lunes, noviembre 27, 2006

A L F A B E T I Z A D O R E S

Nota del Blogguista



Ante el resultado de las elecciones en Ecuador y la promesa electoral del ganador de alfabetizar al país, esperemos que dicho proceso no tenga las características negativas que tuvo la campaña de alfabetización y adoctrinamiento que llevó a cabo la tiranía de Fidel Castro en Cuba en 1961.

En esa campaña se utilizaron a adolescentes y jóvenes alfabetizadores en zonas de conflictos bélicos con el muy probable y oculto propósito de crear mártires que ayudaran a unir más al pueblo cubano en torno a la Revolución y a desacreditar a todos los opositores.

El envio del muy joven Manuel Ascunce Domenech a alfabetizar a la casa del Pedro Lantigua, uno de los guías de las tropas gubernamentales que combatían a los insurgentes en las montañas del Escambray según testificó Anibal Velaz, uno de los jefes de las tropas gubernamentales, en el Juicio de la Demanda del Pueblo Cubano contra el Imperialismo Norteamericano, y el asesinato de ambos a manos del pequeño grupo de alzados que capitaneaba Braulio Amador, un casi desconocido jefe de grupo de insurgentes, es uno de los ejemplos más repugnantes de esa estrategia.

Tomado de Wikimedia:

¨ El núcleo de la campaña se desarrolló principalmente a través de brigadas de voluntarios que se desplazaron por el país para realizar la labor de alfabetización. Estas brigadas usaban como material el manual Alfabeticemos y la cartilla Venceremos. El manual estaba destinado a servir de guía al alfabetizador; la cartilla era un cuaderno de trabajo, con ejercicios para ser realizados por el alumno y material fotográfico destinado a servir como apoyo a la clase. Estaba formado por quince lecciones relativas a asuntos de carácter sociopolítico, impregnadas por los contenidos ideológicos de la Revolución cubana, con títulos como "OEA", "INRA" (Instituto Nacional de Reforma Agraria), "La Revolución", "Fidel es nuestro líder" o "La tierra es nuestra", entre otros. ¨

Aprincipios de los años 90s, comienzo del mal llamado Período Especial, y poco tiempo antes de morir, el excapitán rebelde Jorge Enrique Mendoza, fundador de Radio Rebelde, ex Director del Plan de Becas del Gobierno Revolucionario, ex Director del periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, y en ese momento Director de Instituto de Historia de la Revolución Cubana expresó en una conversación personal la falta que hacía una agresión para unir al pueblo cubano en esos difíciles momentos en que la crisis económica e ideológica producto del derrumbe del Socialismo en Europa del Este producía sus efectos dentro del pueblo cubano de la Isla.

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A L F A B E T I Z A D O R E S



Por Luis Cino


Todo cambió en mi casa. Bastó que hablara el Comandante. La próxima tarea de la revolución era alfabetizar.

Ante la nueva misión, mi hermana dejó de recoger dinero por las calles para tanques y aviones de guerra. Antes había dejado de ir a misa y de escuchar los discos de Paul Anka y Neil Sedaka. Ya no le interesaba la natación ni suspiraba por Gregory Peck o el difunto James Dean.

Su enamorado y algunas de sus amiguitas estaban muertos para ella. Se habían marchado al Norte revuelto y brutal. Hicieron bien en no despedirse. No quería que la confundieran con una bitonga burguesita. Ella era revolucionaria: pa'lante y pa'lante y al que no le guste que tome purgante.

Mi hermano olvidó a Tarzán y Superman. Aplazó su preocupación por los pelos que le brotaban en las axilas. Guardó la escopeta de pellets. Se cortó el tupé para lucir un porte marcial. Apagó Radio Kramer y parado frente al espejo, en vez de remedar el meneo de Elvis, ensayó como le quedaban la boina y la camisa de miliciano del uniforme de papá.

La explosión de La Coubre ya había rajado los cristales de las ventanas de la vieja casa de mis abuelos. Su familia, que lo había resistido todo, también se resquebrajaba. Mi tía, que al principio hacía promesas a los santos para que Fidel recuperara la voz, había convencido a su marido para empezar a hacer los papeles para irse a Miami. El resto de los parientes, con mayor o menor
intensidad, proclamaban su intención de morirse por lo que todos empezaban a denominar "esto".

El primer combate familiar estalló un Día de las Madres. La discusión opacó la voz de Benny o de Daniel Santos (¿o sería Rolando Laserie?) en el tocadiscos Philco. Fui el único que no intervino en la bronca. Debajo de la mesa, estaba entretenido halando la cola al perro.

La segunda discusión fue por lo de la alfabetización.

Mi abuela, grausista a rabiar desde la lucha contra Machado (que era para ella la única revolución habida y por haber) no acababa de tragarse lo del comunismo. No entendía bien que era pero no perdonaba a los comunistas su pacto con Batista. Y ahora, Cuba se llenaba de rusos y los comunistas estaban hasta en su familia. Hasta su marido, que hablaba mal el español, descuidaba la cocción de los macarrones para declarar su conversión total a la fe de la hoz y el martillo.

Lo de que sus nietos fueran a alfabetizar a las lomas fue demasiado para ella. En vano lloró y protestó. No hubo quien convenciera a mi padre de que sus hijos no fueran a alfabetizar.

Uniformados de gris, con enormes mochilas verde oliva y provistos de las cartillas con el catecismo fidelista, partieron a alfabetizar a Oriente. Mi padre los despidió orgullosos. Mi abuela lloraba. Yo me limpiaba los mocos.

Mi hermana tenía 16 años. Mi hermano no había cumplido los 14. A ella la dejaron en Manzanillo. A él lo enviaron a la Sierra Maestra. Hizo la ascensión a lomo de mulo y con diarreas.

Regresaron en tren, como héroes, una tarde fría de noviembre. Flacos y mugrientos, abrazaron a la familia con la satisfacción de haber cumplido con el Comandante.

Mi hermana volvió más flaca, con el pelo quebradizo y la piel manchada por el sol. Volvió hablando como un carretonero y fumando como una condenada. Dejó su virginidad en un bosque de yagrumas poblado de hormigas y santanillas. La cambió por una colonia de monilias y una promesa incumplida de reanudar el noviazgo en La Habana.

Mi hermano regresó más alto, más prieto, y con piojos. Las picadas de pulgas y mosquitos infestadas le dejaron marcas oscuras en la piel. Contaba sus sustos de guijes y alzados y sus baños en los ríos helados de la Sierra. Aún guarda un collar de polimitas y una foto amarillenta en que con poco más de cinco pies de estatura, cara de guerrero comanche y revolver al cinto, posa junto a un bigotudo miliciano a caballo.

La familia serrana alfabetizada visitó nuestra casa dos veces. Luego no volvieron a la capital. Mi familia se alegró. Eran buenas personas, pero la comida racionada ya no alcanzaba para tanta gente.

Transcurridos 45 años, esos son mis recuerdos, nublados por el tiempo, de la Campaña de Alfabetización.

1 Comments:

At 8:52 p. m., Anonymous Anónimo said...

Una muy cruda y explícita narración de la labor de un alfabetizador. Que barbaridad siento mucha tristeza e impotencia por todo lo sucedido hace 40 años. Cortar de pleno las ilusiones de muchos seres humanos jovenes. Hasta cuando tendrán que soportar los hermanos cubanos tal dominio y no poder levantar el vuelo en aras de la libertad que es lo más preciado que tenemos. En Venezuela estamos preocupados porque parece que vamos en esa vía. Que el Dios Todopoderoso meta su mano en el panorama político que se nos avecina. Un saludo fraternal desde Venezuela.

 

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