centro Católico de Formación Cívica y Religiosa (CFCR) de la Diócesis de Pinar del Río. Colaboró en Cuba con las organizaciones opositoras: Todos Unidos, Asamblea para Promover la Sociedad Civil en Cuba y con el Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC).
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COLABORADORES:
Paul Echániz
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