FOBIA A LA LIBERTAD
La campaña de acoso del régimen de Cuba a la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana ha escalado en los últimos días. Pese a las protestas del largo editorial del diario Granma este martes, que alardea, en nombre del gobierno, de ser objeto de calumnias; el hostigamiento contra la representación norteamericana tiene un largo historial y está más que documentado por las reiteradas agresiones de la dictadura comunista.
Desde el asalto de que fueron víctimas, a manos de una turba de esbirros castristas, un grupo de pacíficos ciudadanos que esperaban su turno para entrar en esas oficinas en 1980, hasta los desmanes más recientes, que pasan por la construcción de la llamada ''tribuna antiimperialista'', Castro y sus secuaces no pierden ocasión de montar un espectáculo ante esa sede por cualquier acción del gobierno de Estados Unidos que ponga en peligro el monopolio de la información que le han impuesto al pueblo cubano por casi medio siglo.
Por su parte, la Sección de Intereses no ha hecho más que divulgar los valores que encarna esta sociedad y apoyar, moral y materialmente, a los pocos cubanos que, a pesar de la persecución y la violencia, se han atrevido a cuestionar el control del Estado sobre la vida de todos y a aspirar a que en Cuba se respeten las libertades fundamentales, entre ellas la de organizarse políticamente en agrupaciones y partidos que le ofrezcan sus programas al pueblo en elecciones libres. Por pronunciarse a favor de la democracia, de la libre expresión del pensamiento, se persigue a los cubanos y a la representación extranjera que con mayor nobleza y compromiso ha defendido esos derechos.
Banderas negras izadas frente a la SINA para ocultar los letreros electrónicos de la Oficina de Intereses --->
Visto con objetividad, en un mundo donde el despotismo es cada vez más una aberración y donde las comunicaciones propagan cada vez más el libre flujo de las ideas, la posición del castrismo frente a sus disidentes y, en particular a la Sección de Intereses de Estados Unidos, es sobre todas las cosas ridícula, muestra del provincianismo ideológico de que adolece siempre el totalitarismo, que nunca puede escapar a la prisión de su propio discurso y que genera, de manera casi espontánea, las reacciones intransigentes que revelan su auténtica debilidad.
Póngase por ejemplo el noticiero electrónico que la Sección de Intereses estrenó en enero de este año. ¿Qué importancia podría tener el que se divulgaran noticias de la realidad nacional o internacional a menos que se tratara de un país donde se le tema a la libre información como los vampiros a la luz del sol? La reacción de Castro y los suyos frente a esa insignificante muestra de libre expresión --como han hecho a lo largo de los últimos meses-- sólo denota la inseguridad de ese régimen y a los risibles extremos de cursilería a que puede conducir el pensamiento único.
Aquí, en Estados Unidos, un día cualquiera, pueden encontrarse en diarios, revistas, libros y en algunos programas de radio y televisión críticas tan agresivas a la política del actual gobierno norteamericano como las que publica la prensa oficial en Cuba, y a nadie se le ocurriría pensar por eso que habría que silenciar a esos órganos de opinión.
A las denuncias de Washington por este acoso a su representación en La Habana, el castrismo ha replicado diciendo que son pretextos del gobierno de Estados Unidos para cerrarla y degradar el nivel de las relaciones entre los dos países. ¿Por qué no creer, sin embargo, que es el régimen de Cuba el que podría estar interesado en que esto ocurriera? Las acciones y reacciones contra ese enclave norteamericano así parecen confirmarlo.
© Echerri 2006
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