sábado, febrero 26, 2022

Pedro Pablo Arencibia: Elección y gobierno de Don Tomás Estrada Palma.

 Elección y gobierno de Don Tomás Estrada Palma.

Por Pedro Pablo Arencibia

25 febrero 2022

Sobre la base de la constitución aprobada, el derecho al voto en las elecciones de 1902 se ejerció sin tener en cuenta limitaciones alguna (en el sentido de aquellos tiempos, pues por ejemplo, las mujeres no votaron) y el presidente cubano no fue elegido por votación directa de la población votante, pues la elección del presidente se llevó a cabo a través de los votos de los compromisarios o miembros de un colegio especial, siguiendo el modelo electoral norteamericano. El 31 de diciembre de 1901 fueron elegidos los compromisarios que en febrero de 1902 tuvieron la tarea de elegir la presidencia de la República de Cuba.

Las primeras elecciones celebradas en nuestro país no fueron ejemplares: la coalición de partidarios de Bartolomé Masó concertó irse al retraimiento y producto de ello triunfaron fácilmente los partidarios de Estrada Palma, cual si fuera una carrera de un solo caballo. Este retraimiento se produjo, según la versión más difundida y pública en aquel entonces, porque los partidarios de Estrada Palma obtuvieron todas las posiciones en la Junta Electoral con el consentimiento de Leonardo Wood, gobernador militar de Cuba en esos momentos.

(Don Tomás Estrada Palma  llegó primeramente a Gibara para de ahí ir a la casa de Bartolomé Masó en Bayamo, saludarlo, tomar un café y tener una conversación amigable)

El futuro primer presidente cubano, Don Tomás Estrada Palma llegó al país en el propio mes de mayo. Estrada Palma era una figura vista con beneplácito por el gobierno interventor, y que por los méritos revolucionarios y por las virtudes ciudadanas que había manifestado hasta ese momento, era digno de tan alta responsabilidad, aunque después se vio, que no era el hombre para gobernar en un país con esa situación política.

La candidatura de Don Tomás Estrada Palma fue apoyada por prestigiosas personalidades de nuestras guerras independentistas: Máximo Gómez, Manuel Sanguily, Gonzalo de Quesada, José Miró Argenter, Alfredo Zayas, Martín Morúa Delgado, etc. Es justo y necesario decir que Estrada Palma en un primer momento, había rechazado la proposición que le había hecho Máximo Gómez para que fuera candidato presidencial. Como una digresión diré, que el Marqués de Santa Lucía, Enrique Collazo y García Vélez acusaron públicamente a Estrada Palma en la campaña electoral de 1901 de ser un “americanizado”, pero no pudieron probarlo.

La imagen pública y la trayectoria de Don Tomás eran la de un patriota que había luchado durante 30 años por la independencia de Cuba. En la Guerra de los Diez Años había sido Vicepresidente de la Cámara de Representantes, Secretario de Relaciones Exteriores y Presidente de la República en Armas. Fue la segunda figura del Partido Revolucionario Cubano (PRC) al ser éste fundado por José Martí. Después de la muerte del Apóstol de la Independencia cubana, Don Tomás ocupó la primera posición, o sea, la de Delegado, la cual fue desempeñada con honestidad y dedicación según se puede leer en Apuntes de la Guerra del General Enrique Loynaz del Castillo, y tal es así, que pese a que existieron ciertos roces entre él y Manuel Sanguily cuando Don Tomás era Delegado del PRC, Sanguily supo distinguir entre la persona y el cargo y como ya mencionamos, lo propuso como Presidente.


(Observen que con fecha anterior al 20 de mayo de 1902 ya ondeaba en El Castillo de los Tres Reyes del Morro la enseña nacional cubana. En la poesía Mi Bandera de Bonifacio Byrne  se habla de dos banderas y eso también fue antes de la fundación de la República de Cuba.)

El pueblo cubano también conocía los grandes esfuerzos de cabildeo que había realizado para obtener del gobierno norteamericano el reconocimiento de la independencia cubana en la Resolución Conjunta. Tal es así que en el segmento de la población al que la revista El Fígaro le hizo una encuesta (Rodríguez, 1998, p. 13) para conocer la opinión de quién debía ser el presidente de la república que se instauraría, los resultados fueron: Máximo Gómez (798 votos), Tomás Estrada Palma (234 votos) y Bartolomé Masó (156 votos). Máximo Gómez, como muchos sabemos, declinó la proposición como aspirante a esa alta responsabilidad, alegando su condición de dominicano. No está de más enfatizar, sobre la base de estas cifras, en el gran espaldarazo que significó para Estrada Palma el apoyo que Máximo Gómez le dio a su candidatura; además del hecho, que Máximo Gómez al apoyar a Estrada Palma, apoyaba en esas elecciones al adversario de Bartolomé Masó, Presidente del Consejo de Gobierno con el cual Gómez tuvo serias desavenencias en el transcurso de la Guerra de Independencia de 1895 y el cual se había adherido con la decisión de la Asamblea del Cerro (decisión tomada después de concluida la Guerra Hispano Cubana Norteamericana) de destituir a Máximo Gómez como Generalísimo del Ejército Libertador, y eso, el pueblo admirador del Generalísimo que había producido ante aquella decisión multitudinarias y espontáneas manifestaciones en contra de esa decisión, no lo había olvidado.

Algunos historiadores le dan, en mi opinión, una desmedida valoración histórica a la figura de Masó y consideran que hubiera sido muy diferente la historia de esa etapa si él hubiera triunfado, pues Bartolomé Masó era portador de una notable actitud antiplattista. Esos historiadores se olvidan que el futuro presidente de la República iba a gobernar un país regido en cierto grado por instituciones, y sobre todo, por una Constitución a la cual se debía; además, Bartolomé Masó fue el último presidente del Consejo de Gobierno; su elección había sido el 29 de octubre de 1897 y bajo su gobierno en armas se había aprobado la proposición del delegado plenipotenciario de ese gobierno en el extranjero, Don Tomás Estrada Palma, de supeditar las fuerzas cubanas al mando norteamericano; dicha aprobación se efectuó el 10 de mayo de 1898, cuando aún no habían desembarcado las tropas norteamericanas. Esa decisión fue tomada sobre la base que los insurgentes cubanos debían hacer causa común con Estados Unidos, país valorado como...nación justa, poderosa y fuerte, dispuesta a coadyuvar con nosotros (Abdala, 1998, p. 46). Deseo señalar también, que el mando militar cubano, representado por el Generalísimo Máximo Gómez, aprobó también la intervención norteamericana; la mencionada aprobación se encuentra en el último párrafo de una carta de respuesta (de fecha discutida: 20 de marzo de 1898 o principios de mayo de ese año) al gobernante español en Cuba, Capitán General Ramón Blanco:

«Así son para mí las naciones, y hasta el presente, sólo he tenido motivos de admiración hacia los Estados Unidos. He escrito al Presidente McKinley y al general Miles, dándoles gracias por la intervención americana en Cuba. No veo el peligro de nuestro exterminio por los Estados Unidos, a que usted se refiere en su carta. Si así fuese, la historia los juzgará». (Abdala, 1998, p. 45)

Después de esta carta vendrían los recelos del Generalísimo por la dilatada permanencia de las tropas norteamericanas en el país después de concluida la guerra.

Un argumento que en más de una ocasión se ha utilizado en contra de Estrada Palma es que en su exilio se acogió a la ciudadanía americana; argumento utilizado para demostrar su pro-norteamericanismo, pero ese argumento no tiene realmente ningún valor, pues, realmente a lo que había renunciado Don Tomás con esa ciudadanía, era a ser ciudadano español, pues en esos momentos no existía la ciudadanía cubana. Muchos otros patriotas cubanos que vivían en los E.U. se hicieron también ciudadanos americanos. La ciudadanía norteamericana era un privilegio que le proporcionaba ventajas personales a la persona en particular; pero, esas ventajas en no pocas ocasiones fueron usadas para beneficio de la causa independentista cubana.


La familia de Don Tomás en EE.UU.


Al centro parece ser Genoveva Guardiola, esposa de Don Tomás, nacida en Honduras 

Otro de los argumentos (de Céspedes, 1998, p. 38) en contra de Estrada Palma (pero usado menos frecuentemente que el anterior) fue la participación que tuvo en la Guerra de los Diez Años en la destitución, justa o no, de Carlos Manuel de Céspedes como Presidente de la República en Armas, su vecino de Bayamo, cuando realmente la figura clave en ese hecho fue Calixto García Íñiguez al poner sus tropas a disposición de los impugnadores de Céspedes, entre los que se encontraba hasta Fernando Fornaris y Céspedes, un primo del Padre de la Patria que era miembro de la Cámara de Representantes de Cuba Libre que depone a Carlos Manuel de Céspedes. Deseo señalar que después de concluida la Guerra Cubano Hispano Norteamericana, la figura de Calixto García Iñiguez era la que más frecuentemente se manejaba con aprobatorio interés por parte de militares y políticos norteamericanos para el manejo de los futuros destinos de Cuba, pero Calixto García murió poco después, y casi de repente, en un viaje a EE.UU. como integrante de una importante delegación cubana que intentaba obtener un empréstito para el licenciamiento del Ejército Libertador y con ello, dar un paso para asegurar el futuro reconocimiento de Cuba como nación independiente cuando las autoridades o prestamistas norteamericanos fueran a cobrar dicho empréstito, pues en aquel tiempo existían en algunos patriotas recelos y desconfianza (pese a la claridad del texto explícito de la Resolución Conjunta) respecto a una Cuba libre, independiente y soberana.

El programa de gobierno de Estrada Palma aparece, por primera vez y de manera extraoficial (según expone el Dr. Jorge Ibarra Cuesta en su libro citado), en una carta de éste a Juan Rius Rivera (natural de Puerto Rico, que participó en las tres guerras de independencia de Cuba llegando al grado de Mayor General y a Primer vicepresidente de la Constituyente de 1901; fue gobernador de La Habana y un exitoso banquero en Honduras) de fecha 7 de septiembre de 1901. Ese plan consistía fundamentalmente en:

  • La necesidad de pagar al Ejército Libertador los haberes que la nueva República le adeudaba.
  • La conveniencia de establecer relaciones estables entre los Estados Unidos y Cuba desde los puntos de vista político y comercial.
  • El empleo honesto y eficaz de los exiguos fondos que Cuba podría allegar para compensar el gran desastre producido por la guerra.

Este elemental plan de gobierno se cumplió en la primera etapa de su gobierno, la cual se caracterizó por la prudencia y la austeridad, El gobierno de esta etapa fue desempeñado con una concepción paternalista

Para cumplir la primera tarea de ese plan, Estrada Palma solicitó, y le fue otorgado, un empréstito de 35 millones que se hizo con la casa Speyer y Cia. de Nueva York al interés del 5% para el pago del Ejército Libertador y para impulsar la industria y la agricultura del país. En la tabla de la página 466 del libro de Ibarra aparece el resumen de la Comisión Liquidadora de Haberes del Ejército Libertador.

En la segunda mitad de su primer mandato, Don Tomás dio muestras de un carácter obstinado y terco, pero a la vez, fácil al halago. Esto último lo llevó a creerse una persona indispensable para el bien de la patria (el mesianismo de tantos políticos), llegando incluso a darle un matiz autoritario a su gobierno. Don Tomás no se acordaba de ese viejo refrán español: “el cementerio está lleno de indispensables”.

El presidente norteamericano Teodoro Roosevelt en su carta a Gonzalo de Quesada del 14 de septiembre de 1906 - en la que le muestra su preocupación por la posibilidad de tener que tomar la decisión, como presidente de los EE.UU., de intervenir en Cuba - hace indirectamente una evaluación del período de gobierno de Estrada Palma:

«Durante siete años Cuba ha disfrutado de un estado de paz absoluta y su prosperidad se ha desarrollado de una manera lenta, pero segura. Cuatro años también han transcurrido durante los cuales esa paz y esa prosperidad se consolidaban bajo su gobierno propio e independiente ». (Pichardo, 1976, Tomo II, p. 283)

Esa paz se vio rota por los deseos de reelección de Estrada Palma en 1906 y la acusación de fraude en esas elecciones. Los sublevados no acusaban de fraude en la reelección particular del presidente sino en la elección de cargos intermedios. El general Freyre de Andrade posteriormente le confesó a una comisión norteamericana que efectivamente se había cometido fraude en esas elecciones.

El 20 de mayo de 1906 comenzó Estrada Palma su segundo período y en agosto estalló “la guerrita de agosto” en la que estuvieron implicados José Miguel Gómez, Mayor General de nuestra última guerra, y otros antiguos y destacados luchadores independentistas.

Estrada Palma insistió en que los norteamericanos intervinieran pese a que el embajador norteamericano Steinhard le había dado a conocer la renuencia del Presidente Teodoro Roosevelt a intervenir. Los alzados, en particular el mayor contingente de alzados: el comandado por Pino Guerra en Pinar del Río, deseaban también la intervención norteamericana. El embajador cubano en Washington, Gonzalo de Quesada, se dirigió en una misiva a Teodoro Roosevelt describiendo la situación y solicitando la ayuda norteamericana al gobierno de Estrada Palma. En este escenario es cuando se escribe la ya citada carta de Roosevelt a Quesada del 14 de septiembre. Esa importante carta así como un esclarecedor telegrama de Roosevelt a Estrada Palma, se encuentran de manera íntegra en las páginas que van desde la 282 hasta la 285 del segundo tomo de Documentos para la Historia de Cuba de la doctora Hortensia Pichardo y en ambos se pueden observar los esfuerzos que hizo el Presidente Teodoro Roosevelt para no intervenir en Cuba.

Para valorar justamente el desempeño y la persona de Estrada Palma debemos hablar de la gran honestidad que siempre mostró en todas sus responsabilidades; de su honradez, de su austeridad; del noble propósito de darle cierta remuneración a los veteranos mambises mediante la solicitud de un empréstito de varias decenas de millones (la mencionada remuneración había sido prometida por varios altos jefes de la Guerra en el transcurso de la misma); de la ley del 9 de enero de 1904 que ordenaba distribuir las tierras baldías entre los veteranos, iniciando así, el proceso de protección al campesinado; del aumento extraordinario del número de escuelas públicas; del incremento que tuvo bajo su gobierno la emigración española; debemos hablar de la expulsión como persona non grata del Ministro Plenipotenciario de Estados Unidos en La Habana,

Mr. Hebert G. Squiers, por hacer declaraciones a favor de los norteamericanos residentes en Isla de Pinos que en 1903 iniciaron un movimiento con el objetivo que la mencionada isla fuera anexada a los Estados Unidos (leer página 257 de la obra citada de H. Pichardo), lo cual nos habla claramente en contra de la adjudicación a Estrada Palma de un papel de hombre fácilmente manipulable, el cual nunca tuvo; también debemos hablar sobre sus discusiones con respecto al número de bases carboneras norteamericanas en Cuba y con respecto a las gestiones que realizó, a inicios de 1904, para concertar un Tratado de Reciprocidad con Inglaterra. Hortensia Pichardo opina lo siguiente sobre las negociaciones que se llevaron a cabo con los E.U. con relación a las carboneras o estaciones navales:

«Un triunfo diplomático se anotó Cuba al conseguir que las bases fueran arrendadas, no vendidas o concedidas y que La Habana de ningún modo figurara entre ellas.

Otro triunfo se anotó Cuba con respecto al número de las bases, pues los Estados Unidos pretendían cuatro, incluidas en ellas algunas de las mejores bahías de Cuba, Guantánamo, Nipe, Bahía Honda y Cienfuegos, pero al fin quedaron reducidas a dos: Guantánamo y Bahía Honda, y más tarde a Guantánamo solamente.

De acuerdo con el Tratado, los Estados Unidos ejercerían jurisdicción sobre las tierras arrendadas mientras las ocuparan, pero reconocían la soberanía de Cuba sobre dichas tierras».

Es importante señalar que esas negociaciones con relación a las carboneras así como las gestiones que se llevaron a cabo para concertar el Tratado de Reciprocidad con Inglaterra hicieron posible el Tratado Hay-Quesada del 2 de marzo de 1904 por el cual los Estados Unidos renunciaban a favor de la República de Cuba toda reclamación del derecho a Isla de Pinos, hoy Isla de la Juventud.

Cuando valoramos la persona de Don Tomás no debemos de quedarnos en su ciudadanía norteamericana, en el ofrecimiento de la plaza de cartero, o portero, al general Quintín Banderas, y en la solicitud de la intervención norteamericana.

A Don Tomás Estrada Palma le correspondió ser el primero en dirigir según sus palabras: “una república sin ciudadanos”. La herencia española de una política antiliberal, en la que los derechos y libertades de la persona humana eran cedidos frecuentemente a un caudillo, o arrebatados por éste, y la también frecuente manipulación de apelar a ciertos “supremos” ideales, a los cuales el pueblo le debe su total e inobjetable subordinación no eran una buena base para edificar la ciudadanía de un pueblo.

Podemos decir que Estrada Palma no era el hombre adecuado para llevar a cabo la tarea de dirigir la naciente república en esos tiempos difíciles; que era un idealista al querer dirigir una república como un profesor su aula (esa era su profesión) o un director su escuela. Podemos discrepar de su política de austeridad, al no gastar más de lo que ingresaba a las arcas de la república, envés de aumentar los gastos (mediante empréstitos) en construcciones y servicios para que la población trabajadora se viera remunerada en esos tiempos difíciles. Podemos criticarle el haber dado oído y consentimiento a las lisonjas y adulonerías de aquellos que le proponían que se reeligiera para indirectamente verse ellos reelegidos en sus cargos y funciones, y como esas, podemos señalarle otras cosas más. Pero más negativo que todo lo anterior, fue la falta de fe en las capacidades del pueblo cubano para salir adelante por sí mismo en la tarea de gobernarse; falta de fe que se lee en estas palabras de desahogo íntimo, escritas a su amigo Teodoro Pérez Tamayo en una carta fechada en Matanzas el 10 de octubre de 1906:

«... Ha sido siempre mi sentir, desde que tomé parte activa en la guerra de los diez años, que no era el término final de nuestras nobles y patrióticas aspiraciones de Independencia, sino el propósito firme de poseer un gobierno estable, capaz de proteger vidas y haciendas y de garantizar el ejercicio de los derechos naturales y civiles de cuantos residieran en la Isla...... que es preferible cien veces para nuestra amada Cuba una dependencia política que nos asegure los dones fecundos de la libertad, antes que la República independiente y soberana, pero desacreditada y miserable por la acción funesta de periódicas guerras civiles... ». (Pichardo, 1976, Tomo II, p. 289-290)

¿Qué es lo que más le debemos agradecer los cubanos a Don Tomás con respecto a su actuar como Presidente de la República instaurada en 1902? Mi criterio es que le debemos agradecer el haber dejado a un lado su tardío mesianismo y no haber arrastrado al pueblo cubano a una larga y sangrienta guerra civil para mantenerse en el poder; pero considero, que debió tomar otros caminos para ello y no el de solicitar la intervención extranjera.

Al hacer el balance de la figura de Don Tomás, considero que todo lo negativo que le hemos señalado no es suficiente para que sea arrancado del libro de los cubanos buenos que lucharon por fundar y hacer realidad una patria mejor. La personalidad y la labor de Estrada Palma esperan todavía por una evaluación histórica coherente con la verdad y la justicia.

***************

Cuba y su historia - PRESIDENTES DE CUBA: Tomás Estrada Palma (1902)




Etiquetas: , , , , , ,