lunes, abril 09, 2007

CIERRAN EN CUBA A LA REVISTA CATÓLICA VITRAL !! // TENDER PUENTES ¿HACIA DÓNDE Y HACIA QUIÉNES?

URGENTE Y ÚLTIMA NOTICIA !!


CERRARON LA REVISTA CATÓLICA

VITRAL

FRAGMENTAN AL CENTRO DE FORMACIÓN CÍVICA Y RELIGIOSA DE LA DIÓCESIS
( CFCR )

PROXIMAMENTE LOS DETALLES.
ERA ALGO YA ESPERADO DESPUÉS DE LOS ÚLTIMOS MOVIMIENTOS Y SUSTITUCIONES EN LA DIÓCESIS
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CUBA: HORA DE OPORTUNIDADES

Editorial. Revista "Vitral". No. 78. Marzo - Abril de 2007

Hasta que la realidad demuestre lo contrario, con fehaciente evidencia, vivimos en Cuba una hora de oportunidades.
Oportunidad es el tiempo que se presenta para hacer lo pertinente, es la puerta para la posibilidad. Oportunidad es la frontera en que lo que parecía imposible se adentra en el territorio de lo posible. Es la ocasión lógica para responder a lo que se necesita, quizá desde hace mucho tiempo.pero que estaba ahí paralizada, porque no se habían presentado las circunstancias. No habíamos llegado a la encrucijada entre las condiciones y las consecuencias.
Oportunidad no es oportunismo sino sentido del momento histórico, es discernimiento de las cualidades que rodean un tiempo y un lugar que necesitan cambiar.
Hemos escuchado a muchas personas, de muy diferentes modos de pensar y de creer, con muy diversos puestos en la sociedad, que coinciden en que este pudiera ser un tiempo de oportunidades para Cuba. Atención, decimos: oportunidad para Cuba. Es decir, para todos y cada uno de los cubanos y cubanas que vivimos aquí o en cualquier lugar de la Diáspora.
No se nos parecen estas opiniones a las que durante décadas se han escuchado de algunos de los ángulos agudos de esta historia que se llama Cuba en la segunda mitad del pasado siglo XX. Nos parecen voces muy sosegadas, profundas, serenas, moderadas, estudiosas unas y otras intuitivas, con mucho amor a la Nación a la que pertenecen por derecho en virtud de ese mismo amor y sentido de pertenencia, sostenido a pesar de los ciclones y las sequías
Tenemos la impresión de que cuando tantas y tan diversas voces y corazones coinciden en la coyuntura de la posibilidad es que el trance tiene algo de acierto y que el tiempo madura para abrir la puerta a las transformaciones sentidas como necesarias, reflexionadas como urgentes, y buscadas como asideros para progresar como cubanos, permaneciendo en tierra y cultura cubanas.
Es hora de dejar atrás los desaciertos y errores, a veces muy graves e irremediables, hora de decidirnos, conciente y responsablemente, por no abrirle la puerta ni a la revancha, ni a la violencia, ni a la venganza. Hora de optar por la verdad sin odios, pero verdad; por la justicia sin ensañamiento, con magnanimidad, pero justicia; y por la reconciliación sin ocultar las cicatrices pero sin urgar en ellas, es decir, reconciliación que es siempre volver a empezar y pasar la hoja.
Es hora de tomar las decisiones que consideremos mejores para Cuba y su futuro, sin impertinencias pero sin pausa, porque para muchos, por su edad y por su capacidad de resistir, esta es su última hora de oportunidad. y la Patria no debe seguir perdiendo a una significativa porción de sus hijos por falta de oportunidades.
Es la hora de dejar atrás los anacronismos que, como sabemos, significa aferrarse a un tiempo que pasó. Esto significaría aquí dejar de aferrarse a una forma de organizar la sociedad que ya pasó, a unas ideologías que ya pasaron, a unos estilos de trabajo que están trasnochados, a una forma de convivir que ya pasó, a una forma de debatir o dialogar que está superada, a una forma de discrepar que ataca a las personas y no discute sus ideas, a una manera de participar que pertenece a la edad de los autoritarismos y los paternalismos, propios de la adolescencia cívica y no de la madurez ciudadana que sabe que la autopista para llegar a la democracia es la participación efectiva, eficaz, plural, transparente, tolerante y cotidiana. Unas veces siendo participación de apoyo y otras como participación discrepante, pero siempre con la misma validez, respeto y espacios para el debate público y el consenso negociado.
Es hora de dejar atrás los anacronismos e injerencismos foráneos, venidos del Sur y del Norte, del Este y del Oeste. Este tiempo de oportunidades para Cuba debe significar también un gran respeto en las relaciones internacionales por la primacía del protagonismo de los cubanos y cubanas que vivimos, trabajamos y permanecemos aquí, pero esto conlleva, inseparablemente y al mismo tiempo, un gran respeto aquí por la primacía de todos los derechos humanos de todos los cubanos y cubanas que vivimos, trabajamos y permanecemos aquí, por encima de la política, la economía, las ideologías y todo lo demás.

Otros anacronismos que entorpecen esta hora de oportunidades para todos los cubanos, pueden ser los siguientes:
- Anacrónicas son las medidas económicas impuestas contra los ciudadanos y que son éticamente inaceptables, porque equivocan el destinatario, justifican a los verdaderos responsables y trocan las consecuencias. Esto entorpece la hora de la oportunidad para el libre intercambio entre las personas, las familias y los pueblos y contribuyen al "aislamiento de la Isla"
- Anacrónicas son las inversiones económicas que desconocen y violan aquí los derechos de los trabajadores cubanos, los mismos derechos que en su País están obligados a respetar y reconocer, no solo porque sus leyes se lo exigen allá y se lo prohíben aquí, sino porque lo exige la buena conciencia y los derechos prioritarios de los trabajadores cubanos. Y todos esos propietarios saben que el Derecho está por encima de la Ley y mucho más de las leyes injustas. Admitir esto, argumentando que los negocios son los negocios y el mercado es el mercado por encima de la persona humana, es un anacronismo que está entorpeciendo y mal educando el futuro de Cuba.
- Anacronismo es también manipular, con utilitarismos políticos, las necesidades y pobrezas de los pueblos, para intercambiar bienes de indiscutible justicia social por influencias políticas de un lado y de otro. Los populismos cierran la oportunidad de los pueblos de crecer como ciudadanos empoderados con su soberanía inalienable.
- Anacronismo es cerrar y aislar el País ya sea desde dentro o desde fuera y prohibir la libre circulación de los ciudadanos dentro y fuera de sus fronteras provinciales y nacionales cuando el mundo de hoy sabe que esos "muros" pertenecen al pasado en cualquier lugar que lo intenten alzar hoy contra el tiempo y los derechos de los pueblos. El aislamiento es la fortaleza de los anacronismos y la apertura el comienzo de su fin.
Pero no nos quedemos en estos desafíos por resolver, debemos escuchar esa íntima y perseverante intuición de que estamos entrando en la hora de las oportunidades para Cuba. Dejemos a un lado, tanto los pesimismos como los oportunismos. Hora de oportunidad para Cuba debe ser sinónimo de hora de la responsabilidad de cada cubano y cubana que viva aquí o en cualquier lugar donde peregrina la Nación indivisible.
Hora de oportunidad es hora de responsabilidad. De libertad y responsabilidad compartidas. En efecto, dar oportunidad a que los cubanos ejerzan su plena soberanía desde abajo es dar mayores espacios de libertad, pero esa libertad no será bien usada si al mismo tiempo no damos chance a la responsabilidad personal y social.
Escuelas de responsabilidad es lo que necesita Cuba en esta hora de oportunidades. Escuelas de responsabilidad son espacios de participación verdadera y no de repetición inconciente. Escuela de participación es propiciar oportunidades de ser uno mismo y no una máscara de oportunismo.
Escuela de participación y responsabilidad es entrenamiento para la democracia y garantía para no convertir la libertad en libertinaje, ni la oportunidad en oportunismo.
Si los cubanos y cubanas nos ponemos de acuerdo en no cerrar la puerta a la oportunidad en esta hora de Cuba, entonces cada persona, la sociedad civil y el Estado podrán sentir y pensar cómo revivir la esperanza. Virtud que empuja a la confianza y al empeño. Cuyo nuevo nombre es la oportunidad para que cada cubano pueda crear y protagonizar su propio proyecto de vida y para que podamos encontrarnos, asociarnos, organizarnos libre y pacíficamente para buscar comunitariamente la igualdad de oportunidades y la oportunidad para que Cuba cambie para bien.

Concretemos aún más los minutos que conforman esta hora de Cuba:
- Puede ser la hora en que cada cubano comience a pensar con cabeza propia y a hablar y actuar sin hipocresía. Y nada ni nadie le quite esta oportunidad de ser.
- Puede ser la hora en que cada familia cubana comience a decidir su propio destino, la educación de sus hijos, el respeto a la vida, el ambiente moral y la atmósfera de participación en el seno de la familia: primera escuela de democracia. Y nada ni nadie le impida esta oportunidad de quererse y crecer en humanidad.
- Puede ser la hora en que cada grupo natural estreche sus lazos de amistad y reciprocidad, se encuentre para pensar, sentir y trabajar en comunidad de intereses y de solidaridad sin falsas divisiones ideológicas, políticas o religiosas. Y nada ni nadie le niegue esa oportunidad de sentir y querer juntos.
- Puede ser la hora en que cada grupo de cubanos y cubanas que tengan un proyecto común, sea de perfil social, cultural, económico, político o religioso, aprenda a asociarse, a organizarse pacíficamente, dentro del respeto del derecho de los demás y de las leyes justas para ir tejiendo el entramado de una sociedad civil nueva y más autónoma, creativa y participativa. Y nada ni nadie limite esa oportunidad de asociación ni le niegue el espacio a la confianza recíproca, único "pase" a la oportunidad.
- Puede ser la hora en que cada empresa cubana pueda tener la oportunidad de ser protagonista de su autogestión y la hora en que cada cubano empresario no tenga que "sentir" a la empresa "como si fuera suya", sino que tenga la oportunidad de que "sea suya" de verdad. Y nada ni nadie tenga la hegemonía ni el monopolio de la empresa ni del capital. Nada ni nadie de fuera ni de dentro.
- Puede ser la hora en que cada trabajador cubano pueda tener la oportunidad de trabajar por cuenta propia, de hacerse a sí mismo un pequeño empresario, tener acceso al micro crédito, destapar la capacidad de tenaz emprendedor que caracteriza a la inmensa mayoría de los cubanos y cubanas. O, cuando menos, puedan los empleados tener real y efectiva participación en la gestión y las ganancias de las empresas donde entregan su vida. Y nunca más se consulte lo que ya está aprobado, sino que se apruebe solo lo que se haya consultado y todo sea para el bien común.
- Puede ser la hora en que los trabajadores cubanos dejemos de "hacer como si trabajáramos" y de que el Estado deje de "hacer como que nos pagan". Y los salarios y otras prestaciones sociales le permitan vivir de su trabajo de verdad.
- Puede ser la hora, y lo estamos viendo, en que los intelectuales y artistas cubanos den paso, por ellos mismos y con su estilo y códigos, a una cultura del debate abierto, de la discrepancia fecundante y purificadora de la memoria histórica y del quehacer intelectual. Y que nada ni nadie dé por zanjado el espacio de debate, ni por cerrada la oportunidad al protagonismo de las conciencias críticas y plurales.
- Puede ser la hora en que las Iglesias en Cuba tengan la oportunidad de ser ellas mismas, en igualdad de condiciones con sus hermanas de aquí y de fuera, y que no tengamos que explicar más a nuestros hermanos y superiores del mundo entero que Cuba tiene unas "condiciones diferentes" al resto del mundo y "unas restricciones especiales" con relación a los demás. Es decir, que nada ni nadie confunda más la libertad de culto con la entera libertad religiosa, ni confundan más la dimensión social del servicio de la Iglesia con una forma de hacer política partidista.
- Puede ser la hora en que las relaciones internacionales de Cuba tengan la oportunidad de normalizarse, es decir, en que nuestro país asuma, en la práctica cotidiana y perseverante, el concepto de relaciones internacionales que coloca a la persona de los ciudadanos, su dignidad y sus derechos todos, civiles y políticos, culturales, económicos y sociales, por encima de razones de políticas, ideologías, ideas religiosas o estrategias económicas. No solo entre Cuba y los Estados Unidos, si no también en América Latina y la Unión Europea, en Asia y África, en todas las regiones de este planeta se necesita dar una oportunidad a la diplomacia de un humanismo integral y solidario que abandone los anacronismos de los bloques ideológicos, de los intereses económicos y comerciales por encima de los derechos humanos y de las hegemonías internas y externas; por encima de culturas y soberanías.
- Esta puede ser la hora en que los que tienen las más altas responsabilidades de gobierno abran cada vez más, de forma gradual y pacífica, las oportunidades de participación para todos los cubanos y cubanas, de modo que se adecue el marco legal a mayores espacios de responsabilidad democrática. Y todos sabemos que muchas de las oportunidades mencionadas anteriormente dependen de esta apertura legal y de su amplitud plural e incluyente.

Tenemos la impresión de que una cantidad muy significativa de cubanos intuye o ve claro este momento histórico y que, además, desearían que todo fluyera de la forma más ordenada, más participativa y más ágil que se pueda. El futuro próspero, feliz y democrático de Cuba dependerá de las actitudes y decisiones que tomemos cada uno de los ciudadanos y cada uno de los que prestan su servicio al País desde las posiciones de la más alta responsabilidad.
Si dejamos todos pasar esta hora decisiva y sosegada, incierta pero esperanzadora, quizá lo tengamos que lamentar durante mucho tiempo por venir.
Una vez más lo decimos, con toda confianza y esperanza, creemos que el pueblo cubano, por sí mismo, puede y «debe ser el protagonista de su propia historia», y que nuestra mayor fortaleza para esta hora histórica, que pudiera ser de grandes oportunidades para todos, es el capital humano, el potencial emprendedor, la capacidad de recuperación y el carácter solidario y fraterno de la Nación cubana, toda ella, siendo ella misma mestiza y plural, unida en la propia diversidad y con los demás pueblos y Estados en relación respetuosa de sus respectivas soberanías y culturas.
Tenemos también la impresión de que a esta altura de la historia, ningún pueblo de la tierra, ninguno, desearía violar o lesionar siquiera, nuestra soberanía y la integridad nacional. Nadie con responsabilidad lo desea y no lo toleraríamos nosotros, ni ninguno de esos pueblos, incluido, por supuesto el hermano pueblo de Estados Unidos.
Entonces bastaría con la voluntad política y con la participación y responsabilidad cívica de los cubanos para abrir la puerta y responder al reto histórico de esta hora de oportunidades para Cuba.

No la defraudemos.

Pinar del Río, 25 de febrero de 2007
Aniversario de la muerte del Padre Félix Varela.
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NOTA DE LA REDACCIÓN DE LA REVISTA VITRAL
Índice. Revista "Vitral". No. 78. Marzo - Abril de 2007

Nota importante de la redacción:

Por falta de recursos, el consejo de redacción de Vitral informa a sus lectores que no podrá garantizar más la salida de la revista.
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Mensaje Anónimo:

Cerrada la revista católica Vitral por parte del nuevo obispo de Pinar del Río, Jorge Enrique Serpa, hombre de la línea del Cardenal Jaime Ortega y Alamino y al parecer simpatizante con el régimen de La Habana.

( De izquierda a derecha y en la Catedral de Pinar del Río: Cardenal Jaime Ortega, Monseñor José Siro y Monseñor Jorge Enrique Serpa durante la toma de posesión como Obispo de la Díocesis de Pinar del Río por éste último)

La revista Vitral que se realiza en dicha diócesis cubana desde hace más de 13 años es un proyecto en el que seglares católicos de esa circunscripción eclesiástica y otras muchas personas de buena voluntad han entregado sus sacrificios y esfuerzos para lograr un espacio de libertad de opinión y evangelización en medio de una sociedad tan necesitada de Dios y de palabras que promuevan la dignidad de la persona humana y sus derechos; Esta labor odiada por el gobierno cubano motiva respeto y admiración por parte de muchos dentro y fuera de Cuba de diferentes tendencias de pensamiento.


Desde el anuncio del retiro de Mons. José Siro González Bacallao quien fuera anterior obispo de esa provincia e impulsor de un sinfín de iniciativas asistenciales y de formación, se temia que en algún momento el nuevo obispo desmantelara o cambiara el carácter de la mayoría de las cosas hasta ahora realizadas, entre ellas Vitral y el Centro de Formación Cívica y Religiosa.

Lamentablemente los temores no eran infundados. Cerró la revista y con esa acción se ha burlado del sacrificio de tantas personas que han entregado todos sus esfuerzos a una causa tan noble.
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Tomado de http://www. vitral.org

TENDER PUENTES ¿HACIA DÓNDE Y HACIA QUIÉNES?

( Editorial de la revista Vitral, número 77. )

Tender puentes es, quizás, una de las actitudes ciudadanas y políticas más apreciadas y necesarias, una de las más mencionadas y manipuladas.
Tender puentes es, sin duda, la actitud que nos permitiría salir de la trampa de nuestros egoísmos y sectarismos, al trascender nuestras individualidades enquistadas, nuestras opiniones encasilladas y nuestras posiciones atrincheradas.
Los puentes siempre nos hablan de orillas que hay que unir, de espacios que hay que recorrer hacia el otro, hacia lo de los demás. Es una actitud propia de los que vivimos en islas y también de los que viven en sociedades divididas y parceladas, en fincas ideológicas, o religiosas, o políticas, étnicas o culturales.
En cualquier lugar del mundo hay necesidad de puentes y en Cuba también. Es necesario construir puentes internos y puentes al exterior. Así nos invitaba el Papa Juan Pablo II hace ya 9 años: “Que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”.
Parece que todos quisieran tender puentes. Las últimas declaraciones de los gobernantes cubanos se refieren a uno de estos puentes: la mesa de negociaciones con los que se consideran adversarios políticos. Cada vez que se envía una señal de diálogo o la recibimos de otra parte, los cubanos y cubanas nos alegramos de que ese sea el lenguaje y la intención. Y deberíamos disponernos a reflexionar sobre la urgente necesidad de asumir, como propia y cotidiana, la intención, el lenguaje, la actitud y los hechos del diálogo y la negociación como única salida ética a los conflictos propios de la vida económica, social y política.
La conflictividad es una dinámica propia y natural de la vida. La vida y el mundo son diversos, plurales, y cada persona, cada cultura, cada religión y cada país tienen sus propias características irrepetibles que deben ser respetadas por los demás y deben abrirse a sí mismas, por lo menos, hacia puentes de tolerancia y convivencia pacífica. Y, por lo más, abrirse a puentes de solidaridad, reciprocidad y búsqueda articulada del bien común de la humanidad.
A la altura de nuestra época histórica, la humanidad ha avanzado a tales grados de civilidad y cooperación internacional, que rechaza, al tiempo que todavía sufre, todo intento agresivo, conato de guerra o actitud violenta para salir de la conflictividad.
Las guerras entre los pueblos y las actitudes hostiles entre los miembros de una misma nación por razones políticas, litigios económicos o reivindicaciones sociales pertenecen al pasado de la conciencia de la humanidad, aún cuando de hecho estén muy presentes en cualquier parte del mundo. Pero ya no pueden aceptarse como «normales» las guerras, la violencia, la segregación social, la violación de los derechos de las personas y de los pueblos, como «medios útiles» para alcanzar un fin noble y bueno. Ningún fin justifica los medios; ninguno, ni la lucha contra el terrorismo, ni la salvaguarda de un sistema, ni la defensa de una ideología, ni siquiera la preservación de los más grandes logros sociales y económicos, nada puede justificar que se utilicen medios que hagan violencia a las personas y a los pueblos, que declaren la guerra, que persigan a los ciudadanos por sus ideas o sus actitudes pacíficas.
Por eso nos alegramos cada vez que se adopta, en cualquier lugar del mundo o en nuestra sociedad, por lo menos para empezar, un lenguaje de diálogo y se deja atrás el lenguaje de la confrontación y la inmolación apocalíptica.
Todos los cubanos y cubanas debemos cultivar el lenguaje del diálogo, que no es lenguaje ladino, ni palabra hueca, ni disimulo de la mentira, ni complicidad con la injusticia; pero que tampoco es saltar a trancos todo proceso de acercamiento, ni descalificar el primer paso, porque se supone que no existirá el segundo; ni esperar en las estaciones del inicio los frutos del final del camino.
Los cubanos y cubanas, todos, debemos cultivar no solo el lenguaje del diálogo sino las actitudes de diálogo que no es hacer dejación de todo lo propio, dejar de ser lo esencial de uno mismo para mimetizar al otro. Eso no es diálogo es aculturación y pérdida de identidad. Actitud de diálogo es dejar algo de lo nuestro para dar cabida a algo de lo otro. Siempre es dar y recibir, es ceder y aceptar. Pero jamás a costa de lo mejor del ser, de la propia eticidad. Pero no una eticidad fundamentalista y cerrada sino abierta a la interpelación de todo lo bueno que pueda venir de los demás.
El diálogo se alimenta de la confianza que se basa en hechos, no en prejuicios, pero el diálogo pierde su riqueza y dinamismo cuando se enfrenta con la lógica del poder. Entre súbditos y soberanos no puede haber un verdadero diálogo pontifical, es decir, diálogo entre orillas, más o menos diferentes, con distintos cometidos, pero que se enrasan, se remiten, al único nivel que da la condición de seres humanos que todos debemos asumir y compartir como condición de una ética de mínimos y para poder tender puentes.
Esa ética de mínimos es condición indispensable para emprender los proyectos de construcción de puentes entre los diferentes sectores de la sociedad y entre diferentes naciones. Si una de las partes se quiere parapetar en una ética de máximos, es decir, en la aspiración de una sociedad perfecta, de una convivencia ideal, o de un hombre o mujer nuevos y perfectos, entonces no podrán tender puentes hacia ningún sitio en esta tierra porque toda sociedad está manchada, imperfecta, formada por hombres y mujeres limitados, embarrados en el barro de las injusticias y todo tipo de egoísmos.
Al hablar de tender puentes es necesario reflexionar, por lo menos, en dos componentes fundamentales de esa actitud: hacia dónde queremos tender puentes y hacia quiénes queremos tenderlos.
Cada puente necesita por lo menos dos pontones o cabezas de puentes, materiales e instrumentos para construirlos, es decir que, para toda negociación o diálogo, es necesario que existan por lo menos dos interlocutores que tengan la intención y la voluntad de dialogar, espacios respetuosos, metodología aceptada previamente por todos los implicados en la construcción del puente, protagonistas y garantes, mediadores, que supervisen la calidad del puente que se está construyendo para que dure mucho y no se derrumbe con ningún conflicto. Si alguna de las partes no tiene estas intenciones, o no sabe cómo hacerlo, o se cierra en su posición, o exige del otro lo que es inexigible, entonces no hay puente posible. Hay monólogo y frustración.
En el proceso de tender puentes son imprescindibles, por lo menos, tres cosas: saber a dónde se quiere llegar, por dónde se quiere caminar y a qué paso o ritmo se quiere avanzar.
En Cuba queremos seguir siendo cubanos, salvaguardar nuestra soberanía, pero cambiar lo que sea necesario cambiar para llegar a construir nuevos puentes de fraternidad y prosperidad. En nuestra opinión queremos llegar a ser mejores, a la búsqueda del bien común, a una nación en la que quepamos todos y todas con iguales derechos y deberes; queremos escoger el camino del diálogo, de la reconciliación, del consenso, del cambio pacífico, con la participación de todos sin exclusiones por razones ideológicas, económicas o sociales. Y en nuestra opinión quisiéramos tender esos puentes y alcanzar esos logros al ritmo de la gradualidad, del paso a paso, sin estridencias pero sin estancamientos. Sin violencia y sin inmovilismos.
Creemos que no se trata de tender puentes hacia el pasado reciente o remoto, ni tender puentes hacia más de lo mismo, de lo presente hoy. Se trata de un puente hecho de las mismas bases fundacionales, como Varela y Martí, pero con piedras y concreto nuevos, propios de la pluralidad de nuestra cultura, del avance de la humanidad y de la participación democrática de todos.
Otro de los elementos para avanzar es hacia quiénes debemos tender puentes. Y aquí nos encontramos con las mayores dificultades aquí y ahora.

En efecto, veamos algunos casos:
- Algunos consideran que tender puentes se refiere, exclusivamente, a buscar el diálogo con el Gobierno, con sus organismos oficiales, con las personas que están dentro de sus estructuras, con aquellos que se identifican con él. Esto es algo bueno pero insuficiente, porque la nación no está compuesta solamente con esas personas, organizaciones y estructuras. La nación somos todos, incluso los que piensan diferente.
- Otros consideran que tender puentes se refiere, exclusivamente, a buscar el diálogo con la oposición, o la disidencia o algunos otros interlocutores de la sociedad civil que no son propiamente opositores políticos, sino personas o instituciones independientes. Esto es algo bueno pero insuficiente, porque la nación no está compuesta solamente por esas personas y organizaciones no gubernamentales. La nación somos todos, incluso los que pertenecen a la esfera estatal.
- Otros no solo reducen los puentes hacia la oficialidad, sino que consideran que los que intentan hacer puentes con el resto de la sociedad son infieles al Estado, ofenden su existencia y hacen peligrar la parte de los puentes que se tienden hacia las estructuras gubernamentales. Aquí podemos tener una visión fundamentalista que excluye la legítima pluralidad de la nación.
- Otros no solo reducen los puentes hacia la oposición o la sociedad civil, sino que consideran que todos los que intentan un diálogo con el gobierno traicionan a los que disienten y se entregan al poder. Aquí tenemos la otra cara del fundamentalismo que desconoce a los que ostentan el poder, lo consideren legítimamente ejercido o no.
- Y queda aún aquella posición que exige que todo puente y todo contacto del mundo hacia el país, sea establecido sólo y exclusivamente con la esfera oficial mientras que el país establece puentes de apoyo, colaboración y solidaridad tanto con los gobiernos como con sus opositores, con los que disienten o con los que pertenecen a la sociedad civil en el mundo entero. Aquí podemos estar en presencia de un doble rasero.
- Pero también están los que creen que el diálogo debe hacerse de forma gradual y progresiva, manteniendo los logros que existen y eliminando las deficiencias, que todas las partes de la nación estén representadas legítimamente porque es una tarea de todos los cubanos, sin exclusión de ningún tipo; creen además que deben existir observadores imparciales que sean capaces de cuidar los límites y calidad de la construcción de los puentes múltiples y a todos los niveles que deben comenzar, o mejor dicho, continuar construyéndose en la sociedad cubana.

Cuba, isla en lo geográfico, archipiélago abierto a los mares y llave del Golfo, tiene y debe tener siempre más, una vocación universal.
Esa vocación internacional debe expresarse con la convicción de que la apertura jamás daña la identidad, que los puentes no lesionan la soberanía, que Cuba puede y debe establecer puentes con todos los actores sociales, económicos y políticos de todos los pueblos y debe ver con buenos ojos y aceptar como normal y beneficioso que los que nos visitan puedan encontrarse con todos los sectores sociales, económicos y políticos de nuestra sociedad, que no es ni más ni menos que los demás, signo igual en dignidad y en diversidad, igual en virtudes y defectos, igual en tener gobierno y oposición, Estado y sociedad civil, pluralidad de pensamientos y acciones disidentes u oficiales. Esa es la vida real, la que precisamente desean encontrar, ver y dialogar los que desean, con las mejores intenciones y proyectos, conocer la Cuba real y tender puentes hacia todos sus hijos e hijas.
Pero esto no basta, es necesario que esa vocación de universalidad y respeto a la diversidad que se pone de manifiesto, por citar solo dos ejemplos, en la celebración de la Cumbre de los No Alineados en nuestro país, o en los organismos de las Naciones Unidas, en los que se tienden puentes de solidaridad entre países y culturas tan contrapuestas, se aplique con el mismo rasero y respeto entre los hijos e hijas de cada nación. ¿Por qué aceptar como amigos a africanos, colombianos o japoneses que no piensan como su Estado o difieren del Estado cubano y no aceptar a otros cubanos como nosotros que viven aquí mismo y que no piensan ni sienten como el Estado? ¿Cómo desear un diálogo y una negociación con otras naciones, aún con aquellas consideradas como adversarias, y al mismo tiempo, no favorecer ese entendimiento y diálogo entre los hijos de un mismo pueblo aún cuando piensen o actúen de manera opuesta?
Tender puentes debería ser la actitud fundamental entre todos los cubanos, pero sin exclusiones ni sectarismos.
Si queremos que Cuba sea un país normal, es decir, que no esconda la diversidad que le es esencial, ni ignore la pluralidad de opciones políticas o religiosas que le es lógica; ni quiera descalificar a los opositores que tiene todo el mundo, entonces debemos aprender todos que tan legítimo es tender puentes de diálogo y comprensión hacia los organismos del Estado y las personas que le simpatizan, como tender puentes de diálogo y comprensión hacia los que disienten o se oponen políticamente siempre que se haga de forma pacífica.
Debemos aprender todos que no es aceptable que se condicione más allá de los métodos pacíficos, ningún puente de diálogo en medio de nuestra sociedad. Como tampoco debería ser aceptable que se rompa un puente por tender el otro. El resto del mundo debe tender puentes a la entera nación cubana, y no solo a la parte oficial de la nación, como Cuba tiene derecho a tender puentes de solidaridad con todas las partes de la sociedad de las naciones con las que se relaciona. La Iglesia debe tender puentes hacia todos los actores sociales de nuestro pueblo, oficiales o no, y no descalificar ningún interlocutor legítimo, por temor a perder otros puentes. Los puentes son actitudes de diálogo y fraternidad universal y estas actitudes no pueden discriminar ningún sector social por ganar a otros. No sería evangélico ni cívico.
En el mundo de hoy ningún puente de diálogo es enemigo de otro puente de diálogo. Considerarlo así es considerar el mundo dividido en buenos y malos, en trigo y cizaña, y ni el mismo Cristo quiso separar este mundo con tal dicotomía absurda.
Cuba, todos los cubanos, necesitamos un clima de serenidad, responsabilidad y madurez cívica para poder tender puentes de diálogo en busca de consensos y de unidad que respete e incluya la diversidad.
Tendamos puentes hacia el futuro y hacia todos y cada uno de los hijos de esta nación que deseen amarla y servirla, sin tener que pagar el alto costo de quebrar otros puentes con otros hijos e hijas que quieran amar y servir, aun de diversas maneras, a la misma tierra cubana, Patria y Madre de todos.

Pinar del Río, 25 de diciembre de 2006.
Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo