miércoles, octubre 10, 2007

FRAGMENTO DE LA ENTREVISTA AL EX SACERDOTE JAVIER ARZUAGA QUIEN ASISTIÓ A LOS FUSILADOS DE LA CABAÑA CUANDO EL CHE ERA EL JEFE DE DICHA FORTALEZA

FRAGMENTO de la entrevista al ex Sacerdote Javier Arzuaga, Capellán de La Prisión La Cabaña durante la comandancia de Guevara


LiberPress- Futuro de Cuba Org- 25/01/2007 - Trascripción del Programa radial Magazine Cubano realizado el domingo 17 de diciembre de 2006 en el cual se entrevista a Javier Arzuaga, ex Sacerdote Franciscano y Capellán de la Prisión La Cabaña durante la década del sesenta, en La Habana, Cuba.

(La entrevista puede oírse en Contacto Cuba:

http://www.contactocuba.com/VIDEOS/sosablanco.wma )

Luego se vira la tortilla y el 6 de enero ya el Che Guevara era el Comandante de la Cabaña, pues me presenté a hablar con el Che Guevara y le dije: Aquí vengo Comandante para pedirle un favor, que me deje seguir diciendo la misa para la tropa y que me deje asistir en la prisión a los detenidos.
El Che Guevara me contesta: No, lo primero no, aquí ya se acabaron esas cosas. Averígüeme quién tiene la llave de la Capilla esa de Santa Bárbara y se la daré, día y noche a la hora que quiera para lo que usted quiera, eso es suyo, trabajo le vamos a dar y mucho.
Efectivamente así mismo fue, tuve mucho trabajo.
De manera que comencé a asistir en la prisión a toda aquella gente atiborrada como sardinas en lata, muchos mas prisioneros que la capacidad real de la Cabaña.
Dr. Guillermo Toledo: ¿Cuantos prisioneros habían allí en aquel momento?
Don Javier Arzuaga: Como 800 o 900 personas, para unas facilidades que no tenía más que para unos 300 catres en las galeras.
Dr. Guillermo Toledo: ¿Cómo dormían esas personas?
Don Javier Arzuaga: Muchas veces me lo pregunté, si hacían turnos o dormían encima unos de otros, efectivamente era un espacio muy reducido para tantas personas.
Solía visitarles y ellos sabían que yo era santo de su devoción en el sentido que yo no estaba de acuerdo con las ideas de Batista y me veían como uno del otro lado. Y sin embargo poco a poco fue introduciéndome entre ellos.
A Jesús Sosa Blanco, no lo conocí hasta la mañana del día en que sería juzgado en el palacio de los deportes (actual ciudad deportiva), en realidad estaba ya condenado por Fidel Castro.En realidad Fidel Castro lo había condenado a el, a Pedro Morejón y a Luisi Cardo Grau, desde el primer discurso allá en Santiago de Cuba cuando dijo: A esos tres vamos a fusilarlos. Pero hizo el paripé del juicio. Bueno, esa mañana yo sabía que en la tarde sería el juicio el jefe de auditoria me lo había dicho… y caminando entre los presos me topé con Sosa Blanco, estaba en aquel momento no sé si repitiendo o diciendo por primera vez que sería llevado como los cristianos a las fieras en el circo romano.
Le dije: Esta tarde estaré allí contigo en el juicio.
Ese fue mi primer encuentro con Sosa Blanco
Dr. Guillermo Toledo: Vamos a hablar entonces un poco de ese juicio, porque yo siendo un niño lo ví por la televisión y usted estaba presente allí. Yo ví muchas cosas allí siendo un niño, las humillaciones, las injusticias que se estaba cometiendo con ese hombre públicamente. Tantos años después en el libro en que Ramonet que ahora le hace la entrevista a Fidel Castro, éste reconoce que ese juicio había sido un error, no dijo que fue un error de él, sino un error de la revolución, él fue el que mandó a hacer ese juicio publico a Sosa Blanco.
Fidel Castro quedó muy mal parado en ese juicio, porque Sosa Blanco dijo: Esto es un circo romano, aquí me están juzgando en un circo romano. Si, yo maté personas… pero los maté en combate, porque me estaban tirando y yo tiraba también, nos estábamos matando mutualmente.
Don Javier Arzuaga: Así sucedió en realidad, él dijo esas frases allí. Para mí lo mas impresionante de ese juicio era el saber… que iban a juzgar a tres condenados. Y lo más impresionante fue, que llevaron un grupo grande de testigos, para que dijeran todo lo que ellos habían visto una noche del 12 de octubre del 1957 en que Sosa Blanco recién llegado a la Sierra Maestra es emboscado por los guerrilleros y naturalmente se defiende. Algunos guajiros de aquellos testigos fueron llevados a la Cabaña, para que preparan su testimonio, era realmente dramático verles los días antes del juicio, como les dictaban las frases que tenían que repetir. Pero se toparon en el juicio con un abogado Dacosta que en realidad les viró la tortilla, porque comenzó a preguntarle a esos guajiritos en un lenguaje que ellos no entendían, en una interlocución que ellos no podían conseguir…
Dr. Guillermo Toledo: También usted dice en su libro que en ese momento es que el abogado Dacosta entra por primera vez en contacto con esos testigos… precisamente en el juicio.
Don Javier Arzuaga: Si así es, es correcto. Dacosta comenzaba a interrogar a esos guajiritos… él les gritaba… diga, repita, alto, claro…. Y los fiscales se ponían nerviosos… los guajiros se ponían nerviosos, se asustaban no sabían qué decir ni que hacer. Aquello fue un espectáculo tristísimo, el ver como estaban siendo preparados para el juicio, pero cogidos en la trampa porque no estaban preparados realmente para enfrentarse a un abogado con su verborrea. El juicio cuando llegó a ese momento antes que se pusieran de pie Pedro Morejón y Luisi Cardo Grau se detuvo por una llamada de afuera de Fidel Castro… que estaba viendo el Show junto con Raúl Castro, Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos y el Show no iba nada nadie bien. Entonces se suspendió el juicio y me llamaron para ir a la Cabaña esa noche. pregunté: ¿hay fusilamiento? me contestaron que no sabían.
Llegaron los tres condenados a muerte sin terminar de ser juzgados y esa noche se estrenó la galera de la muerte.
Me encontré con Sosa Blanco…. No nos dijimos ni una palabra… él se hecho en mis brazos sin decir palabras y al rato me dijo: Padre vamos a rezar….
Le dije: Ve despacio, ten calma, yo voy delante y tú vas repitiendo conmigo...Íbamos repitiendo el Padre nuestro que estas en los cielos…, tres veces hasta que comenzó a entrar por la puerta de la galera de la muerte a la primera luz del día.
Yo no se lo que pasó en él y en mí, que desde aquel día, desde aquel momento en la galera de muerte… más que muerte se respiraba vida.
Yo no… yo no sé explicar... no sé explicar… después se dieron otros casos, el de Pedro Morejón fue trágico… muy trágico… tremendo.
Yo no quería tener mucha relación con los presos, por mis problemas personales de credo, por mis dudas tremendas, yo no quería confesarles… a mí no me interesaba. Les decía: No me interesa lo que ustedes hayan hecho si quieren confesarse, les traeré a otro Sacerdote. Y efectivamente llevé al Padre Antonio Melo, un Sacerdote Franciscano, ya mayor, que iba todos los días mañana y tarde a atender a los moribundos al Hospital Calixto García. Y el fue el que confesó, los absorbía a todos.
Entonces comenzó a respirarse allí un ambiente de espiritualidad, todas las noches rezábamos el rosario, un rosario lento, comentado.
Algo se produjo yo no sé qué… para mí muy doloroso, porque yo tenía ese problema personal mío y decía, pero cómo es posible si en algún momento una persona de fe… un Sacerdote, tiene que ser autentico y entero en su fe… es cuando se enfrenta a la muerte ajena… a quien le haya tocado asistir un ser humano que va la pena de muerte.
Señor Melero: Una aclaración, en aquel momento se dijo que muchos de las muertes que se le achacaban a Sosa Blanco… no había sido cometidos por Sosa Blanco sino por un Capitán que se llamaba Merob Sosa… y otra cosa que deseo aclarar…. En Cuba el único que puede decidir sobre la muerte de cualquier persona es Fidel Castro.
Dr. Guillermo Toledo: Quiero leer pasajes del libro de Don Javier Arzuaga, refiriéndome al caso de Sosa Blanco, que tenía una esposa que se llamaba Amelia, dos hijas y me dijo usted que una de sus hijas tenía 14 años y otra mucho menor. En libro usted plantea: "La presencia todas las tarde de Amelia y sus hijas le puso una nota de luz y de dulzura… emocionante ver a Sosa Blanco pasar sus manos ásperas tras las rejas… para acaricias las caritas de ¨mis niñas¨, como les decía Sosa Blanco...Sorprendí sin quererlo una conversación de Sosa Blanco con Amelia donde le decía: Amelia quiero que me hagas un favor, recuerdas el par de zapatos que me compre para año nuevo y nunca llegue a estrenar, quiero que me los traigas, pero sin que las niñas se den cuenta. Amelia le dijo: Pero para qué lo quieres si nunca te he visto aquí con zapatos. Dijo el: Para la noche que me vayan a fusilar"... Y mas adelante, después vamos a hablar de lo de los zapatos de Sosa Blanco y vamos a hablar de lo que el dijo en el paredón de fusilamiento… que nadie lo sabe y usted lo va a contar.
Mas adelante usted en el libro plantea: "La esposa de Sosa Blanco me pidió hablar a solas conmigo. Me dijo: Ya sé que les ha dicho que no quiere saber por que están aquí, me imagino cuales son sus razones y las respeto… pero yo sí quiero que sepa, que mi marido no es el monstruo que dicen por ahí que es. Me contó que su esposo apenas estuvo una semana en la sierra y el primer día que llego fue emboscado por los rebeldes y perdió varios de sus hombres, al perseguir a los rebeldes pudieron cometerse exceso en la aldea donde se escondieron los rebeldes con ayuda de los campesinos, nada que no sea normal en una situación así. A los dos días fue retirado de la sierra y destinado a San Luís, Pinar del Río en el otro extremo de la isla. Dígame si tuvo tiempo para cometer las atrocidades que se le atribuyen, necesitaron crear demonios y la mala fama de un tal Merob Sosa fue trasladada a las espaldas de mi esposo, quiero que me crea, le pido que me crea. Le creí, sinceramente le creí."
Don Javier Arzuaga: Los famosos zapatos, eran unos zapatos enormes porque Sosa Blanco tenía unos pies de gigantes. El día en que iba a ser fusilado… pidió que lo dejaran bañarse y ponerse ropa interior limpia y sus zapatos.
Fuimos al paredón y me dice: Padre quiero pedirle un favor, cuando me hayan fusilado quiero que me quite los zapatos y mañana los va a regalar en Casablanca o en la Habana a cualquier pordiosero que los necesite. No le diga a quien pertenecieron los zapatos, porque es tal vez no los quisieran usar si saben que es de Sosa Blanco.
Efectivamente cuando fue fusilado les quité los zapatos, los llevé conmigo y a la mañana siguiente encontré en la Habana a quién regalarle los zapatos.
Sosa Blanco y sus zapatos siguieron paseando por las calles de la Habana, burlándose como un duende burlándose de Fidel Castro y su gente.
Dr. Guillermo Toledo: Vamos a hablar ahora del caso de Pedro Morejón ¿Que pasó con Pedro Morejón que es uno de los militares, Coronel del Ejército de Batista?
Don Javier Arzuaga: Pedro Morejón, no sé qué destino tenía como jefe militar incluso no recuerdo que hechos se le atribuyan, el juicio se ventiló en el otro campamento, al otro lado de la Habana, el campamento Columbia, una mañana en un par de horas se despachó aquel juicio y Pedro Molejón fue condenado a muerte. El día que se efectuó el juicio, que fue el primer fusilado, porque todo los juicios antes del fusilamiento tenían la apariencia de una revisión para ver si efectivamente valía la pena llevarlos al paredón… Lo condenaron a muerte aquella noche.
El jefe de auditoria, Miguel Ángel Duque Estrada me llamó y me dice:Esta noche lo van a fusilar… le digo; me imagino que le habrán dicho..., y me dice el: No... No… precisamente lo llamaba para ver si nos hace el favor… le dije… ¿Cómo?!.. Me dice: Sí para ver si habla con él.
Le dije: ¿pero qué es esto? Yo no lo condené… yo no tengo nada que ver con eso.
Fui a la Cabaña y vi a Pedro Morejón y no era la encomienda mía decirle que lo iban a fusilar. Le pregunté a Miguel Ángel Duque Estrada: ¿Sabe ya?
Me dice: No, no sabe.
Y le dije: ¡Pero qué carajo es esto!… ¿qué van a hacer con este hombre? ¿Van a llevar al paredón y todavía no sabe nada?
Fui a la galera de la muerte y se lo dije… le dije: Pedro te van a fusilar hoy, te lo estoy comunicando yo.
Hablamos un rato y le dije: Si tú quieres estaré contigo hasta que llegue el momento, sino... si quieres estar solo, preparar una carta... lo que tú quieras.
Me dijo: Padre me gustaría que me dejara solo.
Le dije: Tengo que ir a la parroquia de Casablanca a una función religiosa, era un jueves…vendré luego.
Al salir de la galera de la muerte siento un alboroto tremendo, música y unas muchachas…era que un Comandante de la lucha contra Batista, rodeado de mujeres cuando yo me doy cuenta de aquello grité: ¡Pero qué es esto, ustedes no saben donde se encuentran!
En ese momento siento unos gritos: Padre, Padre…Padre!
Salí corriendo, Pedro Morejón, había intentando suicidarse, estaba en la misma celda con Luís Ricardo Grau. Le dije a Luís: aguántalo y le quite la sabana y volvió en si.
Lo primero que dijo fue: ¿Por qué me han hecho esto?
Le dije: Coño dime tú… ¿por qué has hecho esto? No te das cuenta de lo que significa no enfrentarte con la muerte, la muerte para los otros muy bien y para ti no… qué van a pensar todos los que están en el Patio ¿que eres un cobarde?… no… el hombre no crece suicidándose, el hombre crece muriendo de pie en donde sea.. delante de un pelotón, donde sea.
Le pedí perdón por mis duras palabras, hablamos, hablamos, cuando llegó la hora ya a las 12 de la noche, se iba a estrenar el paredón y para desgracia de todos el paredón que eligieron, fue en la fosa misma a la que daban a las paredes de la prisión, de manera que los tiros y el estruendo repercutiera, para que los demás presos lo oyeran.
El me pidió: Padre quiero que este cerca de mi...
Le dije: Estaré cerca de ti.
Cuando llegó la hora frente al paredón, me preguntó: Padre ¿cuán cerca estará de mí?
Le dije: Aquí, mira aquí – saqué una cruz y la puse en alto- mira aquí la cruz, como si estuviéramos tú y yo solos con la cruz en alto.
Oí al jefe del pelotón gritando: ¡Pelotón atención, preparen, apunten, fuego!
Cuando Pedro Morejón cayó al piso, yo aún seguía con la cruz en alto. Fue el primer fusilado.
Le dije al Comandante testigo principal de la ejecución, Víctor Bordón Machado le dije:
A quién se le ocurrió fusilarlo delante de todos, no saben que los demás compañeros ahí, lo han oído, yo voy a pasar toda la noche con ellos… ¿quiere acompañarme?
Me dijo: no no…
Le dije: Comprendo que no quiera estar allí conmigo.
Estuve toda la noche con ellos… ya no hubo más fusilamientos allá, porque les dije… si me quieren a mi aquí llévenlas lejos de la prisión… yo no vuelvo a estar presente en un fusilamiento aquí frente a las ventanas de la prisión. Efectivamente lo llevaron lejos de las ventanas de la prisión.
Dr. Guillermo Toledo: El caso Luís Ricardo Grau que estaba muy enfermo.
Don Javier Arzuaga: Sí estaba muy enfermo, yo no sé la enfermedad que tenia, pero estaba muy enfermo sin embargo con una entereza, era educado en un colegio católico y él se enfrentó a la muerte tratando de revivir y crecer en la fe que había sido educado….
Y en realidad la noche que iba a ser fusilado junto con otros 6 compañero, me dieron la posibilidad de decir quién iba a ser el primero… el segundo así… yo lo elegía de acuerdo a quién tenia mejor preparación. Le digo a Luís Ricardo Grau: Me va a perdonar pero te dejaré para lo último y mientras tanto ve comunicando tu fe y tu fortaleza a los demás.
Todos morían con una entereza tremenda… y cuando le llegó el turno a Luís Ricardo Grau, aún lo veo, aún veo la estampa, no lo puedo olvidar, la estoy viendo:
Oí el… ¡Pelotón atención, preparen, apunten, fuego!

A la palabra fuego, en todos los casos todos se desplomaban, Luís Ricardo Grau que era tan delgado, tan frágil, seguía de pie… le dispararon el tiro de gracia y solo entonces se desplomó.

Yo no vi, si le habían atravesado 6 balas o no… pero sin balas o no era para estar muerto, estaba muerto y de pie.
Lic. Pino: Padre usted que vivió los fusilamientos allí, que llovían a granel, la muerte de esas personas ¿era inmediata?
Dr. Guillermo Toledo: Voy a leer un párrafo del libro de Don Javier Arzuaga que quizás conteste esta pregunta y es de un impacto tremendo:
"No recuerdo su nombre era un sargento de la policía, de cuerpo robusto de poco hablar, llegaba al paredón junto con otros 4 compañeros coacusados de los hechos de Humboldt 7 en donde perdió la vida Juan Carlos Carbo Servia.
Como lo veía el más fuerte y el de ánimo mas sereno, le dije que sus 4 compañeros serían fusilados primeros que él. Así fue que dispuse como otras noches el orden según los viera, mejor o peor apertrechado para ese momento. Desde la posición en que estábamos, los otros no podían ver nada, pero si oían las voces de mando que ordenaban hacer fuego, era horrible, pero era inevitable.
El Capitán Alfonso era el jefe del piquete esa noche, como a todos le dije al condenado que nos tomaríamos los minutos que nos parecieran para charlar, fumar, rezar lo que él quisiera.
Conversamos unos minutos y procedimos a hacer los ritos de despedida, el beso a la imagen de Cristo en su cruz, el abrazo, el `que Dios te acompañe`... Me hice a un lado.
El Capitán Alfonso dio la orden, se desplomó el cuerpo, nos acercamos, no estaba muerto, el moribundo seguía gimiendo y gritando: Padre, Padre…
Visiblemente asustado el Capitán Alfonso, no procedía a aplicarle el tiro de gracia, me agité y con señas le apremié que hiciera lo que tenía que hacer.
Sin inclinarse hacia el moribundo, quien sabe si con los ojos cerrados disparó y no se sabe adonde fue a parar la bala, el moribundo seguía gritando: Padre, Padre.
Se agolparon alrededor del moribundo Duque Estrada y otros Oficiales mientras el moribundo seguía gritando: Padre, Padre…
Le dije a Duque Estrada: Ya se cumplió la pena de fusilamiento, ya se cumplió la sentencia… llévenlo a un hospital.
Duque Estrada respondió: No, él fue condenado a morir y tiene que morir aquí.
El Capitán Alfonso disparó otro tiro de gracia, otra bala perdida y seguían los gritos del moribundo: Padre, Padre.
Agarré a Alfonso por la muñeca y acerqué lo que mas pude la mano a la cabeza del moribundo… le grite: dispara ya… dispara ya.!!!
Disparó y el moribundo estremeció su cuerpo, con la respiración entrecortada, temblando le di la extremaunción, le dije: Descansa en Paz.
Me retiré sin despedirme de nadie.
El Padre Estanislao Sedupe que se quedaba dormido todas las noches, con un libro en las manos, lo desperté: Quiero confesarme, he matado un hombre.
Me pregunto: ¿Que has dicho?
Le costó mucho trabajo tranquilizarme, lo logró muy a medias, subí a la azotea del convento a llorar.
Lic. Pino: Terrible testimonio.
Dr. Guillermo Toledo: Padre yo no sé si usted desea comentar este hecho que a mi me estremeció.
Don Javier Arzuaga: Yo creo que hice lo que debía diciéndole a Duque Estrada que lo llevaran a un hospital, pero no, no, fue condenado a la pena de fusilamiento, fue condenado a morir y entonces sabía yo lo que iba a seguir... más sufrimiento del moribundo.
Dr. Guillermo Toledo: Hay un señor del que usted habla en su libro, un norteamericano Herman Mart.
Don Javier Arzuaga: Bueno Herman Mart había estado con Fidel Castro en la Sierra Maestra, era un matón, uno de esos de armas enfermas, asesino nato, que había sido condenado en Estados Unidos y que había escapado de la Justicia. El al parecer ligaba muy bien las palabras revolución y muerte, revolución y sangre.
En la Cabaña cayó en su ambiente, porque en realidad por ejemplo al Capitán Alfonso le era difícil dirigir al Pelotón. Pero llegó este americano y decía: Encantado como no, a matar gente. El día en que debía morir a Luís Ricardo Grau me grito contento: Padre, Padre, hoy tenemos 7!!!
Como si me estuviera invitando a un banquete. Era horrible, a uno le da vergüenza tener que haber tratado a gente así.
Lic. Pino: Esa es la revolución humanista de Fidel Castro.
Ing. Abascal: Padre, yo le voy a hacer un comentario de una anécdota de un Sacerdote que se llama Becha Berbe. Mi Padre era uno de los principales lideres de la resistencia cívica en Santiago de Cuba, en mi casa estuvo escondida dos veces la perra de Vilma Espin, posiblemente mi Padre le salvo la vida. El día en que Raúl hace todos aquellos fusilamientos en el Valle de San Juan en el que manda a matar a más de 70 personas, ese día al amanecer el Padre Becha Berbe se encontraba en el corredor de mi casa sentado en un sillón. Mi madre se asustó mucho y fue a verlo y le dijo: Padre que le ha pasado, ¿que hace aquí? El Padre Becha Berbe que era de piel morena, era árabe, pero estaba blanco como el papel, mi madre le decía: ¿Padre que le ha pasa?.El Padre Becha Berbe le contesto: No puedo violar los secretos de confesión, pero están fusilando inocentes.
Usted sabe Padre que nadie va a decir una mentira en confesión antes de morir.
Don Javier Arzuaga: Yo en realidad no confesé a nadie y no lo hice precisamente por esa razón, por saber la verdad.
Unas de las biografías de Ernesto Che Guevara y cuando habla de el Che Guevara dice: El capellán Javier Arzuaga que confesaba a los prisioneros, dijo esto y dijo lo otro, diciendo como que yo estaba revelando secretos de confección y yo me libré de eso desde el primer momento, no confesé a nadie. Por lo que no pude revelar secretos de confesión
Dr. Guillermo Toledo: Veamos este caso Padre de este niño, de este muchacho, que usted escribe en su libro:
"Ariel Lima fue condenado a muerte, lo mantuvieron como una semana en la galera de la muerte, apenas hablaba, vivía enajenado, vació de si mismo, perdida la mirada, como ausente de lo que le estaba pasando, los demás prisioneros lo veían tan niño, tan solo, tan necesitado, le prometí que hablaría con Ernesto Che Guevara e intercedería por el. Fui a hablar con Ernesto Che Guevara y él me dijo que eso lo decidía el Tribunal de Apelaciones quien decidía eso y me preguntó por qué debía anular la sentencia.
Le dije: Por dos razones, una por sentimiento humano por sus solo 16 años, la segunda por sagacidad política, porque al otro día de la muerte de este niño, la prensa mundial, en Estados Unidos, América Latina y Europa hablaría de que la revolución cubana carecía de sentimientos y que juzgaba por igual a adultos que a menores y que esto muy poco beneficiaria a la revolución.
Inútil, a más compasión que se le pedía al Che, con mas crueldad respondía. En la vista se decidiría.
Fui a la vista de apelaciones, el Che sabía por qué estaba allí. La vista apenas duró media hora… ratificada la sentencia, sería fusilado aquella misma noche.
Cuando termino me vio en la puerta saliendo con su comitiva, me dio un saludo y salio.
En su camino a la Comandancia… una mujer corrió al frente de ellos y se postro en el suelo delante de todos ellos.
Alguien le dijo: Es la madre de Ariel Lima…
Le dijo: Le recomiendo que hable con el Padre Javier Arzuaga, es un maestro consolando.
Me miró y en tono burlón me dijo: Es suya.
Le ayudé a levantarse del suelo y le aconsejé que se retirara a su casa le dije: ´Señora trate de superar su tragedia y de seguir viviendo sin su hijo, encomiéndese a Dios. Nunca más vi a esa mujer….
Esa noche odie al Che"
Dr. Guillermo Toledo: Padre qué nos puede decir de Ariel Lima.
Don Javier Arzuaga: Ariel Lima era un muchacho revolucionario, lleno de sueños, lucho contra Batista. Los de Batista, lo torturaron para que hablara… nunca lo hizo, hasta que un día… esto él me lo contó de sus propios labio, le dijeron: Tú vas a hablar…
Le llevaron a su madre y delante de el, la comenzaron a desnudar y le dijeron: Tú sabes lo que vamos a hacer con ella…
Cuando el muchacho vio efectivamente lo que estaban haciendo, el muchacho habló y naturalmente dijo lo que querían que dijera.
Naturalmente nunca salió del cuartel y cuando triunfa la revolución nunca más salio del cuartel porque había traicionado a sus compañeros y entonces lo enviaron a la Cabaña.
No era ni de uno ni de otros, estaba solo, no tenia amigos, era una tristísima figura y estaba tan enajenado que no se daba cuenta que lo estaban fusilando.
Dr. Guillermo Toledo: Nos queda un testimonio del caso del Capitán del ejercito de Batista José Castaño, un hombre muy culto, que hablaba 5 idiomas, usted atendió José Castaño, él no tenía las manos embarradas de sangre, no cometió ningún hecho de sangre, solo que José Castaño, era un hombre que conocía todos los vericuetos del comunismo en América Latina, estaba a cargo del Buró de Represión de actividades comunistas, tenia información y documentos de esa actividad en diferentes partes del mundo y eso no se lo perdonaron. La mayoría de los testigos del juicio eran militantes comunistas, acusándolo de cosas que realmente no cometió, no le probaron ningún hecho de sangre, tengo entendido que solo una señora lo acusó de haberla violado, era una total mentira, esa misma señora después testifico en otro juicio contra el artista famoso en aquella época, Manolo Fernández y también dijo mentira.
Lic. Pino: Un comentario, este Señor José Castaño, tenía información con relación a los miembros del partido comunista en Cuba e incluso de organizaciones izquierdistas, información que logro sacarla de Cuba antes que la tiranía de Fidel Castro ocupara el poder y eso fue lo que provoco el fusilamiento.
Don Javier Arzuaga: José Castaño era un hombre muy culto, muy versátil, creía en cuestiones esotéricas, creía en la magia negra en la magia negra, era un hombre muy interesante en su conversación, pero no tenía fe cristiana. Entonces era muy respetuoso en su conversación y desde que cayó en la galera de la muerte me dijo:
Se que se reza aquí y demás, yo no me opongo a nada, pero le voy a pedir un favor, no se meta conmigo ni mi fe, déjeme tranquilo.
Entonces le lleve a un amigo mío, Profesor de filosofía y estuvieron toda una tarde conversando.
Cuando llegó la hora del juicio desde luego lo condenaron a muerte y en el juicio de apelación el Che Guevara decidió que le fusilaran aquella misma noche.
Esa misma noche, cuando yo le iba a informar a José Castaño de que sería fusilado, se me acerca Duque Estrada y me dice:
Padre acompáñeme tenemos que ir a ver Fidel Castro para que pare esta ejecución.
Nunca me dijo por que quería hacer eso, un abogado me dijo que al parecer habría un canje de prisioneros con Estados Unidos… cosa que nunca creí.
Fuimos a ver a Fidel Castro, estaba dando uno de sus interminables discursos y nos pusimos a un lado y en un intervalo del discurso nos acercamos y le dijo lo que pedía y Fidel Castro cuando esta en trance de sus discursos no oye a nadie se oye así mismo y dijo: Esta bien esta bien.
Yo fui a la Cabaña y le dije a José Castaño: Fidel Castro ha dicho esto, al parecer el dueño de la vida, te regala un día más de vida.
Cuando terminó el discurso de Fidel Castro a eso de las 3 de la mañana, vinieron a buscarme pregunté ¿que decidió el Che?… dijo que lo fusilaran.
El Che Guevara había ordenado que nadie fuera fusilado sin que yo estuviera presente, al parecer se había corrido la voz de que yo los hipnotizaba, de que yo los llevaba hipnotizado y que por eso todo era mas fácil, cosa que no era verdad y esa noche José Castaño estaba en el Paredón solo y a un lado los del pelotón fumando y conversando.
Llegué yo y me dije: Qué le voy yo a decir a este hombre, que le he sembrado esperanzas.
Me acerqué a él y él me dijo: No se preocupe Padre, yo sé como son, yo los conozco bien… ¿es allí donde se fusila verdad?
Le dije que si, en el poste aquel. Poste a propósito en el que nadie se tuvo que atar de los 55 fusilamientos que yo asistí.
Me dice: Pues vamos para allá.
Y cuando estábamos en la despedida yo me acordé que él me dijo, no me hable de Fe ni de Cristo ni de Dios.
Me dice: Padre, quiero pedirle un favor, usted sabe que yo no tengo fe, pero sé que voy a morir y no sé qué hay del otro lado, Padre por favor… ¿podía prestarme su fe para morir?
Me quedé seco. Rezamos un Padre nuestro, besó el Cristo, me separé y con los ojos muy abiertos, muy abiertos mirando a Cristo, escuchó las voces de mando y cayó al piso.

2 Comments:

At 1:41 a. m., Anonymous Anónimo said...

ave maria purisima, que gesto heroico el de este sacerdote celoso de verdad, mis mas sentidas felicitaciones a todos ustedes que publican estas cosas y hay que rezar por que ese pernicioso golpe sigue hoy en dia y mas fuerte que nunca. Dios los bendiga.

 
At 11:29 p. m., Anonymous Anónimo said...

Jose L. Carrillo; Merob Sosa tampoco fue tan criminal como lo pintan.Cuando la batalla de Guisa Oriente, fue capturado el General Perez Pupo,bien conocido del pueblo Cubano...Al ser capturado cerca de la pelea montado sobre un caballo con barba enorme y su carabina de guerra sin disparar un tiro:le fue entregado a merob al que lo que le permitio que ofendiera a los soldados que le capturaron, al decir:con ustedes nada que hablar,solo con oficiales de mi rango??????

 

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