miércoles, mayo 16, 2007

LA HABANA EL ARTE DE HACER RUINAS

La Habana: el arte de hacer ruinas


Por Alberto Müller
Miami

Si los dirigentes cubanos del gobierno castrista tuvieron un ápice de vergüenza y de respeto por el pueblo de Cuba, que obviamente parecen no tener, deberían sentirse abochornados al ver el excelente trabajo documental “La Habana: el arte de hacer ruinas” del cineasta alemán Florian Borchmeyer, que se acaba de estrenar en Miami y que coloca al castrismo sin respuesta ante tanto desastre y destrucción.

El cine documental es el más realista de todos los géneros cinematográficos, porque muestra sin subterfugios ni elementos de ficción lo que se tropieza con el foco de la cámara.

Por eso este documental que comentamos, muestra que lo ruinoso en la capital cubana es la mejor denuncia sobre la desidia y el escaso interés del comunismo-castrista con el pueblo cubano.

Escuchemos a los participantes de las ruinas habaneras para así entender en toda su magnitud la metáfora de sus sufrimientos:

“En la reencarnación me gustaría ser paloma para tener libertad de moverme hasta donde las fuerzas me den, irme a otros países a conocer a otras palomas, sin contar con nadie, solamente con el aire, dice con ingenuidad urbana Totico, el palomero y el mecánico del viejo edificio Arbos, construido en 1926, hoy totalmente descascarado y en ruinas."

Y añade Totico: “la gente se ha resignado a vivir en un edificio en ruinas y tratar de quitarse la pudrición de arriba, porque el excremento que se desborda y se filtra se ha hecho una cosa cotidiana, como un viejo que poco a poco va flaqueando y muriendo.”

Reinaldo es otro personaje legendario en “La Habana: el arte de hacer ruinas”: “Vivo en uno de los camerinos de las ruinas del Teatro Campoamor desde hace 14 años. Solamente decir que vivo dentro de un teatro me hace sentir muy orgulloso y no quisiera nunca irme de este lugar, pues me siento parte de ese teatro. No existen escenas ni cortinas ni bailarinas ni música, pero yo los veo, los presiento, como a Caruso cantando. Me gusta pensar que subo los telones y los bajo. Me gusta sentarme en el primer palco para verlos a ellos cantar, bailar y hasta los aplaudo, pero me pongo triste porque esta sociedad es un mundo podrido, viviendo en las ruinas. ¡Qué ignominia y qué crimen!”

( ¨La Maravilla¨ todavía muestra la maravilla de estar en pie; nota del blogguista )


Pero tal vez al personaje más poético y sensible del documental, que lo escenifica una joven y bella mujer habanera, conocida como “La Loca”, que vive entre las ruinas que quedan del Hotel Regina:

“Si me fuera a morir, quisiera morirme dormida, pues aquí en el hotel he vivido los mejores años de mi vida, aquí han pasado cosas lindísimas. Ahora es el desplome, el derrumbe, en cualquier momento se cae completo. Los techos y las paredes se caen por pedazos, todo se está cayendo. Estamos perdiendo, es como cuando llega la vejez, te sientes que te queda poco. Eso pasa con este edificio que se está muriendo. Si por mi fuera no saliera nunca de aquí, de estas ruinas, aquí nadie me puede hacer daño, aquí me siento libre, los pájaros vienen a mi balcón. Aquí estoy libre. Allá abajo estaba el Johnny Club para bailar y divertirse, era un lugar precioso. La Habana poco a poco se ha ido convirtiendo en ruinas. Hay que ponerle un poco de amor a mi Cuba, pues las mujeres son como las rosas.”

Pero la pieza clave del documental la hilvana el poeta y escritor Antonio José Ponte, con sus metáforas plenas de ironías y no exentas de un creciente humor:

“Yo me considero un ruinólogo, ando siempre buscando razones a la ruinas. Es posible imaginar la muerte en La Habana escrita por Thomas Mann, pues es una ciudad decadente en hundimiento y la plaga que recorre la ciudad da la sensación de que la naturaleza se está vengando de algo que le han hecho. La Habana tiene más ruinas que Roma, pero la diferencia es que las ruinas de La Habana están habitadas y eso no permite la melancolía. Las ruinas de Roma son ruinas que no están habitadas. Realmente es un sentimiento muy hiriente, muy ponzoñoso, sentir que te estás arruinando con las ruinas. Ha sido todo un ejercicio de destrucción, cuando una capital se arruina, se están fabricando ruinas, es el arte de hacer ruinas."

"En el Siglo XVIII se produjo el arte de hacer ruinas con el regreso de lo gótico, pero en Cuba Fidel Castro quería las ruinas con la invasión norteamericana. Y como esa invasión nunca llegó, para legitimar el discurso dejaron que la ciudad tomara el aspecto de haber sido bombardeada. Y esa es la metáfora de la decadencia del país, los habitantes de las ruinas son ruinas humanas. Vivir en ruinas menoscaba tu autoconfianza. Las ruinas son para demostrarle a los súbditos o a los humildes ciudadanos, que no se puede cambiar nada. Estas ruinas animan el desánimo civil cubano y la conciencia de que nada se puede hacer. No puedes cambiar nada, la idea de que nada se puede restaurar. Entonces no se puede arreglar el país, pues está determinado que todo se caiga por su propio peso. Y la gente sigue buscando escapes y se refugian en la religión, en el perro, en las palomas o en las ruinas. Fidel Castro es la gran ruina de este país…”

Al amigo lector le recomiendo con fuerza que no dejen de ver este film documental, que le permitirá compartir con los testigos, habaneros de excepción, ese dolor hondo por ver a La Habana convertida en una ciudad bombardeada, aunque nadie realmente haya tenido la intención de tirarle bombas.

Profunda tristeza produce ver edificios despintados, con pedazos desprendidos, sin techos, sin paredes, sin escaleras, sin esperanzas, pero habitados en medio de lo patético que reseña la ruina. Algunos habaneros andan diciendo que las ruinas en La Habana son la expresión más realista de la ruina que es la revolución cubana: calles llenas de baches, de podredumbres, de silencios, de tristezas, de excrementos, de malos olores.

Hasta el sol se quiebra de vergüenza cuando enfoca sus rayos sobre la ciudad habanera carcomida por los escombros y una metáfora incomprendida de muerte anunciada.

El documental “La Habana: el arte de hacer ruinas” se puede comprar en la tienda Sentir Cubano en la Calle 8 y la Avenida 31. También en la siguiente página web: www.cubanfoodmarket.com.

Cuando lo vean van a sentir la necesidad de seguir luchando y orando con más intensidad por la democratización cubana y su liberalización plena. Y la solidaridad con los cubanos que se refugian en las ruinas, que son casi todos, será más viva.

Mayo 15, 2007