sábado, septiembre 09, 2006

EL CAMBIO DE GUARDIA

El cambio de guardia



Por Soren Triff



Los comentaristas de la situación cubana utilizan a menudo las palabras sucesión y transición para referirse a traspaso de gobierno y al cambio de sistema político respectivamente. Casi ninguno, sin embargo, menciona que junto a la sucesión y a la transición hay un tercer cambio: el cambio generacional. Los cubanos no se encuentran sólo en el proceso de trocar gobierno y sistema político, sino también de traspasar el manejo del país a una nueva generación.

En este aspecto, Cuba parece regresar a 1952. Ni el régimen de Fulgencio Batista ni los partidos opositores parecieron notar el cambio generacional en aquel tiempo. Tanto jóvenes batistianos, como Rafael L. Díaz-Balart, como ortodoxos, como Max Lesnik, se encontraban dentro de las secciones de sus respectivos grupos políticos. Pero Fidel Castro sí tenía una visión mesiánica de su generación, una generación predestinada a transformar Cuba de manera violenta. Se llamaba la generación del centenario.

Mientras intelectuales como Jorge Mañach pedían a los estudiantes que dejaran la política a los políticos, y Francisco Ichaso observaba que la violencia juvenil era obsoleta ya, el joven periodista Agustín Tamargo fue uno de los primeros en notar la inminencia de los tres cambios: de gobierno, de sistema político y de generación. El periodista señaló la privación de oportunidad de participación de los jóvenes en la vida social, política y económica. Tamargo utilizaba el tono extremista de la época en la revista Bohemia: ``O la juventud acaba de una vez con el camajanismo o el camajanismo acabará con la república''.

Los viejos del régimen y de la oposición no encontraron una solución reformista válida para cambiar el sistema y cambiar el gobierno. Batista ofreció unas elecciones en 1954 y 1958 que carecieron de legitimidad. La oposición, por su parte, padecía de presidencialitis; formaba unas maquinarias políticas desconectadas de la población, dedicada por completo a tomar el poder para su uso privado.

Ambas partes de la vieja generación crearon un vacío de poder que abrió las puertas a la violencia. Ichaso afirma en 1957: ''Es inconcebible que haya sectores de la oposición que tengan fe en la violencia como fórmula solutoria de la crisis; muchos dejan entrever su esperanza de que el foco insurreccional de la Sierra Maestra se extienda a toda la isla, derrote al ejército y produzca la caída del régimen''. Los políticos renunciaron a la acción cívica y colocaron sus esperanzas en la violencia. Mientras que Tamargo es testigo de cómo jóvenes conspiradores ocupan el lugar de los partidos políticos y la violencia sustituye el diálogo cívico y político. El Movimiento 26 de Julio y la Federación Estudiantil Universitaria ''son hoy la vanguardia de las fuerzas cívicas del país'', dice en Bohemia.

Hoy sucede lo mismo que ayer; se trata de la generación del período especial, de hombres y mujeres de alrededor de 35 años que sólo participan en la sociedad como ''carne de cañón''. Estoy seguro de que habrá un cambio de guardia generacional.