miércoles, agosto 01, 2007

MICHAEL MOORE EL TIRO POR LA CULATA

Michael Moore: el tiro por la culata


Por Armando González

Hace varias semanas dediqué mi columna a informarles a mis lectores sobre la más reciente propaganda antiamericana del cineasta Michael Moore, el documental Sicko, que se dedica a atacar el sistema de salud pública de Estados Unidos.
Ese objetivo, por sí solo, no sería criticable. El sistema de salud pública en nuestro país requiere muchas mejoras. Donde Michael Moore pierde credibilidad es en sus métodos. Como en otros esfuerzos anteriores, Moore no puede ocultar su odio hacia su propio país y, a tal punto es así, que en su documental ensalza el sistema de salud pública de Cuba y se pone en manos de los propagandistas del régimen castrista y acepta, sin cuestionamiento, las absurdas nociones que el gobierno de Cuba quiere que el mundo crea.
Es por eso que resulta tan fascinantemente irónico que uno de los resultados de Sicko ha sido el despertar el interés de escritores e investigadores en Estados Unidos y Canadá por lo que ellos llaman ''el mito del sistema de salud pública de Cuba''. En las últimas semanas hemos visto una serie de artículos y reportajes investigativos en la prensa tanto local como nacional que desmienten, categóricamente, las absurdas aseveraciones propagandísticas en Sicko, que no son más que el libreto para tontos útiles y compañeros de viaje concebido por el gobierno castrista y propagado por los Michael Moore que habitan la izquierda demencial.
Esa izquierda siempre ha sentido la necesidad sicológica de creer en el mito castrista. En la isla, así como en cualquier otro nido comunista en el mundo, el sistema ha sido un verdadero desastre económico, físico y moral. Persecución, torturas, encarcelamiento y asesinatos se han convertido en rutina, y no hay logro material alguno para tratar de justificarlo.
La racionalización leninista es: ''Hay que romper algunos huevos para hacer la tortilla''. A lo que el famoso escritor británico George Orwell memorablemente replicó: ``¿Dónde esta la tortilla?''
El mito del sistema de salud pública de Cuba ha sido desacreditado en múltiples ocasiones. Pero Michael Moore le ha dado un nuevo impulso al mito y eso ha traído, para su sorpresa, otro round de artículos y reportes que contradicen a Sicko. Claro que debemos poner nuestra crítica en perspectiva. En Cuba se practica medicina de primera. Pero no para el cubano de a pie. El primer nivel de medicina es para los extranjeros que pagan con moneda fuerte; los practicantes del llamado ''turismo médico''. Este ''turismo'' es mayormente dedicado a ''tratamientos de vanidad'': Botox, liposucción, implantes de senos, etc. Se realiza en clínicas segregadas y origina otra nueva expresión: ``apartheid médico''.
El segundo nivel de medicina es para las ''élites'' y sus familias. Para los ''mayimbes'' y ''los hijos de papá''. Y el nivel de tratamiento es tan bueno como el primero.
Y entonces llegamos al verdadero sistema de salud pública de Cuba. El infierno que está obligado a enfrentar el cubano de a pie. Los hospitales están en ruinas. Las condiciones sanitarias son tan caóticas que los pacientes estarían mejor en su casa. Si tienen que ingresar en un hospital tienen que traer sus propias sábanas, toallas, alimentos y hasta bombillos y papel sanitario. Y las medicinas básicas brillan por su ausencia. En Sicko las medicinas, aun las sofisticadas, son abundantes y baratas. En la Cuba real encontrar una aspirina es tarea ardua. Y un antibiótico puede costar una fortuna en la bolsa negra. Una enfermera le confesó a Isabel Vincent, reportera del diario canadiense National Post: ``No he visto una aspirina en las farmacias en más de un año. Si usted tiene pastillas en su cartera, por favor, démelas. No importa si están pasadas de la fecha de expiración''.
Y los médicos no disfrutan de privilegios. Uno que logró escaparse de Cuba le contó a The Miami Herald que ganaba, como casi todos los demás médicos, veinticinco dólares mensuales. Y tenía que vender carne de puerco clandestinamente para sobrevivir con su familia.
El manejo de los embarazos es otro cuento de horror. Si el médico nota indicaciones de que algo puede andar mal, procede a ''interrumpir'' el embarazo, el eufemismo por ''aborto''. El índice de abortos en Cuba es altísimo. Así es como se mantiene un bajo índice de mortalidad infantil.
En Sicko, Michael Moore habla de la ''generosidad'' de los programas de salud de Castro, refiriéndose a los médicos que son enviados al extranjero en ''misiones humanitarias''. Estos médicos cubanos son enviados, sin que tengan opción, a países ''revolucionarios'' como Venezuela, Bolivia y Zimbabwe... por un precio. Este negocio le reporta ingresos anuales a Cuba estimados en $2,500 millones.
Lo que Moore dejó fuera en Sicko fueron los casos de médicos como Oscar Elías Biscet, Dariel Darsi Ferrer, Dessy Mendoza Rivero, Hilda Molina y muchos otros que sufren las prisiones y la persecución castristas y encuentran el valor para denunciarlo. No, estas historias no encajan en los objetivos de Michael Moore. Pero despiertan el interés de muchos otros que sí han comenzado a denunciar estos desmanes.
Michael Moore no esperaba esto. Le está saliendo el tiro por la culata.