viernes, octubre 23, 2020

Frank Calzón en carta a Dora Amador : ¿Por qué no odiar menos y rezar un poco más?

 Tomado de https://www.cubaencuentro.com/

Una carta de Frank Calzón donde confiesa su error

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¿Por qué no odiar menos y rezar un poco más?, escribe Frank Calzón

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Por Frank Calzón

Arlington (Virginia)

22/10/2020

Querida Dora:

Le escribo después de haber leído su respuesta a mi artículo De los gusanos de Fidel Castro a las cucarachas de Dora Amador  . Nunca cuestioné su derecho, ni el de nadie, a pensar diferente. Como tampoco cuestiono el derecho de cualquiera a votar por el partido o el candidato de su predilección.

Me acusa usted de haber “omitido, tergiversado y mentido acerca de lo que [usted] expresó en el Versailles”. Basé mi artículo en lo que usted escribió, así que su disgusto no es conmigo, sino con usted misma, cuando dijo de los cubanos: “me repugnan… Son como una cucaracha agonizante boca arriba expulsando ese líquido oscuro que sueltan dando pataletas. Pero no los veo morir. Siguen retorciéndose destilando odio”.

Usted añade que “no se refiere a [todos] los cubanos, sino “a los cubanos del exilio que aplauden con sus patas de cucarachas al presidente Trump”.

La deshumanización del adversario es un método común de marxistas y fascistas. Los lectores pueden llegar a su propia conclusión. En su respuesta, dedica usted cuatro párrafos a demostrar mi ignorancia o que no dije la verdad, cuando la identifiqué como “monja”. Me explica que las monjas viven enclaustradas y usted para lo que estudió fue para “religiosa”. O sea, esa parte del clero que cumple responsabilidades fuera del convento. Como, por ejemplo, evangelizar. Me declaro culpable del error y le agradezco la aclaración.

Permítame informarle que mi interés en la contienda electoral se debe más que nada a las consecuencias para Cuba de una administración Biden-Harris. Usted critica a los que así pensamos, a los que actuamos en base a un solo tema. No obstante, en materia de ideología política, hay otros que actúan también en base a un solo tema. Por ejemplo, los católicos, para quienes los miles de abortos que se practican a diario en Estados Unidos son más importantes que los exabruptos y la mala educación del gobernante de turno.

(Dora Amador)

Además, mi perspectiva sobre el asunto tiene algo que ver con mi especialización en las Ciencias Políticas. Aparentemente usted cree que yo, al pensar diferente, votaré por Donald Trump. En este caso la que está mal informada es usted, porque no votaré por ninguno de los dos. No soy ciudadano norteamericano.

En cuanto al rencor evidente en su artículo “contra Miami”, un análisis más desapasionado no llegaría a las mismas conclusiones. No creo que es descabellado asumir que los servicios de inteligencia castristas hayan sido responsables por algunos de los asesinatos de exiliados cubanos que aún no se han resuelto. Hace años le presenté a un senador una lista de esos crímenes y le pedí que tratara de lograr una investigación. Sobre uno de los casos que usted menciona, tengo alguna información. Conocí a Emilio Milián en Cuba cuando era un adolecente. Después, en Miami, compartí con él varias veces y estuve en su programa. Me reuní con él después que le pusieron las prótesis que reemplazaron las piernas que perdió en la explosión. Milián era valiente, un verdadero demócrata, y denunciaba con frecuencia el terrorismo. Sabía del terror revolucionario que predicaba el Che Guevara, y no tenía ilusiones sobre Fidel, que había declarado públicamente que no renunciaba al terrorismo. Le recomiendo Dora, que lea los discursos del dictador. He aquí la amenaza de Fidel:

“Si el estado cubano se dedicase al terrorismo, y a responder con terrorismo a los terroristas, creemos que realmente seríamos eficaces. Que nadie se imagine otra cosa. Si nos dedicamos al terrorismo, con toda seguridad que seríamos eficientes. Pero el hecho de que la Revolución cubana nunca haya aplicado el terrorismo no quiere decir que renunciemos a ello. Lo advertimos”. (Teatro Karl Marx, 6 de junio de 1976)

Veinte años después, en un acto terrorista en espacio aéreo internacional, aviones de guerra castristas asesinaron a los pilotos de Hermanos al Rescate. En este caso, como en el atentado contra Emilio Milián, la Seguridad del Estado cubana utilizó el mismo modus operandi. Un “desertor” castrista que había infiltrado la organización y participó en la planificación del crimen, regresó rápidamente a la Isla después de haber cumplido su misión. En el atentado contra Milián, las autoridades explicaron que el presunto responsable, residente en una casa de huéspedes en Miami, había regresado a Cuba después del crimen.

Usted insiste en adjudicarse el papel de víctima, afirmando que en el restaurant Versailles hubo un acto de repudio porque alguien le gritó. Me parece que su obsesión antitrumpista le ciega la razón.

El fanatismo es siempre malo y nunca se justifica. Las turbas que golpeaban a los que querían irse de Cuba durante el episodio del Mariel en 1980, pudieran alegar que solo escupían y golpeaban a los traidores y a la escoria. Usted misma reconoce que llama “cucarachas que deberían morirse” a los partidarios de Donald Trump.

Su entrenamiento de religiosa cristiana debe guiarla a perdonar a los que la han ofendido y, a la vez, pedirle perdón a los compatriotas que fueron objeto de su animadversión. No fue una turba que irrumpió en su conversación. Fue usted la que escribió que eran gente de Trump y ya sabemos cómo usted los califica.

¿Por qué no odiar menos y rezar un poco más? No será necesario reunirnos para darnos la mano. Ya yo la he incluido a usted en más de una oración.

© cubaencuentro.com

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Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Tal parece que Dora Amador  en su carta a Frank Calzón esgrimió   el rigorismo contra el destinatario    para intentar  desviar la atención  del gran pecado de odio  que reflejó claramente en su lamentable artículo Mi acto de repudio en El Versailles .  En general el pueblo cubano a la mujer que ha sentido la llamada a vivir en una abadía, un monasterio o un convento, como religiosa contemplativa le llama ¨monja de clausura¨ y a aquellas otras mujeres  que profesan públicamente los votos de pobreza, castidad y obediencia, el pueblo les llama monja, aunque el nombre correcto sea el de religiosa. 

Tomado de https://www.loyolapress.com/

¿Por qué hay diferentes clases de sacerdotes y monjas?

(fragmento)

Existen muchas comunidades religiosas porque existen muchas maneras de responder a la llamada de Dios. Los fundadores de las comunidades religiosas se dieron cuenta de una necesidad y decidieron, inspirados por el Espíritu Santo, actuar. Más tarde otras personas se sienten atraídas por la visión de los fundadores y deciden unirse a ellos. Con el tiempo una comunidad busca la aprobación de la diócesis o del Vaticano para ser reconocida formalmente como comunidad religiosa.

Los miembros de las comunidades religiosas se comprometen de por vida a una vida en comunidad, profesando públicamente los votos de pobreza, castidad y obediencia. La diferencia entre las comunidades radica en el tipo de ministerio al que el Espíritu las llama. El carisma, o la llamada a realizar un tipo de trabajo y forma de llevarlo a cabo (enseñando en escuelas, sirviendo a los pobres, etc.) , distingue a cada comunidad. Un carisma es un don del Espíritu Santo, la inspiración que dio vida a la congregación, su espiritualidad y su forma de vida. Nuestros fundadores y nuestro dinámico carisma nos forma y nos sostiene hasta estos días.

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Tomado de https://es.aleteia.org/

Hermanas, monjas, aspirantes, postulantes, novicias: ¿qué significan estos términos?

(fragmento)

Por Elizabeth Scalia

17/07/16

Resumiendo, una “monja” es una mujer que ha sentido la llamada a vivir en una abadía, un monasterio o un convento, como religiosa contemplativa.

Normalmente, esto conlleva vivir y trabajar dentro de un espacio designado cerrado, vedado a todo el mundo excepto a los sacerdotes, al personal médico y al personal trabajador, de forma que las moradoras sólo abandonan la clausura para asuntos médicos o para actividades relacionadas con el monasterio.

Al igual que con los monjes, el “trabajo” de una monja, además del que requiere la ayuda para el sustento material de la casa, es la oración, que continúa a lo largo de todo el día por el bien de la Iglesia y del mundo.

Una “hermana” es una mujer religiosa cuyo carisma apostólico se considera “activo”, es decir, que aunque tanto ella como su comunidad rezan, también ayudan a la Iglesia por otros medios, entre otros trabajo social, educación, enfermería, asistencia pastoral y en retiros, obra misionera, trabajo con medios de comunicación, cuidado de mayores, etc. Básicamente, ayudan donde sienten que las necesitan.

Alguien más rigorista podría argumentar largo y tendido sobre la diferencia entre las dos, pero la mayoría de las hermanas se refieren a sí mismas como “monjas” y la mayoría de las monjas se llaman “hermanas” entre ellas, así que, aunque hay diferencias, a la mayoría de las religiosas no les importa el término.

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