UN MUNDO PELIGROSO
Un mundo peligroso
Nuestro mundo se está volviendo cada vez más peligroso. Envalentonados por la cobardía política y la impotencia militar de la Unión Europea, los regímenes terroristas se vuelven cada vez más prepotentes. Los ayatolás de Irán, que niegan el Holocausto y amenazan con borrar a Israel del mapa, siguen a toda marcha con su plan de conseguir armas nucleares. Su reacción frente a las últimas y tímidas sanciones del Consejo de Seguridad ha sido una arrogante provocación: ¡secuestrar a 15 marinos británicos que estaban operando en aguas iraquíes, implementando una resolución del Consejo! Hace tres años, Irán capturó ocho marinos británicos, los exhibió en la televisión con los ojos vendados y los sometió a todo tipo de vejaciones. Algo peor le hizo a Estados Unidos cuando la crisis de los rehenes. Y no pasó nada. Por consiguiente, volverán a hacer lo mismo. Para ellos debe de ser obvio que Occidente se lo puede chantajear. ¿Acaso están equivocados?
Hasta el momento, lo que más llama la atención es la absoluta falta de solidaridad europea con Gran Bretaña. Me imagino que los españoles deben de estar diciendo que la culpa es de Estados Unidos y que el Consejo de Seguridad debe cancelar urgentemente las sanciones contra Irán. No hablemos de los demás. No es nada nuevo. En los años 30, los pacifistas europeos decían que Francia e Inglaterra habían maltratado a la pobre Alemania y que el gobierno de Hitler sólo estaba reparando esas injusticias. En los años 80, movilizaban millones de personas contra la instalación de misiles defensivos en Europa diciendo que Estados Unidos y Europa occidental eran agresores y que la pobre Unión Soviética sólo se estaba defendiendo. Ahora se quieren rendir ante los fundamentalistas islámicos. Nada ha cambiado. Infortunadamente, que lo hagan o no, carece de gran importancia. Dentro de pocos años, a nombre del multiculturalismo, los musulmanes van a ser mayoría en los países europeos. Y probablemente la catedral de Notre Dame se convierta en una mezquita. Estados Unidos es el único baluarte mundial contra la barbarie.
En el contexto de esta guerra mundial por nuestra supervivencia, la publicación del libro True Believer: Inside the Investigation and Capture of Ana Belen Montes, Cuba's Master Spy, de Scott W. Carmichael, es particularmente importante. Al menos momentáneamente, nos da la posibilidad de ponernos a la ofensiva contra el trabajo de la inteligencia castrista dentro del gobierno norteamericano. Es una tarea urgente que nuestros congresistas están promoviendo.
En palabras de Carmichael, el autor del libro y el hombre que capturó a Ana Belén: ``La realidad es que la inteligencia cubana se ha estado burlando de nosotros desde hace décadas. Los hemos subestimado... Independientemente de la Red Avispa, nuestro historial de lucha contra la inteligencia cubana ha sido un desastre. Ana Belén Montes ha sido la primera espía cubana importante capturada por el FBI desde que Fidel Castro llegó al poder en 1959''.
Todos debemos comprar este libro, que se lee como una novela de misterio. No nos podemos engañar. Es cierto que la dictadura cubana ha perdido mucho prestigio. Pero tuvo una larga época de popularidad durante la que pudo reclutar, y sin duda reclutó, a importantes espías. ¿Cómo es posible que alguien pueda suponer que Ana Belén Montes es un caso único o que el espionaje cubano es irrelevante? Y, sin embargo, esa es la posición de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos. Y la razón por la que un alarmado Scott W. Carmichael ha decidido publicar el libro. Se trata, sin duda, del mayor triunfo de la inteligencia cubana. En una columna anterior mencioné la preocupación de Ernesto Betancourt con este problema. Imperdonablemente, pasé por alto que en Las guerras secretas de Fidel Castro, de Juan F. Benemelis, hay todo un capítulo dedicado al caso de Ana Belén. Ciertamente, nadie más consciente que Benemelis de la gravedad de esta situación. El principal peligro que corre Estados Unidos es que los terroristas recurran a armas de exterminio masivo contra nuestra población civil. Corea del Norte e Irán, dos estados delincuentes, están a punto de poseer armas nucleares. No es probable que vayan a atacar a Estados Unidos directamente, pero ¿por qué no poner un arma nuclear en manos de terroristas? El terrorismo nuclear contra una ciudad norteamericana es una posibilidad horriblemente real. Es aquí donde el gobierno cubano cobra una particular importancia. Nunca se atrevería a realizar un ataque terrorista contra Estados Unidos. Pero pudiera ayudar a que otros lo hicieran. Entre otras cosas, trasmitiéndoles información de inteligencia, como la que estuvo facilitando Ana Belén Montes durante 16 años.
Desde muy temprano, Fidel Castro convirtió a Cuba en un estado mercenario. Si la economía cubana era incapaz de producir bienes y servicios, las fuerzas armadas y los órganos de inteligencia podían producir servicios políticos lo suficientemente importantes como para que la Unión Soviética mantuviera al régimen con un subsidio permanente. No es de extrañar. Fidel Castro no ha trabajado nunca. Es un vividor talentoso. Y ha configurado al estado cubano a su imagen y semejanza. Desde hace mucho tiempo, el gobierno cubano ha vivido de venderles información a los enemigos de Estados Unidos. Ese fue el triste papel que jugó Ana Belén Montes y el que seguramente siguen jugando otros. Transmitir información que luego Fidel Castro vendía a la Unión Soviética, China, Irak, Irán y Corea del Norte, entre otros. Ahora Hugo Chávez está pagando por esos servicios. ¿Hasta cuándo lo seguirá ignorando Estados Unidos?
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