Menos comida y más represión para los cubanos
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'Lo más juicioso sería crear un clima de confianza entre todos los actores de la economía de Cuba con vistas a mitigar la hambruna que parece venírsenos encima.'
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Por Orlando Freyre Santana
La Habana
07 Jun 2020
De acuerdo con cifras divulgadas por la
Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), Cuba gasta anualmente cerca de 2.000 millones de pesos en la
importación de alimentos, una cantidad considerada muy elevada por las autoridades de la Isla. Esta es una de las razones por las que el castrismo insiste en la estrategia de sustituir importaciones, y producir en el país la mayor cantidad de alimentos y otros bienes que precise la población.
Ciertamente, no se podría afirmar que abrir la economía a las importaciones resulte necesariamente una política equivocada. Todo lo contrario, pues si analizamos las naciones donde la población cuenta con altos estándares de vida, en la mayoría de ellas observaremos elevados niveles de importación de mercancías, lo que redunda en mercados abastecidos, productos de mayor calidad, y casi siempre a precios más asequibles.
Claro que para sustentar esas importaciones hay que contar con rubros exportables de calidad que cuenten con buena demanda en los mercados internacionales, o que penetren preferencialmente —como sucede en el contexto de los tratados de libre comercio— en determinado mercado. Premisas inexistentes en la Cuba de hoy.
Para corroborar lo anterior no hay que ir muy lejos. Porque la propia Cuba, antes de 1959, siempre mantuvo su mercado abierto a las importaciones, especialmente a las procedentes de EEUU, pero las cuantiosas exportaciones de azúcar posibilitaban que la Isla mantuviera generalmente un saldo positivo en su intercambio comercial. Es decir, exportaba más que lo que importaba.
Ahora, en medio de la pandemia del coronavirus, se reducen las capacidades de importación de Cuba, que ya se tornaban diezmadas desde mucho antes. Con la abrupta paralización del turismo no se avizora otro renglón exportable que pueda apoyar las importaciones que se necesitarían para mantener un abastecimiento adecuado de los mercados.
Es por ello que las altas esferas del poder ya manifiestan explícitamente la imposibilidad de importar. José Ramón Machado Ventura dijo que
será muy difícil seguir importando alimentos, especialmente la leche en polvo. Por su parte, el presidente Díaz-Canel aseveró que el país no podía importar más café.
Ante semejante situación, lo más juicioso sería crear un clima de confianza entre todos los actores de la economía encargados de la producción y comercialización de alimentos con vistas a mitigar la hambruna que parece venírsenos encima. Sin embargo, las acciones de la maquinaria del poder se alejan de ese necesario clima de confianza.
Durante la más reciente reunión del Consejo de Ministros, el primer ministro Manuel Marrero Cruz alabó las denuncias que a diario se hacen y que posibilitan los operativos policiales contra aquellos actores no estatales que poseen niveles de inventario superiores a los admitidos por el Gobierno.
Tras exponer que tales acciones —calificadas por medios independientes como una especie de cacería de brujas— no se limitarían al contexto de la pandemia, y que habían llegado para quedarse, el premier apuntó: "Cuando se tiene como aliado en esta batalla al pueblo, las posibilidades de éxito se multiplican. Con el actuar nuestro tenemos que corresponder a esa confianza, y que se sepa que cuando ellos denuncian nosotros actuamos en consecuencia, aplicamos la justicia y ponemos las cosas en su lugar" (Granma, 1 de junio).
Una vez más, el pueblo funge como pantalla para encubrir la represión.
Bueno, podrían preguntarse algunos, ¿y qué quedan de aquellos debates durante el VII Congreso del PCC y las sesiones para dar el toque final a la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista, en los que se discutió acaloradamente acerca de si se les permitía o no a los actores no estatales de la economía acumular cierto nivel de riqueza?
Al parecer, Díaz-Canel y su equipo de gobierno ya tienen la respuesta a tan sensible asunto: no habrá ninguna posibilidad de que ello ocurra.
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Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
Según el economista y comunista Oscar Pino Santos en su librito La penetración del Imperialismo norteamericano en la economía cubana, escrito en 1957, el 25 % de los alimentos que consumían los cubanos, siendo Cuba un país agrícola, eran importados. Lo que no dice ese economista comunista que murió en el 2005 trabajando en el Consejo de Estado es que esa importación se debía en gran parte no por ineficiencia económica del país, como ocurre desde hace casi 60 años, sino por distintas razones; veamos algunas:
1) Resultaba mucho más barato comprar, por ejemplo, el arroz en los EE.UU., en los Estados de la cuenca del Mississipi, que cultivarlos en Cuba; con otros cultivos sucedía lo mismo. Por cierto: Cuba en el año 1958 fue el tercer productor de arroz de America Latina y produjo 256,000 toneladas métricas de arroz ya molinado. El arroz representó en ese año el 6.6% de la riqueza nacional y tenía 162,000 hectáreas dedicadas a este cultivo . El consumo de arroz per cápita del cubano era de 110 libras/año. Esas cifras se obtuvieron después del plan de diversificación de la economía cubana comenzada por el Presidente Carlos Prío Socarrás y continuada e impulsada por el gobierno de Fulgencio Batista y Zaldivar, la cual se llevó a cabo pese a las medidas que tomó el gobierno norteamericano en contra del gobierno de Batista como consecuencia de la labor de los lobbystas o cabilderos de las industrias norteamericanas afectadas que residían en territorio norteamericano, entre las que se encontraban los productores de arroz de la cuenca del Mississippi. Para profundizar sobre estas medidas adjunto un artículo de mi autoría y para conocer más logros de la economía cubana preCastrista pueden hacer click AQUÍ.
Tengo la opinión que el no haber comprado arroz durante una década a EE.UU. fue una estrategia de la tiranía Castrista para que los productores de arroz de EE.UU. cabildearan en el Congreso de los EE.UU. para que se levantara, sin las condiciones presentes en la Ley Helms-Burton, el Embargo norteamericano contra la tiranía Castrista y con ello ciertos círculos financieros norteamericanos le hiciera préstamos financieros a la dictadura Castrista, parte de los cuales se utilizarían para ampliar y modernizar sus organismos de represión política; préstamos que finalmente el pueblo norteamericano pagaría, pues la tiranía es un relevante no pagador de sus deudas y eso lo saben el Club de París, la extinta Unión Soviética y los demás países de Europa del este, Japón, etc. Veamos como fue el comercio entre Cuba y EE.UU. en años recientes.
2) Era más barato comprar en EE.UU. la manteca de cerdo, la cual apenas se consume en los EE.UU.pero que era entonces de consumo tradicional en Cuba, que producirla en Cuba o producir aceites vegetales.
3) En Cuba se intentó por los años 20s y 30s cultivar trigo, sobre todo en las provincias centrales, pero no dió resultado, luego la harina de trigo, fundamental para hacer panes, galletas, confitería, etc., se tenía que comprar en el exterior cubano y así otros productos que eran de consumo tradicional del cubano.
4) Finalmente, los cubanos estábamos acostumbrados a consumir bacalao de Noruega, tasajo uruguayo (en Cuba estaba prohibida la matanza de ganado caballar), al igual que la mantequilla holandesa, quesos franceses y suizos, turrones, jamones y vinos españoles, peras, manzanas, melocotones, albaricoques enlatados de EE.UU., calamares y sardinas españolas, etc. .En resumen: Los cubanos éramos un poco sibaritas dentro del alcanze que tenían nuestros bolsillos y nos gustaba darle gusto al paladar, aunque los alimentos y bebidas fueran exóticos. Los más pobres siempre tenían los recortes de tasajo y de bacalao, así como el picadillo. Dada la abundancia en Cuba antes de 1959 se sacrificaban las terneras para que el precio de la carne de res no bajara demasiada.
En el mencionado librito y en el Cuadro No. 20 se muestra el consumo doméstico, producción nacional e importaciones de los principales productos alimenticios en el período 1954-1956 donde se observa que la cantidad y el valor (en porcientos) del consumo doméstico de producción nacional fueron el 81% y el 71% respectivamente, mientras que la cantidad y el valor del consumo doméstico de importación fueron 19% y 29% respectivamente. En ese cuadro, cuya relación de alimentos bien serviría como ejemplo objetivo de cual era la canasta básica del cubano promedio de aquellos tiempos, muestra datos interesantísimos como el hecho de que el 98% de la cantidad y el 92% del valor de los productos lácteos consumidos por la población cubana era de producción nacional. Señalo que en Cuba siempre han existido períodos de lluvia y períodos de sequía, ciclones y otros desastres naturales.
Por cierto, Oscar Pino Santos pese a la gran ineficiencia económica que él ayudo a crear después del 1 de enero de 1959, no tengo conocimiento de que hubiera escrito o dicho públicamente críticas a la ineficiencia endémica y sistémica del período revolucionario. Quizás por eso, poco antes de morir, se le otorgó el Premio Anual correspondiente a las Ciencias Sociales. Aclaro que en Cuba antes de que muriera Oscar Pino Santos, yo entregué a la revista Vitral de la Diócesis de Pinar del Río, un artículo donde tocaba estos temas relacionados con Pino Santos y su librito La penetración del Imperialismo norteamericano en la economía cubana. No se publicó ¿?.
Etiquetas: alimentos, castrismo, cuba, importación. castro, leche en polvo, represión, revolución cubana
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