Desde Cuba Alberto Méndez Castelló: Cuba: Cada habitante con su disfraz, como en la selva
Tomado de https://www.cubanet.org/
Cuba: Cada habitante con su disfraz, como en la selva
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¿Es Cuba es una nación corrupta, hipócrita, de piratas, de gente que, mostrándose como buena, son demonios mientras los que se revelan como malos en el fondo son santos…?
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Por Alberto Méndez Castelló
Noviembre 30, 2024
PUERTO PADRE, Cuba.- El pasado sábado, esperando un vuelo procedente de Estados Unidos, me encontraba en el parqueo del aeropuerto de Holguín, bajo un árbol, solitario, triste, huraño. Al día siguiente era mi cumpleaños y recordaba a mis seres más queridos –muertos unos y otros andando por los caminos de la diáspora– cuando, intempestivamente, se me acercó una persona, evidentemente extranjero, diciéndome afable: “¡Hola!, pues creo ser buen fisonomista y me parece reconocerlo por la fotografía del libro, ¿no es usted Méndez Castelló, el autor de la novela Bucaneros?”
“Pues sí, escribí ese libro”, dije, y luego de presentarse, el hombre comentó: “Hace tiempo que quería comunicarme con usted, pero ni modo; el libro no tiene sitio web ni usted redes sociales; vengo frecuentemente a Cuba y quería hacerle una pregunta…” “Pues ya me tiene delante, pregunte todo lo que quiera”, respondí.
Mientras el desconocido hablaba, pensé que si existen razones que no conocen de la razón según Pascal, el encuentro con esta persona es uno de esos casos por sus congruencias históricas, literarias y sociológicas, y al mismo tiempo, una prueba de que, sobre la sinrazón, también hay destellos de luz del raciocinio.
Isla de Bucaneros
La novela Bucaneros fue publicada en Amazon el 24 de noviembre de 2016, vísperas del fallecimiento de Fidel Castro, y justo ocho años después, cuando la sombra del dictador difunto se difumina apresuradamente y no solo en Cuba sino también en las regiones del mundo donde él incursionó e hizo incursionar a miles de cubanos, haciendo de nuestro país con ese y otros muchos desafueros el muladar físico y moral que es hoy, entonces este lector acucioso me interpela con esta interrogante:
“¿Es, o quiere usted decir en este libro que Cuba es una nación corrupta, hipócrita, de piratas, de gente que mostrándose como buenos son demonios mientras los que se revelan como malos en el fondo son santos…?”
“¿Por qué me lo pregunta si en el libro tiene la respuesta? Y discúlpeme, pero yo no escribo ni de demonios ni de santos; trato de contar historias describiendo personas, lugares y sucesos, y déjeme decirle algo: uno de los mismos censores de la policía política me confesó que ellos habían utilizado el borrador de la novela como `material de estudio´ en uno de sus círculos”, contesté, picado. Y replicó entonces mi interlocutor:
“Tengo la duda porque en su novela usted dice de prostitutas de las que se consigue una esposa fiel, imagínese; porque habla de ladrones que dicen ser revolucionarios, gente patriota, lo que no suele ser muy ortodoxo; y cuenta de soldados internacionalistas que se preguntan frustrados de qué sirvieron todos sus esfuerzos; y como la misma edición dice que Bucaneros no es una novela política, aunque también tiene esas lecturas, entonces me pregunto si Cuba en lugar de ser un país socialista, solidario como afirma el Gobierno y mucha de su gente, en realidad no es una jungla donde cada habitante, como en la selva, lleva su propio disfraz. Dígame usted.”
La jungla
El escozor que inicialmente me provocaron las palabras de esta persona desapareció. Su retrato de Cuba y de los cubanos era el mejor de los últimos tiempos, y contesté:
“Tiene usted toda la razón, Cuba es una jungla donde cada habitante como la fauna en la selva lleva su propio disfraz, que a unos les permite enmascarar el acecho y a otros pasar desapercibidos ante la acechanza. La cotidianidad de los cubanos se basa en la simulación, en el enmascaramiento, en la hipocresía, que partió del régimen totalitario y no del ciudadano, que la adoptó como mecanismo de defensa ante el Estado omnipresente. Ello perjudicó más a la persona que si hubiera hecho valer sus derechos, porque entonces, erróneamente, algún comisario del régimen etiquetó de `doble moral´ al que comenzó siendo mentiroso y terminó como ladrón. Es erróneo decir que alguien tiene doble moral, porque moral solo hay una; se es honesto o deshonesto, honrado o ladrón, moral o amoral; la persona moral es honesta, decente, porque todo su obrar está basado en el principio de la buena fe, mientras que el inmoral busca su rédito sobre la desventaja del prójimo, y así comenzó el cubano diciendo `globos´, como llamaron a la mentira, y de ahí pasaron a robar combustibles y mercancías al Estado, para luego terminar desfalcándolo todo, entre los mismos cubanos.”
Mi escrupuloso lector hacía silencio, haciéndome decir más y entonces repuse: “Ahora bien, se preguntará usted, ¿por qué los cubanos son así? Y yo le responderé con una generalización –aunque las generalizaciones, por reduccionistas, suelen ser peligrosas–: los cubanos son así por comodidad y por cobardía; es más cómodo simular ser, que ser genuino.
Y ahí tiene usted la respuesta a su interrogante de si Cuba es entendida como una nación de gente perversa, una nación de piratas.
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Ernestomiami
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