sábado, agosto 18, 2007

CIMARRONES CAPTURADOS

Texto tomado de Cubanalisis.com

Cimarrones capturados

Por Tania Díaz Castro

LA HABANA, agosto (www.cubanet.org) - No eran mulatos ni albinos; mucho menos moros. Eran hombres negros. Boxeadores cubanos capaces de obtener medallas de oro en cualquier evento deportivo y que se dieron a la fuga en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro en busca no sólo de un mejor futuro, sino sobre todo, pensando en la libertad. Como valían una fortuna fueron buscados y cazados como cimarrones, hasta que sintieron el lazo alrededor de su cuello para ser trasladados al batey del amo.

Fidel Castro, el amo, que no fueron llevados a prisión alguna. ¿Por qué esa aclaración si no habían cometido delito alguno, según el código penal? ¿Que permanecieron en el mismo hotel donde se alojaban? Lógico. ¿Que se negaron a recibir a cierto ciudadano alemán? Lógico también. ¿No estaban custodiados a partir de haber sido capturados? ¿Que no serán tratados como terroristas? ¿Por qué habrían de ser tratados como terroristas? Y como siempre, en la página principal de Granma los trapos sucios de los cimarrones, para que exista la posibilidad de que pierdan hasta su propia familia.

Lo ilógico del arrepentimiento de los boxeadores es lo que dicen que dijeron Erislandy Lara y Guillermo Rigondeaux sobre si habían cometido un error. ¿Cuándo se supo en la historia cubana que un cimarrón se arrepintiera de haber huido del yugo colonial? Preferían morir que regresar al batey del amo, donde los esperaba no el mismo trabajo que realizaban, sino uno peor, además del cepo, aparato construido por dos maderos gruesos que unidos forman en el medio unos agujeros redondos, en los cuales se aseguraba la garganta o la pierna del reo, juntando los maderos.

En Cuba no hay cepo. Otras cosas sí para estos casos. Hay, por ejemplo, actos de repudio, aunque estemos en el siglo XXI. Y hay también la negación de la tarjeta blanca o permiso para viajar, en caso de que estos dos cimarrones boxeadores decidan marcharse del país por voluntad propia, después que saborearon la libertad brasileña, las playas de Copacabana.

Los negros en Cuba son muy fatales. Les aseguro que no pueden dormir tranquilos. Mucho menos los están en la cárcel que, según estadísticas conservadoras, pasan del 75 por ciento de la población penal.

Ni siquiera en un gran país como Brasil dos negros cubanos pueden esconderse después de romper con el rigor de las normas deportivas en busca de libertad y olvidando el sacrificio con que fueron educados y formados por un gobierno al que deben de pertenecer de por vida. No olvidemos que el deporte en Cuba es como una guerra. Quien deserta en medio de una competencia es considerado traidor. Para ellos está la mano de la Seguridad del Estado, bastante larga por cierto; para éstos y otros menesteres cuenta ya con una larga experiencia y con un jefe que, aunque muy enfermo, confesó públicamente que durmió bien la noche que llegaron los cimarrones al batey.