sábado, diciembre 02, 2006

A LA PLAZA ! ¿SIN FIDEL ?

Nota del Blogguista

En esos primeros años se trató de que en determinadas fechas muy importantes para la tiranía se turnaran diferentes líderes en el discurso principal de la fecha. Fidel, Raúl Castro, Juan Almeida, etc. Fue significativo la disminución del público asistente a esos actos.

Se retornó a la práctica de que fuera Fidel Castro el que siempre diera su discurso en el acto principal en todo el país en esas fechas.
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¡A la Plaza! ¿Sin Fidel?


Por Alcibiades Hidalgo

A mediados del siglo pasado Raúl Castro sustituyó por primera vez a su hermano Fidel en un discurso en la Plaza Cívica de La Habana. La explanada inconclusa, heredada del derrocado Fulgencio Batista, no había sido rebautizada aún como Plaza de la Revolución, ni era el centro del poder político del castrismo y los cubanos la colmábamos todavía esperanzados y por voluntad propia. Algo de militar hubo ya en aquel 1ro de mayo de 1959 en que el mayor de los Castro festejaba en Argentina el triunfo revolucionario, mientras en La Habana desfilaban por primera vez las milicias campesinas, dispuestas a defender con las armas la Reforma Agraria.

Hubo otras ocasiones en estos interminables años en que tocó al temprano sucesor reemplazar al Fidel ausente. La mitad de la población actual de la Isla no había nacido cuando en 1963 la Unión Soviética abrió los brazos por primera vez al inesperado aliado caribeño, pero la otra mitad no olvida la consigna que nos llamó aquella vez a festejar el Día de los Trabajadores: ``Fidel en la URSS, a la Plaza con Raúl''.

Si Fidel Castro no nos sorprende nuevamente, como suele hacer con artes de consumado teatrista, tampoco estará ahora en la Plaza y tocará a Raúl, quizás por última vez, calzar sus botas ante trescientos mil cubanos --porque Cuba, en palabras del poeta Raúl Rivero, es el único país del mundo donde se sabe con exactitud cuántas personas acudirán a un llamado de la Patria o la Revolución, que para el caso es lo mismo.

En la ''proclama'' en la que cuatro meses atrás cedió formalmente el poder, el Máximo Líder aplazó las celebraciones por su cumpleaños 80 del 13 de agosto al 2 de diciembre, aniversario cincuenta de su regreso a Cuba al mando del yate Granma para subir a la Sierra Maestra. El plazo habría permitido su recuperación de una grave enfermedad que continúa clasificada como secreto de Estado y que se ha convertido desde entonces en la principal noticia sobre la Isla. De Leo a Sagitario, sin embargo, no ocurrió la esperada mejoría.

Salvo imágenes balbuceantes, difundidas con estudiada precisión por quienes pretenden conservar su herencia a toda costa, Fidel Castro ha desaparecido de su presencia diaria en las pantallas de los hogares cubanos y, peor aún, el vaticinio de su muerte forma parte de las realidades cubanas de hoy. Lula da Silva lo dio por muerto en muy justificable desliz y hasta Silvio Rodríguez habla en pasado de su Comandante en Jefe.

En La Habana terminan los festejos faraónicos organizados bajo el manto de la Fundación Guayasamín, los militares se aprestan a exhibir en la Plaza después de muchos años sus viejos artefactos vencedores en lejanas guerras africanas y Raúl Castro recibe extrañas profesiones de lealtad de su antiguo adversario, el Comandante Ramiro Valdés, quien lo llamó ''cancerbero de la Revolución'', sin saber qué decía, o quizás de común acuerdo, para gruñirle un poco a la oposición y al imperialismo.

El sucesor designado hablará probablemente en la Plaza, pero no creo que en ausencia de Fidel repita su memorable presagio de que no puede reemplazarse un elefante con cien conejos. Menos se atreverá, si él, finalmente, aparece, postergando la muerte más esperada de la historia nacional.

Ex jefe de despacho de Raúl Castro y ex diplomático de Cuba en la ONU.