lunes, octubre 29, 2007

LA OLLA Y LA PRESIÓN

La olla y la presión


Diario Las Americas
Publicado el 10-27-2007

Por Pablo Alfonso

Esta es la historia de una olla de presión. Más que una historia es un relato corto y pudiera concluir como un drama. No lo se, todavía nadie lo sabe.

Esta olla de presión no tiene nada que ver con las trajinadas ollas arroceras y de presión que el dictador Fidel Castro les obligó comprar a los cubanos, meses atrás, para poner en práctica su “revolución energética”.

La olla a la que me refiero es Cuba. La presión la pone el régimen, la alimentan otras fuentes y la sufre su gente.

Desde hace mucho tiempo los expertos y académicos identifican ese mecanismo social, con una teoría: la teoría de la olla de presión. Su definición es sencilla. Las dificultades internas, generadas en esencia por la ineficiencia del sistema y por las restricciones externas, alimentan la presión social de la población, que busca en cualquier dirección, cómo salir de la crisis.

Al igual que sucede con las ollas ordinarias, cuando el vapor ejerce la presión debida, se escapa por la válvula. De lo contrario, explota. En términos socio políticos, la teoría de la olla de presión busca cerrar la válvula para provocar el estallido.

Hasta ahora la dictadura castrista ha sabido abrir la válvula a tiempo: Tres emigraciones masivas, de decenas de miles de cubanos inconformes, lanzados al mar, con rumbo norte, como preferencia.

Hace ya trece años que el régimen abrió esa válvula por última vez. Desde entonces las cosas han cambiado mucho. Tanto, que el método parece ser impracticable de nuevo. Trece años es mucho tiempo de vapor acumulado, de presiones sin salidas. Ahora, el gran manipulador yace en su lecho de enfermo terminal y quienes tienen “la olla por el mango”, no han logrado encontrar una nueva válvula de escape.

Quienes conocen a la Cuba profunda, la que late en su gente desolada, en sus campos y barriadas, aseguran que la olla cubana no aguanta mucho más presión.

La transferencia formal de poderes ocurrida hace quince meses, contribuyó a elevar el vapor. Por eso, el equipo que se aferra al mango de la olla, intenta encontrar la válvula salvadora.

De momento el país vive una especie de sicoterapia colectiva. Miles de sesiones públicas, donde los cubanos van desgranando el rosario de sus frustraciones y expectativas, están sirviendo de escape a tanta desesperanza contenida.

Sin embargo esa suerte de catarsis dirigida por la cúpula dirigente no basta. Precisa del tratamiento adecuado. Los cubanos han llegado a la encrucijada de un camino que definirá su destino como ciudadanos libres, en una nación democrática y moderna o mantendrá su presente de sombras, una sociedad cuasi feudal, y agraria, con totalitarismo incluido.

La cúpula dirigente sabe que se le acaba el tiempo. Encima de la mesa están las demandas de la población: mejores salarios, mayor calidad de vida, participación real en la toma de decisiones que la afectan, igualdad en el ejercicio de sus derechos ciudadanos, libertad económica y también, ¿por qué no? libertades políticas.

Esas son las demandas del presente para ponerle el pecho al futuro. Ignorarlas sería darle la espalda a la realidad. Lo sabe muy bien el grupo que heredó el poder, con un traspaso de mando, firmado en una hoja de papel hace 15 meses.

Esta vez no hay válvulas migratorias de escape. Ya no hay nuevas primaveras represivas, que sirvan para contener la presión encarcelando a varias decenas de opositores y de inconformes.

Los opresores y los oprimidos están dentro de la misma olla. Es probable que ambos miren, con cierta angustia, como aumenta día a día la presión. Todavía es tiempo para evitar que esta historia de la olla de presión no termine en tragedia.

Sería el mejor final para este breve relato.

pabloalfonso@comcast.net
Fonte: Identificada en el texto
http://www.cubalibredigital.com