sábado, septiembre 09, 2006

LA BIBLIOTECA DIOCESANA DE PINAR DEL RÍO SIN LOCAL: ¡CÓMO PASA EL TIEMPO!

Revista Vitral No. 74 * año XIII * julio-agosto de 2006


LA BIBLIOTECA DIOCESANA DE PINAR DEL RÍO SIN LOCAL: ¡CÓMO PASA EL TIEMPO!

Por Monseñor José Siro González Bacallao *





Recuerdo con el calor y la viveza de los años de adolescente aquel bello edificio de dos plantas, con sus frescas y claras galerías, su amplio patio interior para practicar diversos deportes, sus claras y ventiladas aulas, sus interesantes laboratorios, las confortables habitaciones de los 6 profesores y responsables de la educación, los venerables Padres Escolapios, los cuatro dormitorios de los diversos alumnos provenientes de distintos pueblos de la provincia, su espléndida y devota capilla, lugar de los grandes encuentros: primeras comuniones, Misas de solemnidades y graduaciones, encuentros con el Sr. Obispo... ese era el Colegio de los Escolapios... Allí se educaban los hijos de los ricos, como se decía entonces, y los hijos de los pobres, los muchachos de piel blanca y los de piel obscura, los que pagaban su matrícula y los que nadie sabía que eran becados, porque sus padres no podían pagar ni siquiera una modesta cuota. Qué gran labor, qué magnífica educación... Así pasaron las generaciones desde los comienzos del siglo XX hasta que con el poder revolucionario y la intervención de los colegios, terminó aquella realidad. ...Había transcurrido más de medio siglo... Cómo pasa el tiempo.

Pasaron los días, pasaron los meses, pasaron los años, aquel bello edificio se fue deteriorando , y mientras el siempre recordado P. Jaime, antiguo Rector del Colegio y único de los padres que no fue expulsado, mantuvo a “sangre y fuego”, como dice el dicho, la propiedad y uso de la histórica capilla.
Pasó el tiempo, el P. Jaime fue llamado por sus superiores a La Habana.

Nosotros independizamos totalmente el local de la capilla del resto del edificio, lo arreglamos con el gusto y las condiciones que exigía su nuevo servicio, el de Biblioteca Diocesana.

Entre tanto el bello y confortable edificio del colegio que había prestado diversos servicios educativos se iba deteriorando rápidamente.


( Vista actual del edificio, antiguo Colegio de los Escolapios, y su costado izquierdo primera planta, único local que quedó al servicio de la Iglesia cuando la intervención de los colegios, aquí funcionaba la Biblioteca Diocesana.)


Pasaba el tiempo; la Biblioteca, ahora llamada por los Superiores Escolapios, “Biblioteca Padre Jaime”, continuaba prestando sus servicios de orden pastoral, social y educativo.. Se iba incrementando con nuevos volúmenes de todas las materias. Allí se dieron conferencias magistrales, interesantes encuentros, cine-debates de gran contenido, presentación de interesantes libros, lugar de encuentros ínter diocesanos y latinoamericanos,...

Pasaba el tiempo, la biblioteca continuaba prestando su interesante servicio a los fieles y a toda la población, que acudía al recinto a consultar obras, estudiar pasajes, ampliar conocimientos y buscar el tesoro de la sabiduría y a las personas que acudían a sacar fotocopias de sus documentos.

Mientras, continuaba en vertiginoso deterioro el edificio tan bien construido. Solo se mantenía en buen estado lo que fuera capilla que cuidábamos con delicado esmero.

Pasó el tiempo y un día comenzaron a quitar repellos en el viejo y destruido edificio en cuyo pórtico se veía crecer un desafiante jagüey que parecía decir: “en mí no se fijan”. Continuaron desarbolando las pocas puertas y ventanas que quedaban... Acudieron a mí los responsables de la Biblioteca preocupados por el rumbo que tomaban las cosas y por el implacable ritmo de demolición...

Acudimos a las autoridades que dijeron que se pretendía hacer una gran reparación, pero eso no tocaba a nuestra parte.

Continuó funcionando la biblioteca, aunque con molestias de filtración e incomodidades y continuaron las obras de demolición en el edificio.

Pasaron los días, vinieron las lluvias, aumentaron las filtraciones y goteras y un “nefasto día” comprobamos que habían abierto boquetes en el techo de la biblioteca, sin avisarnos nada y con la única intención, sin dudas malévola, de obligarnos a abandonar el lugar.

No sé expresar los sentimientos que atormentaron mi alma, me preguntaba y, claro, no encontraba respuesta a ¿por qué hacen eso y ni siquiera me avisaron?

Tuvimos que recoger rápidamente los equipos. El jueves 12 de mayo del 2005 despacho con el Ideológico del Partido en la provincia y le alerto de las condiciones graves de la biblioteca. Toma nota y me dice que actuará. El martes 17 de mayo nos reunimos en la biblioteca; por parte del Estado: el Ideológico del Partido, el Jefe de Vivienda, el Responsable Provincial de Asuntos Religiosos, la representante del Gobierno Provincial, el ingeniero Jefe de Obras y el Responsable de la Obra. Por parte de la Iglesia: el Obispo; Rafael Capote, Director de la Biblioteca y Marcos, Responsable de la misma. Comienza hablando el Ideológico y me propone con maliciosa ignorancia o malévola intención que entregue los libros a la Biblioteca Estatal... lo miramos con asombro y no respondimos ni palabra, tan atrevida proposición no merecía ni respuesta, habló y habló y terminó diciendo que nos aconsejaba sacar los equipos y los libros con sus estantes, pues pronto comenzarían las obras de limpieza en ese recinto... Yo le dije al Ingeniero Jefe que nos había abierto un boquete en el techo de la biblioteca, lo cual era un acto de inaudito abuso de poder... se excusó como pudo... él no era más que un instrumento de aquella infame operación.
El ideológico, responsable de tan grave asunto, nos prometió solemnemente y ante sus compañeros testigos que antes del 15 de junio nos avisarían de alguna casa que tuviera las elementales condiciones y nosotros la adaptábamos hasta que se concluyeran las obras y volviéramos a nuestro local... el Jefe de Vivienda asintió y a ello se comprometieron asimismo los otros funcionarios que habían participado. Nosotros salimos ilusionados ante la seriedad de las palabras y el compromiso ratificado.
( En la foto: Rafael Capote, actual Director de la Biblioteca Diócesana, Sergio Lázaro Cabarrouy, Margarita Gálvez, Servando. cantante invitado, Monseñor José Siro, Cueto, funcionario de la Banca Internacional que dió esa noche un conversatorio sobre la operación Pedro Pan, Pedro Pablo Arencibia, responsable en aquellos momentos de la Biblioteca Diócesana y Editor hoy de Baracutey Cubano, María Caridad Gálvez, ¨Karina¨, Sra. Rosito, Dagoberto Valdés, Director de Vitral y del Centro Cívico, un Profesor del Centro Cívico y finalmente : Bomnín, uno de los correctores de Vitral )

Pasaron los días, ¡cómo pasa el tiempo!... a finales de junio comenzaron los responsables de la biblioteca a visitar periódicamente la Sede del Partido; les decían que pronto, después decía la recepcionista que no estaban los compañeros y así transcurrieron varias semanas y nadie respondía y les dije que no fueran más.

¡Cómo pasa el tiempo! Pronto se cumplirá un año de aquel infame e inaudito desalojo, que no tiene otro nombre, y la Diócesis continúa sin local para su biblioteca, los libros dispersos en varias casas de fieles que soportan con paciencia y delicadeza lo inoportuno de aquellos estantes y libros en sus pequeñas salas hogareñas.

¡Cómo pasa el tiempo! Pero como decía el venerado Monseñor Adolfo Rodríguez, arzobispo de Camagüey: “¡Nadie sabe las vueltas que da una llave!”.
Mientras, pongo las cosas y el tiempo en manos del Señor que todo lo ve.

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* Obispo de la Diócesís de Pinar del Río