EL MIAMI HERALD Y EL EXILIO CUBANO
EL MIAMI HERALD Y EL EXILIO CUBANO
Por Enrique Encinosa *
Colaboración
La Nueva Cuba
Septiembre 11, 2006
El despido de tres periodistas cubanos de El Nuevo Herald ha suscitado mucha polémica en el exilio y la publicación admite que “La aplastante mayoría de los lectores que contactaron el periódico revelaron que contemplaban la posibilidad de suspender la suscripción de El Nuevo Herald al considerar que el despido de los tres periodistas de alguna manera favorece al gobierno cubano.”
Los voceros del Herald declaran que los tres – Wilfredo Cancio, Olga Connor y Pablo Alfonso- violaron conceptos éticos del periodismo y crearon conflictos de interés entre la prensa escrita local y las empresas radiales TV y Radio Marti.
Incluso, según dijo el director de The Miami Herald, Tom Fiedler, la acción de despido se llevo a cabo “tan pronto nos dimos cuenta” que los periodistas estaban trabajando en las estaciones de radio y TV Marti.
De ser cierto lo que declara Fiedler a quienes deben eliminar son a los gerentes de la empresa, ya que aparentemente no leen su propia publicación, donde hay numerosas referencias pasadas -y con cierto tono de orgullo- sobre las labores que los periodistas han llevado a cabo en las emisoras dirigidas hacia Cuba.
En artículos publicados en el 2003 se mencionaba que Alfonso dirigía un programa semanal en Radio Marti sobre la temática cubana y en otro artículo se detallaba que Connor cubría eventos culturales para las estaciones de radio de la USIA.
La frasecita de “tan pronto nos dimos cuenta,” no es nada convincente ya que el propio Herald llevaba mucho tiempo mencionando la labor de estos periodistas en relación a Radio y TV Marti. Lo sabían desde hace mucho tiempo y lo utilizan ahora para excusa de despido.
Continuemos. Me gustaría saber en donde se encuentra el “conflicto de intereses” en trabajar para un periódico local y una emisora que no se escucha en Estados Unidos. Si no ha habido contradicciones o falsedades en los reportajes, si ninguno ha servido de espía de la otra empresa, no hay conflicto de intereses.
En el caso de Olga Connor que escribe sobre temas culturales ¿donde radica su error? El periódico no detalla un solo ejemplo de un faux-pas en un reportaje sobre arte, libros o museos que pudiera ser penoso o conflictivo para la empresa. ¿Cuan grave, radical o controversial puede ser un reportaje de cultura de la Connor en una u otra empresa para que se le despida acusada de falta de ética y conflictos de interés?
Sobre Wilfredo Cancio y Pablo Alfonso tampoco hay ejemplos de conflictos de interés.
Primeramente, ninguno de los dos puede ser –ni aparenta ser- lo que el Herald llama “periodistas objetivos.” En el caso de Pablo Alfonso, por ejemplo, fue preso político en Cuba y ha publicado cinco libros sobre el tema cubano, ninguno favorable al régimen. El Herald lo ha utilizado como experto en Cuba y nunca se ha pensado que es “objetivo” definiéndose claramente como anti-castrista. Después de mucho tiempo alabándolo como periodista, ahora es despedido.
En el caso de Cancio Isla, la empresa había sido informada de su trabajo con Radio y TV Marti y un editor había dado su aprobación. Si existía una aprobación previa-bajo Knight Ridder- lo menos que la nueva empresa matriz pudiera haber hecho es darles la opción de escoger entre permanecer en el Herald o en Radio o TV Marti, pudiendo tomar decisión propia sin ser expulsados con una sombra de falta de ética periodística.
Todo esto concuerda con un comentario de la televisión castrista –de Taladrid en la Mesa Redonda- una semana antes de los despidos, donde el vocero del régimen anunciaba que la publicación de Miami despediría a aquellos periodistas que estaban en la nomina de las empresas federales del imperialismo yanqui.
Curioso que el régimen castrista supiera de antemano lo que sucedería. En el mundo de la inteligencia y del espionaje solo se pueden sacar tres conclusiones al respecto: la primera es que el régimen castrista –la DGI- tiene a un espía dentro del Herald que informa de antemano lo que va a acontecer, o –peor aun en un segundo plano- tienen a un agente colocado en un alto nivel donde puede llevar a cabo decisiones de política interna de la publicación que favorezcan al régimen castrista. La tercera opcion posible es que exista una agenda de negociación entre el Herald y el régimen castrista donde se expulsan a anti-castristas indeseables y se hacen implicaciones sobre otros a cambio de un posible permiso para establecer un futuro buró de prensa en Cuba.
Al régimen le place poder neutralizar a algunos periodistas del exilio. En el artículo del Herald anunciando los “despidos por ética” también se menciona a Juan Manuel Cao.
¿Si Cao no trabaja para el Herald y no fue despedido, a que se debe la mención? ¿Quieren acaso crear una situación entre Cao y el Canal 41? ¿Y el momento en que ocurre este ataque contra Cao a que se debe? ¿Será una vendetta castrista quien lo inspira, venganza provocada por el mal rato que Cao le proporciono en Buenos Aires al Esqueleto-en-jefe?
El tono de los artículos del Herald sobre los despidos crean la falsa imagen que estos periodistas estaban cometiendo un delito, como si estuviesen aceptando sobornos a escondidas. Mentira, ya que los tres estaban ejerciendo públicamente su profesión y siendo remunerados por su labor, lo cual el periódico sabia desde hacia mucho tiempo.
No se si hay contubernio entre el Herald y el régimen castrista, pero en este caso –como en muchos otros- el régimen se beneficia nuevamente de la falsa “objetividad” de la publicación.
La arrogancia del “Monstruo en la Bahía” –como se le ha apodado al Herald- data de muchas décadas. En los 70, cuando se negaron a publicar detalles sobre la masacre de Boniato, alegando que el régimen castrista negaba el asesinato, tomo una huelga de hambre en las puertas del periódico –liderada por Tony Rivera y Ramón Mestre- para forzarlos a publicar sobre el sangriento evento. Tiempo después vino la pugna de “Yo no creo en el Herald” entre Mas Canosa y David Lawrence, así como el quehacer cotidiano de reportajes que enfurecen a diario al exilio con un mensaje subliminal y otras, muy obvio.
El periódico que tan moral se proclama, no reporta sobre lo le conviene a su agenda, como las especulaciones de bienes raíces con el proyecto apoyado por ellos de la reconstrucción del “downtown” y centro de Bellas Artes donde el valor de las propiedades del Herald ha logrado incrementar su valor en decenas de millones de dólares. Tampoco han sido rápidos en reportar los divorcios, los escándalos o borracheras de sus periodistas que han sido arrestados manejando bajo influencia de tragos.
Aunque tengo buenas amistades en el Herald, desde el 2004 cancele mi suscripción al periódico. Me parecía ridículo el enfurecerme diariamente con artículos con una agenda política que me ofende. Si algo me interesa de su contenido, lo leo en la página digital y de esa manera no tengo nada que ver con pagar el salario de Tom Fiedler, Jesús Díaz ni ningún otro de sus dirigentes.
Y eso me da placer.
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* Enrique Encinosa es escritor y periodista cubano exiliado y autor de varios libros.
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