Es un blog diario digital conformado con los artículos, opiniones, ensayos, etc. del Catedrático universitario Lic. Pedro Pablo Arencibia Cardoso sobre diferentes temáticas de la problemática cubana, actual e histórica, así como por noticias y artículos de otros autores que se consideran de gran interés para profundizar en la realidad cubana.
martes, diciembre 17, 2024
Alberto Roteta Dorado.: ¿CUÁL ES EL SAN LÁZARO DE LOS CUBANOS?. Pedro Pablo Arencibia Cardoso: . Pedro Pablo Arencibia Cardoso
Santa Cruz de Tenerife. España.- A la memoria del Dr. Eugenio Yáñez, escritor, analista político y mi maestro en estas andanzas de la escritura. A Yáñez, que era muy ocurrente, a la vez que exigente en todos los detalles, le dio la idea de que yo escribiera sobre San Lázaro para Cubanálisis, y aunque no llegaba a interiorizar la idea del pedido, y mucho menos el porqué era yo el elegido, cumplí mi misión y salió este ensayo que fuera publicado el pasado año en Cubanálisis, la página que desde Estados Unidos dirigió con dedicación este hombre ejemplar que ya no está entre nosotros, pero que seguimos recordando.
La enseñanza primigenia de las Sagradas Escrituras del Cristianismo. Un Lázaro resucitado de entre los muertos y un Lázaro que alcanzó el reino de los cielos siendo pobre y enfermo.
En el Evangelio de San Juan se expresa la siguiente idea en relación a Lázaro, devenido mas tarde en Obispo y Santo:
“Entonces Martha dijo a Jesús: Señor si hubieses estado aquí mi hermano no habría muerto. Más también sé ahora que todo lo que pidieres de Dios, te dará Dios. Dícele Jesús: Resucitará tu hermano. Martha le dice: Yo se que resucitará en la resurrección en el día postrero. Dícele Jesús: Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mi, aunque esté muerto vivirá y todo aquel que vive y cree en mi no morirá jamás. ¿Crees esto? Sí señor, yo creo que tu eres el Cristo, el hijo de Dios que has venido al mundo”.
Este pequeño fragmento le confiriere a Lázaro, el hermano muerto de Martha y María, su universalidad a partir del milagro que el Cristo Redentor hizo, con lo cual, no solo lo sacó de las profundidades de la muerte, sino que le ofreció su resurrección más allá del tiempo, por cuanto la perdurabilidad de Lázaro, devenido más tarde -de acuerdo con las tradiciones del Cristianismo- como primer obispo de Marsella (algunas fuentes lo señalan como obispo de Provenza, lo que sugiere que su episcopado se pudo haber extendido más allá de Marsella y abarcar Provenza y otros sitios del sur de Francia), y muerto como mártir en Francia, está determinada por este milagro narrado por el místico evangelista, quien supo como ninguno de los que contaron acerca de la vida del Cristo, y de la contextualidad en torno a su figura, expresar el sentido trascendente de la personificación de la Divinidad en la figura del Cristo-Jesús.
Su veneración es muy antigua. La Iglesia Ortodoxa aun realiza una procesión el sábado precedente al Domingo de Ramos al Lazarium o sepulcro de San Lázaro, lo que fue descrito desde el siglo III de la era Cristiana. Hacia el 890 el emperador León VI construyó una iglesia y un monasterio en Constantinopla, los que estaban dedicados a hacer perdurar la memoria de Lázaro, hermano de María y Martha, en cuyos interiores se depositaron las supuestas reliquias de sus restos que se cree se hallaban en Chipre. La veneración a San Lázaro más conocido por su imagen de hombre con muletas existió y existe aún en algunas iglesias como la de San Nicolás de Bilbao. En La Laguna, Tenerife, perteneciente al Archipiélago Canario, existe un templo edificado en el siglo XVI que lleva el nombre de San Lázaro, aunque en honor al Lázaro de Betania de la Iglesia Católica Romana u Occidental y hasta un pequeño poblado con su nombre, también en recordación al Lázaro de Betania.
Este personaje, que pudo o no haber sido histórico, se aproxima al San Lázaro, el santo sanador, cuyo culto es tan popular entre los cubanos; aunque también tiene que ver con el otro Lázaro bíblico, esto es, el mendigo que aparece en una parábola del Evangelio de San Lucas. De cualquier modo, independientemente de que en la tradición popular sincrética se entremezclan elementos de uno y del otro Lázaro, el San Lázaro que veneran los cubanos es en sí una entidad perteneciente a los cultos de santería popular -y con esto no quiero ser malinterpretado por parecer que esté subestimando lo que de manera tan arraigada está presente en los corazones de miles de fieles y seguidores- y no alguien que alcanzara estados de conciencia más allá del promedio humano, esto es, estados de beatitud suprema que lo eleven a donde tiene lugar la unificación de la conciencia individual con la universal, o que fuera canonizado según los procedimientos convencionales de la Iglesia Católica, institución que no admite al San Lázaro de la tradición cubana entre sus venerados santos oficiales a pesar de las concesiones que tuvo que hacer en relación al desenfrenado culto a la Deidad afrocubana en Cuba.
Lo cierto es que en la mayor de Las Antillas San Lázaro es adorado como Babalú-Ayé, y que las multitudes que lo hacen no están muy interesadas en desentrañar el misterio acerca del hermano de Martha y María, a quien Jesús le devolvió la vida, o acerca del hombre pobre de la parábola de Lucas. Las multitudes henchidas de una fe que resulta admirable -independientemente de que se comparta o no el culto a San Lázaro, el sincretismo religioso de ascendencia africana, la adoración a imágenes, la creencia en promesas y milagros, etc.-, aunque desconociendo en su mayoría el posible origen de la veneración a Babalú, cada 17 de diciembre le rinden culto a su entidad providencial, la que, según el testimonio de sus miles de devotos, les concede sus peticiones y les devuelve la salud.
Para los miles de fieles que cada año se aproximan a su sitio más emblemático en la capital cubana lo más importante es cumplir las promesas que le han hecho y pedir nuevos deseos que con convicción creen que el santo les concederá tarde o temprano, de una u otra manera, pero se los concederá, de modo muy especial todo lo que está en relación con la salud y el progreso de los hombres.
Entre estas tradiciones sobrevivientes en Cuba después de 1959 ocupa un lugar cimero el culto a San Lázaro, festividad religiosa que nos ocupa hoy, justamente cuando estamos recordando la fecha escogida para su celebración, la cual coincide con el día en que fue martirizado el Lázaro de Betania inmortalizado en el Evangelio de San Juan; algo que reafirma la idea de que la celebración de carácter sincrético en sí está en relación directa con el personaje bíblico de posible existencia histórica.
Surge entonces una interrogante. ¿Si el San Lázaro de los cubanos es recordado el 17 de diciembre, en correspondencia con la fecha del martirio del Lázaro bíblico, por qué en su personificación popular, esto es, el del culto sincrético, se le representa con perros, muletas y lesiones en su piel?
(San Lázaro de Betania o San Lázaro Obispo, hermano de Martha y María, quien fuera Obispo de Chipre y de Marsella, Francia. Imágenes y comentarios añadidos por el Bloguista de Baracutey Cubano)
Es precisamente en este detalle que se fundamenta la hipótesis acerca de que en el culto de santería cubana se entrelazan las dos figuras bíblicas, es decir, el Lázaro de Betania, hermano de María y de Martha, y el pobre Lázaro leproso que se conformaba con recoger las migajas de comida que caían de la cena del epulón rico, según se narra en el capítulo XVI, entre los versículos 19 y 31 del Evangelio de San Lucas.
En esta parábola de Jesús se cuenta el destino final de dos hombres, uno rico y otro pobre; este último se encontraba leproso, de ahí la asociación de San Lázaro con la sanación de los enfermos, así como con la edificación de leprosorios y otras instituciones médicas a las que se les puso el nombre de San Lázaro, entre las que merece citarse un hospital fundado por Fernando III en Sevilla, cuyo nombre es San Lázaro, y que data del siglo XIII, estando dedicado desde sus inicios a los enfermos de lepra.
Al morir el Lázaro humilde y enfermo de la parábola cristiana, éste alcanza la gloria celestial, mientras que el hombre rico fue condenado al infierno. La presencia de los perros en su representación está determinada porque en la narración de Lucas se hace referencia a perros que se acercan al hombre pobre para lamerle sus llagas, lo que quedó para la posteridad a través de la inmortalización de la figura de este Lázaro que se ha hecho tan popular en Cuba mediante el culto sincrético.
En este sentido, todo parece indicar que de los dos Lázaros el de mayor peso para el culto a la entidad conocida como Babalú-Ayé es este último, al menos por su representación como imagen de hombre pobre y enfermo al que los perros no dejan jamás -la representación de perros lamiéndole las llagas le hacen similar a San Roque, santo patrón de la peste, con el que no tiene nada que ver-; sin embargo, la fecha escogida para su sonada recordación es la que corresponde al martirio de Lázaro de Betania, el personaje del Nuevo Testamento que tal vez fuera histórico a pesar de las contradicciones en las investigaciones acerca de su existencia y de los hallazgos que, en última instancia, lo pudieran demostrar.
De cualquier modo esto no es lo más importante, y si tuviera que decidir cuál de las dos figuras bíblicas es la que mayor influencia tiene en el culto a Babalú-Ayé no soy capaz de pronunciarme categóricamente de manera afirmativa por ninguno de los dos, sino que prefiero admitir la posibilidad de que en Babalú-Ayé o San Lázaro se entremezclan elementos de uno y otro Lázaros bíblicos, adquiriendo una mayor relevancia la representación icónica del hombre pobre y leproso en su figura; aunque sin olvidar la idea del martirio del Lázaro al que Jesús le devolvió la vida, algo que la Iglesia Ortodoxa y los católicos de Rito Oriental conmemoran el sábado anterior al Domingo de Ramos, en tanto que la Iglesia Católica lo celebra el 17 de diciembre, lo que los cubanos asumieron para venerar a su Babalú-Ayé, quien, al igual que el Lázaro bíblico de San Juan, le fue devuelta la vida al ser resucitado de entre los muertos.
Del Lázaro de las tradiciones católicas y las narraciones bíblicas al San Lázaro de las ancestrales costumbres africanas tan venerado por los cubanos
Todo parece indicar que los africanos que fueron traídos a Cuba para ser convertidos en esclavos tuvieron que ocultar sus creencias religiosas bajo apariencias católicas, con lo que siguieron adorando a sus dioses, pero ahora con los nombres católicos que la colonización española había impuesto, no solo en la isla, sino de manera general en todos los territorios que fueron convertidos en colonias de España, los que no solo sufrieron el proceso de la colonización en su sentido puramente económico, político y social, sino que de manera paralela se llevó a cabo la llamada evangelización, lo que suponía la asimilación forzada de una forma de religión bien distante de sus identidades.
El hecho de que Babalú-Ayé, ahora devenido en San Lázaro, sufriera el dolor a través de la enfermedad, el rechazo y el aislamiento, según lo aportado por las tradiciones africanas, amén de sus atributos curativos y sus sanaciones milagrosas, lo convirtieron en el estandarte ideal para que el pueblo cubano se apropiara del santo africano hasta hacerlo tan popular como la mismísima virgen de La Caridad.
Según Fernando Ortiz, una autoridad si de estudios etnográficos y antropológicos cubanos se trata, los negros esclavos, a falta de familia y bienes, trajeron consigo sus creencias religiosas, su cultura, sus cantos y sus lenguas; por lo que la memoria del esclavo fue su mayor tesoro para la aportación a la isla de un caudal de conocimientos ancestrales procedentes de varias regiones del continente africano.
Desde el siglo XVI hasta nuestros días, la oralidad ha conservado en su esencia las tradiciones religiosas africanas. En la tradición muy bien guardada por los babalochas y santeros cubanos predomina el criterio de que Babalú-Ayé es un orisha de origen arará, subgrupo de los yorubas procedentes de las zonas que comprenden las márgenes del río Odi hasta el curso de agua denominado por los traficantes como Nuevo Calabar. Otras teorías dan a los ijava, también del tronco lucumí, como posibles instructores del culto de Babalú-Ayé.
El Babalú-Ayé, según la regla de Ocha de la santería afrocubana, al igual que Lázaro, el hombre pobre de la parábola cristiana, tenía llagas y andaba harapiento, llevaba muletas y se hacía acompañar por perros, algo que también le aproxima al pobre hombre leproso que los perros le lamían sus llagas; de ahí que a San Lázaro se le asocie de manera general con las enfermedades, y específicamente con las afecciones de la piel (lepra y viruelas), con las enfermedades contagiosas (especialmente las venéreas, llamadas actualmente de transmisión sexual) y con las grandes epidemias.
En realidad Babalú-Ayé es un título que significa Padre del mundo, el cual se le daba a Chopono o Chakpata, el terrible orisha de la viruela, cuyo nombre no podía pronunciarse. En los territorios Arará, donde resulta ser el santo más venerado, tiene el aspecto de un inválido, minado por un mal deformante, de piernas retorcidas y espinazo doblado, y es justamente esto lo que hace que en Cuba los paralíticos, los que sufren por deformaciones podálicas, los que tienen daños ortopédicos, o todo aquel que presenta lesiones de los sistemas óseo y muscular le pidan para que los sane de sus dolencias. Esto último justifica la idea tan arraigada de arrastrarse por el suelo hasta hacer sangrar sus piernas y sus pies descalzos durante la peregrinación hacia el templo dedicado a la entidad afrocubana en el santuario conocido como El Rincón, en La Habana.
Los males relacionados con las enfermedades de transmisión sexual, específicamente aquellas como la sífilis, que siguen un patrón común de daños en la piel, así como la lepra y la viruela, actualmente son infrecuentes en la isla y en numerosos países del mundo a partir de la existencia de programas de salud que han contribuido a su disminución; no obstante, es posible encontrar en la peregrinación hacia El Rincón a algunas personas que, ocultando su verdadero motivo de devoción al santo, le pidan para recuperarse de algún chancro sifilítico o de las terribles secuelas neurológicas de esta enfermedad, así como de alguna deformidad de su rostro originada por la lepra.
A este santo se le representa vestido de color morado obispo, en tanto que en Umbanda y Candomblé se suele caracterizar a Babalú-Ayé cubierto de unos vestidos de paja, lo que los cubanos transmutaron en saco, y que forma parte de los símbolos que se utilizan como vestimenta en el día de su celebración en Cuba.
Detengámonos ahora en algunos aspectos relacionados con Babalú-Ayé, nombre que en Yoruba es Obalúayé, cuyo significado es Padre, Señor de la tierra, de ahí su poderío inconmensurable que lo hace temible en algunas naciones africanas como Nigeria. De manera general en África se lo conocía bajo la denominación de Samponá o Sakpatá, por ser la viruela y la lepra enfermedades mortales. Recordemos su representación bajo el aspecto de un ser enfermo con llagas en su cuerpo.
Se le considera hijo de Naná Burukú, pero en Abomey (África) sus padres son Kehsson y Nyohwe Ananou; aunque otras fuentes atribuyen su nacimiento directamente de Obatalá. Además de las muletas y los perros, sus otros atributos son una campanilla o matraca, instrumentos medievales que tenían que portar los leprosos para anunciar su presencia y la gente se alejara, lo que también demuestra cómo se mezclan elementos procedentes de la tradición cristiana y de las religiones africanas.
Su culto viene de Dahomey (Benin), donde recibe el nombre de Azojuano (Azowano), Rey de Nupe, territorio de los Tapa. Según la tradición Babalú-Ayé era muy mujeriego y siempre estaba de fiestas hasta que todo el mundo le perdió el respeto, incluida la propia Ochún, que era su mujer, quien lo abandonó. Un Jueves Santo, Orula le advirtió: “Hoy domínate y no andes con mujeres”. Desobedeciendo el consejo de Orúmbila, esa noche se acostó con una de sus amantes y al siguiente día amaneció con el cuerpo todo cubierto de llagas purulentas, lo que sugiere que pudo haberse contagiado con sífilis; aunque la tradición sincrética no lo especifica, quedando las llagas como elemento que lo hace ver como enfermo de la piel sin saberse en realidad con exactitud la patología propiamente dicha.
Esto hizo que la gente se apartara de él por temor al contagio y sólo lo seguían algunos perros, a los que les gustaba lamerle las llagas, elemento que pasó al simbolismo actual del venerado santo. Por mucho que suplicó, Olofi se negó a perdonarlo y, al fin, Babalú-Ayé murió. Pero a Ochún le dio lástima y gracias a sus plegarias consiguió que Olofi le devolviera la vida, en lo que se aproxima al relato bíblico narrado por el místico evangelista San Juan, toda vez que Jesús con sus poderes sobrenaturales le devolvió la vida a Lázaro.
Ahora Babalú-Ayé había pasado por la experiencia del sufrimiento del enfermo, con lo que aprendió la lección y por eso regresó tan caritativo y misericordioso, aspectos que son elementos claves en la adoración al santo que los cubanos idolatran casi como a la virgen en su advocación como la Caridad del Cobre.
De cualquier modo, e independientemente de que se comparta o no la adoración a santos, el sincretismo, la práctica de formas ancestrales de cultos o cualquier otra modalidad en relación con el instinto de religiosidad en los hombres, la festividad de San Lázaro en Cuba constituye un verdadero fenómeno social capaz de movilizar cada año a casi 15,000 hombres que en actitud de sumisión y guiados por su profunda fe acuden a la obligada cita con su santo sanador, y al parecer nada podrá extinguir esa manera tan peculiar de recordar a un Lázaro que adquirió matices peculiares en una nación profundamente religiosa que ha sobrevivido en medio de la adversidad.
Lo cierto es que el culto a San Lázaro llegó desde lejanas tierras para quedarse por siempre entre los cubanos. El más grande de los seres que anduvo por nuestra tierra patria afirmó:
“Todo pueblo necesita ser religioso. No sólo lo es esencialmente, sino que por su propia utilidad debe serlo. Es innata la reflexión del espíritu en un ser superior; aunque no hubiera ninguna religión todo hombre sería capaz de inventar una, porque todo hombre la siente. Es útil concebir un GRAN SER ALTO; porque así procuramos llegar, por natural ambición, a su perfección, y para los pueblos es imprescindible afirmar la creencia natural en los premios y castigos y en la existencia de otra vida, porque esto sirve de estímulo a nuestras buenas obras, y de freno a las malas. La moral es la base de una buena religión. La religión es la forma de la creencia natural en Dios y la tendencia natural a investigarlo y reverenciarlo. El ser religioso está entrañado en el ser humano. Un pueblo irreligioso morirá, porque nada en él alimenta la virtud. Las injusticias humanas disgustan de ella; es necesario que la justicia celeste la garantice”.
Tal vez las sabias palabras de José Martí nos permitan llegar a comprender el porqué de ese fenómeno sociocultural tan sui generis que es la festividad de San Lázaro, la que miles de cubanos celebran cada 17 de diciembre como muestra de su devoción, pero sobre todas las cosas, por esa necesidad de religiosidad que precisa el Apóstol de Cuba.
En el número nueve de la revista «Vitral», correspondiente a los meses de septiembre y octubre de 1995, el Padre Mariano Ruiz responde la pregunta de que si existió un santo mendigo llamado Lázaro. La respuesta, para aquellos que no han podido leer el artículo, es que no consta históricamente la existencia de tal mendigo, pero tampoco se puede afirmar que este nunca existió. A lo anterior el Padre Mariano añade, después de una breve y acertada argumentación, que en el cielo se encuentran infinitos Lázaros similares al mendigo que aparece en el relato de ficcíón, conocido como la parábola del pobre Lázaro y el rico; el cual a arece escrito en Lucas 16,19-31. El sacerdote plantea, al final de su artículo, que el primero de esos Lázaros que brillan en el cielo, es el mismo Cristo Jesús, el cual pasó hambre y sed, cansancio y agonía en su transitar junto a nosotros.
(Parábola: Lázaro y el rico epulón)
El san Lázaro mendigo, es uno de los santos más venerado por nuestro pueblo. Su imagen, extraída muy probablemente del mencionado relato de ficción, está presente en numerosos hogares cubanos; recibiendo su imagen, en algunos casos, un inapropiado culto de adoración que solo debe ser ofrecido a Dios.
En este artículo deseo hablar de otro santo llamado Lázaro, cuya existencia histórica está comprobada y que sin embargo, es ignorado por muchos de los cubanos. Este santo es la única persona, en los escritos bíblicos, por la cual Jesús lloró (Juan 11,35). Jesús lloró por Jerusalén, lloró en el Monte de los Olivos por su suerte y lloró por este amigo amado, el difunto y posteriormente resucitado Lázaro de Betania.
(San Lázaro cuando fue resucitado por Jesús)
Lázaro vivió junto a sus hermanas Marta y María en la aldea de Betania (de ahí su apelativo), hoy llamada El-Azarié, la cual está situada cercana al Monte de los Olivos y de Jerusalén. Su casa fue un lugar frecuentado por Jesús para el descanso y la enseñanza (Lucas 10,38-42). A Jesús lo unía una especial amistad hacia esas tres personas (Juan 11, 3-5), tal es así, que al ver el dolor que había causado la muerte de Lázaro, Jesús se estremecio en espíritu, se conmovió y lloró (Juan 11, 33-36). En el Evangelio de San Juan, en su capítulo 11 se puede leer en detalles todo lo concerniente al pasaje en el cual Lázaro es resucitado.
Después de resucitado, según la Tradición de la Iglesia, Lázaro se convirtió en obispo de Betania y posteriormente de la Isla de Chipre, hasta que finalmente dirigió, por espacio de 30 años, la Diócesis de Marsella. Predicó el Evangelio e hizo sucumbir la idolatría ante la Cruz de Jesucristo. Obró muchos milagros, incluyendo el resucitar muertos, para el bien de su prójimo. Fue torturado y finalmente decapitado por orden de un procónsul romano, convirtiéndose así en un mártir cristiano. Actualmente en Marsella existe una Basílica que lleva su nombre. La devoción hacia San Lázaro en esa gran ciudad es notable.
(San Lázaro con sus hermanas María y Marta)
La iglesia primitiva consideró, desde sus primeros momentos, que los mártires cristianos, al morir, se unían indefectiblemente a Cristo, pues ellos habían dado muestra de una gran fe y del mayor amor que alguien podía tener hacia Cristo. Jesús había dicho que nadie tiene mayor amor que aquel que pone su vida por sus amigos (Juan 15,13). En el Libro del Apocalipsis, escrito alrededor del año 95 d.C., podemos leer versículos que atestiguan la presencia de esta convicción en la iglesia primitiva:
«Cuando el Cordero rompió el quinto sello, vi debajo del altar con vida a los degollados a causa de la palabra de Dios y por haber dado testimonio debido. Y gritaban con voz potente diciendo:
-Señor santo y veraz, ¿cuándo nos harás justicia y vengarás la muerte sangrienta que nos dieron los habitantes de la tierra?.
Se les entregó entonces un vestido blanco a cada uno y se les dijo:
-Aguardad un poco todavía. Aguardad hasta que se complete el número de vuestros compañeros y de vuestros hermanos que, como vosotros, van a ser martirizados.»
Apocalipsis 6, 9-11
Observemos que el lugar donde están los mártires no es el polvoriento y oscuro Seol, del cual se habla en el Antiguo Testamento, sino un lugar muy cerca de Dios. En ese lugar ya ellos participan de la vida inmortal y esperan el final de todos los tiempos para recibir su segunda, completa y definitiva retribución: la resurrección al final de todos los tiempos (resurrección escatológica).
Lázaro de Betania dio su vida por amor a Cristo y a sus hermanos en la fe, Al morir un mártir cristiano, su tumba era visitada por los otros cristianos, los cuales celebraban vigilias y actos litúrgicos en dicho lugar; estas celebraciones se efectuaban también en los aniversarios de su muerte y se hacían, entre otras razones, para conmemorar el paso del mártir hacia la verdadera Vida o sea su verdadero nacimiento, pues ese fue el momento, en que de manera definitiva, se unió a Cristo. El día de celebración de este santo obispo es el 17 de Diciembre.
Algunas personas no entienden el por qué los santos están en altares y se les celebran sus días. Los altares y los días de sus celebraciones no debemos verlos desde un punto de vista estrecho, o sea, erigidos y conmemorados para el santo en sí; debemos verlos erigidos y conme-morados para ese Dios, por el cual y para el cual ese santo vivió y murió.
Con respecto a las potencialidades y posibilidades que tienen los santos que están gozando de la presencia del Señor, y en particular san Lázaro, debo aclarar que lo único que pueden hacer ellos por nosotros es orar ante Dios, al igual que lo hacen en vida muchos de nuestros hermanos a los que les pedimos esa acción. Es cierto que la oración eficaz, o sea insistente, del justo puede mucho, como se puede leer en Santiago 5,16, pero debemos entender que nadie nos puede dar algo que Dios no nos quiera dar. Es frecuente ver personas, que en la práctica, su religiosidad está centrada en los santos. El cristiano verdadero coloca a Cristo como su centro o sea profesa una religión cristocéntrica. La religión en la que en la práctica las figuras centrales son los santos, no es una religión cristiana sino santera como en más de una ocasión han expuesto en sus homilías el señor obispo y nuestro cura párroco. En el artículo «Dioses e ídolos», publicado en el número diez de «Vitral», expongo otros elementos relacionados con lo planteado anteriormente.
(Basílica de San Lázaro, Marsella, Francia)
Deseo mostrar una oración en la cual se muestran correctamente varios de los elementos esenciales, que debemos conocer y tener en consideración en nuestra relación con los santos. La oración se copió de un material correspondiente a una novena al obispo san Lázaro, la cual se efectuó en diciembre de 1926. El material nos fue gentilmente brindado por la Sra. Gloria Álamo la cual ha sido una celosa depositaria que ha cuidado con mucho amor, y durante muchos años, documentos religiosos que un día pertenecieron a familiares ya fallecidos. La oración posee la correspondiente Licencia Eclesiástica.
«Omnipotente y sempiterno Dios, que con un solo Fíat creasteis el mundo de la nada, cuya mirada diste de hermosura al universo, cuyo contacto conmueve los ejes del globo terrestre, cuyo poder da vista a los ciegos, habla a los mudos, oído a los sordos, salud a los enfermos y vida a los muertos, mostrad, Señor mostrad la grandeza de vuestro infinito dominio sobre cuanto existe, honrando a vuestro Siervo San Lázaro con milagros que confirmen siempre su gran fama de santidad con que vivió y murió en el mundo.
Esta gracia os pido por los méritos de Jesucristo que con vos vive y reina por los siglos de los siglos. Amén. »
En la oración se destaca la preeminencia de Dios, y en particular, muestra quién es el verdadero autor de los milagros: Dios; así como el por qué Dios concede milagros en nombre de un determinado santo: confirmarnos la santidad del santo y con esto demostrarnos que nosotros, simples mortales, podemos llegar a la santidad. También muestra que esas gracias o regalos se piden no por los méritos del santo en cuestión, sino por los méritos acumulados por Jesucristo hombre (también verdadero Dios), único Mediador entre Dios y los hombres según se lee en 1-Timoteo 2, 5.
Deseo plantear, antes de pasar a otro ángulo del presente trabajo, que la celebración de novenas en nuestra Iglesia Católica tiene su origen en los nueve días que estuvieron orando en el aposento alto los apóstoles, la Virgen María y otros después de la Ascensión de Cristo y hasta la llegada del Espíritu Santo en el día de Pentecostés. Los nueve días se pueden inferir de: Hechos 1, 3-9; 1, 12-14; 2, 1-4 y de las características de la Fiesta de las Siete Semanas (o Fiesta de la Primera Gavilla) que aparecen en los libros Levítico y Deuteronomio.
Continuando con nuestro tema central diré que en Cuba, al igual que en otros países, algunos de los santos católicos han sido utilizados para esconder deidades (o sea divinidades o dioses) de otras religiones como por ejemplo la religión Yoruba-Lucumí. La razón de esto y en general del mimetismo coyuntural (más que sincretismo religioso) que tomaron esas religiones fueron las condiciones sociales y religiosas a las que fueron sometidos en América los esclavos negros procedentes del continente africano. Entre esas condiciones estaban la prohibición de la práctica de sus religiones paganas y la imposición del catolicismo. Una de las divinidades africanas que se escondieron bajo el ropaje de un santo católico fue Babalú-Ayé al que asociaron con san Lázaro. Para conocer a cuál san Lázaro lo asociaron debemos tener en cuenta, que el criterio utilizado para asociar el santo cristiano correspondiente, era su apariencia externa con la divinidad pagana y no su vida o personalidad. El antecedente de Babalú-Ayé era una divinidad africana que era temida de tal manera, que su nombre prácticamente no se pronunciaba. Esa divinidad había padecido viruelas, otras fuentes plantean que sífilis por la vida de jolgorio y mujeres que llevó cuando eran joven, y llevaba las huellas de esa enfermedad en su cuerpo; de esto último podemos inferir que el san Lázaro asociado a Babalú-Ayé es el san Lázaro mendigo.
(San Lázaro, el de las muletas)
Muchas personas del pueblo cubano atribuyen curaciones milagrosas a este ambiguo san Lázaro-Babalú-Ayé, que es capaz, según la creencia popular, de enviar desgracias a todo aquel que incumple sus promesas hacia él, algo inconcebible en un santo cristiano, pues el Amor es el lazo más íntimo que lo une con Dios y le hace partícipe de la vida divina. En el artículo «Inmortalidad y Salvación» que se publicará próximamente, profundizo en el papel fundamental que juega el Amor en nuestra salvación.
Muchos cristianos plantean que es satánico el origen de las sanaciones que se producen de vez en cuando, pero muchas menos veces que las esperadas, en personas que han visitado determinados lugares donde se práctica el paganismo o la idolatría. En la Biblia se condena la idolatría y la visita a los lugares donde ella se practica, así como las consultas a muertos:
« Que no haya en medio de ti nadie que haga pasar a su hijo por el fuego que no haya adivinos, ni nadie que consulte a los astros, ni hechiceros, que no se halle a nadie que practique encantamientos o consulte los espíritus, que no se halle ningún adivino o quien pregunte a los muertos.»
Deuteronomio 18, 10-12
«¿No saben, que los injustos no heredarán el Reino de Dios?
No se engañen: no heredarán el Reino de Dios los que tienen relaciones sexuales prohibidas, ni los que adoran a los ídolos, ni los adúlteros, ni los homosexuales de toda clase, ni los ladrones, ni los explotadores, ni los borrachos, ni los chismosos, ni los estafadores. »
1 Corintios 6, 9-1 0
Sin embargo, podemos caer en el pecado imperdonable que se plantea en Mateo 12, 22-32 al evaluar de satánicas la totalidad de esas curaciones, pues en algunas de ellas puede estar presente la obra del Espíritu Santo. Un pasaje bíblico que nos ayudará a comprender lo anteriormente planteado es el pasaje del paralítico de la piscina de Betesdá (Juan 5, 1-15).
La piscina de Betesdá, según datos históricos hallados en recientes excavaciones, era un lugar pagano donde se decía que el dios Esculapio curaba de cuando en cuando a enfermos que iban buscando su curación. Los judíos desde su fe explicaban esas curaciones mediante la intervención de un ángel. Cristo visitó ese lugar pagano y curó allí a un paralítico sin temer que lo tildaran de pagano o que dijeran que esa curación en un lugar pagano favorecía al paganismo; la misericordia de Dios se impuso.
Cristo en el momento de hacer el milagro no se dio a conocer al paralítico (Juan 5, 12-13), por lo cual el paralítico y el resto de los ahí presentes podían pensar, entre otras cosas, que fue la intervención del dios Esculapio o del ángel la que produjo el milagro. Cristo, como siempre, no le exigió nada al paralítico para hacer el milagro ni por haberlo realizado, solamente le dijo toma tu lecho y anda; dejó a la decisión del paralítico el escoger quién había sido el hacedor del milagro. El hombre escogió acertadamente y se dirigió al templo a darle gracias a Dios, el único autor del milagro, no le dio gracias al ángel ni al dios Esculapio. Fue precisamente en ese momento que ocurre el segundo encuentro del paralítico, ya sanado, con Jesús; en esa oportunidad Jesús le dio el mandato que no volviera a pecar, refiriéndose muy probablemente al hecho de que quizás en el futuro el antiguo paralítico quisiera, por alguna otra razón, visitara nuevamente ese lugar pagano y «milagrero»; Jesús le explicó la razón de ese mandato: «no sea que te suceda algo peor». Todos los cristianos sabemos que lo peor que nos puede suceder es que nos apartemos de la gracia de Dios, el cual se nos dio a conocer plenamente en la persona de su hijo Cristo Jesús. En ese segundo encuentro hubo algo más importante que la curación de un enfermo; estuvo presente el problema concerniente a la salvación de su alma.
Muchas de las personas que visitan lugares paganos argumentan que ellas no se apartan de Dios, porque ellas siguen creyendo en Dios y saben que sin Él, no se puede hacer nada. El apartarse de Dios no es solamente desconocer o ignorar a Dios y su poder, es también no sentirlo como lo más cercano a nosotros y a nuestras vidas (Mateo 22, 37-38).
************ Bibliografía La Biblia (Latinoamérica), Edición Pastoral, Editorial Verbo Divino, Navarra, España, 1972. Novena al Glorioso San Lázaro, Imp. Avisador Comercial, La Habana, Cuba, 1926. Álvarez A. y Porbén P.P., Sincretismo Popular... Mimetismo Coyuntural, Revista Vitral No. 7, Centro Católico para la Formación Cívica y Religiosa, Diócesis de P. del Río. Cuba, 1995 Arencibia Pedro P., Dioses e ídolos, Revista Vitral No. 10, Centro Católico para la Formación Cívica y Religiosa, Diócesis de P. del Río. Cuba, 1995 Nuevo Diccionario de Espiritualidad, De Fiores S., Goffi T., Guerra A., Ediciones Paulinas, Madrid, España, 1985
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Un Café con Pinelli (Celebrando a San Lázaro) [Martes Diciembre 17, 2019]
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Libro de Pedro Pablo Arencibia: Paradigmas Psicopedagogicos y caminos de la Investigacion Matematica en la Ensenanza de la Matematica Universitaria y Media
OPINIÓN SOBRE EL LIBRO:
Lo he ojeado, aqui y alla; es conmovedor. humano. Tardare en leerlo de tapa a tapa. Comprendo que es holistico, lo que me parece admirable, meritorio, politica, experiencia humana, Matematicas, Ciencias, y tambien ¨very scholar. Una combinacion unica. Gracias. B.M.
“Marco Rubio a Donald Trump: Te diré lo que es un buen acuerdo: que Cuba sea libre
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Licenciado en Matemática Pura en la Universidad de La Habana (UH) y Catedrático universitario con 24 años de experiencia en la docencia universitaria cubana; posee la Categoría Docente Principal de Profesor Titular universitario. Fue expulsado el 29 de enero de 1997 del Instituto Superior Pedagógico de Pinar del Río ( universidad de perfil formativo o pedagógico) por motivos políticos. Activo colaborador desde su fundación de la revista VITRAL y del Centro Católico de Formación Cívica y Religiosa (CFCR) de la Diócesis de Pinar del Río. Colaboró en Cuba con las organizaciones opositoras: Todos Unidos, Asamblea para Promover la Sociedad Civil en Cuba y con el Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC).
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COLABORADORES:
Paul Echániz
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