CUCHILLO PARA LOS MENSAJEROS
Por Raúl Rivero
Se puede ver el cuchillo en el aire y se escucha la voz del mandamás como amenaza, advierte, da rodeos, enseña y guarda unos billetes, para conseguir lo que se necesita con urgencia, lo que requiere definitivamente una impecable y ortodoxa dictadura de oro de ley: matar la prensa libre.
Apoderarse de los medios por asfixia económica, por decretos espurios y leyes retocadas. Con trampas que el poder casi absoluto facilita para borrar la franja donde todavía se dicen y se escriben las verdades con un pie en la redacción y otro en la cárcel o el exilio.
Eso, el control de todo y los comisarios con sus portafolios con los documentos donde se ha escrito en ruso (y traducido en Cuba) lo que es bueno y es malo para los ciudadanos. La categoría de noticias que podrán conocer, las ideas que deberán recibir en sus casas cercadas y las biografías puras y valerosas del líder y sus ayudantes más cercanos, aunque estos serán sustituidos gradualmente porque la carne es débil y --ya lo dijo Rubén Darío-- a veces tienta con sus frescos racimos.
Por ahí es el camino. Los leales a la verdad y a la ética, fuera, bien lejos. Allá dentro una sola voz, la del amo, difundida día y noche, sin tregua, sin descanso, para que nadie tenga que detenerse a pensar ni a debatir con un amigo lo que sucede con sus vidas. Ni un minuto de sosiego: en ciertas fechas, himnos y canciones que canten las victorias constantes y el odio al enemigo, que es todo aquel que no entre en el coro con la voz afinada y la letra aprendida hasta los puntos y las comas.
Ya han aumentado las presiones, las agresiones físicas a periodistas y acaba de decirlo uno de los acólitos principales de Chávez, alguien que dirige un canal estatal que se llama Telesur: ``La hegemonía de los medios es una herramienta necesaria para la revolución.''
Cuando empiecen a surgir --que siempre surgen-- los grupos de inconformes que quieran contar la realidad y dar a conocer sus opiniones, ya está el modelo impreso con los medidas a tomar y los detalles. Aparte, hay un folleto con fotos y la lista de delitos probables que se les pueden achacar, así como una reproducción a escala de las celdas de castigo, los calabozos, la dieta, el abandono, las condenas de hasta 27 años y el dolor latente, los sufrimientos, los riesgos de 28 periodistas independientes que no creyeron y no creen en la legitimidad del panfleto original.
El panorama es oscuro. La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) lo mostró esta semana en Cartagena de Indias, Colombia. La meta y la avanzada del desastre son Cuba y Venezuela. En menor grado, dice el informe final, pero igualmente preocupante es la situación que se vive en Argentina, Uruguay, Ecuador y Bolivia.
Pienso que las experiencias de los que vivieron desde cualquier ángulo el proceso de exterminio de la prensa en Cuba y quienes son testigos de los peligros diarios, los comunicadores independientes que están ahora en prisión y los que continúan su labor en aquella geografía, debemos tratar de hacer llegar a Venezuela y a otros países de la región los testimonios de esa tragedia.
Creo que debemos hacerlo. A pesar de que la periodista Anne Applebaum, autora del libro Gulag: una historia, un recuento avasallador de los campos soviéticos de trabajo forzado, me trasmite a veces esta amarga propuesta pesimista. Escribí el libro, explica la señora Applebaum, ``no para que no vuelva suceder otra vez como dice el cliché, sino porque sucederá otra vez''.
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