viernes, julio 12, 2024

Juan Antonio Blanco : Cuba, a tres años del 11J. A tres años de las protestas públicas del 11 de julio de 2021 es importante saber cuál fue el significado de aquella jornada y dónde estamos hoy.


Tomado de https://diariodecuba.com/

Cuba, a tres años del 11J

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A tres años de las protestas públicas del 11 de julio de 2021 es importante saber cuál fue el significado de aquella jornada y dónde estamos hoy.

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Por Juan Antonio Blanco 

Miami 11 Jul 2024

A tres años del 11 de julio de 2021 (11J) es importante saber cuál fue el significado de aquella jornada y dónde estamos hoy. El gran significado de la rebelión nacional de 2021 es que demostró que la mayoría de la población rechazaba un régimen fracasado y represivo. La idea de que el pueblo vivía feliz en esa sociedad era una falacia fabricada y exportada al mundo.

La gran lección que se reiteró aquel 11 de julio es que nada se consigue de una dictadura sin enfrentarse a ella. Recordemos que la épica protesta conocida como el Maleconazo de 1994 trajo de inmediato la apertura de los mercados libres campesinos y el cuentapropismo, la circulación libre del dólar, un acuerdo migratorio con EEUU y nuevas facilidades para la inversión extranjera. 

A su vez, el 11J trajo —¡finalmente!— la muy demorada aprobación de las MIPYMES anunciada por decreto presidencial el 19 de agosto (¡a cinco semanas de la rebelión popular!) que luego se publicaría como ley en la Gaceta Oficial el 21 de septiembre. También condujo al Gobierno a considerar que, facilitando un éxodo masivo hacia EEUU se libraría de todos los revoltosos y hasta sacaría beneficios financieros.  Así lo concibieron y concertaron con Nicaragua y los cárteles mexicanos próximos a La Habana.

La opción por las bayonetas   

El mito de la gobernabilidad quedó hecho añicos y no han podido recomponerlo hasta hoy. Hasta el 11J parecía que el pueblo cubano estaba conforme, si no resignado, a vivir regido por aquel sistema y que la oposición estaba reducida a unos pocos miles de ciudadanos inconformes que estaban agrupados en diferentes organizaciones de la sociedad civil independiente. Sin embargo, ese día se pudo apreciar con claridad que, además de los opositores organizados, había también una amplísima disidencia, entendida como profundo malestar ciudadano que abarcaba a millones de personas a lo largo del país. 

Desde entonces —eso es ya un legado de aquella jornada— la idea de que el inconforme en Cuba pertenece a una minoría de opositores se rompió definitivamente. Ya se sabe que en la Isla hay millones que disienten del estatus quo en que viven sin contar los 1,79 millones que se marcharon entre 2022 y 2023. Esa disidencia no organizada incluye elementos desafectos de los propios estamentos del Gobierno, funcionarios, militares y demás, que sufren las consecuencias de las actuales políticas que se están aplicando.

Sin embargo, desde entonces hasta hoy, la reacción de la elite de poder en Cuba no ha sido la de sentarse a reflexionar sobre las cosas que necesitaban cambiarse para enfrentar esta crisis estructural y multisistémica. Por el contrario, ha tratado de responder a la ingobernabilidad con más represión.

Se han reforzado todas las leyes del país para penalizar la menor expresión de oposición, pero también de disidencia. Hace poco a una muchacha de 21 años de Nuevitas, Camagüey, la han sentenciado a 15 años de prisión por subir contenidos a las redes sociales que el gobierno califica de "propaganda enemiga" y "sedición". Esto es una clara señal de que el régimen no ha metabolizado la esencia del nuevo fenómeno con el que se está enfrentando, por primera vez, en 65 años. El Gobierno no acaba de entender que la represión puede contener momentáneamente una explosión social, pero no aporta gobernabilidad a mediano y largo plazo.

MIPYMES: apaciguamiento a un mes del 11J y máscara para burlar la Ley Helms-Burton

Para ganar gobernabilidad, lo único que podría hacerse es cambiar el régimen de gobernanza, el sistema de gobierno que ha regido hasta hoy y que sigue siendo básicamente totalitario, porque ni siquiera una genuina empresa privada existe en el país. La mediatizada Ley de MIPYMES fue concebida para ser al mismo tiempo una medida para apaciguar a la población a las cinco semanas de las protestas del 11 de julio y una nueva estrategia para burlar el embargo. Lo que se requiere para apoyar a un sector privado en Cuba es cambiar las leyes cubanas de forma que garanticen la plena libertad económica de los ciudadanos. El bloqueo interno es lo único que lo impide.

Las famosas MIPYMES no son genuinas empresas privadas, sino una estrategia controlada para intentar que EEUU las reconozca como tales y autoricen las relaciones económicas, comerciales, financieras y tecnológicas con ellas, cosa que no impide la Ley Helms-Burton si realmente constituyesen un sector privado, tal y como especificó Madeleine Albright el 5 de enero de 1999. Pero las actuales MIPYMES en Cuba no son ese sector privado independiente al que el presidente Bill Clinton, a través de su secretaria de Estado, anunció estar dispuesto a abrir las transacciones estadounidenses. Varias discriminaciones y regulaciones nacionales se lo impiden. 

La primera discriminación que impone la Ley de MIPYMES es que hay que ser autorizado por el Estado para tener incluso un micronegocio. El aspirante debe solicitar un permiso que puede ser negado sin que medie explicación alguna. Esa realidad hace posible la discriminación contra el aspirante por compartir creencias e ideologías que no son del agrado de los gobernantes. La segunda discriminación consiste en que a los nacionales solo se les autorizan registrar micro, pequeñas y medianas empresas —en ciertos sectores, sin rebasar límites a su expansión, sin libertad para fijar precios, contratar o despedir a sus trabajadores, exportar e importar de manera directa, buscar directamente socios inversionistas extranjeros—, mientras que el gran capital extranjero es bienvenido sin la mayor parte de esas restricciones. ¿Por qué en lugar de autorizar MIPYMES no se autorizan empresas privadas cubanas (EPC) sin ningún tipo de limitaciones?

Los "mipymeros" son personas a las que se le ha permitido, finalmente, registrar un negocio si logran pasar el filtro de fidelidad ideológica y práctica al Gobierno al no estar conectados con la oposición o con las ideas críticas de esta nueva disidencia masiva. Ese no es el tipo de empresarios con los que el presidente Clinton deseaba establecer puentes. Una parte de ellos, para colmo, son administrados por allegados a la elite de poder y en otros casos son entidades que realmente están bajo control del holding militar conocido como GAESA. En esos casos son registrados como entidades privadas usando testaferros para que la oligarquía cubana —e incluso la rusa, hoy sancionada por la guerra en Ucrania— pueda de inmediato acceder por medio de ellas a los bancos de EEUU si finalmente eso llega a ser autorizado.

En días recientes han insistido en fortalecer aún más los rasgos centralistas y estatistas del modelo económico soviético, que importaron al país y que destruyó la economía cubana que, junto a la de Argentina, Venezuela y Uruguay, ocupaba los primeros lugares de América Latina en 1958. Cuba, principal exportadora mundial de azúcar en 1958, hoy la importa.

Es a esos trajines a los que se dedican los oligarcas cubanos en este tercer aniversario de la rebelión popular del 11J: + represión + insistencia en el estatismo y centralismo gubernamental + más enmascaramiento internacional de sus negocios privados. No han aprendido la lección. 

Este es el contexto y significado del 11J. Una explosión que llamó la atención al mundo entero sobre la falta de gobernabilidad en el país y una elite de poder que todavía no ha sacado lecciones pertinentes e insiste en sus bayonetas, sin acometer los cambios radicales que el país necesita y que solo puede generar la libertad y el bienestar de su población.

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