domingo, septiembre 02, 2007

LA NIÑA LA FELICIDAD Y LA JUEZA

Nota del blogguista

La situación se vuelve más complicada con los siguientes hechos:
1) La niña fue producto de una relación extramatrimonial de Rafael estando casado con su actual esposa, con la cual tiene una niña de 6 años.
2) El hermano adolescente, hermano por parte de madre, testificó que Rafael no hizo nada cuando en Cuba él le dijo que Elena, madre de él y de la niña, maltrataba muy fuertemente a la niña.
3) Rafael no mantuvo preocupación por la niña ya que Elena, la madre de la niña, dijo que las cartas que habían mostrado como preocupación del padre hacia la niña habían sido escritas en Miami en este mes de agosto y no en Cuba. De haber existido otras cartas legítimas ellas hubieran sido presentadas; con varias fotos también ocurrió lo mismo. Eso lo dijo pese a que ella, Elena Pérez, tiene gran interés de que el padre se lleve la niña para Cuba, pues ella en ese caso, según declaraciones hechas, retornará a Cuba .
4) El intento de suicidio cortándose las venas fue en presencia del hijo adolescente de tres años.

Voy a aventurarme a dar esta posibilidad de lo que puede ocurrir en este Reality Show, sin ser Dios :-)

( Rafael Izquierdo, su esposa e hija )

La niña se la dan al padre, el cual regresa a Cuba con ella. La esposa del padre más tarde o más temprano empieza a ver en esa niña ¨el tarro¨que le pegó su esposo hace años y empieza a diferenciar ostensiblemete el trato a ambas niñas. Rafael, que no se ocupó de la niña lo suficiente en Cuba ni tampoco cuando la niña estaba en los EEUU, por los celos de su esposa, adopta una posición de no enfrentamiento con su esposa y los maltratos a su hija. Elena, que regresó a Cuba, se entera de esos maltratos y trata de que en Cuba le den nuevamente la custodia de su hija. después de cierto tiempo y con el beneplácito del Rafael, el cual ve con alivio el fin de ese drama doméstico, le dan la custodia de la niña a Elena. Elena trata de vivir una vida normal en Cuba con la niña y las nuevas parejas que seguramente no le faltarán, pues no está nada mal, pero los problemas de la vida cotidiana cubana la golpearán y caerá en nuevas crisis de la cual la niña será testigo y la marcarán para toda la vida. El régimen cubano para que este ya famoso caso no vaya en contra de la propaganda que se le dará oportuna y oportunísticamente dado el agotamiento del temade Posada carriles, etc., le brindará una fuerte ayuda a Elena y a la niña, así como a Rafael y a su familia para que ningún trapo sucio se ventile ante los ojos de aquellos curiosos que se interesen por la evolución de este caso.

Colorín , colorado,....

Los guionistas de telenovela ya estarán haciendo el guión de algunas de ellas con los elementos de este caso. La vida supera a la ficción; eso no es nada nuevo.

NOTA PARA EDMUNDO GARCÍA:

Si los cubanos se enteran que basta para obtener una visa para EEUU el llegar a la Oficina de Intereses de los EEUU en La Habana decir que vas a reclamar la custodia de un hijo que tienes en los EEUU ( sin ningún papel oficial que afirme y verifique la existencia de ese litigio), entonces el tumulto de padres reclamantes será tan grande que desbordará el parquesito de Calzada y K y llegará hasta la calle Línea como ocurrió en los dos primeros días del envio de cartas para ¨el bombo del 98¨ o III Programa Especial para la Inmigración Cubana PEIC.
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La niña, la felicidad y la jueza

Por Carlos Alberto Montaner


Una jueza de Miami debe decidir cuál es la mejor opción para una niña de cuatro años cuya patria potestad se disputan el padre biológico y la familia que desde hace dos años la cuida y protege por concesión del Estado. La madre, debido a problemas psicológicos y a una notable inestabilidad emocional, perdió la custodia de sus hijos poco tiempo después de emigrar legalmente a Estados Unidos. El padre viajó desde Cuba a reclamar a su hija. Parece ser una persona buena, laboriosa y humilde. Es de origen campesino y reside en un pequeño pueblo en el que cuida cerdos, pesca y siembra frutos menores. Se propone regresar a la isla con la niña para criarla en su tranquilo ambiente, un segmento rural del mundillo comunista en el que ha vivido toda la vida, aparentemente con más resignación que entusiasmo, como le sucede a la mayoría de sus compatriotas. La familia que ha acogido a la niña --y que ya ha adoptado a su medio hermano, hijo de otro padre-- también da la impresión de ser gente amorosa y bienintencionada. Son personas educadas y tienen una buena posición económica dentro del modelo capitalista que Estados Unidos encabeza en el mundo.

Pobre jueza. La decisión no es obvia. Lo que parece más razonable sería entregarle la niña a su padre biológico y ponerle punto final al litigio. Como principio general, los hijos deben criarse con sus padres biológicos. Esa es la lógica de la naturaleza. Y luego siguen los matices: los campesinos pobres tienen derecho a tener hijos. Las personas que viven (y sufren) bajo dictaduras atroces también tienen derecho a tener hijos. ¿Cómo y por qué privar de la patria potestad a una persona que, según todos los síntomas externos, es un padre generoso dispuesto a luchar por estar junto a una hija a la que evidentemente quiere?

( Rafel Izquierdo y Elena Pérez, padres biológicos )

Pero la otra cara del drama complica sutilmente el juicio legal y moral: la ley le pide a la jueza algo tan vago, pero tan real, como que decida de acuerdo con la mejor conveniencia de la criatura. En este caso, la ley coloca la felicidad de la niña (una abstracción) por encima del derecho del padre (una realidad basada en la biología). ¿Qué hacer? Aunque la felicidad es un concepto subjetivo, el sentido común indica que hay situaciones en las que las probabilidades de ser felices aumentan o disminuyen tremendamente.

Movamos el escenario para entender mejor la cuestión: si el padre de la niña --amoroso, decente, trabajador-- viniera de la espantosa guerra civil sudanesa y pensara regresar con su hija a su lugar de origen, ¿debía prevalecer el derecho del padre a estar con su hija bajo cualquier circunstancia, o el de la niña a tener una infancia normal en una sociedad estable, organizada y próspera en la que ya ha comenzado a encaminarse? Pongamos otro ejemplo nada infrecuente: si el padre de la niña fuera un honorable etíope, convencido de las ventajas de la ablación genital femenina, ¿debería la jueza entregársela en virtud de los indudables derechos que concede la paternidad?

Lo que quiero decir es que la jueza, si va a cumplir con el espíritu de la ley, y si realmente va a tener en cuenta la felicidad de la niña y a ella subordinará los derechos del padre, tendrá que poner en la balanza todos esos elementos adjetivos que complican el juicio moral: el tipo de sociedad en el que la criatura tendrá que vivir, la calidad material de su entorno y las reglas prevalecientes en el grupo.

( Rafael Izquierdo y Joe Cubas, padre biológico y padre adoptivo temporal de la niña en litigio de custodia )

¿Hay algún elemento capaz de indicar si un tipo de sociedad genera un mayor o menor grado de felicidad? Parece que sí. Aunque los estudios internacionales sobre la felicidad son relativamente recientes, las personas encuestadas destacan mayoritariamente la importancia de un aspecto clave: al margen de las cuestiones materiales y de los aspectos genéticos --hay gentes predispuestas a ser felices o a lo contrario--, existe una relación estrecha entre la capacidad de tomar decisiones que nos afectan personalmente y el grado de felicidad que se obtiene.

( La juez Jeri Beth Cohen sostiene en sus manos las cartas falsificadas por el equipo legal del padre biológico de la niña. AL DIAZ / HERALD STAFF; foto y comentario de El Nuevo Herald )

En esos estudios, como en tantas otras cosas, las sociedades escandinavas encabezan la lista de los países felices. En ellos, y en las democracias del primer mundo, las personas tienen mucho más control sobre sus vidas. En las sociedades totalitarias, en cambio, el panorama es totalmente diferente.

En fin: pobre niña; pobres padres biológicos; pobres padres adoptivos; y pobre jueza. Hay circunstancias en las que todos pierden.

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