NO HABRÁ GUERRA CIVIL EN CUBA
Nota del Blogguista
Me gustaria que todo ocurriera como esta persona profetiza pero me parece que esono ocurrirá así; tampoco creo que se producirá una guerra civil.
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Por Oscar Peña
El periodista Oscar Haza está indagando cómo es posible que si Cuba ha tenido un largo expediente de violencia política desde sus inicios, no brote nuevamente en el comienzo del fin de la larga dictadura ese nefasto estilo.
Me satisface afirmar que en Cuba no habrá más violencia política. Esos destructivos y feos capítulos de la historia de Cuba --sin nadie proponérselo-- han sido superados. En ese gigante almacén negro del fidelismo de este medio siglo no sólo se abulta una historia de terrorismo de Estado, y de la represión y falta de libertad más sistemática y permanente conocida por población alguna en América, y de la ruina de un país que era en 1959 una de las economías más prósperas del hemisfero. Al edificio nacional cubano no había que derrumbarlo: sólo darle retoques. También en ese inventario de la devastación nacional dirigida por Fidel Castro existen 2 o 3 puntos que se pueden calificar como positivos y aprovechar sus resultados para la nueva sociedad que se nos viene encima. Hoy trataremos exclusivamente el del fin de los métodos violentos.
Para lograr que se entienda la tesis de que no existe cultura de violencia política en la mente y en la programación de la actual sociedad cubana de tres generaciones, debo partir por desbaratar la perenne falacia del aparato de propaganda del régimen para el exterior que expresa que el pueblo de Cuba es un pueblo armado hasta los dientes para defender la revolución. Es todo lo contrario. Afortunadamente ha sido una de las sociedades que menos armas posee en el mundo y que no ha tenido ni tiene posibilidades de adquirirlas. El miedo del régimen a que sus opositores tuvieran acceso a ellas, unido a la desconfianza a los que lo apoyaban y las tenían, hizo que en los finales de la década del 60 del recién pasado siglo decretaran una recogida nacional de armas de fuego. Desde aquellos años y hasta hoy ni los miembros del ejército de Fidel Castro, incluyendo a los oficiales, podían llevarse a su casa un arma de fuego. Sólo el muy controlado cuerpo de policía la porta en sus funciones.
Ello ha posibilitado que para el futuro cercano de Cuba somos en América un pueblo nuevo que está preparado para vivir sin la dañina cultura de poseer armas de fuego. Con excepción del reducido sector de la sociedad que llevaron criminalmente a pelear al Africa, tres generaciones de cubanos no han tenido ni las pistolitas de agua que llevan en Navidad los Reyes Magos a los niños en otros países. Esa extensa dictadura de terror y miedo también ha posibilitado que seamos hoy un pueblo moderno donde sus estudiantes y trabajadores no han practicado el salvaje método que existe en otros países de tratar de hacer presión social y política destruyendo bienes privados y del Estado. Es una vergüenza nacional y algo verdaderamente trágico y penoso que los estudiantes abandonen sus aulas para quemar ómnibus, tiendas, etc. Medio siglo sin hacer esos dañinos ejercicios nos posibilitan ser un pueblo listo para enfrentar sus dilemas y problemas con cuello y corbata y con la acostumbrada guayabera en los salones de los nuevos parlamentos y cortes de justicia.
Admitiendo la anterior realidad, y agregando que estamos llegando en Cuba a medio siglo de un sistema de absoluto control de la sociedad cubana, donde todos los cubanos han sido empleados y estudiantes de sus aulas y que hemos sido dirigidos y manipulados al antojo y conveniencia del régimen en todos los centros de trabajo y de estudios del país, asistiendo a todos a los actos políticos, y subordinados y entregados a la fuerte presión que se ha ejercido en los hogares cubanos donde todos, sin ser su deseo, pertenecen a los comités de defensa de la revolución y se ponen una careta, que es desprendida sólo cuando se sale de Cuba por el aeropuerto de Rancho Boyeros o por una de sus costas, hace que hoy el camino de la reconstrucción de la nación cubana no sea difícil, duro ni violento. No hay ética nacional para la venganza, ni para el ligero pase de cuenta callejero. La culpa ha sido colectiva. Somos un pueblo de víctimas-victimarios.
Esta es la respuesta a la necesaria indagación del periodista Oscar Haza. No habrá guerra civil en Cuba, ni tristes desórdenes sociales. Inevitablemente toda sucesión en Cuba será el comienzo civilizado y organizado del cambio. Se irán observando las graduales señales de apertura y libertad. No hay nada que temer con excepción de alguna confusión o desorientación que pueda hacer un desconocedor de la realidad cubana o un irresponsable que cegado de un egocentrismo extremo y un afán de protagonismo haga imprudentes declaraciones y acciones y se autoexcluya del proceso. El sano deseo del gobierno de los Estados Unidos y de todos los países civilizados de que la nación cubana transite hacia una sociedad democrática y dinámica económicamente por cauces pacíficos y de reconciliación nacional entre cubanos es posible. El panorama expuesto, la buena voluntad del pueblo de Cuba y la seriedad que deben tener las partes adversas es el punto de partida.
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