sábado, septiembre 09, 2006

AYUDAN A CASTRO Y NO LO SABEN

Nota del Blogguista

José Martí dijo el 10 de octubre de 1888 en el Masonic Temple de New York que en el exilio estaban las reservas de la Patria y algo también muy importante, veamos:

¨...Heridos, en la agonía del destierro, tan cerca del hueso que nos parece que cuelga de un hilo la vida, ni nos quejamos, ni bajamos la cabeza, ni abrimos el puño, ni lo volvemos sobre nuestros hermanos que yerran, ni se lo sacaremos de debajo de la barba al enemigo hasta que deje nuestra tierra libre !Nosotros somos el freno del despotismo futuro, y el único contrario eficaz y verdadero del despotismo presente!. Lo que a otros se concede, nosotros somos los que lo conseguimos. Nosotros somos espuela, látigo, realidad, vigia, consuelo. Nosotros unimos lo que otros dividen. Nosotros no morimos. !Nosotros somos las reservas de la patria! ¨

y ahí está la clave: no volver el puño en contra de nuestros hermanos aunque se equivoquen en la lucha, y mucho menos, cuando para hacer eso se lo tenemos que sacar un instante de debajo de la barba a nuestro verdadero enemigo. Ya llegará el momento en que cada organización expondrá libremente sus proyectos y criticará a los de las otras organizaciones restantes; ahora debemos exponer de manera clara y explícita nuestros proyectos y no cuestionar a los de las otras organizaciones, y mucho menos torcerlos, yendo también en contra de los creadores, voceros y defensores de esos otros proyectos.
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AYUDAN A CASTRO Y NO LO SABEN

Por Jorge A. Sanguinetty *
Diario Las Américas
Miami
Florida
E.U.
La Nueva Cuba
Septiembre 8, 2006



En la edición del Diario Las Américas del pasado miércoles 30 de agosto, José Ignacio Rasco volvió a tocar un tema que muy pocos se atreven a abordar y que sin embargo es de por sí insoslayable. El tema abarca los comportamientos predominantes de aquellas personas que José Ignacio agrupa como una “gran parte de nuestro exilio hablante—no militante”, que “parece hacer todo lo posible por la continuación del actual régimen político que a Cuba oprime”. Aunque José Ignacio Rasco nunca ha necesitado compañía para mostrar el lado valiente de su gran estatura política, yo quiero modestamente unirme a él en apuntar algunos de los males que nos aquejan como nación. Yo sé que hay muchos cubanos que están de acuerdo con su pensamiento, pero no se atreven a hablar (ni a escribir), pues le temen a la censura antidemocrática de algunas voces del exilio. Pero si no discutimos abiertamente estos temas álgidos, haciendo uso de las libertades de que disfrutamos, los problemas de Cuba seguirán acumulándose en lugar de resolverse. Fidel Castro es el gran culpable de que Cuba esté como esté, pero no es el único culpable. Hay una gran responsabilidad compartida entre nosotros los cubanos y ya es hora de que aprendamos a enfrentar nuestros males honesta e inteligentemente.

Voy a comenzar apuntando el error sistemático cometido por muchos cuando se critica despiadadamente y sin base sólida a algunos cubanos disidentes u oposicionistas, utilizando como excusa que no se está cien por ciento de acuerdo con lo que proponen. Un caso notorio, pero ya olvidado, fue la reunión del Concilio Cubano citada en La Habana para el 24 de febrero de 1996 y que nunca se llegó a dar como resultado del derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate. Antes de ese día, algunas fuentes en el exilio criticaron la convocatoria del Concilio porque no tenía una agenda concreta, sólo el momento y el lugar de la reunión. ¿Por qué esa exigencia tan injusta a los organizadores de la reunión? ¿Es que no se dieron cuenta de que la sola cita de unos pocos cubanos a una reunión oposicionista fue el mayor desafío que enfrentó el régimen en décadas? Tampoco estos críticos, supuestos vigilantes de los valores patrióticos del país, se dieron cuenta de que con sus dudas y diatribas le restaron apoyo al Concilio entre los cubanos. Yo personalmente todavía sospecho que el ataque a las avionetas fue orquestado por el gobierno cubano para borrar al Concilio del mapa por el temor que le infundaba.

El mismo error estratégico se comete con el Plan Varela de Oswaldo Payá. Su iniciativa representó y todavía representa un desafío aún mayor que la reunión del Concilio y, sin embargo, la iniciativa fue boycoteada por muchos voceros del exilio que, a sabiendas o no, le restaron apoyo al movimiento dentro de la isla para beneplácito de Castro. ¿No se dieron cuenta, los mismos que han criticado a los cubanos por no hacer nada contra la tiranía, que reunir un elevado número de firmas fue un reto peligroso a la hegemonía de Fidel Castro? La excusa que se utilizó para denigrar a Payá y su Plan Varela era que excluyó al exilio de participar en ciertas etapas y que además mencionaba un diálogo entre cubanos, lo cual resultaba inaceptable para ciertos “líderes” del exilio. Pero el error político de Payá de excluir al exilio ¿fue realmente una justificación para no apoyar un esfuerzo precario, pero heroico en contra de la tiranía por parte de varios miles de cubanos?

Otros en el exilio claman por una rebelión interna, que los cubanos “se lancen a la calle” o que hagan algo para derribar al régimen que los oprime y los humilla y a veces concluyen que por no hacerlo debe dudarse de la integridad misma de los cubanos que no pudieron (como ellos sí pudieron) emigrar. Estas formas de pensar y actuar dejan ver lo que yo creo que es una de las mayores contradicciones del exilio cubano, especialmente del segmento que se autodenomina “exilio histórico”: muchos se fueron de Cuba demasiado temprano, no llegaron a vivir bajo un verdadero régimen totalitario; lo que saben del mismo lo saben teórica o indirectamente y, por lo tanto, carecen de una comprensión cabal de cómo se vive en Cuba. Desconocen que el país que dejaron ya no existe y está organizado de manera muy distinta. Por eso les resulta incomprensible lo que pueden y no pueden hacer los cubanos en la isla. Además, desconociendo las fuerzas del régimen, nunca han podido formular siquiera una estrategia eficaz de lucha contra el mismo. Y el principal beneficiario de estas carencias es precisamente Fidel Castro.

¿Por qué ha sucedido esto? ¿Por qué hay tantas manifestaciones del exilio (como el carnavalito de la Calle Ocho la noche que anunciaron la enfermedad del tirano) que son comentadas con sorna por los observadores extranjeros interesados en los asuntos cubanos? ¿Cómo podría mejorarse la credibilidad y eficacia estratégica y combativa del exilio cubano? Yo diría que muchos de sus dirigentes tendrían que hacer un gesto de humildad, abandonar la política excluyente de otros grupos del exilio y considerar una mayor diversidad de ideas y ángulos analíticos y estratégicos.

Esa exclusión entre cubanos es una manifestación de inseguridad, soberbia y desunión que nos debilita en la lucha por la democracia. También contribuye a que muchas cancillerías extranjeras duden si somos merecedores de la democracia o capaces de lograrla para Cuba si no sabemos practicarla entre nosotros mismos.

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* Jorge A. Sanguinetty, Economista, especialista en asuntos cubanos y presidente de la firma consultora DevTech Systems.