sábado, diciembre 16, 2006

EL OCASO DE LOS DICTADORES

El ocaso de los dictadores


Juan Manuel Cao
Periodista del Canal 41.Miami


Pinochet ha muerto. Castro está a punto. Cual de los dos peor. Sin embargo la gran prensa se niega a equipararlos. Mientras a uno lo califica de dictador, al otro le sigue llamado presidente. Lo primero está bien, lo segundo no. La discusión no es frívola. Debajo de esa guerra de calificativos late una polémica seria y profunda. Se trata de un tema ético: no se puede apoyar a ninguna dictadura, ni de derecha ni de izquierda. A ninguna.

Los demócratas cubanos hemos tenido que sufrir, además de nuestra tiranía correspondiente, la complicidad y la traición de medio mundo. Los demócratas chilenos han contado con la solidaridad que nos ha faltado a nosotros. Esa es una diferencia injustificable.

Cuando algunos exiliados cubanos celebraron la enfermedad de su déspota, se les acusó de insensibles. Poco se ha dicho, y se dirá, contra quienes descorcharon el champán para brindar por la muerte del déspota chileno. Doble rasero.

Por Pinochet no hubo duelo nacional. Buena idea. Por la muerte de Gladys Marín se decretaron dos días de luto oficial. Mala decisión. La compañera Gladys, presidenta del Partido Comunista chileno, fue cómplice de su amigo Fidel Castro en unas cuantas aventuras antidemocráticas. Castro, por supuesto, tendrá no dos, sino cien días de duelo interminable y largas filas de dolientes, y todo el llanto y las ceremonias correspondientes. No lo duden. El comunismo, como toda religión, es muy ceremonioso. Y tal vez, como amenaza el rumor, hasta lo embalsaman para mortificación eterna. Y allí estarán aquellos que sólo quieren ver una faz del oprobio, desfilando ante la momia. Los argentinos tuvieron el valor de sepultar la suya. Los rusos no han podido. Los egipcios, que están de vuelta de la historia, hacen lo contrario: las desentierran.

En fin, que con la muerte de Pinochet los chilenos cierran un capítulo de su historia. Los cubanos tendremos que seguir esperando. Más allá de la muerte.