lunes, diciembre 18, 2006

LOS CASTRO NO SON LOS UNICOS CULPABLES

LOS CASTRO NO SON LOS UNICOS CULPABLES



Por Pedro Corzo


LiberPress- Miami- 16/12/2006 - Todo parece indicar que nos aproximamos a un nuevo periodo como Nación porque la posible desaparición definitiva de Fidel Castro del escenario político cubano, mas allá de nuestras valoraciones como ciudadanos, cierra una etapa y genera nuevas expectativas que con el tiempo o abruptamente, resultaran en sucesos que afectaran en alguna medida nuestras existencias.

Por años hemos culpado con sobrada razón a los Castro y su camarilla de esbirros por todo lo que hemos padecido como pueblo, le hemos atribuido la responsabilidad de los muertos, los presos, las vejaciones, abusos sin nombres y el exilio.

No tengo dudas de que son los responsable pero reflexionando, también me percato que una casa no se construye ni se destruye, como ha sido el caso cubano, solo con capataces, tiene que haber obreros, aprendices, esos que aprietan gatillos y grilletes, que gritan y golpean en los mítines de repudio y escriben y cantan versos de enamorados a los tirano.

Es doloroso pero real. Algo latía mal en un sector de nuestro Pueblo para ser tan confiados y comprar las promesas de un mundo de maravillas “con gritos de paredón y elecciones para que, si Fidel es comunista que me pongan en la lista, atacaban la iglesia que habían visitado unos días antes, enterraban un periódico o quemaban una revista”, algo andaba mal cuando numerosas personas pacificas y tranquilas se convertían en verdugos y odiadores de oficio de la noche a la mañana porque un Rasputin caribeños en actos de hipnosis colectiva les seducía y convertía en vampiros que los mismo actuaban de noche que de día.

El castrismo, ese es su verdadero horror, convirtió la enfermedad de unos pocos en mal de muchos porque forjo La crisis de valores que el pueblo cubano padece en la actualidad, lo que sin dudas es la consecuencia más nefasta de la dictadura. El oportunismo, la mentira, el hacer de la vida diaria una práctica carnavalesca y de la simulación una ciencia para vivir mejor o simplemente sobrevivir, ha corroído varios de los fundamentos más sólidos de nuestra sociedad.

Cerrar los ojos ante la angustia del vecino, ser cómplice en silencio o en activo, repudiar al que hace lo que uno desea realizar para recoger las migajas que aquel pierde, es un juego criminal que degrada a quien lo practica. Una persona que violenta la dignidad de otra no está defendiendo una causa sino sus intereses.

Sin dudas que el envilecimiento es potestativo de quien lo ejecuta. El acto de repudio, el abucheo, la golpiza, el hostigamiento son acciones voluntarias que practica el sujeto activo por su conveniencia y no por convicciones.

La falta de decoro ha contaminado vasta y profundamente la nación. Innumerables familias se separaron por la política y no pocas llegaron a odiarse por igual motivo. El fanatismo primero y la crónica miseria después, sacaron a relucir lo más miserable de muchas personas.

La crisis es raigal y se comprueba con una frecuencia desesperante. El ansia de consumo producido por una persistente y aguda escasez va más allá de la satisfacción de una necesidad. No pocas personas solicitan a familiares en el extranjero artículos que estos desconocen porque los precios muchas veces superan el presupuesto domestico.

Miles de los que viajan a Cuba venden la capacidad de sus valijas, haciendo buena zafra, con aquellos que no confían en las agencias de envíos. Estar fuera de Cuba no es para estas personas una condición que les permite denunciar la realidad de la isla sino un estado que le posibilita ayudar a su familia o simplemente satisfacer sus caprichos.

Supuestos exiliados, algunos acogidos a legislaciones de carácter políticos se involucran en actividades económicas en las que funcionarios de la dictadura dicen la última palabra. Agencias de viaje, gestores de visas, oficinas que remiten dinero a Cuba, en fin negocios lícitos pero que solo pueden desarrollarse si cuentan con el respaldo y el reconocimiento de la mafia de La Habana.

En Cuba, el campesino acosado, las más de las veces corriendo riesgos de ir a prisión venden sus cosechas a precios fuera del alcance de quien vive de un salario. El obrero ajustado a un sueldo desespera ante la miseria y se ve obligado en ocasiones a tomar lo que no le pertenece. El mercado negro es quien oferta los mejores productos a precios verdaderamente prohibitivos.

Evadir el trabajo es para muchos una acción política de bajo riesgo pero para no pocos es la simple fuga de un compromiso con la sociedad en que vive, y de ahí a la vagancia no hay frontera perceptible.

La estafa, la venta fraudulenta y la prostitución se están escapando del submundo al que pertenecen y son acciones de los “vivos” en un universo que cada día se hace más cruel e insolidario. La norma, para muchos, es tomar la ruta más breve y fácil a cualquier parte sin importar lo que haya que dar a cambio.

Sin dudas, nunca es suficiente repetirlo, el régimen totalitario es el principal culpable de esta corrosión moral que amenaza toda la nación. Desde el primer día inoculó el odio y oficializó la venganza. Acabó con la riqueza de los ricos para distribuir mejor la miseria. Siempre, no hoy, el extranjero fue primer ciudadano en la isla del Doctor Castro. En los inicios el privilegio se sustento en la política, hoy en los dólares, o en ambos atributos.

Una nomenclatura gubernamental ha disfrutado sin interrupción no solo del poder sino de todas las riquezas que de este se derivan. Se instituyó una aristocracia artística, deportiva e intelectual en la que se conjugaban aparentemente cualidades notables siempre supeditadas a supuestas o reales convicciones políticas. Las Fuerzas Armadas rendían tributo a un ejército y nación extranjera. El movimiento obrero mutó a empresa del estado. La delación se institucionalizó. En fin, la república mutó a coto privado de un hábil mayoral gracias a la maldad, envilecimiento, complicidad e ingenuidad culposa de unos y a pesar del valor, la entrega y desinterés de otros.

Cuba como Nación esta en peligro y los Castros no son los únicos culpables, creo que todos, unos mas que otros, hemos aportado desde un grano de arena a una montaña de canalladas al naufragio del país por eso es que estamos obligados a buscar formulas que ayuden al saneamiento del ciudadano y a la restauración del tejido social.

No debemos esconder la cabeza en la arena porque los peligros que enfrenta el país son los más serios en toda nuestra historia. Somos los responsables de nuestro pasado y deberíamos ser los garantes del futuro.

Durante toda la Republica, incluyendo la Totalitaria, factores extranjeros han jugado un importante rol en nuestros asuntos internos pero si miramos con detenimiento los procesos de mayor presencia foránea en nuestros asuntos internos ha sido el propio liderazgo isleño el que ha impulsado en alguna medida la ingerencia o la abierta intervención forastera

Evidentemente que en estos tiempos de globalización más de un factor extranjero querrá influir o participar en los asuntos de la isla pero es a los cubanos a quienes les corresponden con la virtud domestica del inolvidable Márquez Sterling contener la ingerencia extranjera.

Tengo la convicción de que en las dos orillas hay quienes miran con avidez la bandera de las barras y las estrellas en busca de la estabilidad que consideran que los cubanos no estamos aptos para instituir, también creo que hay otros que anhelan un cambio para entrar a bolsa sin fondo en la nueva república, no faltan los que solo se preocupan por su proyecto personal y le sabe a hiel lo que no le produzca beneficios directos, pero también tengo la convicción mas profunda que en las dos orillas hay cientos de miles dispuestos a honrar su gentilicio y que una vez mas o por primera vez se entregaran con un gozo inmenso al servicio de su tierra.

La experiencia ha sido cruel, traumática en extremo. La recuperación será dolorosa y lenta pero sin lugar a dudas lo lograremos si nos convencemos que hay que exorcizar el Castro que todos tenemos dentro y que nunca mas debemos hacer dejación de nuestros derechos por bello que canten las sirenas que nos acechen.


Pedro Corzo.
Periodista y Documentalista Cubano