ENTREVISTA AL SENADOR CUBANO-AMERICANO MEL MARTINEZ SOBRE SU VISITA A ESPAÑA
19-02-2006
El senador de Florida, Mel Martínez, nacido hace 59 años en Cuba, visita esta semana España para estrenar su cargo de presidente del Consejo EE UU-España, el foro de encuentro de líderes políticos, empresariales y culturales para mejorar las relaciones y aumentar los intercambios entre los dos países. Martínez cree que Madrid y Washington deben actuar como socios en Latinoamérica y que el Gobierno español debe estrechar aún más los lazos con la comunidad hispana de EE UU.
Mel Martínez, de 59 años, senador de Florida, visita España esta semana para estrenar su cargo de presidente del Consejo EE UU-España (US Spain Council), el punto de encuentro -junto a la Fundación Consejo España-EE UU- de líderes políticos, empresariales y culturales de los dos países para mejorar relaciones e incrementar intercambios. Martínez llegó de Cuba a EE UU con 15 años, en la operación de puente aéreo conocida como Pedro Pan, que sacó de la isla a 14.000 niños cubanos.
El senador, persona de confianza de George W. Bush, quiere "tratar de engrandecer el Consejo y analizar con los compañeros en España cómo darle más vida" y prepara la próxima reunión, que se celebrará en Tampa, Florida, "con un gran historial cubano y español
[Pánfilo de Narváez llego allí el 8 de abril de 1528]". Martínez verá en los próximos días al príncipe Don Felipe, al presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, al del PP, Mariano Rajoy, y a parlamentarios y empresarios.
Pregunta. ¿Qué ideas lleva a España para mejorar unas relaciones que se han deteriorado?
Respuesta. Se ha perdido mucho en esas relaciones. Yo quiero, primero, conocer a la gente, para comunicarnos y evitar malos entendimientos. Segundo, contribuir a tender puentes entre EE UU y España. Habrá cosas en las que habrá desacuerdos, no puede haber dos Gobiernos con sintonía total, pero sí con una compenetración y una amistad que sea positiva para ambos. Tanto el embajador Eduardo Aguirre como el embajador Carlos Westendorp son excelentes representantes de sus países y están haciendo una buena labor; yo puedo dar una ayuda.
P. Usted estuvo en el primer Gobierno de Bush y tiene una estrecha relación con el presidente. ¿Llevará algún mensaje de su parte a España?
R. No, eso mejor se queda en el ámbito privado.
P. Pero algo va a transmitir.
R. Yo voy a España como senador de Florida, pero siempre uno tiene el historial de quien ha sido; yo tengo gran amistad con Condoleezza Rice, nuestra secretaria de Estado, a la que admiro; hablo con el presidente sobre las inquietudes en Latinoamérica, los problemas que hemos mencionado, y tengo muy claras las ideas de él con respecto a esa zona, así que creo que podremos hablar de esos temas, de Cuba, de Latinoamérica...
P. ¿Irá el presidente del Gobierno español a Washington?
R. Yo no soy el presidente del país, así que esa invitación no depende de mí.
P. ¿Y si dependiera?
R. Él puede venir a mi casa a visitarme cuando quiera [risas]. No, eso no me toca a mí. El embajador Aguirre es el que tiene que lidiar con eso.
P. ¿Se puede dar por superado el conflicto que se abrió tras la retirada de las tropas españolas de Irak, hace casi dos años?
R. No creo yo que eso esté totalmente superado, queda como algo molesto. Pero el tiempo ayuda mucho a esas cosas. Lo que hay es que buscar otros puntos de enlace, de unión. Hay dos muy importantes: uno es la necesidad de que EE UU y España actúen como socios en Latinoamérica, debemos actuar como dos Gobiernos responsables que pueden tener una gran influencia para lo positivo en la zona; y otro es tener en cuenta la gran población hispana en EE UU, que es algo que inevitablemente nos va a vincular a través de los años.
P. Latinoamérica podría ser un punto de enlace, pero ha habido el caso de la venta frustrada de aviones españoles con componentes estadounidenses a Venezuela parece lo contrario.
R. Tenemos que ver la situación latinoamericana en conjunto, no sólo Venezuela, y cómo podemos tratar de coordinar esfuerzos, de acoplar lo que ambos hacemos, para que el resultado sea bueno. La democracia, la libre empresa, el bienestar de los pueblos... eso lo tenemos en común y lo compartimos. Creo que la venta de armas a Venezuela no es algo estabilizador, no conduce a la mejoría de la vida del pueblo venezolano. Preferiría que no hubiera sucedido; ha sucedido. ¿Qué hacemos ahora? Pues tratar de ver cómo acoplamos puntos de vista que son distintos y luchar en lo que sí sabemos que podemos estar juntos, como la transparencia de las democracias, la corrupción... Hay muchas elecciones en Latinoamérica, en los próximos meses, importantes para EE UU y para España, no porque salga un candidato u otro, sino porque el proceso democrático sea claro y triunfe la democracia sin interferencias, de Venezuela o de Cuba, en las elecciones de los países. Yo creo que en lo de Venezuela hay que respetar la decisión del Gobierno español; pero éste también debe respetar la decisión de EE UU, que no quiere que una determinada tecnología sea transferida.
P. ¿Cómo ve la política del Gobierno español hacia Cuba?
R. Yo creo que la política del presidente Aznar hacia Cuba era sabia y bien guiada, y creo que es algo que este nuevo Gobierno debería seguir. Creo que es un gran error para un país que cuando hay un cambio de Gobierno haya una vuelta completa a toda la política extranjera. España está perdiendo el punto de liderazgo que llevaba en el ámbito cubano; ni España ni la UE han recibido la reciprocidad por parte de Cuba que anticipaban por llevar una línea más floja, más suave. La UE me parece a mí que ya está adelantándose a España en la política sobre Cuba.
P. Pero tampoco parece que la política del embargo haya llevado a nada. ¿No es tiempo de que se piense de otra manera?
R. Yo creo que estamos llegando a un punto muy decisivo en Cuba, dada la edad del presidente, del dictador Castro. Podemos usar el ejemplo de la transición española de dictadura a democracia como algo que podría ser muy fructífero para el caso cubano. Yo quiero ser optimista y creo que la alianza y la cooperación entre España y EE UU en este asunto son de gran importancia. Ya no estamos en 'embargo sí' o 'embargo no'; ya estamos casi en un mundo postembargo.
P. Hablaba de los hispanos en EE UU. ¿Qué va a plantear en España sobre esta realidad?
R. Es una herencia que tiene por reclamar España. Yo creo que tiene un gran papel que jugar, y será de gran ayuda a los hispanos. Hay una cosa que nos falta aquí, no tanto a mí, que llegué con 15 años y con un identidad de cubano muy fuerte, con mi herencia familiar de España... Yo sabía quién era. Pero tenemos aquí mucha juventud que se está criando parte aquí, parte en otros países, o que vienen como hijos de inmigrantes y no saben de su identidad hispana. Y eso les perjudica en su desarrollo social. Es importantísimo que el Gobierno y el pueblo español nos hagan partícipes de esa herencia tan rica de literatura, de arte, de historia, y que la juventud hispana de aquí comprenda la riqueza de su idioma y que España es la que tiene esa riqueza y esa herencia.
P. ¿Hay margen para que haya en EE UU una presencia mayor de lo español?
R. Creo que eso sería una cosa bellísima, es algo que ya empezó a producirse en años pasados y que el embajador Westendorp me ha dicho que continúa siendo la visión del actual Gobierno. Y no es sólo en el ámbito cultural, es también en los negocios. El comercio español tiene que darse cuenta de las grandes oportunidades que tiene, de que puede tener ventajas económicas competitivas por el idioma, la cultura... Las inversiones españolas en EE UU son tímidas, pueden ser más grandes y jugar un gran papel y tener éxito en muchos sectores: en construcción, en ingeniería de transportes, en alta tecnología, como lo que tiene Indra en Orlando, de donde soy.
P. ¿Aprovechará esta visita para ir al Valle de Mena, en Burgos, de donde viene su familia?
R. Sí, claro. En Leciñana de Mena, que es bien chiquitico, hay una iglesita donde se casaron mi bisabuela y mi bisabuelo, Melquíades Martínez, que es el nombre mío, y que fue de mi abuelo y de mi padre, y de mi hijo mayor. Me choca en España que me llamen Mel, como aquí. Me gustaría que me llamaran Melquíades. Aún recuerdo a mi abuela, en Cuba, escribiendo cartas a la familia española. Y mi bisabuelo volvió a España después de haber vivido en Cuba, y murió en Madrid en 1910, está enterrado en La Almudena.
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