LAS LEYES MIGRATORIAS EN CUBA
Las leyes migratorias en Cuba
Juan González Febles
LA HABANA, Cuba - Abril (www.cubanet.org) - En Cuba los trámites migratorios están militarizados. Se requiere permiso del Ministerio del Interior para salir y regresar al país en el que se ha nacido. Esto ofende la dignidad de cada cubano. Hay que pedir un permiso, que puede ser negado. Así de sencillo.
El hecho constituye una violación (otra más) de los derechos humanos. Cada balsero ahogado en el mar a lo largo de estos años es un producto directo de estas regulaciones. Son las herramientas impuestas por más de cuatro décadas de ejercicio irrestricto del poder.
Estas leyes permiten al gobierno negar la salida del país a quien se le antoje. Así, han separado familias enteras. No se hacen distingos entre padres, hijos, esposas y esposos. El gobierno dictatorial de Fidel Castro, a discreción, separó en su momento a padres e hijos. Lo hizo con el pretexto de garantizar que los varones menores pasaran el Servicio Militar Obligatorio.
Los menores debieron permanecer en la Isla, mientras sus padres recibían el permiso de salida y abandonaban la Isla. No fueron pocos los jóvenes que se lanzaron al mar, con el propósito de burlar tan absurda y cruel medida.
Esas mismas leyes vetan en la actualidad la salida a profesionales de la salud y a determinados especialistas y técnicos de educación. Las leyes migratorias son usadas como pieza para chantaje de adversarios políticos del régimen, a los que se les niega permiso de salida del país. Alguno que otro se ha visto obligado a hacer concesiones onerosas con el fin de obtener su permiso de salida.
Los casos de la Dra. Hilda Molina y los periodistas Jorge Olivera y Oscar Espinosa Chepe son ilustrativos en este sentido.
El más reciente incidente migratorio concluyó con un saldo dramático. Los hechos se produjeron en la costa de Pinar del Rio. No caben dudas de índole alguna sobre la parte jugada por las leyes migratorias cubanas en el episodio. Pero lo mejor, quizás, está en la nota oficial redactada a raíz del incidente.
Según las autoridades cubanas, una lancha cigarreta, proveniente de Florida y tripulada por contrabandistas, embistió a la embarcación Griffit de Tropas Guardafronteras. Los guardafronteras se "defendieron" de los atacantes y se vieron obligados a usar las armas. Murió uno de los contrabandistas.
Ridículo y dramáticamente risible. Una cigarreta embistiendo a una lancha Griffit, es como si un auto de paseo con carrocería plástica embistiera a un camión rastra de acero, con doce o quince toneladas.
La versión oficial establece que los contrabandistas hicieron resistencia. Veamos: continuamente el Servicio de Guardacostas de los Estados Unidos frustra el arribo de balseros provenientes de Cuba y de otros sitios. La violenta resistencia que oponen en no pocas ocasiones los viajeros, está harto documentada. No hay elementos que garanticen que sea inferior a la confrontada recientemente por la fuerza pública verdeolivo en Pinar del Rio.
No se conoce una sola ocasión en que los guardacostas norteamericanos hayan hecho uso de las armas para reducir a los inconformes. No se ha reportado una víctima fatal en tantos y repetidos episodios de esa índole.
La causa para ello no está en el carácter mejor o peor de los hombres que integran el Servicio de Guardacostas de los Estados Unidos, en detrimento de los efectivos de Tropas Guardafronteras de Cuba.
Sucede que el Servicio de Guardacostas de los Estados Unidos constituye una fuerza pública, sujeta al imperio de la ley en un estado de derecho. El Ministerio del Interior, a quien se subordina Tropas Guardafronteras, es una organización armada y diseñada para cumplir cualquier tipo de orden recibida de su más alto nivel de gobierno.
Detrás del incidente migratorio de Pinar del Rio, está la esencia criminal de leyes que no respetan los derechos consagrados para la protección de la humanidad. Para hacer cumplir estas leyes, existe una organización especializada en reprimir y aplastar las más puras expresiones del espíritu humano.
En Cuba, las leyes migratorias no son la reglamentación lógica de un estado moderno, para el movimiento migratorio. Son recursos trasnochados para atar y encadenar al hombre a las necesidades y el capricho de una dictadura personal. Tales leyes son asesinas y dirigidas contra la esencia sublime del hombre. Para imponerlas a sangre y fuego: el Ministerio del Interior.
En él se encuentran sirviendo personas capaces de maltratar presos indefensos, usar fuerza excesiva e incluso matar en la represión de eventos cotidianos normales en el resto del mundo de hoy. Los guardacostas norteamericanos y españoles no matan ilegales. Los guardafronteras de Cuba, eventualmente sí.
<-- Lancha rápida usada por traficantes y por la Tropas Guardafronteras ( TGF) de la dictadura El Ministerio del Interior en las prisiones cubanas maltrata y tortura presos. Impone leyes injustas y cuando es presa del nerviosismo o se asusta, mata. Para ello cuenta con impunidad y suficientes personas viles, dispuestas a cumplir órdenes criminales. No les importa de qué naturaleza, siempre que provengan de arriba. Ese lugar ambiguo, fuente de todo poder, forjador de nuestras cadenas y del más formidable oprobio.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home