DOS FECHAS NECESARIAS
Dos fechas necesarias
Por Rogelia Castellón
Publicado el 05-18-2007
Estoy recordando dos fechas de la patria. Dos fechas enlazadas por la misma palabra: libertad. 19 de mayo muerte de un hombre cubano, 20 de mayo nacimiento de la república cubana.
Para hablar del 20 de mayo, es imprescindible hablar de otras fechas. Por ellas se hizo posible la llegada al punto final, el punto del abrazo entre la vida y la muerte. El 20 de mayo es el encuentro con la nueva vida, la soñada, la del sacrificio. El 19 de mayo es la entrega total a la causa amada por el hombre sueño.
José Martí cayó en Dos Ríos para hacer el camino nuevo. Camino de hombres libres y para entregar el sueño, la vida y la muerte de los caídos antes del día esperado. El diecinueve de mayo debe ser un día de luto por la muerte del apóstol. Yo cuando pienso en su decisión de morir en aquel día para demostrar que podía entregar su vida por Cuba, no lo veo tan de luto. Mi mente me lleva a un José Martí sonriendo al caer. Sonriendo con la alegría del triunfo. El sabía como lo dice nuestro Himno Nacional: “Que morir por la patria es vivir”
Para la llegada del gran día de la patria, murieron muchos hombres dispuestos como él, al sacrificio. Sin sus muertes no hubiéramos obtenido la libertad. Ellos hicieron un largo camino de sangre alumbrado por el brillo de las estrellas sostenidas por sus manos de hombres sin regreso al hogar. La lucha era para vencer o para morir, y todos dieron el ejemplo. ¡Adiós casas, riquezas y honores, adiós negros esclavos. ¡Bienvenida la igualdad de todos los hombres de esta tierra!
El primer paso era dar ejemplo, y todos lo dieron. Desde los hombres decididos a quemar el bohío para no tener regreso, y por fuerza dormir cada noche con los ojos abiertos, sobre la yerba del monte, hasta los hombres de títulos y honores, todos votaron por una Cuba nueva, con derechos, con igualdad. Brazos negros y brazos blancos levantando el machete, algunos por la última vez, antes del abrazo final con la tierra amada. Hombres peleando por Cuba, lanzando el mismo grito, con el cual anunciaban su entrada al mundo de los hombres libres: ¡A la carga! ¡Carga a machete! ¡Viva Cuba libre!
La voz al aire, el pensamiento en Cuba, el blanco nativo y el negro liberto con un sólo pensamiento. ¡Voy a ser el hijo libre, de una tierra libre! Hombres grandes, hombres de la patria.
José Martí, quiso ser como ellos, quiso morir como ellos, besando al caer la misma yerba verde y la misma tierra amada. Había hablado mucho, había levantado muchas conciencias, había enseñado. Por su voz mucho pueblos sintieron nuestro dolor de esclavos sin cadenas, ¡pero esclavos! Ya era la hora de pisar con pie de guerrero el camino hacia el futuro.
Dos Ríos. Día de “sol bueno y mar de espuma” La tierra recogió en aquel día el cuerpo del hombre luchando por hacer posible un veinte de mayo. Hombre grande. Hombre de la patria.
Y llegó el primer veinte de mayo de los hombres libres.
Habíamos ganado la guerra, pero no nos creyeron aptos para gobernar Como si hubiéramos sido niños pequeños, no fuimos invitados a firmar la paz Aquel día veinte de mayo, no flotó sobre el litoral la bandera cubana. Algo nos ataba, algo nos hacía esperar. Pero, “paso el tiempo y pasó un águila por el mar”, y en el día veinte de mayo de mil novecientos dos finalmente, nuestro primer presidente Don Tomás Estrada Palma, izó por la primera vez en tierra liberada la bandera de una Cuba libre y soberana.
Los cubanos habían peleado una guerra de soldados pobres, pero invencibles. Querían entregarle a los formadores de la nueva Cuba, el derecho a la libertad, y el derecho a tener una constitución con mensaje de patria, hecha por hombres cubanos.
Entonces, comenzó la reconstrucción de la República, y los hombres empezaron a pensar con visión de futuro, con amor de corazones libres. El Morro de la Habana, una bandera, y la tierra cubana en las manos de los cubanos. Logramos hacer la Cuba nueva y eterna.
Mi primer recuerdo de un acto patriótico, fue el de un día veinte de mayo. Los cubanos, se apuraban para llegar pronto al momento culminante de izar la bandera cubana en El Morro. El primer lugar en el cual Don Tomás Estrada Palma la había convertido en paloma de paz alzando el vuelo para mostrar la pureza de nuestra causa. Mi padre nos llevó. Le gustaba que supiéramos todo lo hermoso de nuestra Historia. En realidad mis hermanos y yo éramos pequeños, quizá no comprendimos toda la grandeza del momento, pero recuerdo perfectamente aquel salto de mi corazón al mirar hacia lo alto y ver llegar la bandera a lo último del mástil. Me pareció verla llegar al cielo.
A veces, creo escuchar juntas las voces de los muertos y de los vivos en aquel primer 20 de mayo, cuando ya éramos libres. Lloraban por amor y entre una lágrima y otra gritaban. ¡Hemos llegado! ¡Viva Cuba libre!
El Morro de la Habana, una bandera y la tierra cubana, en las manos de los cubanos.
Nosotros, los de ahora, volveremos a izar la misma bandera, en el mismo Morro, en la misma Habana, con la misma emoción sentida por los de antes, y se oirán de nuevo las voces de cubanos vivos y muertos, pero libres, gritando ¡Hemos vuelto a llegar! ¡Viva Cuba libre!
Fonte: Identificada en el texto
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