lunes, octubre 23, 2006

LA AGONÍA DEL RÉGIMEN CASTRISTA

LA AGONIA DEL REGIMEN CASTRISTA



ABC
España
José F. Sánchez
Jefe de Buró
Cuba
Dept. de Investigaciones
La Nueva Cuba
Octubre 23, 2006


DESDE que se anunció la convalecencia de Fidel Castro, hace casi tres meses, la desaparición del dictador se ha convertido en un fenómeno prácticamente irrelevante . Pasada la impresión de los primeros días, ni siquiera se informa en los periódicos sobre la evolución del enfermo, porque la decadencia del régimen cubano es tan evidente que ya no depende siquiera de la salud de su principal dirigente . El sistema puede intentar camuflar la visión de ambas cosas, pero no puede evitar la inexorable realidad de que el castrismo y el propio Castro están tocando a su fin .

La aparición en la escena iberoamericana de una figura como el venezolano Hugo Chávez, beneficiado con la suerte de un periodo de precios del petróleo extraordinariamente altos, ha sido un respiro temporal para una dictadura que es esencialmente inviable porque ha sido incapaz de atender las necesidades básicas de la población. La revolución cubana vivió primero de los rublos de las generosas subvenciones de la Unión Soviética y ahora de los petrodólares que envía Chávez, y no será con el invento de las ollas arroceras de fabricación china con lo que el régimen vaya a perpetuarse poniendo al timón a un hombre como Raúl Castro, que es sólo cinco años menos viejo que su hermano enfermo. Ni el cultivo del azúcar, prácticamente abandonado; ni el turismo, que no podrá despegar mientras no se abran todas las puertas a la entrada y salida del país; ni los tabacos, ni la medicina tropical. En Cuba no se produce nada que sea económicamente rentable ni beneficioso para los cubanos, condenados a vivir de las limosnas de los amigos del comandante o de las transferencia de los familiares del exilio.

Lamentablemente, entre los actuales dirigentes cubanos no se vislumbran en modo alguno síntomas de flexibilidad ni movimientos políticos que pudieran preparar una evolución razonable del poscastrismo. Confiado en el espejismo de un polo «antiimperialista» en Iberoamérica, con Chávez, Evo Morales y algún otro trasnochado populista que está siendo rechazado elección tras elección por la mayor parte de países, el régimen sigue encerrado en sí mismo, sin hacer caso a las señales que desde hace tiempo le vienen lanzando los valerosos defensores de la democracia en el interior del país.

En Cuba no hay más que una evolución posible y ésa es hacia la libertad. Los cubanos, por supuesto, hace tiempo que lo perciben por más obligados que estén a disimularlo debido a los inmensos recursos represivos del régimen. Los dirigentes deberían saberlo también, aunque estén igualmente forzados a negarlo puesto que en ello les va su permanencia en el poder. La democracia es la aspiración natural de todos los pueblos, y Cuba no puede ser una excepción.