martes, mayo 09, 2006

LA REVOLUCION ASEXUAL

La revolución asexual


GINA MONTANER

Se me escapó una risa silenciosa cuando vi el cable de la agencia de prensa: el gobierno cubano daba luz verde al tabú de la homosexualidad por medio de una telenovela. Un día antes hasta los pesados de la Mesa Redonda (ese programa que diariamente flagela a los televidentes con sandeces que obsesionan a Castro) se dedicaron a discutir el contenido de El lado oculto de la luna como si se tratara de algo novedoso. Lo menos que pude hacer fue reírme de esa pandilla de desfasados que parecen no haberse enterado de que en Occidente ya se celebran bodas gays y los políticos y figuras públicas viven abiertamente su sexualidad. La que sea.

En el culebrón de marras que ha elaborado la factory estatal de la dictadura castrista, hay personajes que son gays y algunos padecen sida. Como si se tratara de una inmensa escuelita en forma de isla, a estas alturas de la revolución sexual los preceptores del catecismo castrista le anuncian a la población que ahora sí se puede ser tolerante con los homosexuales. Que ya acabó el largo periodo especial de estos ''antisociales''. Parias. Escoria que sacaron a puntapiés por el puerto de Mariel aquel infame verano de 1980.

Reynaldo Arenas --->

Cuando Reinaldo Arenas arribó a Miami y ya nunca cesó de contar la barbarie de los machos de la revolución. Obsesionados con purgar a los gays. Fascistas disfrazados de verde olivo y boinas ''cheguevarianas''. Barbudos con mentalidad de monjas ursulinas, dispuestos a construir gulags donde encerrar a los ''mariquitas''. Esa plaga sensible y rosa que debilitaba el pulso ultratestosterónico de una sociedad que siempre ha sido patéticamente machista y homófoba.

Como si se tratara de reuniones Avon o Tupperware, congregan a la población en torno a los televisores para anunciar que ya pueden ''poner'' un gay en sus vidas. Después de todo, fue una exageración encerrarlos en la UMAP, expulsarlos de las universidades, perseguirlos con saña. Los colores del arco iris han llegado a una Cuba vetusta. Con unos dirigentes arterioscleróticos que nunca han visto la inteligente serie norteamericana Will & Grace. O la divertidísima Soap. O cualquier película de Almodóvar. Tan a años luz de la delicada y certera Brokeback Mountain. La triste crónica de un amor prohibido hace años en la América profunda de los vaqueros y los rodeos. Una mirada atrás desde el presente luminoso de una sociedad en la que los derechos civiles de los gays y otras minorías se han ganado a pulso en el espacio que confiere la libertad. Libertad. Esa es la palabra prohibida de todas las mesas redondas. De todos los actos de repudio. De todo el dolor que se llevó a la tumba el denostado Virgilio Piñera. Los cubanos nunca han podido ver el documental Conducta impropia, del recordado Néstor Almendros. Todos los días antes que anochezca. Las amargas memorias de Reinaldo Arenas. Poco antes de morir de sida. Se fue de este mundo sin perdonar a quienes lo amordazaron en Cuba. Los mismos que ahora juegan a sexólogos ''modernos'' del colectivo encerrado. Se ve que nunca leyeron el Informe Kinsey. Da risa. A estas alturas de la revolución sexual.

Hace unos años Castro y sus boys nos quisieron dar gato por fresas y chocolate. Que si era una película con aliento aperturista. Aquello quedó en halitosis cuando el director dijo en España que insultar a Castro era insultar a Cuba. Fue una tournée de consumo para los progres del mundo. Que quisieron ver la nata entre las fresas y el chocolate. Pero la guinda oculta era lo que nunca contaron: los campos de concentración, los miedos de Lezama Lima, los mea culpa y las humillaciones. El tufo rancio de la dictadura castrista.

Castro y sus boys ni siquiera han llegado a la Era de Acuario. Su mentalidad y su estética es reaccionaria y mojigata. Ahora van y nos dicen que, después de todo, ser gay no es tan malo y se puede hablar de ello en los ejercicios espirituales de las mesas insidiosas. Son como un remake malo de un filme de los setenta. Casposa y polvorienta. Esta revolución. Asexual.

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