martes, abril 25, 2006

¿ PUEDEN TODOS LOS CUBANOS VIAJAR LIBREMENTE ?



¿Pueden todos los cubanos viajar libremente?

por Lic. Yaxys D. Cires Dib

2006/04/25 05:09

En estos días leyendo el Granma Internacional, “cara de pasear” – pero deprimente igual- del órgano oficial de Partido Comunista de Cuba encontré un artículo firmado por una persona de nombre Kathy Johnston y titulado: “La prohibición de viajar a Cuba devasta a las familias locales”. Aunque conozco de memoria el discurso oficial y el de sus satélites en el exterior no pude evitar caer en la tentación de leerlo.

Evidentemente, giraba en torno a las medidas impuestas por la administración norteamericana con el objetivo de restringir el número de viajes de los cubanoamericanos a la isla y así reducir la cuantía de los ingresos monetarios que por este concepto recibe el gobierno comunista. La autora comentaba el caso de “dos prominentes cubanoamericanos, a los que no se les permite ver a sus familias”. Delvis Fernández, fundador y presidente del Fondo Educacional de la Alianza Cubanoamericana, a quien “le gustaría llevar a su madre ciega, de 88 años, a Cuba para visitar a su hermana diabética, de 86 años, cuya pierna fue recientemente amputada” y “George `Jorge´ Milanés de Los Osos, quien quiere viajar a La Habana para ver a su tía moribunda, de 94 años, Carmen, la cual —en una típica costumbre cubana de extensión familiar— lo crió”.

Es lamentable que estas cosas sucedan, pues el derecho a viajar está reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, paradigma o rasero ético universal con el que se mide a todos los gobiernos y sociedades. “Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”, nos dice la Declaración en su artículo 13. Más allá del fin que persiga una determinada política restrictiva en esta materia, no podemos justificar el uso de cualquier medio para lograrlo y menos aquel que viole los Derechos Humanos.

Está claro que todo Estado tiene el derecho a dar entrada a su territorio o negársela a cualquier persona que no sea ciudadana de ese país. Esta prerrogativa, estrechamente relacionada con temas sensitivos como la seguridad nacional y la inmigración, está dentro del marco de la soberanía estatal, que sin abusar de ella es muy respetada por el Derecho Internacional. También las normas internacionales permiten a un Estado que en respuesta o contramedida ante el actuar violatorio de las obligaciones de Derecho Internacional por parte de otro, pueda prohibir la entrada a su territorio de personas y funcionarios de ese otro Estado –caso actual de Bielorrusia- e incluso llegar expulsar a los que se encuentren en su territorio por algún motivo -caso de lo iraníes en los EEUU a finales de los setenta-. Pero lo que no puede hacer el Estado es privar a sus propios ciudadanos del derecho a viajar libremente a otro país, para castigar así al Estado violador. En otras palabras, si el Estado norteamericano quiere castigar al gobierno cubano por sus violaciones a los derechos humanos no lo puede hacer violando los derechos de sus propios ciudadanos o residentes permanentes.
Dr. Hilda Molina, 10 años con visado argentino y el régimen cubano no la deja viajar a ver a su hijo y nietos --->
Pero dónde está la mentira y la manipulación en este artículo que lo convierte en publicable en Granma. Desde luego, está en primer lugar, en el hecho de dar a entender que el problema de la división de la familia cubana es causado por el gobierno de los Estados Unidos: "Hay tanta pena entre los cubanoamericanos debido a la separación de la familia", dice uno de los que dan testimonio, y añade, "quiero que el pueblo americano esté al tanto del hecho de que la política de la administración de Bush ha exacerbado un problema tremendo". Cuánta mentira y falacia hay en estas palabras. Es no querer ver el verdadero problema por el que muchos cubanos han emigrado y otros muchos más quieren hacerlo: la insoportable situación económica, política y social de la isla. Esa si es la verdadera causa de pena en la familia cubana. En segundo lugar, el artículo adolece de una sincera aproximación a la realidad sobre el derecho a viajar libremente de los cubanos y cubanas al presentar los impedimentos que sufren solo los que viven en Estados Unidos, barreras que son pocas al lado de las que sufren los que viven en la isla.

Una vez terminé de leer este artículo me vino a la mente el ultimo editorial de “Vitral”, revista católica cubana de la diócesis de Pinar del Río titulado “El derecho a viajar libremente” y no puedo dejar de señalar sus diferencias con el artículo de Granma en cuanto a la forma de ver el problema.

“¿Por qué entonces la mayoría de los cubanos no tiene posibilidades reales de vivir libremente y conocer a su patria e incluso a otros países? ¿Obedece esto a una política de aislamiento para que los cubanos no conozcan su nación y el resto del mundo?”, cuestiona el editorialista y a continuación viendo los matices del tema señala, “si del derecho a viajar libremente se trata, entonces podemos comprobar que este derecho es violado de forma sistemática, tanto por los organismos competentes de Cuba como por los de los Estados Unidos, al no permitir que sus ciudadanos viajen libremente o poner plazos de años para que lo puedan hacer. Tanta violación a un derecho humano elemental es aquella injusta medida contra la familia cubana, que vive en la Diáspora como la de no permitir viajar a un cubano que vive aquí, por razón de sus ideas políticas o religiosas, o por razón de la profesión que ejerza, como es el conocidísimo e injusto caso de los trabajadores del sector de la salud en Cuba.”

El caso de Cuba rebasa con creces el número de obstáculos al derecho de los ciudadanos a entrar y salir libremente de su país si comparamos con cualquier otro del continente. En ese sentido, el editorial toca lo relacionado con el injusto “permiso de salida” conocido como “la Tarjeta Blanca” que tiene que pedir y pagar – más de 150 USD y el cubano gana menos de 10 USD al mes - al gobierno cubano todo nacional residente en Cuba que quiera viajar: “de igual forma -dice “Vitral”-, en casi todos los países del mundo lo que se necesita para viajar fuera del territorio nacional son sólo tres cosas: tener un pasaporte, tener el dinero para pagar el pasaje y obtener el visado o permiso de entrada al país de destino, pero jamás se necesitan otros permisos del propio país a no ser que las personas estén detenidas, presas o con algún asunto legal pendiente”. También recuerda lo relacionado con la famosa “liberación de ministro” que hay que pedir al titular del ramo en el que el ciudadano trabaja antes de solicitar el permiso para salir a las autoridades de inmigración. En cualquiera de estos niveles burocráticos le podrá ser negado al ciudadanos su derecho a viajar.

Otro aspecto relevante del tema es que los cubanos residentes en el exterior tienen que pedir permiso para entrar a su propio país. Antes era mediante una autorización, ahora mediante la habilitación del pasaporte. No interesa el nombre de la operación administrativa y siempre que tenga el efecto equivalente de permitir o no la entrada de un ciudadano cubano a su propio país es injusta. “Ningún gobierno tiene derecho a negar permiso de salida a un ciudadano normal ni derecho a exigir una visa de entrada a los ciudadanos del propio país considerándolo como un extranjero. Cerrar el país para las entradas a sus propios ciudadanos o cerrar la salida a los naturales es convertir la nación en una gran prisión.” (Vitral 71)

Son muchas más las violaciones al derecho a viajar libremente a las que estamos sometidos los cubanos. Pero violaciones que no solamente, ni principalmente, vienen de la administración norteamericana, como expresa el articulo de Kathy Johnston en Granma, pues de manera mayoritaria vienen del gobierno de la isla, que no solo ha dividido a las familias cubanas, sino que además ha lucrado con dicha calamidad y con la violación a ese derecho tan elemental de la persona humana. Estoy seguro que esto Granma nunca lo publicará.