sábado, diciembre 23, 2006

CUALQUIER TIEMPO PASADO FUE MEJOR

Tomado de El Nuevo Herald.com

Cualquier tiempo pasado fue mejor


Por Jorge Salazar Carrillo


Estos versos de Jorge Manrique se aplican cruelmente a la Cuba comunista de ayer y de hoy. La isla ha ido norcoreanizándose en medio de idas y venidas, aperturas y rectificaciones frecuentes. La falla mayor ha sido no prestar atención a la formación de capital: la inversión neta en Cuba, es decir, después de descontada su depreciación, amortización y obsolescencia, ha sido negativa. Uno puede mentir con las estadísticas del PIB (producto interno bruto), pero no con las de exportaciones reportadas por terceros países, y éstas muestran que las importaciones cubanas de bienes durables de producción han sido mínimas en los últimos quince años. Los países en vías de desarrollo generalmente importan estos productos de los países avanzados, con relación directa a su grado de pobreza; y según los estándares de las Naciones Unidas, la economía cubana se clasifica como indigente.

Nada más triste para comprobar el título de este artículo en su aplicación a la patria de Martí, que ver los vaivenes a los que han sometido a la industria azucarera. Después de haberla desmerengado, dejando 30 centrales y bastante menos de 100,000 caballerías en producción, intentaron una marcha atrás cuando las cotizaciones del azúcar en Nueva York y Londres enamoraban la perspectiva de los 20 centavos la libra. Pero tan pronto comenzaron estos esfuerzos, empezaron a desplomarse los precios, amenazando dividirse casi por dos. Desde que el general Ulises inició su odisea hace diez años, no se ha aproximado siquiera a su destino final. Aunque hay que reconocer que los cantos de sirena han seducido a algunos miembros extranjeros de su tripulación a embriagarse con inversiones potenciales en destilerías de mieles y alcohol, y hasta tal vez algún etanol para las propelas de sus embarcaciones.

Qué tristeza cuando miramos la historia de la producción y el comercio del azúcar y sus derivados en Cuba hasta el año 1960, la última zafra antes de las masivas confiscaciones estatales del ya comunista régimen cubano, en el verano y otoño de ese año. Comparen las cifras anunciadas del año 2006, de 1.3 millones de toneladas métricas, con las casi 6 millones de toneladas producidas en la zafra de 1960. Y tomen en cuenta que entonces la población cubana era la mitad de la actual, significando ahora un consumo doméstico de 700,000 toneladas, que dejan oficialmente 600,000 para la exportación. En 1958 Cuba exportó a los Estados Unidos, de lejos el principal país importador del mundo, 3.215,000 toneladas. Al resto del mundo fueron 2.435,000 toneladas. Estos azúcares se exportaban a través de 23 puertos, otra muestra de como el negocio azucarero cubano incidía a lo largo y ancho de la isla. (Al menos 125 de 169 municipios cubanos estaban involucrados en alguna forma con el azúcar y sus derivados.)

El valor total de las exportaciones azucareras cubanas en 1958 fue de $557 millones, y adicionalmente casi $31 millones en mieles y otros subproductos. A precios actuales ambas cifras serían equivalentes a $3,528 millones. Comparen esto con los algo más de $200 millones que se estima facturará Cuba en sus exportaciones de azúcar y derivados en el año en curso. Y toda esta debacle comenzó en el año 1960, cuando en aras del fallido sistema comunista se sacrifica el mercado americano por otro que prácticamente cubría sus necesidades con producción interna (la Unión Soviética), siendo éste entonces el mayor productor mundial. Lo que por supuesto significaba que los rusos revendían los azúcares cubanos al resto del mundo, especialmente a Europa. Como si esto fuera poco, los países comunistas europeos aliados a la URSS produjeron 3,500,000 toneladas del dulce en 1959.

Remontándonos al pasado que Cuba fue dejando atrás, el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), al cual el país ingresó a principios de los años 1970, se comprometió en que Cuba fuera la azucarera de las naciones detrás de la Cortina de Hierro. Estos países se basaron en el potencial de la producción cubana, que en 1947 había contribuido una de cada cuatro libras de azúcar producidas mundialmente. El objetivo era que la industria azucarera cubana llegara a producir 14 millones de toneladas (por supuesto, no importaba que la isla tuviera que sacrificar su producción industrial y el resto de su producción agrícola). Para ello los soviéticos construyeron ocho nuevos centrales de tamaño mediano a grande en el campo cubano. Sin embargo, a pesar de los enormes subsidios del CAME, el improductivo sistema económico comunista cubano sólo logró el tope de 8.1 millones de toneladas en 1989. A pesar de todas las ineficiencias, y con costos de 20 a 25 centavos la libra, Cuba en 1992 produjo más azúcar que Brasil (el 23 por ciento de las exportaciones totales); mientras que en el año en curso su producción sólo representó algo más del cinco por ciento de la del gigante sudamericano.

En 1959 Cuba era el mayor exportador azucarero del mundo, vendiendo casi cinco veces más que el segundo, con ventas casi equitativas entre el mercado americano y el resto del mundo (inclusive más de 200,000 toneladas a la URSS). Hoy en día no está siquiera entre los cinco mayores exportadores del dulce.

Sin azúcar y sin inversión, Cuba inexorablemente va para atrás como el cangrejo.